DESPERTAR AL AMOR

viernes, 31 de julio de 2020

31 JULIO: SEXTO REPASO. Repaso de la lección 192

AUDIOLIBRO


EJERCICIOS


LECCIÓN 212


No soy un cuerpo. Soy libre. Pues aún soy tal como Dios me creó.


1. (192) Tengo una función que Dios quiere que desempeñe.

2Busco la función que me ha de liberar de todas las vanas ilu­siones del mundo. 3Solamente la función que Dios me dio puede ofrecerme libertad. 4Eso es lo único que busco y lo único que aceptaré como propio.

5No soy un cuerpo. 6Soy libre.
7Pues aún soy tal como Dios me creó.





Instrucciones para la práctica

Ver las instrucciones para la práctica del Sexto Repaso

Comentario

¿Cuál es la función que Dios tiene para mí? La Lección 192, que repasamos hoy, me dijo: “El perdón es tu función aquí”. Necesito que se me recuerde eso. Mi función no es una profesión determinada o una ocupación. El contenido es lo que importa, la forma se irá amoldando a ese contenido, basado en las circunstancias de mi vida. El contenido es el perdón. Si me pregunto cuál debería ser mi ocupación, o qué dirección debería tomar mi vida, me haré esta pregunta: ¿Cómo puedo expresar mejor el perdón en mi vida en este momento? O mejor aún, le haré esa pregunta al Espíritu Santo.

Una “ocupación” es lo que ocupa la mayor parte de mi vida. ¿Cómo puedo ocupar la mayor parte de mi vida con el perdón? ¿En qué forma? ¿Cómo puedo ser más útil para contemplar las ilusiones y verlas desaparecer? ¿Cómo puedo ser más útil para ayudarme a mí mismo y a los demás a abandonar toda culpa? ¿Cómo puedo reflejar mejor el amor en este mundo?

Yo trabajo como escritor (tú probablemente trabajas en algo diferente, rellénalo como te parezca). Pero esa ocupación no es mi función, es sólo un medio de expresar mi función, que es el perdón: la misma función que Dios nos ha dado a todos nosotros. La forma -la ocupación- puede cambiar o desaparecer; pero mi función sigue siendo la misma. Hace unos años yo trabajaba de asesor de informática porque, en aquel momento, yo sentía que era el mejor medio de llevar a cabo mi función. Luego la forma cambió, pero no el contenido.

Que no busque ninguna función en la forma. Que busque siempre el contenido. El contenido del perdón, de reflejar amor en este mundo y de liberar de la culpa es lo que me liberará de las ilusiones. Por eso, todo lo que busco, y todo lo que reclamo como mío, es la función que Dios me dio (el contenido), y no una ocupación o trabajo o situación.
No soy un cuerpo (forma). Soy libre. Lo que yo soy no tiene ninguna forma y, por lo tanto, no estoy atado a ninguna forma ni limitado por ella.





TEXTO

VIII. El pequeño jardín

1. Estar consciente del cuerpo es lo único que hace que el amor parezca limitado, 2pues el cuerpo es un límite que se le impone al amor. 3La creencia en un amor limitado fue lo que dio origen al cuerpo, que fue concebido para limitar lo ilimitado. 4No creas que esto es algo meramente alegórico, pues el cuerpo fue concebido para limitarte a ti. 5¿Cómo podrías tú, que te ves a ti mismo dentro de un cuerpo, saber que eres una idea? Identificas todo lo que reconoces con cosas externas, con algo externo a ello mismo. 7Ni siquiera puedes pensar en Dios sin imaginártelo en un cuerpo, o en alguna forma que creas reconocer.

2. El cuerpo es incapaz de saber nada. 2Y mientras limites tu con­ciencia a sus insignificantes sentidos, no podrás ver la grandeza que te rodea. 3Dios no puede hacer acto de presencia en un cuerpo ni tú puedes unirte a Él ahí. 4Todo límite que se le imponga al amor parecerá siempre excluir a Dios y mantenerte a ti separado de Él. 5El cuerpo es una diminuta cerca que rodea a una pequeña parte de una idea que es completa y gloriosa. 6El cuerpo traza un círculo, infinitamente pequeño, alrededor de un minúsculo segmento del Cielo, lo separa del resto, y proclama que tu reino se encuentra dentro de él, donde Dios no puede hacer acto de pre­sencia.

3Dentro de ese reino el ego rige cruelmente. 2Y para defender esa pequeña mota de polvo te ordena luchar contra todo el universo. 3Ese fragmento de tu mente es una parte tan pequeña de ella que, si sólo pudieses apreciar el todo del que forma parte, verías ins­tantáneamente que en comparación es como el más pequeño de los rayos del sol; o como la ola más pequeña en la superficie del océano. 4En su increíble ignorancia, ese pequeño rayo ha decidido que él es el sol, y esa ola casi imperceptible se exalta a sí misma como si fuese todo el océano. 5Piensa cuán solo y asustado tiene que estar ese diminuto pensamiento, esa ilusión infinitesimal, que se mantiene separado del universo y enfrentado a él. 6El sol se vuelve el "enemigo" del rayo de sol al que quiere devorar, y el océano aterroriza a la pequeña ola y se la quiere tragar.

