DESPERTAR AL AMOR

jueves, 17 de marzo de 2011

17 MARZO: No me gobiernan otras leyes que las de Dios.


LECCIÓN 76


AUDIOLIBRO


EJERCICIOS

No me gobiernan otras leyes que las de Dios.

1. Hemos visto antes cuántas cosas absurdas te han parecido ser la salvación. 2Cada una de ellas te ha aprisionado con leyes tan absurdas como ellas mismas. 3Sin embargo, no estás aprisionado por ninguna de esas cosas. 4Mas para comprender que esto es cierto, primero te tienes que dar cuenta de que la salvación no se encuentra en ninguna de ellas. 5Mientras la busques en cosas que no tienen sentido te atarás a ti mismo a leyes que tampoco tienen sentido. 6Y de esta manera, tratarás de probar que la salvación está donde no está.

2. Hoy nos alegraremos de que no puedas probarlo. 2Pues si pudieses, buscarías la salvación eternamente donde no está, y jamás la hallarías. 3La idea de hoy te repite una vez más cuán simple es la salvación. 4Búscala allí donde te espera y allí la halla­rás. 5No la busques en ninguna otra parte, pues no está en nin­guna otra parte.

3. Piensa en la liberación que te brinda el reconocimiento de que no estás atado a las extrañas y enrevesadas leyes que has promul­gado para que te salven. 2Crees realmente que te morirías de hambre a menos que tengas fajos de tiras de papel moneda y montones de discos de metal. 3Crees realmente que una pequeña píldora que te tomes o que cierto fluido inyectado en tus venas con una fina aguja te resguardará de las enfermedades y de la muerte. 4Crees realmente que estás solo a no ser que otro cuerpo esté contigo.

4. La demencia es la que piensa estas cosas. 2Tú las llamas leyes y las anotas bajo diferentes nombres en un extenso catálogo de rituales que no sirven para nada ni tienen ningún propósito. 3Crees que debes obedecer las "leyes" de la medicina, de la econo­mía y de la salud. 4Protege el cuerpo y te salvarás.

5. Eso no son leyes, sino locura. 2EI cuerpo se ve amenazado por la mente que se hace daño a sí misma. 3El cuerpo sufre sólo para que la mente no pueda darse cuenta de que es la víctima de sí misma. 4El sufrimiento corporal es una máscara de la que la mente se vale para ocultar lo que realmente sufre. 5No quiere entender que es su propia enemiga; que se ataca a sí misma y que quiere morir. 6De esto es de lo que tus "leyes" quieren salvar al cuerpo. 7Para esto es para lo que crees ser un cuerpo.

6. No hay más leyes que las de Dios. 2Esto necesita repetirse una y otra vez hasta que te des cuenta de que es aplicable a todo lo que has hecho en oposición a la Voluntad de Dios. 3Tu magia no tiene sentido. 4Lo que pretende salvar no existe. 5Únicamente lo que pretende ocultar te salvará.

7. Las leyes de Dios jamás pueden ser reemplazadas. 2Dedicare­mos el día de hoy a regocijarnos de que así sea. 3No es ésta una verdad que queramos seguir ocultando. 4En lugar de ello nos daremos cuenta de que es una verdad que nos mantiene libres para siempre. 5La magia aprisiona, pero las leyes de Dios liberan. 6La luz ha llegado porque no hay más leyes que las de Él.

8. Comenzaremos hoy las sesiones de práctica más largas con un breve repaso de las diferentes clases de "leyes" que hemos creído necesario acatar. 2Éstas incluyen, por ejemplo, las "leyes" de la nutrición, de la inmunización, de los medicamentos y de la pro­tección del cuerpo en las innumerables maneras en que ésta se lleva a cabo. 3Crees también en las "leyes" de la amistad, de las "buenas" relaciones y de la reciprocidad. 4Puede que hasta incluso creas que hay leyes que regulan lo que es de Dios y lo que es tuyo. 5Muchas "religiones" se han basado en eso. 6Dichas reli­giones no salvan, sino que condenan en nombre del Cielo. 7En cualquier caso, sus leyes no son más extrañas que otras "leyes" que tú crees que debes obedecer para estar a salvo.

