DESPERTAR AL AMOR

lunes, 20 de mayo de 2013

20 MAYO:La salvación es lo único que cura.

AUDIOLIBRO 

 

EJERCICIOS



La salvación es lo único que cura.

 

1. La palabra "cura” no puede aplicársele a ningún remedio que el mundo considere beneficioso. 2Lo que el mundo percibe como un remedio terapéutico es sólo aquello que hace que el cuerpo se sienta "mejor". 3Mas cuando trata de curar a la mente, no la consi­dera como algo separado del cuerpo, en el que cree que ella existe. 4Sus medios de curación, por lo tanto, no pueden sino sustituir una ilusión por otra. 5Una creencia en la enfermedad adopta otra forma, y de esta manera el paciente se percibe ahora sano.

2. Mas no se ha curado. 2Simplemente soñó que estaba enfermo y en el sueño encontró una fórmula mágica para restablecerse. 3Sin embargo, no ha despertado del sueño, de modo que su mente continúa en el mismo estado que antes. 4No ha visto la luz que lo podría despertar y poner fin a su sueño. 5¿Qué importancia tiene en realidad el contenido de un sueño? 6Pues o bien uno está dor­mido o bien despierto. 7En esto no hay términos medios.

3. Los dulces sueños que el Espíritu Santo ofrece son diferentes de los del mundo, donde lo único que uno puede hacer es soñar que está despierto. 2Los sueños que el perdón le permite percibir a la mente no inducen a otra forma de sueño, a fin de que el soñador pueda soñar otro sueño. 3Sus sueños felices son los heraldos de que la verdad ha alboreado en su mente. 4Te conducen del sueño a un dulce despertar, de modo que todos los sueños desaparecen. 5Y así, sanan para toda la eternidad.

4. La Expiación cura absolutamente, y cura toda clase de enferme­dad. 2Pues la mente que entiende que la enfermedad no es más que un sueño no se deja engañar por ninguna de las formas que el sueño pueda adoptar. 3Donde no hay culpabilidad no puede haber enfermedad, pues ésta no es sino otra forma de culpabili­dad. 4La Expiación no cura al enfermo, pues eso no es curación. 5Pero sí elimina la culpabilidad que hacía posible la enfermedad. 6Y eso es ciertamente curación. 7Pues ahora la enfermedad ha desaparecido y no queda nada a lo que pueda regresar.

5. ¡Que la paz sea contigo que has sido curado en Dios y no en sueños vanos! 2Pues la curación tiene que proceder de la santi­dad, y la santidad no puede encontrarse allí donde se concede valor al pecado. 3Dios mora en templos santos. 4Allí donde ha entrado el pecado se le obstruye el paso. 5No obstante, no hay ningún lugar en el que Él no esté. 6Por lo tanto, el pecado no tiene un hogar donde poder ocultarse, de Su beneficencia. 7No hay lugar del que la santidad esté ausente, ni ninguno donde el pecado y la enfermedad puedan morar.

6. Éste es el pensamiento que cura. 2No hace distinciones entre una irrealidad y otra. 3Tampoco trata de curar lo que no está enfermo, al ser consciente únicamente de dónde hay necesidad de curación. 4Esto no es magia. 5Es simplemente un llamamiento a la verdad, la cual no puede dejar de curar, y curar para siempre. 6No es un pensamiento que juzgue una ilusión por su tamaño, su aparente seriedad o por nada que esté relacionado con la forma en que se manifiesta. 7Sencillamente se concentra en lo que es, y sabe que ninguna ilusión puede ser real.

7. No tratemos hoy de curar lo que no puede enfermar. 2La cura­ción se tiene que buscar allí donde se encuentra, y entonces apli­carse a lo que está enfermo para que se pueda curar. 3Ninguno de los remedios que el mundo suministra puede producir cambio alguno en nada. 4La mente que lleva sus ilusiones ante la verdad cambia realmente. 5No hay otro cambio que éste. 6Pues, ¿cómo puede una ilusión diferir de otra sino en atributos que no tienen sustancia, realidad, núcleo, ni nada que sea verdaderamente diferente?