4. Mas ni el sol ni el océano se dan cuenta de toda esta absurda e insensata actividad. 2Ellos sencillamente continúan existiendo, sin saber que son temidos y odiados por un ínfimo fragmento de sí mismos. 3Aun así, no han perdido conciencia de ese segmento, pues éste no podría subsistir separado de ellos. 4lo que piensa que es, no cambia en modo alguno su total dependencia de ellos para su propia existencia, 5toda vez que ésta radica en ellos. 6Sin el sol el rayo desaparecería, y sin el océano la ola sería inconcebi­ble.

5. Tal es la extraña situación en la que parecen hallarse aquellos que viven en un mundo habitado por cuerpos. 2Cada cuerpo parece ser el albergue de una mente separada, de un pensa­miento desconectado del resto, que vive solo y que de ningún modo está unido al Pensamiento mediante el cual fue creado. 3Cada diminuto fragmento parece ser autónomo, y necesitar a otros para algunas cosas, pero sin ser en modo alguno completa­mente dependiente para todo de su único Creador, ya que nece­sita la totalidad para poder tener algún significado, pues por sí solo no significa nada. 4Ni tampoco puede tener una vida aparte e independiente.

6. Al igual que el sol y el océano tu Ser continúa existiendo, sin darse cuenta de que ese minúsculo fragmento se considera a sí mismo ser tú. 2No es que esté ausente, pues no podría existir si estuviese separado, ni el todo del que forma parte estaría com­pleto sin él. 3No es un reino aparte, regido por la idea de que está separado del resto. 4Ni tampoco está rodeado de una cerca que le impide unirse al resto, o que lo mantiene separado de su Crea­dor. 5Este pequeño aspecto no es diferente de la totalidad, ya que hay continuidad entre ambos y es uno con ella. 6No vive una vida separada, pues su vida es la unicidad en la que su ser fue creado. 

7. No aceptes ese nimio y aislado aspecto como tu identidad. 2El sol y el océano no son nada en comparación con lo que tú eres. 3El rayo refulge sólo a la luz del sol, y la ola ondula mientras des­cansa sobre el océano. 4Pero ni en el sol ni en el océano se encuen­tra el poder que mora en ti. 5¿Preferirías permanecer dentro de tu mísero reino, y seguir siendo un triste rey, un amargado gober­nante de todo lo que contempla, que aunque no ve nada está dispuesto a dar la vida por ello? 6Este pequeño yo no es tu reino. 7Elevado como un arco muy por encima de él y rodeándolo con amor se encuentra la gloriosa totalidad, la cual ofrece toda su felicidad y profunda satisfacción a todas sus partes. 8El pequeño aspecto que piensas haber aislado no es una excepción.

8El amor no sabe nada de cuerpos y se extiende a todo lo que ha sido creado como él mismo. 2Su absoluta falta de límites es su significado. 3Es completamente imparcial en su dar, y abarca todo únicamente a fin de conservar y mantener intacto lo que desea dar. 4¡Cuán poco te ofrece tu mísero reino! 5¿No es allí, entonces, donde le deberías pedir al amor que entre? 6Contempla el desier­to -árido y estéril, calcinado y triste- que constituye tu mísero reino. 7Y reconoce la vida y la alegría que el amor le llevaría pro­cedente de donde él viene y adonde quiere retornar contigo.

9. El Pensamiento de Dios rodea tu mísero reino y espera ante la barrera que construiste, deseoso de entrar y de derramar su luz sobre el terreno yermo. 2¡Mira cómo brota la vida por todas par­tes! 3El desierto se convierte en un jardín lleno de verdor, fértil y plácido, ofreciendo descanso a todos los que se han extraviado y vagan en el polvo. 4Ofréceles este lugar de refugio, que el amor preparó para ellos allí donde antes había un desierto. 5Y todo aquel a quien le des la bienvenida te brindará el amor del Cielo. 6Entran de uno en uno en ese santo lugar, pero no se marchan solos, que fue como vinieron. 7El amor que trajeron consigo les acompañará siempre, al igual que a ti. 8Y bajo su beneficencia tu pequeño jardín crecerá y acogerá a todos los que tienen sed de agua viva, pero están demasiado exhaustos para poder seguir adelante solos.

10Sal a su encuentro, pues traen a tu Ser consigo. 2condúcelos dulcemente a tu plácido jardín, y recibe allí su bendición. 3De este modo, tu jardín crecerá y se extenderá a través del desierto, y no dejará afuera ni un solo mísero reino excluido del amor, dejándote a ti adentro. 4Y tú te reconocerás a ti mismo, y verás tu pequeño jardín transformarse dulcemente en el Reino de los Cielos con todo el amor de su Creador resplandeciendo sobre él.

11El instante santo es la invitación que le haces al amor para que entre en tu desolado y pesaroso reino y lo transforme en un jar­dín de paz y de bienvenida. 2La respuesta del amor no se hace esperar. 3Llegará porque tú viniste sin el cuerpo y no interpusiste barrera alguna que pudiese obstaculizar su feliz llegada. 4En el instante santo, le pides al amor únicamente lo que él ofrece a todos, ni más ni menos. 5al pedirlo todo, recibirás todo. 6Y tu radiante Ser elevará el ínfimo aspecto que trataste de ocultar del Cielo, directamente hasta éste. 7Ninguna parte del amor puede invocar al todo en vano. 8Ningún Hijo de Dios se encuentra excluido de Su Paternidad.

