Soy tal como Dios me creó.
Instrucciones para la práctica
Propósito: Dejar de adorar las falsas imágenes que tienes acerca de ti y, en lugar de ello, buscar y encontrar tu verdadero Ser.
Ejercicios más largos: Cada hora, a la hora en punto, durante cinco minutos (si no puedes hacer esto, al menos haz el alternativo).
- Di: “Soy tal como Dios me creó. Su Hijo no puede sufrir. Y yo soy Su Hijo”.
- El resto de la sesión de práctica es una meditación es muy parecida a la que hiciste la primera vez que apareció esta idea, en la Lección 94 (puedes ir allí y leer mis instrucciones para la práctica de aquella lección). Toda tu atención debe estar en buscar ese lugar en lo profundo de tu mente donde mora tu verdadero Ser, el Cristo. Para llegar ahí, necesitas dejar a un lado todas las imágenes que tienes acerca de ti (son los ídolos y falsas imágenes de los que habla la lección). Como siempre recuerda tu entrenamiento en meditar: concentra toda tu intención en sumergirte hacia adentro al centro de tu mente, retira tu mente de las distracciones tan a menudo como sea necesario, y acércate a tu Ser con deseo, pues es tu Ser Quien tiene el poder de salvarte.
Recordatorios frecuentes: Tan a menudo como puedas.
Repite la idea para recordarte a ti mismo tu verdadera Identidad como el santo Hijo de Dios.
Apoyo a la práctica: Se te dice: “Practica la idea de hoy con gratitud” (5:3) porque, sencillamente, tiene muchísimo poder (como puedes ver al leer los primeros cinco párrafos). Ésta es la principal lección del Libro de Ejercicios. Se te recuerda repetidas veces que la idea de hoy es “suficiente” (1:2; 2:2-4) para salvarte, eso es “todo lo que necesitas” (2:1; 3:3)
Comentario
Se nos dice que este solo pensamiento es suficiente para salvarnos no sólo a nosotros sino al mundo, si creemos que es verdad.
“Su veracidad significa que no has efectuado ningún cambio real en ti, ni que tampoco has cambiado el universo de manera que lo que Dios creó hubiese podido ser reemplazado por el miedo y la maldad, por la aflicción y la muerte”. (1:3)
Éste es el principal significado para mí de esta idea: nada de lo que he hecho ha cambiado nada. Los pensamientos del ego no han hecho nada, no han cambiado nada. El miedo, la maldad, el sufrimiento y la muerte no han sucedido. Sigo siendo tal como Dios me creó. No he dañado nada. La pequeña y loca idea de sustituir a Dios de Su trono no ha logrado absolutamente nada. Todavía soy perfecto, inocente, puro amor.
“Esta idea es suficiente también para dejar que el tiempo sea el medio por el que el mundo entero aprende a escaparse del tiempo y de todos los cambios que éste parece producir con su pasar”. (2:4)
Vemos los estragos del tiempo. Vemos el cuerpo que envejece. Vemos a los seres amados venir y marchar. Vemos la decadencia, la muerte y la pérdida. Pero el tiempo puede ser el medio por el que aprendemos a escaparnos del tiempo y de todos sus cambios. Con el paso del tiempo aprendemos a mirar más allá de las apariencias de cambio a lo que nunca cambia, y aprendemos que únicamente esto es real. “Llévame por el camino eterno” (Salmos 139:24).
“Si eres tal como Dios te creó, entonces no ha habido separación alguna entre tu mente y la Suya, ni división entre tu mente y otras mentes, y sólo ha habido unidad en la tuya”. (4:2)
Ninguna separación, ninguna división, ninguna esquizofrenia. Soy un solo Ser, unido a mi Creador, y dotado de un poder y de un amor infinitos. Confío en mis hermanos, que son uno conmigo, porque soy tal como Dios me creó y nunca me he separado de ellos. Lo que encuentro dentro de mí cuando escucho la Voz silenciosa del Espíritu Santo es lo también son todos los demás. Dentro de mí encuentro al Uno Santo. Yo soy Esto, tú eres Esto. Que yo me vuelva consciente de cualquier pensamiento que diga otra cosa, cualquier imagen de mí que inventa un ídolo falso y limitado, y que abandone ese pensamiento y esa imagen.
“En lo más recóndito de tu mente el santo Cristo en ti espera a que lo reconozcas como lo que tú eres. Y mientras no lo reconozcas y Él siga siendo un desconocido para ti, tú seguirás perdido y sin saber quién eres”. (9:4-5)
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