9. No hay más leyes que las de Dios. 2Deshecha hoy todas tus insensatas creencias mágicas y mantén la mente en un estado de silenciosa preparación para escuchar la Voz que te dice la verdad. 3Estarás escuchando a Uno que te dice que de acuerdo con las leyes de Dios las pérdidas no existen. 4No se hacen ni se reciben pagos; no se pueden hacer intercambios; 5no hay sustitutos y ninguna cosa es reemplazada por otra. 6Las leyes de Dios dan eternamente sin jamás quitar nada.

10. Escucha a Aquél que te dice esto y date cuenta de cuán insensa­tas son las "leyes" que tú pensabas regían el mundo que creías ver. 2Sigue prestando atención. 3Él te dirá más. 4Te hablará del Amor que tu Padre te profesa, 5de la infinita dicha que te ofrece, 6de la ardiente añoranza que siente por Su único Hijo, creado como Su canal de creación, pero que éste le niega debido a su creencia en el infierno.

11. Abramos hoy los canales de Dios y permitamos que Su Volun­tad se extienda a través de nosotros hasta Él. 2De esa manera es como la creación se expande infinitamente. 3Su Voz nos hablará de esto, así como de los gozos del Cielo, que Sus leyes mantienen por siempre ilimitados. 4Repetiremos la idea de hoy hasta que hayamos escuchado y comprendido que no hay más leyes que las de Dios. 5Después nos diremos a nosotros mismos, a modo de dedicatoria con la cual concluye la sesión de práctica:

6No me gobiernan otras leyes que las de Dios.

12. Repetiremos hoy esta dedicatoria tan a menudo como sea posi­ble; por lo menos cuatro o cinco veces por hora, así como en respuesta a cualquier tentación de sentirnos sujetos a otras leyes a lo largo del día. 2Es nuestra declaración de que estamos a salvo de todo peligro y de toda tiranía. 3Es nuestro reconocimiento de que Dios es nuestro Padre y de que Su Hijo se ha salvado.



TEXTO
 
XI. El estado de gracia

1. El Espíritu Santo siempre te guiará acertadamente porque tu dicha es la Suya. 2Eso es lo que Su Voluntad dispone para todos porque habla en representación del Reino de Dios, que no es otra cosa que dicha. 3Seguirle, por consiguiente, es la cosa más fácil del mundo, y lo único, que es fácil, ya que no es de este mundo. 4Por lo tanto, es algo natural. 5El mundo va en contra de tu natu­raleza, al estar en desacuerdo con las leyes de Dios. 6El mundo percibe grados de dificultad en todo. 7Eso se debe a que el ego no percibe nada como completamente deseable. 8Al demostrarte a ti mismo que no hay grados de dificultad en los milagros, te con­vencerás de que, en tu estado natural, no hay grados de dificul­tad en absoluto porque tu estado natural es un estado de gracia.

2. La gracia es el estado natural de todos los Hijos de Dios. 2Cuando no están en estado de gracia, están fuera de su medio ambiente, y, por lo tanto, no se desenvuelven bien. 3Todo lo que hacen les produce tensión porque no fueron creados para el medio ambiente que ellos mismos se han labrado. 4No pueden, por lo tanto, adaptarse a él, ni hacer que dicho ambiente se adapte a ellos. 5De nada sirve intentarlo. 6Un Hijo de Dios es feliz única­mente cuando sabe que está, con Dios. 7Ése es el único medio ambiente en el que no sufre tensión porque ahí es donde le corres­ponde estar. 8Es también el único medio ambiente que es digno de él porque su valía está más allá de cualquier cosa que él pueda inventar.