12Puedes estar seguro de esto: el amor ha entrado a formar parte de tu relación especial, y ha entrado de lleno en respuesta a tu vacilante solicitud. 2 no te das cuenta de que ha llegado porque aún no has levantado todas las barreras que construiste contra tu hermano. 3Y ninguno de vosotros será capaz de darle la bienve­nida al amor por separado. 4Es tan imposible que tú puedas conocer a Dios solo como que Él pueda conocerte a ti sin tu her­mano. 5Mas juntos no podríais dejar de ser conscientes del amor, del mismo modo en que el amor no podría no conoceros ni dejar de reconocerse a sí mismo en vosotros.

13Has llegado al final de una jornada ancestral, y aún no te has dado cuenta de que ya concluyó. 2Todavía estás exhausto, y el polvo del desierto aún parece empañar tus ojos y cegarte. 3Pero Aquel a Quien has dado la bienvenida ha venido a ti y quiere darte la bienvenida. 4Ha estado esperando mucho tiempo para hacer eso. 5Recíbela de Él ahora, pues Su Voluntad es que lo conozcas. 6Sólo un pequeño muro de polvo se interpone todavía entre tu hermano y tú. 7Sóplalo ligeramente con gran alborozo y verás cómo desaparece. 8Y entrad en el jardín que el amor ha preparado para vosotros dos.









jueves, 30 de julio de 2020

30 JULIO: SEXTO REPASO. Repaso de la lección 191

AUDIOLIBRO


EJERCICIOS


LECCIÓN 211


No soy un cuerpo. Soy libre. Pues aún soy tal como Dios me creó.


1. (191) Soy el santo Hijo de Dios Mismo.

2En silencio y con verdadera humildad busco la gloria de Dios a fin de contemplarla en el Hijo que Él creó como mi Ser.

3No soy un cuerpo. 4Soy libre.
5Pues aún soy tal como Dios me creó.






Instrucciones para la práctica

Ver las instrucciones para la práctica del Sexto Repaso

Comentario

Buscar la gloria de Dios en mi Ser, eso suena un poco pretencioso. Sin embargo, la lección dice que busquemos esta gloria “con verdadera humildad”. Por supuesto, el Curso está hablando de el Ser, y no de mi ser. “Pero no nos referimos aquí al interés propio del ser del que el mundo habla” (M.4.VII.2:2). Cuando alguien dice: “La gloria de Dios está en mí” o “Soy el santo Hijo de Dios Mismo”, hay una gran diferencia según a que “mí” o “yo” se refiere. Si es el ser que creo que existe separado de los billones de otros seres de este mundo, no estamos hablando de la verdad. Estamos siendo pretenciosos. Si se refiere al Ser que es compartido por todos esos billones, el Ser del que mi pequeña consciencia es sólo un trozo, es la Verdad que me hace libre.

La gloria de Dios no está en el pequeño ser, sino que mora en el Ser. Y contemplar esa gloria “en el Hijo que Él creó como mi Ser” no lleva a falsas ilusiones de grandiosidad, sino a la verdadera grandeza, a la grandeza que se percibe y se comparte al instante con todas las cosas vivientes. No existe una posición mía por encima de otros, pues la gloria en ellos es la mía propia.

Estas lecciones finales del repaso, antes de la Segunda Parte del Libro de Ejercicios, se refieren mucho a cosas como el silencio, y contemplar la gloria de Dios. En estos momentos de práctica, busquemos abrirnos a esa clase de experiencia, a un ver que no es con los ojos, a una consciencia de la realidad de nuestro Ser, el Hijo de Dios. Que mis insignificantes pensamientos se acallen, y que yo oiga la Voz de Dios hablando dentro de mí, hablando a mi ser de mi Ser, atrayéndome a regresar en armonía con ese inmenso Ser al que yo pertenezco, reuniendo juntos los aparentes trozos de la Filiación en una Totalidad armoniosa. Ciertamente, soy tal como Dios me creó. No un simple cuerpo, ni limitado por el cuerpo, ni caracterizado por el cuerpo, sino “libre de toda limitación, a salvo, sano y pleno” (L.97.7:2). Soy lo que Dios creó, el santo Hijo de Dios Mismo.






TEXTO

VII. No tengo que hacer nada      

   

1. Tienes todavía demasiada fe en el cuerpo como fuente de for­taleza. 2¿Qué planes haces que de algún modo no sean para su comodidad, protección o disfrute? 3De acuerdo con tu interpreta­ción, esto hace del cuerpo un fin y no un medio, lo cual siempre quiere decir que todavía te atrae el pecado. 4Nadie que aún acepte el pecado como su objetivo, puede aceptar la Expiación. 5Por lo tanto, todavía no has aceptado tu única responsabilidad. 6Aquellos que prefieren el dolor y la destrucción no le dan la bienvenida a la Expiación.

2. Hay algo que nunca has hecho: jamás te has olvidado comple­tamente del cuerpo. 2Quizá alguna que otra vez lo hayas perdido de vista, pero nunca ha desaparecido del todo. 3No se te pide que dejes que eso ocurra por más de un instante; sin embargo, en ese instante es cuando se produce el milagro de la Expiación. 4Des­pués verás el cuerpo de nuevo, pero nunca como lo veías antes. 5Y cada instante que pases sin ser consciente de tu cuerpo te pro­porcionará una perspectiva diferente de él cuando regreses.

