DESPERTAR AL AMOR

miércoles, 8 de junio de 2011

8 JUNIO: Doy los milagros que he recibido.



AUDIOLIBRO




EJERCICIOS



Doy los milagros que he recibido.

1. Nadie puede dar lo que no ha recibido. 2Para dar algo es pre­ciso poseerlo antes. 3En este punto las leyes del Cielo y las del mundo coinciden: 4Pero en este  punto difieren también. 5El  mundo cree que para poseer una cosa tiene que conservarla. 6La salvación enseña lo contrario. 7Al dar es como reconoces que has recibido. 8Es la prueba de que lo que tienes es tuyo.

2. Comprendes que estás sano cuando ofreces curación: 2Aceptas que el perdón se ha consumado en ti cuando perdonas. 3En tu hermano te reconoces a ti mismo, y así, te das cuenta de que eres pleno. 4No hay milagro que no puedas dar, pues todos te han sido dados. 5Recíbelos ahora abriendo el almacén de tu mente donde se encuentran y dándoselos al mundo.

3. La visión de Cristo es un milagro. 2Viene de mucho más allá de sí misma, pues refleja el Amor Eterno y el renacimiento de un amor que, aunque nunca muere, se ha mantenido velado. 3La visión de Cristo representa el Cielo, pues lo que ve es un mundo tan semejante al Cielo que lo que Dios creó perfecto puede verse reflejado en él. 4En el espejo tenebroso que el mundo presenta sólo se pueden ver imágenes distorsionadas y fragmentadas. 5El mundo real representa la pureza del Cielo.

4. La visión de Cristo es el milagro del que emanan todos los demás milagros. 2Es su fuente, y aunque permanece con cada milagro que das, sigue siendo tuya. 3Es el vínculo mediante el cual el que da y el que recibe se unen en el proceso de extensión aquí en la tierra, tal como son uno en el Cielo. 4Cristo no ve peca­dos en nadie. 5Y ante Su vista, los que son incapaces de pecar son todos uno. 6Su santidad les fue otorgada por Su Padre y por Cristo.

5. La visión de Cristo es el puente entre los dos mundos. 2Y tú puedes tener absoluta confianza de que su poder te sacará de este mundo y te llevará a otro que ha sido santificado por el perdón. 3Las cosas que aquí parecen completamente sólidas, allí son meras sombras, transparentes, apenas visibles, relegadas al olvido a veces e incapaces de poder opacar la luz que brilla más allá de ellas. 4A la visión se le ha restituido la santidad, y ahora los ciegos pueden ver.

6. Éste es el único regalo del Espíritu Santo, el tesoro al que pue­des recurrir con absoluta certeza para obtener todas las cosas que pueden contribuir a tu felicidad. 2Todas ellas ya se encuentran aquí, 3y se te dan sólo con que las pidas. 4Aquí las puertas no se cierran nunca, y a nadie se le niega la más mínima petición ni su necesidad más apremiante. 5No  hay enfermedad que no esté ya curada, carencia que no se haya suplido, ni necesidad que no haya sido satisfecha en éste, el áureo tesoro de Cristo.

7. Aquí es donde el mundo recuerda lo que perdió cuando fue construido. 2Pues aquí se lo repara y se le renueva, pecó bajo una nueva luz. 3Lo que estaba destinado a ser la morada del pecado se convierte ahora en el centro de la redención y en el hogar de la misericordia, donde se cura a todos los que sufren y donde se Ies da la bienvenida. 4A nadie se le niega la entrada a este nuevo hogar donde le aguarda su salvación. 5Nadie es un extraño aquí. 6Nadie le pide nada a otro salvo el regalo de aceptar la bienvenida que se le ofrece.

