DESPERTAR AL AMOR

lunes, 5 de noviembre de 2012

5 NOVIEMBRE: Hoy no tendré miedo de mirar dentro de mí.

AUDIOLIBRO




EJERCICIOS


LECCIÓN 309


Hoy no tendré miedo de mirar dentro de mí.


1. Dentro de mí se encuentra la Eterna Inocencia, pues es la Voluntad de Dios que esté allí para siempre. 2Y yo, Su Hijo, cuya voluntad es tan ilimitada como la Suya, no puedo disponer que ello sea diferente. 3Pues negar la Voluntad de mi Padre es negar la mía propia. 4Mirar dentro de mí no es sino encontrar mi volun­tad tal como Dios la creó, y como es. 5Tengo miedo de mirar dentro de mí porque creo que forjé otra voluntad que aunque no es verdad hice que fuese real. 6Mas no tiene efectos. 7Dentro de mí se encuentra la santidad de Dios. 8Dentro de mí se encuentra el recuerdo de Él.

2. El paso que he de dar hoy, Padre mío, es lo que me liberará por completo de los vanos sueños del pecado. 2Tu altar se alza sereno e incó­lume. 3Es el santo altar a mi propio Ser y es allí donde encuentro mi verdadera Identidad.


TEXTO

10. Tu función no es corregir. 2La función de corregir le corres­ponde a Uno que conoce la justicia, no la culpabilidad. 3Si asu­mes el papel de corrector, ya no puedes llevar a cabo la función de perdonar. 4Nadie puede perdonar hasta que aprende que corregir es tan solo perdonar, nunca acusar. 5Por tu cuenta, no podrás percatarte de que son lo mismo, y de que, por lo tanto, no es a ti a quien corresponde corregir. 6ldentidad y función son una misma cosa, y mediante tu función te conoces a ti mismo. 7De modo que si confundes tu función con la función de Otro, es que estás confundido con respecto a ti mismo y con respecto a quién eres. 8¿Qué es la separación sino un deseo de arrebatarle a Dios Su función y negar que sea Suya? 9Mas si no es Su función, tam­poco es la tuya, pues no puedes por menos que perder aquello de lo que te apoderas.

11. En una mente escindida, la identidad no puede sino dar la impresión de que está dividida. 2Nadie puede percibir que una función está unificada, si ésta tiene propósitos conflictivos y obje­tivos diferentes. 3Para una mente tan dividida como la tuya, corre­gir no es sino una manera de castigar a otro por los pecados que tú crees son tus propios pecados. 4Y de este modo, el otro se con­vierte en tu víctima, no en tu hermano, diferente de ti por el hecho de ser más culpable, y tener, por lo tanto, necesidad de que lo corrijas, al ser tú más inocente que él. 5Esto separa su función de la tuya, y os da a ambos un papel diferente. 6Y así, no podéis ser percibidos como uno y con una sola función, lo cual querría decir que compartís una misma identidad y un solo objetivo.

12. La corrección que quisieras llevar a cabo no puede sino cau­sar separación, ya que ésa es la función que tú le otorgaste. 2Cuando percibas que la corrección es lo mismo que el perdón, sabrás también que la Mente del Espíritu Santo y la tuya son una. 3Y de esta manera, habrás hallado tu propia Identidad. 4No obs­tante, Él tiene que operar con lo que se le da, y tú sólo le permites ocupar la mitad de tu mente. 5Y así, Él representa la otra mitad, y parece tener un propósito diferente de aquel que tú abrigas y crees que es el tuyo. 6De este modo, tu función parece estar divi­dida, con una de sus mitades en oposición a la otra. 7Esas dos mitades parecen representar la separación de un ser que se percibe dividido en dos.

13. Observa cómo esta percepción de ti mismo no puede sino extenderse, y no pases por alto el hecho de que todo pensamiento se extiende porque ése es su propósito debido a lo que realmente es. 2De la idea de que el ser se compone de dos partes, surge necesariamente el punto de vista de que su función está dividida entre las dos. 3Pero lo que quieres corregir es solamente la mitad del error, que tú crees que es todo el error. 4Los pecados de tu hermano se convierten, de este modo, en el blanco central de la corrección, no vaya a ser que tus errores y los suyos se vean como el mismo error. 5Los tuyos son equivocaciones, pero los suyos son pecados y, por ende, no son como los tuyos. 6Los suyos merecen castigo, mientras que los tuyos, si vamos a ser justos, deberían pasarse por alto.

14. De acuerdo con esta interpretación de lo que significa corregir no podrás ver tus propios errores. 2Pues habrás trasladado el blanco de la corrección fuera de ti mismo, sobre uno que no puede ser parte de ti mientras esa percepción perdure. 3Aquel al que se condena jamás puede volver a formar parte del que lo acusa, quien lo odiaba y todavía lo sigue odiando por ser un símbolo de su propio miedo. 4He aquí a tu hermano, el blanco de tu odio, quien no es digno de formar parte de ti, y es, por lo tanto, algo externo a ti: la otra mitad, la que se repudia. 5Y sólo lo que se deja privado de su presencia se percibe como todo lo que tú eres. 6El Espíritu Santo tiene que representar esta otra mitad hasta que tú reconozcas que es la otra mitad. 7Y Él hace esto asig­nándoos a ti y a tu hermano la misma función y no una diferente.

15. Corregir es la función que se os ha dado a ambos, pero no a ninguno de vosotros por separado. 2Y cuando la lleváis a cabo reconociendo que es una función que compartís, no puede sino corregir los errores de ambos. 3No puede dejar errores sin corre­gir en uno y liberar al otro. 4Eso sería un propósito dividido, que, por lo tanto, no se podría compartir. aY así, no puede ser el obje­tivo en el que el Espíritu Santo ve el Suyo Propio. 5Y puedes estar seguro de que Él no llevará a cabo una función que no vea y reconozca como Propia. 6Pues sólo así puede Él mantener la vuestra intacta, a pesar de vuestros diferentes puntos de vistas con respecto a lo que es vuestra función. 7Si Él apoyase una fun­ción dividida, estaríais ciertamente perdidos. 8La incapacidad del Espíritu Santo de ver Su objetivo dividido y como algo distinto para cada uno de vosotros, te impide ser consciente de una fun­ción que no es la tuya. 9De esta manera, la curación se os concede a los dos.

16. La corrección debe dejarse en manos de Uno que sabe que la corrección y el perdón son lo mismo. 2Cuando sólo se dispone de la mitad de la mente, esto es incomprensible. 3Deja, pues, la corrección en manos de la Mente que está unida y que opera como una sola porque su propósito es indiviso y únicamente puede con­cebir como suya una sola función. 4He aquí la función que se le dio, concebida para que fuese la suya propia y no algo aparte de aquello que su Dador todavía conserva precisamente porque es una función que se ha compartido. 5En el hecho de que Él acepte esta función residen los medios a través de los cuales tu mente se uni­fica. 6Este único propósito unifica las dos mitades de ti que tú percibes como separadas. 7Y cada uno perdona al otro, a fin de poder aceptar su otra mitad como parte de sí mismo.

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