3. No hay ni un solo instante en el que el cuerpo exista en abso­luto. 2Es siempre algo que se recuerda o se prevé, pero nunca se puede tener una experiencia de él ahora mismo. 3Sólo su pasado y su futuro hacen que parezca real. 4El tiempo lo controla entera­mente, pues el pecado nunca se encuentra totalmente en el pre­sente. 5En cualquier momento que desees podrías experimentar la atracción de la culpabilidad como dolor, y, por lo tanto, evita­rías sucumbir a ella. 6La culpabilidad no ejerce ninguna atracción en el ahora. 7Toda su atracción es imaginaria, y así, es algo en lo que se piensa en conexión con el pasado o con el futuro.

4. Es imposible aceptar el instante santo sin reservas a no ser que estés dispuesto, aunque sólo sea por un instante, a no ver el pasado ni el futuro. 2No te puedes preparar para él sin ubicarlo en el futuro. 3La liberación se te concede en el instante en que la desees. 4Son muchos los que se han pasado toda una vida prepa­rándose y ciertamente han tenido sus momentos de éxito. 5Este curso no pretende enseñar más de lo que ellos aprendieron en el tiempo, pero sí se propone ahorrar tiempo. 6Tal vez estés tra­tando de seguir un camino muy largo hacia el objetivo que has aceptado. 7Es extremadamente difícil alcanzar la Expiación luchando contra el pecado. 8Son muchos los esfuerzos que se lle­van a cabo tratando de hacer santo aquello que se odia y se abo­rrece. 9No es necesario tampoco que dediques toda tu vida a la contemplación, ni que te pases largos períodos de tiempo medi­tando con objeto de romper tu atadura al cuerpo. 10Todos esos intentos tendrán éxito a la larga debido a su propósito. 11Pero los medios son tediosos y requieren mucho tiempo, pues todos ven la liberación de la condición actual de insuficiencia y falta de valor en el futuro.

5. Tu camino será diferente, no en cuanto a su propósito, sino en cuanto a los medios. 2La relación santa es un medio de ahorrar tiempo. 3Un instante que tú y tu hermano paséis juntos os resti­tuye el universo a ambos. 4Ya estás listo. 5Ahora sólo tienes que recordar que no tienes que hacer nada. 6Sería mucho más efectivo ahora que te concentrases únicamente en esto, que reflexionar sobre lo que debes hacer. 7Cuando la paz llega por fin a los que luchan contra la tentación y batallan para no sucumbir al pecado; cuando la luz llega por fin a la mente que se ha dedicado a la contemplación; o cuando finalmente alguien alcanza la meta, ese momento siempre viene acompañado de este feliz descubri­miento: "No tengo que hacer nada".

6. He aquí la liberación final que todos hallarán algún día a su manera y a su debido tiempo. 2Tú no tienes necesidad de ese tiempo. 3Se te ha economizado tiempo porque tú y tu hermano estáis juntos. 4Éste es el medio especial del que este curso se vale para economizarte tiempo. 5No aprovechas el curso si te empeñas en utilizar medios que le han  resultado muy útiles a otros, y descuidas lo que se estableció para ti. 6Ahorra tiempo valiéndote únicamente de los medios que aquí se ofrecen, y no hagas nada más. 7"No tengo que hacer nada" es una declaración de fidelidad y de una lealtad verdaderamente inquebrantable. 8Créelo aunque sólo sea por un instante, y lograrás más que con un siglo de con­templación o de lucha contra la tentación.

7. Hacer algo siempre involucra al cuerpo. 2Y si reconoces que no tienes que hacer nada, habrás dejado de otorgarle valor al cuerpo en tu mente. 3He aquí la puerta abierta que te ahorra siglos de esfuerzos, pues a través de ella puedes escaparte de inmediato, liberándote así del tiempo. 4Ésta es la forma en que el pecado deja de ser atractivo en este mismo momento. 5Pues con ello se niega el tiempo, y, así, el pasado y el futuro desaparecen. 6El que no tiene que hacer nada no tiene necesidad de tiempo. 7No hacer nada es descansar, y crear un lugar dentro de ti donde la actividad del cuerpo cesa de exigir tu atención. 8A ese lugar llega el Espíritu Santo, y ahí mora. 9Él permanecerá ahí cuando tú te olvides y las actividades del cuerpo vuelvan a abarrotar tu mente consciente.

8. Mas este lugar de reposo al que siempre puedes volver siem­pre estará ahí. 2Y serás más consciente de este tranquilo centro de la tormenta, que de toda su rugiente actividad. 3Este tranquilo centro, en el que no haces nada, permanecerá contigo, brindán­dote descanso en medio del ajetreo de cualquier actividad a la que se te envíe. 4Pues desde este centro se te enseñará a utilizar el cuerpo impecablemente *5Este centro, del que el cuerpo está ausente, es lo que hará que también esté ausente de tu conciencia.









miércoles, 29 de julio de 2020

29 JULIO: SEXTO REPASO. Repaso de la lección 189

AUDIOLIBRO


EJERCICIOS


LECCIÓN 210


No soy un cuerpo. Soy libre. Pues aún soy tal como Dios me creó.


1. (190) Elijo el júbilo de Dios en lugar del dolor.

2El dolor es mi propia invención. 3No es un pensamiento de Dios, sino uno que yo pensé aparte de Él y de Su Voluntad. 4Su Voluntad para Su Hijo bienamado es dicha y sólo dicha. 5Y eso es lo que elijo en lugar de lo que yo inventé.

6No soy un cuerpo. 7Soy libre.
8Pues aún soy tal como Dios me creó.