8. La visión de Cristo es la tierra santa donde las azucenas del perdón echan raíces. 2Ése es su hogar. 3Desde ahí se pueden llevar hasta el mundo pero jamás podrán crecer en sus tierras estériles y superficiales. 4Tienen necesidad de la luz y del calor, así como del amoroso cuidado que la caridad de Cristo les provee. 5Necesitan el amor con el que Él las contempla. 6Y se convierten en Sus emisarios, que dan tal como recibieron.

9. Toma lo que quieras de Su depósito, para que sus tesoros pue­dan multiplicarse. 2Las azucenas no abandonan su hogar cuando se traen al mundo. 3Sus raíces siguen aún allá. 4No abandonan su fuente, sino que llevan su beneficencia consigo, y convierten al mundo en un jardín como aquel del que vinieron, y, al que retornarán con una fragancia todavía mayor. 5Ahora son doblemente benditas. 6Han transmitido los mensajes de Cristo que traían y éstos les han sido devueltos. 7Y ellas se los llevan devuelta gustosamente a Él.

10. Contempla el caudal de milagros desplegados ante ti para que los des. 2¿No eres acaso merecedor de ésos mismos regalos cuando Dios Mismo dispuso que se te concediesen? 3No juzgues al Hijo de Dios, sino sigue el camino que Dios ha señalado, 4Cristo ha soñado el sueño de un mundo perdonado. 5Ese es Su regalo, a través del cual puede tener lugar una dulce transición de la muerte a la vida, de la desesperación a la esperanza., 6Permi­támonos por un instante soñar con Él. 7Su sueño nos despierta a la verdad. 8Su visión nos provee de los medios por los que regresar a nuestra santidad eterna en Dios, la cual nunca perdimos.


TEXTO


VI. La luz de la comunicación

1. La jornada que juntos emprendemos es el intercambio de la oscuridad por la luz, y el de la ignorancia por el entendimiento. 2Nada que entiendas puede ser temible. 3Es sólo en la oscuridad y en la ignorancia donde percibes lo aterrador, y huyes de ello para sumirte en una oscuridad todavía más tenebrosa. 4Mas sólo lo que está oculto puede aterrorizar, no por lo que es intrín­secamente, sino por el hecho de estar oculto. 5Lo tenebroso es aterrador porque no comprendes su significado. 6Si lo comprendieses estaría claro para ti, y ya no estarías en la oscuridad. 7Nada tiene un valor oculto, pues lo que está oculto no puede ser compartido, y por lo tanto, se desconoce su valor. 8Lo que está oculto se mantiene aparte, pero el valor de algo reside siempre en el aprecio que se le da conjuntamente. 9Lo que está oculto no puede ser amado, y, así, sólo puede ser temido.

2. La serena luz en la que el Espíritu Santo mora dentro de ti es sencillamente una luz donde todo está al descubierto, donde no hay nada oculto, y, por ende, donde no hay nada que temer. 2El ataque siempre cederá ante el amor si se lleva ante éste y no se mantiene oculto de él. 3No hay tinieblas que la luz del amor no pueda disipar, a menos que se mantengan. ocultas de la influencia benéfica del amor. 4Lo que se mantiene fuera del alcance del amor no puede compartir su poder curativo, pues ha sido separado de él y se ha mantenido en la oscuridad. 5Los centinelas de la oscu­ridad la vigilan celosamente, y tú, que fabricaste de la nada a esos guardianes de lo ilusorio, tienes ahora miedo de ellos.

3. ¿Vas a continuar otorgándole un poder imaginario a esas extra­ñas ideas de seguridad? 2No son ni seguras ni inseguras. 3No Pro­tegen ni tampoco atacan. 4No hacen nada en absoluto, pues no son nada en absoluto. 5En cuanto que guardianes de las tinieblas y de la ignorancia no recurras a ellas a no ser que quieras sentir miedo, pues lo que mantienen en la oscuridad es temible. 6Abandónalas, y lo que era temible dejará de serlo. 7Sin la protección de la oscu­ridad, lo único que queda es la luz del amor, pues sólo éste tiene significado y sólo él puede vivir en la luz. 8Todo lo demás no puede sino desaparecer.

