AUDIOLIBRO
EJERCICIOS
LECCIÓN 254
Que se acalle en mí toda voz que no sea la de Dios.
1. Padre, hoy quiero oír sólo Tu Voz. 2Vengo a Ti en el más profundo de los silencios para oír Tu Voz y recibir Tu Palabra. 3No tengo otra oración que ésta: que me des la verdad. 4Y la verdad no es sino Tu Voluntad, que hoy quiero compartir Contigo.
2. Hoy no dejaremos que los pensamientos del ego dirijan nuestras palabras o acciones. 2Cuando se presenten, simplemente los observaremos con calma y luego los descartaremos. 3No deseamos las consecuencias que nos acarrearían. 4Por lo tanto, no elegimos conservarlos. 5Ahora se han acallado. 6Y en esa quietud, santificada por Su Amor, Dios se comunica con nosotros y nos habla de nuestra voluntad, pues hemos decidido recordarle.
TEXTO
VIII. El cambio interno
1. ¿Son, entonces, peligrosos los pensamientos? 2¡Para los cuerpos sí! 3Los pensamientos que parecen destruir son aquellos que le enseñan al pensador que él puede ser destruido. 4Y así, "muere" por razón de lo que aprendió. 5Pasa de la vida a la muerte, la prueba final de que valoró lo efímero más que lo constante. 6Seguramente creyó que quería la felicidad. 7Mas no la deseó porque la felicidad es la verdad, y, por lo tanto, tiene que ser constante.
2. Una dicha constante es una condición completamente ajena a tu entendimiento. 2No obstante, si pudieses imaginarte cómo sería eso, lo desearías aunque no lo entendieses. 3En esa condición de constante dicha no hay excepciones ni cambios de ninguna clase. 4Es tan inquebrantable como lo es el Amor de Dios por Su creación. 5Al estar tan segura de su visión como su Creador lo está de lo que Él sabe, la felicidad contempla todo y ve que todo es uno. 6No ve lo efímero, pues desea que todo sea como ella misma, y así lo ve. 7Nada tiene el poder de alterar su constancia porque su propio deseo no puede ser conmovido. 8Les
llega a aquellos que comprenden que la última pregunta es necesaria
para que las demás queden contestadas, del mismo modo en que la paz
tiene que llegarles a quienes eligen curar y no juzgar.
3. La razón te dirá que no puedes pedir felicidad de una manera inconsistente. 2Pues
si lo que deseas se te concede, y la felicidad es constante, entonces
no necesitas pedirla más que una sola vez para gozar de ella
eternamente. 3Y si siendo lo que es no gozas de ella siempre, es que no la pediste. 4Pues nadie deja de pedir lo que desea a lo que cree que tiene la capacidad de concedérselo. 5Tal vez esté equivocado con respecto a lo que pide, dónde lo pide y a qué se lo pide. 6No
obstante, pedirá porque desear algo es una solicitud, una petición,
hecha por alguien a quien Dios Mismo nunca dejaría de responder. 7Dios ya le ha dado todo lo que él realmente quiere. 8Mas aquello de lo que no está seguro, Dios no se lo puede dar. 9Pues mientras siga estando inseguro es que no lo desea realmente, y la dación de Dios no podría ser completa a menos que se reciba.
4. Tú
que completas la Voluntad de Dios y que eres Su felicidad; tú cuya
voluntad es tan poderosa como la Suya, la cual es un poder que no puedes
perder ni en tus ilusiones, piensa detenidamente por qué razón no has
decidido todavía cómo vas a contestar la última pregunta. 2Tu respuesta a las otras te ha ayudado a estar parcialmente cuerdo. 3Es la última, no obstante, la que realmente pregunta si estás dispuesto a estar completamente cuerdo.