Instrucciones para la práctica

Ver las instrucciones para la práctica del Sexto Repaso

Comentario

Si viéramos claramente que ésta es nuestra elección -la alegría o el dolor-, ¿habría alguna dificultad en elegir?

Aprender que ésta es la única elección es lo que lleva tanto tiempo.

Estamos enormemente confundidos acerca de lo que nos hace felices. Estamos convencidos de que nuestro cuerpo nos puede proporcionar felicidad. Estamos convencidos de que una relación sentimental buena nos puede proporcionar felicidad. Estamos seguros de que renunciar a ciertas cosas de este mundo nos traerá mucho sufrimiento. Se necesita tiempo, y a veces la ilusión de “renunciar”, para aprender que no renunciamos a nada. “Se tiene que haber aprendido mucho, tanto para darse cuenta de que el mundo no tiene nada que ofrecer como para aceptar este hecho” (M.13.2:1).

“El dolor es mi propia invención” (1:2). ¡Qué afirmación más sorprendente! El dolor es una idea que yo he pensado por mi cuenta, no con Dios. El dolor está intentando encontrar la felicidad en este mundo. Me he enseñado a mí mismo que el mayor placer de todos es la autonomía total, la independencia completa, bastarme a mí mismo por mi cuenta. Yo he elegido esto y, al hacerlo, he inventado el dolor. Ahora, estoy aprendiendo a elegir la Voluntad de Dios en lugar de lo que yo he inventado, la alegría en lugar del dolor. “Te estoy enseñando a que asocies la infelicidad con el ego y la felicidad con el espíritu” (T.4.VI.5:6).

Que hoy me dé cuenta de que al decir: “No soy un cuerpo”, estoy eligiendo la alegría en lugar del dolor. En cambio, si continúo afirmando: “soy un cuerpo”, estoy eligiendo el dolor en lugar de la felicidad.




TEXTO


VI. Más allá del cuerpo

 

1. No hay nada externo a ti. 2Esto es lo que finalmente tienes que aprender, pues es el reconocimiento de que el Reino de los Cielos te ha sido restaurado. 3Pues eso fue lo único que Dios creó, y Él no lo abandonó ni se separó a Sí Mismo de él. 4El Reino de los Cielos es la morada del Hijo de Dios, quien no abandonó a su Padre ni mora separado de Él. 5El Cielo no es un lugar ni tam­poco una condición. 6Es simplemente la conciencia de la perfecta unicidad * y el conocimiento de que no hay nada más: nada fuera de esta unicidad, ni nada adentro.

2. ¿Qué otra cosa podría dar Dios, sino el conocimiento de Sí Mismo? 2¿Hay algo más que se pueda dar? 3La creencia de que puedes dar u obtener otra cosa -algo externo a ti- te ha costado la conciencia del Cielo y la de tu Identidad. 4has hecho algo todavía más extraño, de lo cual ni siquiera te has percatado: 5Has transferido la culpabilidad de tu mente a tu cuerpo. 6El cuerpo, no obstante, no puede ser culpable, pues no puede hacer nada por su cuenta. 7Tú que crees odiar a tu cuerpo, no haces sino engañarte a ti mismo. 8Odias a tu mente, pues la culpabilidad se ha adentrado en ella, y procura mantenerse separada de la mente de tu hermano, lo cual no puede hacer.

3. Las mentes están unidas, los cuerpos no. 2Sólo al atribuirle a la mente las propiedades del cuerpo parece posible la separación. 3Y es la mente la que parece ser algo privado, y estar fragmen­tada y sola. 4Proyecta su culpabilidad, que es lo que la mantiene separada, sobre el cuerpo, el cual sufre y muere porque se le ataca a fin de mantener viva la separación en la mente e impedir que conozca su Identidad. 5La mente no puede atacar, pero puede forjar fantasías y ordenarle al cuerpo que las exteriorice. 6Mas lo que el cuerpo hace nunca parece satisfacer a la mente. 7A menos que la mente crea que el cuerpo está realmente exteriori­zando sus fantasías, lo atacará proyectando aún más culpabili­dad sobre él.

4. En esto la mente está claramente engañada. 2No puede atacar, pero sostiene que sí puede, y para probarlo, se vale de lo que hace para hacerle daño al cuerpo. 3La mente no puede atacar, pero puede engañarse a sí misma. 4Y eso es todo lo que hace cuando cree que ha atacado al cuerpo. 5Puede proyectar su cul­pabilidad, pero no puede deshacerse de ella proyectándola. 6aunque es obvio que puede percibir la función del cuerpo erróne­amente, no puede cambiar la función que el Espíritu Santo le asignó a éste. 7El cuerpo no es el fruto del amor. 8Aun así, el amor no lo condena y puede emplearlo amorosamente, respetando lo que el Hijo de Dios engendró y utilizándolo para salvar al Hijo de sus propias ilusiones.

5. ¿No te gustaría que los medios de la separación fueran reinter­pretados como medios de salvación y se usasen para los fines del amor? 2¿No le darías la bienvenida y le prestarías tu apoyo a este intercambio de fantasías de venganza por tu liberación de ellas? 3La percepción que tienes del cuerpo puede ser ciertamente enfermiza, pero no debes proyectar eso sobre él. 4Pues tu deseo de hacer que lo que no tiene la capacidad de destruir sea destruc­tivo, no puede tener ningún efecto real. 5Lo que Dios creó sólo puede ser como Él quiere que sea, pues así lo dispone Su Volun­tad. 6Tú no puedes hacer que Su Voluntad sea destructiva. 7Pue­des, no obstante, forjar fantasías en las que tu voluntad entra en conflicto con la Suya, pero eso es todo.