8. Lo que hoy nos proponemos es tratar de cambiar de mentali­dad con respecto a lo que constituye la fuente de la enfermedad, pues lo que buscamos es una cura para todas las ilusiones, y no meramente alternar entre una y otra. 2Hoy vamos a tratar de encontrar la fuente de la curación, la cual se encuentra en nues­tras mentes porque nuestro Padre la ubicó ahí para nosotros. 3Está tan cerca de nosotros como nosotros mismos. 4Está tan cerca de nosotros como nuestros propios pensamientos, tan próxima que es imposible que se pueda extraviar. 5Sólo necesitamos bus­carla y la hallaremos.

9. Hoy no nos dejaremos engañar por lo que a nosotros nos parece que está enfermo. 2Hoy iremos más allá de las apariencias hasta llegar a la fuente de la curación, de la que nada está exento. 3Tendremos éxito en la medida en que nos demos cuenta de que jamás se puede hacer una distinción válida entre lo que es falso y lo que es igualmente falso. 4En esto no hay grados ni ninguna creencia de que lo que no existe puede ser más cierto en algunas de sus formas que en otras. 5Todas las ilusiones son falsas, y se pueden sanar precisamente porque no son verdad.

10. Así pues, dejamos a un lado nuestros amuletos, nuestros talis­manes y medicamentos, así como nuestras encantaciones y trucos mágicos de la clase que sean. 2Sencillamente permaneceremos en perfecta quietud a la escucha de la Voz de la curación, la cual curará todos los males como si de uno solo se tratase y restaurará la cordura del Hijo de Dios. 3Ésta es la única Voz que puede curar. 4Hoy escucharemos una sola Voz, la cual nos habla de la verdad en la que toda ilusión acaba, y la paz retorna a la eterna y serena morada de Dios.

11. Nos despertamos oyéndolo a Él, y le permitimos que nos hable durante cinco minutos al comenzar el día, el cual concluiremos escuchando de nuevo durante cinco minutos antes de irnos a dormir. 2Nuestra única preparación consistirá en dejar a un lado los pensamientos que constituyen una interferencia, no por sepa­rado, sino todos de una vez. 3Pues todos son lo mismo. 4No hace falta hacer distinciones entre ellos y demorar así el momento en que podamos oír a nuestro Padre hablarnos. 5Lo oímos ahora. 6Hoy venimos a Él.

12. Sin nada en nuestras manos a lo que aferrarnos, y con el cora­zón exaltado y la mente atenta, oremos:

2La salvación es lo único que cura.
3Háblanos, Padre, para que nos podamos curar.

4Y sentiremos la salvación cubrirnos con amorosa protección y con paz tan profunda que ninguna ilusión podría perturbar nuestras mentes, ni ofrecernos pruebas de que es real. 5Esto es lo que aprenderemos hoy. 6Repetiremos cada hora nuestra plegaria de curación, y cuando el reloj marque la hora, dedicaremos un minuto a oír la respuesta a nuestra plegaria, que se nos da según aguardamos felizmente en silencio. 7Hoy es el día en que nos llega la curación. 8Hoy es el día en que a la separación le llega su fin y en el que recordamos Quién somos en verdad.

TEXTO
 

VI. Cómo encontrar el presente

 

1. Percibir verdaderamente es ser consciente de toda la realidad a través de la conciencia de tu propia realidad. 2Pero para que esto tenga lugar no debes ver ninguna ilusión, pues la realidad no da cabida a ningún error. 3Esto quiere decir percibirá tu hermano solamente como lo ves ahora. 4Su pasado no tiene realidad en el presente, por lo tanto, te es imposible verlo. 5Las reacciones que tuviste hacia él en el pasado tampoco están ahí, y si reaccionas ante ellas, no estarás sino viendo la imagen que hiciste de él, a la cual tienes en mayor estima que a él mismo. 6Cuando pongas en duda las ilusiones, pregúntate si es realmente sensato percibir el pasado como si estuviese ocurriendo ahora. 7Si recuerdas el pasado cuando contemplas a tu hermano, no podrás percibir la realidad que está aquí ahora. 

      
2. Consideras "natural" utilizar tus experiencias pasadas como punto de referencia desde el que juzgar el presente. 2Sin embargo, eso es antinatural porque es ilusorio. 3Cuando hayas aprendido a ver a todo el mundo sin hacer referencia alguna al pasado, ya sea el suyo o el tuyo según tú lo hayas percibido, podrás aprender de lo que ves ahora. 4Pues el pasado no puede arrojar sombras que oscurezcan el presente, a menos que tengas miedo de la luz. 5Y sólo si tienes miedo elegirías dejar que la oscuridad te acompañase, y al tenerla en tu mente, verla como una nube negra que envuelve a tus hermanos y te impide ver su realidad.

