DESPERTAR AL AMOR

miércoles, 5 de agosto de 2020

5 AGOSTO: SEXTO REPASO. Repaso de la lección 197

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AUDIOLIBRO

EJERCICIOS


LECCIÓN 217



No soy un cuerpo. Soy libre. Pues aún soy tal como Dios me creó.



1. (197) No puede ser sino mi propia gratitud la que me gano. 

2¿Quién debe dar gracias por mi salvación sino yo mismo? 3¿Y cómo sino a través de la salvación puedo encontrar el Ser a Quien debo estarle agradecido?

4No soy un cuerpo. 5Soy libre.
6Pues aún soy tal como Dios me creó.






Instrucciones para la práctica

Ver las instrucciones para la práctica del Sexto Repaso

Comentario

La salvación que el Curso describe es única en el sentido de que combina la total responsabilidad por nuestra propia salvación con la dependencia total de Dios. Mi Ser es lo que me “salva”, sin embargo ese Ser se descubre sólo al reconocer que lo que yo soy no es resultado de lo que yo haya hecho, sino el regalo de Dios al crearme.

Hay una frase en el Texto que dice: “Dale las gracias a cada parte de ti a la que hayas enseñado a que te recuerde” (T.13.VII.17:8). El agradecimiento que sentimos cuando empezamos a despertar a lo que somos se debe al Ser que estamos descubriendo. Soy yo quien da las gracias, soy yo también Aquel a Quien se le dan las gracias. Es muy difícil entender todo esto hasta que empiezas a experimentarlo. Recuerdo como si fuera ahora un momento en particular en que me pareció tan claro como el agua, durante unos instantes al menos. Me di cuenta de una parte amorosa de mí mismo que me impulsaba continuamente y me dirigía a la paz interior y a la aceptación del Ser. Era algo que siempre había estado allí, más que una parte de mí, mi propia realidad. Al mismo tiempo era consciente de otra parte de mi mente que había empezado a abrirse al amor, y en aquel momento sentí una profunda gratitud hacia mí mismo por estar dispuesto a recibir ese amor. Era consciente de ser el que daba el amor y el que lo recibía, y en aquel momento el pequeño ser que siempre había pensado que era yo se sintió tragado por esta oleada de amor más grande, que se movía constantemente.

Esta sensación extraña de agradecimiento a mi Ser puede expresarse de muchas maneras. A veces, cuando he tomado mi tiempo de quietud para meditar, en el que me siento fuertemente renovado, siento la gratitud invadirme y decir: “Gracias”. Y no estoy seguro si Le estoy dando las gracias a Dios o a mi Ser. Estoy agradecido a mí mismo por haber estado dispuesto a recibir este Curso. Estoy agradecido a mí mismo por leerlo, y continuar estudiándolo y aplicándolo. Cuando una frase del Curso cruza mi mente justo en el momento adecuado, puedo darle gracias a mi Ser por ello.

El Curso enseña que ya todos estamos despiertos, la verdad vive sin mancha en nuestra mente recta. Y es esta mente recta, este Ser que es la única parte de nosotros que tiene realidad de verdad, la que nos está enseñando y llamándonos al hogar. La mente recta es la morada del Espíritu Santo, Él es parte de nosotros y parte de Dios. Su Voz es la Voz de Dios, y también la Voz de mi Ser. Es mi Ser Quien trajo el Curso al mundo. Es mi Ser Quien me lo acercó. Es mi Ser Quien me está trayendo la consciencia. Todo lo que me impulsa en la dirección correcta es un regalo de mi Ser.

Que hoy me sienta agradecido a mi Ser. Que reconozca que me merezco mi propia gratitud. En lugar de sentirme enfadado conmigo, o impaciente, o de ser cruel conmigo, o desanimado, o sin confianza en mí mismo, que me ofrezca a mí mismo mi propia gratitud. Y que me dé cuenta de que mi propio agradecimiento es todo lo que necesito y quiero. Que entienda que cuando haya aprendido por completo a estar plenamente agradecido a mi Ser por lo que soy, habré terminado el viaje, y al mismo tiempo habré aprendido a apreciar y agradecer completamente a Dios el regalo que me ha hecho: mi Ser.






TEXTO



7. No hay conexión alguna entre la verdad y las ilusiones. 2Esto será así eternamente, por mucho que intentes que haya conexión entre ellas. 3Pero las ilusiones están siempre conectadas entre sí, tal como lo está la verdad. 4Tanto las ilusiones como la verdad gozan de cohesión interna y constituyen un sistema de pensa­miento completo en sí mismo, aunque totalmente desconectado del otro. 5Percibir esto es reconocer dónde se encuentra la separa­ción, y dónde debe subsanarse. 6El resultado de una idea no está nunca separado de su fuente. 7La idea de la separación dio lugar al cuerpo y permanece conectada a él, haciendo que éste enferme debido a la identificación de la mente con él. 8Tú crees que estás protegiendo al cuerpo, al ocultar esta conexión, ya que ocultarla parece mantener tu identificación a salvo del "ataque" de la ver­dad.

8¡Si sólo comprendieses cuánto daño le ha hecho a tu mente este extraño encubrimiento, y cuánta confusión te ha causado con res­pecto a tu identidad! 2No comprendes la magnitud de la devasta­ción que tu falta de fe ha ocasionado, pues la falta de fe es un ataque que parece estar justificado por sus resultados. 3Pues al negar la fe ves lo que no es digno de ella, y no puedes mirar más allá de esta barrera a lo que se encuentra unido a ti.