6. Es una locura usar el cuerpo como chivo expiatorio sobre el que descargar tu culpabilidad, dirigiendo sus ataques y culpándolo luego por lo que tú mismo quisiste que hiciese. 2Es imposible exte­riorizar fantasías, 3pues éstas siguen siendo lo que tú deseas y no tienen nada que ver con lo que el cuerpo hace. 4El cuerpo no sueña con ellas, y lo único que éstas hacen es convertirlo en un lastre en vez de en algo útil. 5Pues las fantasías han hecho de tu cuerpo tu "enemigo"; algo débil, vulnerable y traicionero, merecedor del odio que le tienes. 6¿De qué te ha servido todo esto? 7Te has identi­ficado con eso que odias, el instrumento de venganza y la apa­rente fuente de tu culpabilidad. 8Le has hecho esto a algo que no tiene significado, proclamándolo la morada del Hijo de Dios y haciendo luego que se vuelva contra él.

7. Éste es el anfitrión de Dios que tú has engendrado. 2ni Dios ni Su santísimo Hijo pueden hospedarse en una morada donde reina el odio, y donde tú has sembrado semillas de venganza, violencia y muerte. 3Esa cosa que engendraste para que estuviese al servicio de tu culpabilidad se interpone entre ti y otras mentes. 4Las mentes están unidas, pero tú no te identificas con ellas. 5Te ves a ti mismo encerrado en una celda aparte, aislado e inaccesible, y tan incapaz de establecer contacto con otros como de que otros lo establezcan contigo. 6Odias esta prisión que has cons­truido, y procuras destruirla. 7Pero no quieres escaparte de ella ni dejarla indemne y libre de toda culpa.

8. Sin embargo, ésa es la única manera de escapar. 2La morada de la venganza no es tu hogar. aEl lugar que reservaste para que albergase a tu odio no es una prisión, sino una ilusión de ti mismo. 3El cuerpo es un límite que se le impone a la comunicación universal, la cual es un atributo eterno de la mente. 4Mas la comu­nicación es algo interno. 5La mente se extiende hasta sí misma. 6No se compone de diferentes partes que se extienden hasta otras. 7No sale afuera. 8Dentro de sí misma es ilimitada, y no hay nada externo a ella. 9Lo abarca todo. 10Te abarca completamente: tú te encuentras dentro de ella y ella dentro de ti. 11No hay nada más en ninguna parte ni jamás lo habrá.

9. El cuerpo es algo externo a ti, y sólo da la impresión de rodear­te, de aislarte de los demás y de mantenerte separado de ellos y a ellos de ti. 2Pero el cuerpo no existe. 3No hay ninguna barrera entre Dios y Su Hijo, y Su Hijo no puede estar separado de Sí Mismo, salvo en ilusiones. 4Ésa no puede ser su realidad, aunque él crea que lo es. 5Sólo podría serlo si Dios se hubiese equivo­cado. 6Dios habría tenido que crear de modo diferente y haberse separado de Su Hijo para que eso fuese posible. 7Él habría tenido que crear diferentes cosas, y establecer diferentes órdenes de rea­lidad, de los que sólo algunos fuesen amor. 8Pero el amor tiene que ser eternamente igual a sí mismo, sin alternativas e inmuta­ble para siempre. 9Y, por lo tanto, así es. 10Tú no puedes poner una barrera a tu alrededor porque Dios no puso ninguna entre tú y Él.

10. Puedes alzar la mano y tocar el Cielo. 2Tú, cuya mano se encuentra asida a la de tu hermano, has comenzado a extenderte más allá del cuerpo, pero no fuera de ti mismo, para alcanzar juntos la Identidad que compartís. 3¿Cómo iba a encontrarse dicha Identidad fuera de vosotros donde Dios no está? 4¿Acaso es Él un cuerpo? 5¿E iba a haberte creado diferente de Sí Mismo y donde Él no podría morar? 6Él es lo único que te rodea. 7¿Qué limitaciones puedes tener tú a quien Él abarca?

11. Todo el mundo ha experimentado lo que podría describirse cómo una sensación de ser transportado más allá de sí mismo. 2Esta sensación de liberación va mucho más allá del sueño de libertad que a veces se espera encontrar en las relaciones especia­les. 3Es una sensación de habernos escapado realmente de toda limitación. 4Si examinases lo que esa sensación de ser "transpor­tado" realmente supone, te darías cuenta de que es una súbita pérdida de la conciencia corporal, y una experiencia de unión con otra cosa en la que tu mente se expande para abarcaría. 5Esa otra cosa pasa a formar parte de ti al tú unirte a ella. 6tanto tú como ella os completáis, y ninguno se percibe entonces como separado. 7Lo que realmente sucede es que has renunciado a la ilusión de una conciencia limitada y has dejado de tenerle miedo a la unión. 8El amor que instantáneamente reemplaza a ese miedo se extiende hasta lo que te ha liberado y se une a ello. 9Y mientras esto dura no tienes ninguna duda acerca de tu Identidad ni deseas limitarla. 10Te has escapado del miedo y has alcanzado la paz, no cuestio­nando la realidad, sino simplemente aceptándola. 11Has aceptado esto en lugar del cuerpo, y te has permitido a ti mismo ser uno con algo que se encuentra más allá de éste, al simplemente no permitir que tu mente esté limitada por él.