3. Esta oscuridad se encuentra en ti. 2El Cristo, tal como se revela ante ti ahora, no tiene pasado, pues es inmutable, y en Su inmuta­bilidad radica tu liberación. 3Pues si Él es tal como fue creado, no puede haber culpabilidad en Él. 4Ninguna nube de culpabilidad ha venido a ocultarlo, y Él se alza revelado en todo aquel con quien te encuentras porque lo ves a través de Él Mismo. 5Renacer es abandonar el pasado y contemplar el presente sin condena­ción. 6La nube que oculta al Hijo de Dios de tu vista es el pasado, y si quieres que lo pasado pasado sea, no lo debes ver ahora. 7Si lo ves ahora en tus ilusiones, es que todavía no se ha apartado de ti, aunque no está aquí.

4. El tiempo puede liberar así como aprisionar, dependiendo de quién es la interpretación de éste que eliges usar. 2El pasado, el presente y el futuro no son estados continuos, a no ser que impon­gas continuidad en ellos. 3Puedes percibirlos como que son conti­nuos, y hacer que lo sean para ti. 4Pero no te engañes y luego creas que realmente lo son. 5Pues creer que la realidad es lo que a ti te gustaría que fuese, de acuerdo con el uso que haces de ella, es ilusorio. 6Quieres destruir la continuidad del tiempo dividiéndolo en pasado, presente y futuro para tus propios fines. 7Quieres pre­ver el futuro basándote en tus experiencias pasadas, y hacer pla­nes de acuerdo con esas experiencias. 8Sin embargo, al hacer eso estás alineando el pasado con el futuro, y no estás permitiendo que el milagro, que podría intervenir entre ellos, te libere para que puedas renacer.

5. El milagro te permite ver a tu hermano libre de su pasado, y así te permite percibirlo como que ha renacido. 2Sus errores se encuentran en el pasado, y al percibirlo sin ellos lo liberas. 3Y puesto que su pasado es también el tuyo, compartes esa libera­ción. 4No permitas que ninguna sombra tenebrosa de tu pasado lo oculte de tu vista, pues la verdad se encuentra solamente en el presente, y si la buscas ahí, la encontrarás. 5La has buscado donde no está, y, por lo tanto, no has podido encontrarla. 6Aprende, pues, a buscarla donde está, y ella alboreará ante los ojos que ven. 7Tu pasado fue engendrado con ira, y si te vales de él para atacar el presente, serás incapaz de ver la liberación que éste te ofrece.

6. Has dejado atrás los juicios y la condenación y, a no ser que los sigas arrastrando contigo, te darás cuenta de que te has liberado de ellos. 2Contempla amorosamente el presente, pues encierra lo único que es verdad eternamente. 3Toda curación reside en él porque su continuidad es real. 4El presente se extiende a todos los aspectos de la Filiación simultáneamente, permitiendo de este modo que todos puedan extenderse hasta los demás. 5El presente existe desde antes de que el tiempo diese comienzo y seguirá existiendo una vez que éste haya cesado. 6En el presente se encuentran todas las cosas que son eternas, las cuales son una. 7La continuidad de esas cosas es intemporal y su comunicación jamás puede interrumpirse, pues no están separadas por el pasado. 8Sólo el pasado puede producir separación, pero el pasado no está en ninguna parte.

7. El presente te muestra a tus hermanos bajo una luz que te uni­ría a ellos y te liberaría del pasado. 2¿Usarías, entonces, el pasado contra ellos? 3Pues si lo haces, estarás eligiendo, permanecer en una oscuridad que no existe, y negándote a aceptar, la luz que se te ofrece. 4Pues la luz de la visión perfecta se otorga libremente del mismo modo en que se recibe libremente, y sólo se puede aceptar sin limitaciones de ninguna clase. 5En el presente, la única dimensión del tiempo que es inmóvil e inalterable y donde no queda ni rastro de lo que fuiste, contemplas a Cristo e invocas a Sus testigos para que derramen su fulgor sobre ti por haberlos invocado. 6Esos testigos no negarán la verdad que mora en ti porque la buscaste en ellos y allí la encontraste.