3. Examina el reino que fabricaste y juzga su valor imparcialmente. 2¿Es acaso digno de ser la morada de una criatura de Dios? 3¿Protege tal mundo su paz e irradia amor sobre ella? 4¿Evita acaso que su corazón se vea afectado por el miedo, y le permite dar siempre sin experimentar ninguna sensación de pérdida? 5¿Le enseña que esa forma de dar es su dicha, y que Dios Mismo le agradece lo que da? 6Ése es el único ambiente en el que puedes ser feliz. 7Tú no lo puedes "crear", como tampoco puedes "crearte" a ti mismo. 8Fue creado para ti, tal como tú fuiste creado para él. 9Dios vela por Sus Hijos y no les niega nada. 10Mas cuando ellos lo niegan a Él, dejan de ser conscientes de eso porque se niegan todo a sí mismos. 11Tú, que podrías estar dando el Amor de Dios a todo lo que ves, a todo lo que tocas y a todo lo que recuerdas, estás literalmente negándote el Cielo a ti mismo.

4. Te exhorto a recordar que te he escogido a ti para que le ense­ñes al Reino lo que es el Reino. 2Esta lección no admite excepcio­nes porque la falta de excepciones es la lección en sí. 3Cada Hijo que regresa al Reino con esta lección en su corazón ha sanado a la Filiación y ha dado gracias a Dios. 4Todo aquel que aprende esta lección se convierte en el maestro perfecto porque la ha apren­dido del Espíritu Santo.

5. Cuando una mente contiene solamente luz, conoce solamente la luz. 2Su propia luminiscencia alumbra todo en su derredor, y se extiende hasta la penumbra de otras mentes, y las transforma en majestad. 3La Majestad de Dios se encuentra en ellas para que la reconozcas, la aprecies y la conozcas. 4 La manera de aceptar tu herencia es reconociendo la Majestad de Dios en tu hermano. 5Dios sólo da de manera equitativa. 6Si reconoces Su don en cual­quiera, habrás reconocido lo que Él te ha dado a ti. 7Nada es más fácil de reconocer que la verdad, 8ya que es un reconocimiento inmediato, inequívoco y natural. 9Te has enseñado a ti mismo a no reconocerla, y esto ha sido muy difícil para ti.

6. Al hallarte fuera de tu ambiente natural es muy posible que te preguntes:"¿Qué es la verdad?", toda vez que la verdad es el medio ambiente por el cual y para el cual fuiste creado. 2No te conoces a ti mismo porque no conoces a tu Creador. 3No conoces tus creaciones porque no conoces a tus hermanos, quienes las crearon junto contigo. 4He dicho que únicamente la Filiación en su totalidad es digna de ser co-creadora con Dios, ya que única­mente la Filiación en su totalidad puede crear como Él. 5Siempre que sanas a un hermano reconociendo su valía, estás recono­ciendo su poder para crear, así como el tuyo propio. 6Él no puede haber perdido lo que tú reconoces en él, y tú no puedes sino poseer la gloria que ves en él. 7Él es un co-creador con Dios al igual que tú. 8Niega su poder creativo, y estarás negando el tuyo y el de Dios, que te creó.      

7. No puedes negar parte de la verdad. 2No conoces tus creacio­nes porque no conoces a su creador. 3 No te conoces a ti mismo porque no conoces el tuyo. 4Tus creaciones no pueden establecer tu realidad, tal como tú tampoco puedes establecer la de Dios. 5Pero sí puedes conocer tu realidad y la de Dios. 6Al Ser se le conoce mediante el acto de compartirlo. 7Puesto que Dios com­partió su Ser contigo, Lo puedes conocer. 8Pero tienes también que conocer todo lo que Él creó, para saber lo que ellos han compartido. 9Sin tu Padre no podrás conocer tu propia paternidad. 10El Reino de Dios incluye a todos Sus Hijos y a los hijos de éstos, que son tan semejantes a los Hijos como éstos son semejantes al Padre. 11Conoce, entonces, a los Hijos de Dios, y habrás conocido a toda la creación.

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