12. Esto puede ocurrir independientemente de la distancia física que parezca haber entre ti y aquello a lo que te unes; indepen­dientemente de vuestras respectivas posiciones en el espacio o de vuestras diferencias de tamaño y aparente calidad. 2El tiempo es irrelevante: la unión puede ocurrir con algo pasado, presente o con algo que se prevé. 3Ese "algo" puede ser cualquier cosa y estar en cualquier parte; puede ser un sonido, algo que se ve, un pensamiento, un recuerdo, o incluso una idea cualquiera sin nin­guna referencia concreta. 4Mas siempre te unes a ello sin reservas porque lo amas y quieres estar a su lado. 5Por eso te apresuras a ir a su encuentro, dejando que tus limitaciones se desvanezcan, aboliendo todas las "leyes" que tu cuerpo obedece y apartándote serenamente de ellas.

13. No hay violencia alguna en este escape. 2No se ataca al cuerpo, sino simplemente se le percibe correctamente. 3El cuerpo no puede limitarte, ya que ésa no es tu voluntad. 4En realidad no se te "saca" de él, ya que no puede contenerte. 5Te diriges hacia donde realmente quieres estar, adquiriendo, no perdiendo, una sensación de Ser. 6En estos instantes en que te liberas de toda restricción física, experimentas mucho de lo que sucede en el ins­tante santo: un levantamiento de las barreras del tiempo y del espacio, una súbita experiencia de paz y alegría. aMas por encima de todo, pierdes toda conciencia del cuerpo y dejas de dudar acerca de si todo esto es posible o no.

14. Es posible porque tú lo deseas. 2En la súbita expansión de con­ciencia que tiene lugar sólo con que tú lo desees reside el irresisti­ble atractivo del instante santo. 3Te exhorta a que seas tú mismo, en la seguridad de su abrazo. 4Ahí se te libera de todas las leyes de la limitación y se te da la bienvenida a la mentalidad receptiva y a la libertad. 5Ven a este lugar de refugio, donde puedes ser tú mismo en paz. 6No mediante la destrucción ni mediante un escape, sino simplemente mediante una serena fusión. 7Pues la paz se unirá a ti allí sencillamente porque has estado dispuesto a abandonar los límites que le habías impuesto al amor, y porque te uniste a él allí donde mora y adonde te condujo, en respuesta a su dulce llamada a que estés en paz.














martes, 28 de julio de 2020

28 JULIO: SEXTO REPASO. Repaso de la lección 189

AUDIOLIBRO


EJERCICIOS


LECCIÓN 209


No soy un cuerpo. Soy libre. Pues aún soy tal como Dios me creó.


1. (189) Siento el Amor de Dios dentro de mí ahora.

2El Amor de Dios es lo que me creó. 3El Amor de Dios es todo lo que soy. 4El Amor de Dios proclamó que yo soy Su Hijo. 5El Amor de Dios dentro de mí es mi liberación.

6No soy un cuerpo. 7Soy libre.
8Pues aún soy tal como Dios me creó.





Instrucciones para la práctica

Ver las instrucciones para la práctica del Sexto Repaso

Comentario

“El Amor de Dios es lo que me creó” (1:2). Crear y amar son lo mismo (T.7.I.3:3). El Amor, por su naturaleza, se extiende hacia fuera y crea más de Sí Mismo, crea a Su semejanza… “Dios te creó extendiéndose a Sí Mismo hasta dar lugar a lo que eres…” (T.7.I.5:2). “¿Crees que puedes juzgar al Ser de Dios? Dios lo creó inmune a todo juicio: como resultado de Su necesidad de extender Su Amor” (T.15.V.11:1-2). Nuestro Ser fue creado por la necesidad del Amor de extenderse a Sí Mismo. Somos el resultado natural de la extensión del Amor.

Por lo tanto, lo que somos es Amor extendido. Lo que soy es Amor, Amor es lo que yo soy. Es todo lo que soy. No hay ninguna parte de mí que no sea Amor. Soy enteramente Amor. Esa parte de mí que cree ser algo distinto -que esta mañana puede parecer temeroso, o deprimido, o aburrido, o apagado y sin vida, o enfadado, o malvado y rencoroso- es únicamente una ilusión, una invención de mi imaginación. No es real. No soy yo. Yo soy únicamente Amor y, por lo tanto, enseño sólo Amor.

Soy Hijo del Amor, “el Amor de Dios proclamó que yo soy Su Hijo” (1:4). Estoy hecho a imagen y semejanza del Amor. No puedo ser algo distinto al Amor, tampoco he hecho otra cosa que amar. Cuando creía que era otra cosa, sólo estaba soñando. No soy un cuerpo, obsesionado con la conservación de sí mismo. Soy libre para amar, y libre para amar libremente. “Dios nunca dejará de amar a Su Hijo y Su Hijo nunca dejará de amar a su Padre” (T.10.V.10:6).

“El Amor de Dios dentro de mí es mi liberación” (1:5). Unirme a ese Amor dentro de mí es lo que me libera de la esclavitud que me he impuesto a mí mismo. Aceptar ese Amor como lo que yo soy es lo que me libera de toda culpa. Permitir que ese Amor se extienda a través de mí es lo que me libera de todo sufrimiento y me llena de felicidad. El Amor es mi libertador.