9. Tener fe es sanar. 2Es la señal de que has aceptado la Expiación, y, por consiguiente, de que deseas compartirla. 3Mediante la fe, ofreces el regalo de liberación del pasado que recibiste. 4No te vales de nada que tu hermano haya hecho antes para condenarlo ahora. 5Eliges libremente pasar por alto sus errores, al mirar más allá de todas las barreras que hay entre tú y él y veros a los dos como uno solo. 6Y en esa unidad que contemplas, tu fe está plena­mente justificada. 7La falta de fe nunca está justificada. aLa fe, en cambio, siempre lo está.

10La fe es lo opuesto al miedo, y forma parte del amor tal como el miedo forma parte del ataque. 2La fe es el reconocimiento de la unión. 3Es el benévolo reconocimiento de que cada hermano es un Hijo de tu amorosísimo Padre, amado por Él como lo eres tú, y, por lo tanto, amado por ti como si fueses tú mismo. 4Su Amor es lo que te une a tu hermano, y debido a Su Amor no desearías mantener a nadie excluido del tuyo. 5Cada hermano aparece tal como se le percibe en el instante santo, unido a ti en tu propósito de ser liberado de la culpabilidad. 6Al ver al Cristo en él, él sana porque contemplas en él lo que hace que tener fe en todos esté justificado eternamente.

11. La fe es el regalo de Dios a través de Aquel que Él te ha dado. 2La falta de fe contempla al Hijo de Dios, y lo juzga indigno de perdón. 3Pero a través de los ojos de la fe, se ve que el Hijo de Dios ya ha sido perdonado y que está libre de toda culpa que él mismo se echó encima. 4La fe lo ve sólo como es ahora porque no se fija en el pasado para juzgarlo, sino que únicamente ve en él lo mismo que vería en ti. 5No ve a través de los ojos del cuerpo, ni recurre a cuerpos para darse validez a sí misma. 6La fe es el heraldo de la nueva percepción, enviada para congregar testigos que den testimonio de su llegada, y para devolverte sus mensajes.

12. La fe puede ser intercambiada por el conocimiento tan fácilmente como el mundo real. 2Pues la fe surge de la percepción del Espíritu Santo, y es señal de que compartes ésta con Él. 3La fe es un regalo que le ofrece al Hijo de Dios a través del Espíritu Santo, y es tan aceptable para el Padre como para el Hijo. 4Por lo tanto, te lo ofreces a ti mismo. 5Tu relación santa, con su nuevo propósito te ofrece fe para que se la des a tu hermano. 6Tu falta de fe os ha separado, y así, no ves tu salvación con él. 7La fe, no obstante, os une en la santidad que veis, no a través de los ojos del cuerpo, sino en la visión de Aquel que os unió, y en Quien estáis unidos.

13. La gracia no se le otorga al cuerpo, sino a la mente. 2Y la mente que la recibe mira instantáneamente más allá del cuerpo, y ve el santo lugar donde fue curada. 3Ahí es donde se alza el altar en el que la gracia fue otorgada, y donde se encuentra. 4Ofrécele, pues, gracia y bendiciones a tu hermano, pues te encuentras en el mismo altar donde se os otorgó la gracia a ambos. 5Y dejad que la gracia os cure a la vez, para que podáis curar mediante la fe.

14. En el instante santo tú y tu hermano os encontráis ante el altar que Dios se ha erigido a Sí Mismo y a vosotros dos. 2Dejad a un lado la falta de fe y venid a él juntos. 3En él veréis el milagro de vuestra relación tal como fue renovada por la fe. 4Y en él os daréis cuenta de que no hay nada que la fe no pueda perdonar. 5Ningún error puede obstruir su serena visión, la cual lleva el milagro de la curación con la misma facilidad a todos ellos. 6Pues lo que se les encomienda hacer a los mensajeros del amor, ellos lo hacen, y regresan con las buenas nuevas de haberlo consumado en ti y en tu hermano, que os encontráis unidos ante el altar desde donde ellos fueron enviados.

15. De la misma manera en que la falta de fe mantendría vuestros míseros reinos yermos y separados, así la fe ayudará al Espíritu Santo a preparar el terreno para el santísimo jardín en que Él quiere convertirlo. 2Pues la fe brinda paz, y así le pide a la verdad que entre y embellezca lo que ya fue preparado para la hermosura. 3La verdad sigue muy de cerca de la fe y a la paz, y completa el proceso de embellecimiento que ellas comienzan. 4Pues la fe sigue siendo una de las metas del aprendizaje, que deja de ser necesaria una vez que la lección se ha aprendido. 5La verdad, en cambio, jamás se ausentará.
16. Dedícate, por lo tanto, a lo eterno, y aprende a no ser un obstáculo para ello ni a convertirlo en un esclavo del tiempo. 2Pues lo que crees hacerle a lo eterno te lo haces a ti mismo. 3Aquel a quien Dios creó como su Hijo no es esclavo de nada pues es Señor de todo, junto con su Creador. 4Puedes esclavizar a un cuerpo, pero las ideas son libres y no pueden ser aprisionadas o limitadas en modo alguno, excepto por la mente que las concibió. 5Pues esta permanece unida a su fuente que se convierte en su carcelero o en su libertador, según el objetivo que acepte para sí mismo

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