8. El ahora es el momento de la salvación, pues en el ahora es cuando te liberas del tiempo .2Extiéndele tu mano a todos tus her­manos, e infúndelos con el toque de Cristo. 3En tu eterna unión con ellos reside tu continuidad, ininterrumpida porque la compartes plenamente. 4El inocente Hijo de Dios es únicamente luz. 5En él no hay oscuridad, pues goza de plenitud. 6Exhorta a todos tus hermanos a que den testimonio de la plenitud del Hijo de Dios, del mismo modo en que yo, te exhorto a que te unas a mí. 7Cada voz es parte del himno redentor: el himno de alegría y agra­decimiento por la luz al Creador de la luz. 8La santa luz que irradia desde el Hijo de Dios da testimonio de que la luz que hay en él procede de su Padre.

9. Irradia tu luz sobre tus hermanos en recuerdo de tu Creador, pues le recordarás a medida que invoques a los testigos de Su creación. 2Los que cures darán testimonio de tu curación, pues en su plenitud verás la tuya propia. 3Y a medida que tus himnos de alabanza y de alegría se eleven hasta tu Creador, Él te dará las gracias mediante Su inequívoca Respuesta a tu llamada, 4pues es imposible que Su Hijo le llame y no reciba respuesta. 5La llamada que te hace a ti es la misma que tú le haces a Él. 6Y lo que te contesta en Él es Su paz.

10. Criatura de la luz, no sabes que la luz está en ti. 2Sin embargo, la encontrarás a través de sus testigos, pues al haberles dado luz, ellos te la devolverán. 3Cada hermano que contemples en la luz hará que seas más consciente de tu propia luz. 4El amor siempre conduce al amor. 5Los enfermos, que imploran amor, se sienten agradecidos por él, y en su alegría resplandecen con santo agrade­cimiento. 6Y eso es lo que te ofrecen a ti que les brindaste dicha. 7Son tus guías a la dicha, pues habiéndola recibido de ti desean conservarla. 8Los has establecido como guías a la paz, pues has hecho que ésta se manifieste en ellos. 9Y al verla, su belleza te llama a retornar a tu hogar.

11. Hay una luz que este mundo no puede dar. 2Mas tú puedes darla, tal como se te dio a ti. 3Y conforme la des, su resplandor te incitará a abandonar el mundo y a seguirla. 4Pues esta luz te atraerá como nada en este mundo puede hacerlo. 5Y tú desecha­rás este mundo y encontrarás otro. 6Ese otro mundo resplandece con el amor que tú le has dado. 7En él todo te recordará a tu Padre y a Su santo Hijo. 8La luz es ilimitada y se extiende por todo ese mundo con serena dicha. 9Todos aquellos que trajiste contigo resplandecerán sobre ti, y tú resplandecerás sobre ellos con gratitud porque te trajeron hasta aquí. 10Tu luz se unirá a la suya dando lugar a un poder tan irresistible que liberará de las tinieblas a los demás según tu mirada se pose sobre ellos.

12. Despertar en Cristo es obedecer las leyes del amor libremente como resultado del sereno reconocimiento de la verdad que éstas encierran. 2Tienes que estar dispuesto a dejarte atraer por la luz, y la manera en que uno demuestra que está dispuesto es dando. 3Aquellos que aceptan tu amor están dispuestos a convertirse en los testigos del amor que tú les diste, son ellos quienes te lo ofrecerán a ti. 4Cuando duermes estás solo, y tu conciencia se limita a ti. 5Por eso es por lo que tienes pesadillas. 6Tus sueños son sueños de soledad porque tienes los ojos cerrados. 7No ves a tus hermanos, y en la oscuridad no puedes ver la luz que les diste.

13. Sin embargo, las leyes del amor no se suspenden porque tú estés dormido. 2Las has obedecido en todas tus pesadillas, y no has dejado de dar, pues no  estabas solo. 3Aun en tus sueños Cristo te ha protegido, asegurándose de que el mundo real se encuentre ahí para ti cuando despiertes. 4Él ha dado por ti en tu nombre, y te ha dado los regalos que dio. 5El Hijo de Dios sigue siendo tan amoroso como su Padre. 6Al tener una relación de continuidad con su Padre, no tiene un pasado separado de Él. 7Por eso es por lo que jamás ha cesado de ser el testigo de su Padre, ni el suyo propio. 8Aunque dormía, la visión de Cristo nunca lo abandonó. 9Y esa es la razón de que pueda convocar a los testigos que le muestran que él nunca estuvo, dormido.

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