Que hoy acepte que el Amor de Dios está dentro de mí. Que sienta Su Presencia. Que me alegre de ser Amor. Todas las pequeñas cosas que parecen preocuparme, que parecen decirme que yo no soy Amor, o que alguien no es Amor, todas esas pequeñas cosas desaparecen en la nada cuando abro mi corazón al Amor.










TEXTO


V. El sueño feliz

 

1. Prepárate ahora para deshacer lo que nunca tuvo lugar. 2Si ya entendieses la diferencia que existe entre la verdad y las ilusio­nes, la Expiación no tendría objeto. 3Él instante santo, la relación santa, las enseñanzas del Espíritu Santo y todos los medios por los que se alcanza la salvación no tendrían ningún propósito. 4Pues todos ellos no son sino aspectos del plan cuyo fin es cam­biar tus sueños de terror a sueños felices, desde los cuales puedas despertar fácilmente al conocimiento. 5No te pongas a ti mismo a cargo de esto, pues no puedes distinguir entre lo que es un avance y lo que es un retroceso. 6Has considerado algunos de tus mayores avances como fracasos, y has evaluado algunos de tus peores retrocesos como grandes triunfos.

2. Nunca solicites el instante santo después de haber tratado de eliminar por tu cuenta todo odio y temor de tu mente. 2Ésa es Su función. 3Nunca intentes pasar por alto tu culpabilidad antes de pedirle ayuda al Espíritu Santo. 4Ésa es Su función. 5Tu papel con­siste únicamente en estar dispuesto, aunque sea mínimamente, a que Él elimine todo vestigio de odio y de temor y a ser perdo­nado. 6Sobre tu poca fe, unida a Su entendimiento, Él establecerá tu papel en la Expiación y se asegurará de que lo cumplas sin ninguna dificultad. 7Y con Él construirás los peldaños, tallados en la sólida roca de la fe, que se elevarán hasta el Cielo. 8Y no serás tú el único que se valga de ellos para ascender hasta él.

3. A través de tu santa relación, renacida y bendecida en cada instante santo que tú no planees, miles de seres ascenderán hasta el Cielo junto contigo. 2¿Puedes acaso planear tú eso? 3¿O puedes prepararte a ti mismo para tal función? 4Sin embargo, ello es posi­ble porque es la Voluntad de Dios. 5Él no va a cambiar de pare­cer al respecto. 6Tanto el propósito como los medios le pertenecen a Él. 7Tú has aceptado el propósito, los medios se te proveerán. 8Un propósito como éste es inconcebible sin los medios. 9Él proveerá los medios a todo aquel que comparta Su propósito.

4. Los sueños felices se vuelven reales, no porque sean sueños, sino únicamente porque son felices. 2Por lo tanto, no pueden sino ser amorosos. 3Su mensaje es: "Hágase Su Voluntad", y no: "Quiero que sea de otra manera". 4La sincronización de medios y propósito es una empresa que está más allá de tu entendimiento. 5Ni siquiera te has dado cuenta de que has aceptado el propósito del Espíritu Santo como tu propósito, y lo único que harías sería utilizar medios profanos para su logro. 6La poca fe que se necesitó para cambiar de propósito es todo lo que se requiere para aceptar los medios y para ponerlos en práctica.

5. No es un sueño amar a tu hermano como a ti mismo, 2ni tu relación santa es tampoco un sueño. 3Lo único que aún le queda del mundo de los sueños es que todavía es una relación especial. 4Mas le es muy útil al Espíritu Santo, Quien tiene una función especial aquí. 5Tu relación se convertirá en el sueño feliz a través del cual Él podrá derramar Su alegría sobre miles y miles de personas que creen que el amor es miedo y no felicidad. 6Deja que Él lleve a cabo la función que Él le asignó a tu relación al aceptarla en tu nombre, y no habrá nada que no contribuya a ella para que se convierta en lo que Él quiere que sea.

6. Cuando sientas que la santidad de tu relación se ve amenazada por algo, detente de inmediato y, a pesar del temor que puedas sentir, ofrécele al Espíritu Santo tu consentimiento para que Él cambie ese instante por el instante santo que preferirías tener. 2Él jamás dejará de complacer tu ruego. 3Pero no te olvides de que tu relación es una unidad, y, por lo tanto, es inevitable que cualquier cosa que suponga una amenaza para la paz de uno sea asimismo una amenaza para la paz del otro. 4El poder de haberos unido a su bendición reside en el hecho de que ahora es imposible que tú o tu hermano podáis experimentar miedo por separado, o inten­tar lidiar con él por vuestra cuenta. 5Jamás pienses que eso es necesario o incluso posible. 6Pero de la misma manera en que es imposible, es imposible también que el instante santo le llegue a uno de vosotros y no al otro. 7Y os llegará a ambos a petición de cualquiera de los dos.

7. Él que esté más cuerdo de los dos en el momento en que se perciba la amenaza, debe recordar cuán profundo es su endeuda­miento con el otro y cuánta gratitud le debe, y alegrarse de poder pagar esa deuda brindando felicidad a ambos. 2Que recuerde esto y diga:

3Deseo que éste sea un instante santo para mí, a fin de compartirlo con mi hermano, a quien amo.
4Es imposible que se me pueda conceder a mí sin él o a él sin mí.
5Pero nos es totalmente posible compartirlo ahora.
6Elijo, por lo tanto, ofrecerle este instante al Espíritu Santo,
para que Su bendición pueda descender sobre nosotros, y mantenernos a los dos en paz.