5. ¿Qué es el instante santo, sino el llamamiento de Dios a que reconozcas lo que Él te ha dado? 2He
aquí el gran llamamiento a la razón, a la conciencia de lo que siempre
está ahí a la vista, a la felicidad que podría ser siempre tuya. 3He aquí la paz constante que podrías experimentar siempre. 4He aquí revelado ante ti lo que la negación ha negado. 5Pues aquí la última pregunta ya está contestada, y lo que pides, concedido. 6Aquí el futuro es ahora, pues el tiempo es impotente ante tu deseo de lo que nunca ha de cambiar. 7Pues has pedido que nada se interponga entre la santidad de tu relación y tu conciencia de esa santidad.
Capítulo 22
LA SALVACIÓN Y LA RELACIÓN SANTA
Introducción
1. Ten piedad de ti mismo, tú que por tanto tiempo has estado esclavizado. 2Regocíjate de que los que Dios ha unido se han juntado y ya no tienen necesidad de seguir contemplando el pecado por separado. 3No
es posible que dos individuos puedan contemplar el pecado juntos, pues
nunca podrían verlo en el mismo sitio o al mismo tiempo. 4El pecado es una percepción estrictamente personal, que se ve en el otro, pero que cada uno cree que está dentro de sí mismo. 5Y cada uno parece cometer un error diferente, que el otro no puede comprender. 6Hermano, se trata del mismo error, cometido por lo que es lo mismo, y perdonado por su hacedor de igual manera. 7La santidad de tu relación os perdona a ti y a tu hermano, y cancela los efectos de lo que ambos creísteis y visteis. 8Y al desaparecer dichos efectos, desaparece también la necesidad del pecado.
2. ¿Quién tiene necesidad del pecado? 2Únicamente los que deambulan por su cuenta y en soledad, creyendo que sus hermanos son diferentes de ellos. 3Es
esta diferencia, que aunque es visible no es real, lo que hace que el
pecado, que si bien no es real es visible, parezca estar justificado. 4Todo esto sería real si el pecado lo fuese. 5Pues una relación no santa se basa en diferencias y en que cada uno piense que el otro tiene lo que a él le falta. 6Se juntan, cada uno con el propósito de completarse a sí mismo robando al otro. 7Siguen juntos hasta que piensan que ya no queda nada más por robar, y luego se separan. 8Y
así, vagan por un mundo de extraños, distintos de ellos, viviendo tal
vez con los cuerpos de esos extraños bajo un mismo techo que a ninguno
de ellos da cobijo; en la misma habitación y, sin embargo, a todo un
mundo de distancia.
3. La relación santa parte de una premisa diferente. 2Cada uno ha mirado dentro de sí y no ha visto ninguna insuficiencia. 3Al aceptar su compleción, desea extenderla uniéndose a otro, tan pleno como él. 4No ve diferencias entre su ser y el ser del otro, pues las diferencias sólo se dan a nivel del cuerpo. 5Por lo tanto, no ve nada de lo que quisiera apropiarse. 6No niega su propia realidad porque ésta es la verdad. 7Él se encuentra justo debajo del Cielo, pero lo bastante cerca como para no tener que retornar a la tierra. 8Pues esta relación goza de la santidad del Cielo. 9¿Cuán lejos del hogar puede estar una relación tan semejante al Cielo?
4. ¡Piensa en lo que una relación santa te podría enseñar! 2En ella desaparece la creencia en diferencias. 3En ella la fe en las diferencias se convierte en fe en la igualdad. 4Y en ella la percepción de diferencias se transforma en visión. 5La razón puede ahora llevaros a ti y a tu hermano a la conclusión lógica de vuestra unión. 6Ésta se tiene que extender, de la misma forma en que vosotros os extendisteis al uniros. 7La
unión tiene que extenderse más allá de sí misma, tal como vosotros os
extendisteis más allá del cuerpo para hacer posible vuestra unión. 8Y
ahora la igualdad que visteis se extiende y elimina finalmente
cualquier sensación de diferencia, de modo que la igualdad que yace
bajo todas las diferencias se hace evidente. 9Éste es el círculo áureo en el que reconocéis al Hijo de Dios. 10Pues lo que nace en una relación santa es imperecedero.
No hay comentarios:
Publicar un comentario