4. La muerte cede ante la vida, simplemente porque la destruc­ción no es verdad. 2La luz de la inocencia desvanece la culpabili­dad con su fulgor porque cuando se pone una al lado de la otra, la verdad de una hace que la falsedad de la otra resulte perfecta­mente evidente. 3No mantengas la culpabilidad separada de la inocencia, pues tu creencia de que puedes conservar las dos es una absurdidez. 4Lo único que has hecho al mantenerlas separa­das es perder el significado de ambas al confundir la una con la otra. 5Y así, no te das cuenta de que sólo una de ellas tiene sen­tido. 6La otra no tiene sentido en absoluto.

5. Tú has considerado la separación como un medio de interrum­pir la comunicación con tu Padre. 2El Espíritu Santo la reinter­preta como un medio, de re-establecer lo que nunca se inte­rrumpió, pero sí se había velado. 3Él puede valerse de todo lo que has fabricado para Su santísimo propósito. 4Él sabe que tú no estás separado de Dios, pero percibe muchas cosas en tu mente que te hacen pensar que lo estás. 5De eso, y sólo de eso, es de lo que Él desea apartarte. 6Él te enseñará cómo usar en tu favor tu poder de decisión, que tú concebiste para sustituir tu poder creador. 7Tú que concebiste el poder de decisión para crucificarte a ti mismo, tienes que aprender del Espíritu Santo cómo utili­zarlo en beneficio de la santa causa de la restauración.

6. Tú que hablas haciendo uso de símbolos turbios y engañosos no entiendes el lenguaje que has inventado. 2No tiene sentido, pues su propósito no es facilitar la comunicación, sino interrum­pirla. 3Si el propósito del lenguaje es facilitar la comunicación, ¿cómo puede tener sentido dicha lengua? 4Mas incluso este extraño y tergiversado esfuerzo de querer comunicar no comuni­cando, contiene suficiente amor como para hacer que tenga sen­tido si su intérprete no es su hacedor. 5Tú que la inventaste sólo estás expresando conflictos, y el Espíritu Santo quiere liberarte de ellos. 6Pon en Sus manos lo que quieres comunicar. 7Él lo inter­pretará con perfecta claridad, pues sabe con Quién estás en per­fecta comunicación.

7. No sabes lo que dices, y, por lo tanto, no sabes lo que se te dice, 2pero tu Intérprete se da cuenta de lo que quieres decir en tu extraño lenguaje. 3Él no intentará comunicar lo que no tiene sen­tido, sino que separará todo lo que lo tiene, descartando el resto, y les transmitirá a aquellos que verdaderamente quieran comuni­carse contigo lo que en verdad quieres comunicarles. 4Hablas dos lenguajes al mismo tiempo, lo cual no puede sino ser algo ininte­ligible. 5Mas si uno de ellos no tiene sentido y el otro lo tiene, sólo este último. puede utilizarse para la comunicación. 6El otro no haría sino obstruirla.

8. La única función del Espíritu Santo es facilitar la comunicación. 2Para poder restablecerla, por consiguiente, tiene que eliminar todo lo que la obstaculizaría. 3No le ocultes nada, por lo tanto, que pudiera obstaculizarla, pues Él no atacará a tus centinelas. 4Sim­plemente llévalos ante Él, y permite que Su dulzura te muestre que en la luz no son temibles y que no pueden servir de guardia­nes de las tenebrosas puertas tras las cuales no hay nada que se encuentre celosamente oculto. 5Abramos todas las puertas y deje­mos que la luz entre a raudales. 6En el templo de Dios no hay recintos secretos. 7Sus puertas están abiertas de par en par para recibir a Su Hijo. 8Nadie puede dejar de acudir allí donde Dios lo ha llamado, a menos que él mismo le dé la espalda a la bienvenida que le extiende su Padre.

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