DESPERTAR AL AMOR

jueves, 5 de diciembre de 2013

5 DICIEMBRE: Se me concederá todo lo que pida.

AUDIOLIBRO


EJERCICIOS


LECCIÓN 339


Se me concederá todo lo que pida.


1. Nadie desea el dolor. 2Pero puede creer que el dolor es placer. 3Nadie quiere eludir su felicidad, 4mas puede creer que la dicha es algo doloroso, amenazante y peligroso. 5No hay nadie que no haya de recibir lo que pida. 6Pero puede estar ciertamente confun­dido con respecto a lo que quiere y al estado que quiere alcanzar. 7¿Qué podría pedir, pues, que al recibirlo aún lo siguiese dese­ando? 8Ha pedido lo que le asustará y le hará sufrir. 9Resolvamos hoy pedir lo que realmente deseamos, y sólo eso, de manera que podamos pasar este día libres de temor, y sin confundir el dolor con la alegría o el miedo con el amor.

2. Padre, Te ofrezco este día. 2Es un día en el que no haré nada por mi cuenta, sino que tan sólo oiré Tu Voz en todo lo que haga. aY así, Te pediré únicamente lo que Tú me ofreces y aceptaré únicamente los Pensamientos que Tú compartes conmigo.




TEXTO

VII. No busques fuera de ti mismo

 

1. No busques fuera de ti mismo. 2Pues será en vano y llorarás cada vez que un ídolo se desmorone. 3El Cielo no se puede encon­trar donde no está, ni es posible hallar paz en ningún otro lugar excepto en él. 4Ninguno de los ídolos qué veneras cuando llamas a Dios te contestará en Su lugar. 5Ninguna otra respuesta que pue­das utilizar como sustituto te proporcionará la felicidad que sólo Su respuesta brinda. 6No busques fuera de ti mismo. 7Pues todo tu dolor procede simplemente de buscar en vano lo que deseas, y de insistir que sabes dónde encontrarlo. 8¿Y qué pasaría si no estu­viese allí? 9¿Preferirías tener razón a ser feliz? 10Alégrate de que se te diga dónde reside la felicidad, y no la sigas buscando por más tiempo en ningún otro lugar, 11pues buscarás en vano. 12Mas se te ha concedido conocer la verdad, y saber que no la debes buscar fuera de ti mismo.

2. No hay nadie que venga aquí que no abrigue alguna espe­ranza, alguna ilusión persistente o algún sueño de que hay algo fuera de sí mismo que le puede brindar paz y felicidad. 2Si todo se encuentra en él, eso no puede ser verdad. 3Y así, al venir a este mundo, niega su propia verdad y se dedica a buscar algo que sea más que lo que lo es todo, como si una parte de ese todo estu­viese separada y se encontrase donde el resto no está. 4Éste es el propósito que le confiere al cuerpo: que busque lo que a él le falta y que le provea de lo que le restauraría su plenitud. 5Y así, vaga sin rumbo, creyendo ser lo que no es, en busca de algo que no puede encontrar.

3. Ésta persistente ilusión le impulsará a buscar miles de ídolos, y más allá de éstos, mil más. 2Y todos le fallarán, excepto uno: pues morirá y no sé dará cuenta de que el ídolo que buscaba era su muerte. 3La forma en que este ídolo se manifiesta parece ser algo externo a él. 4No obstante, su intención es destruir al Hijo de Dios que se encuentra en su interior, y así probar que logró vencerlo. 5Éste es el propósito de todo ídolo, pues ése es el papel que se le asignó, y ése es el papel que no puede cumplir.

4. Siempre que tratas de alcanzar un objetivo en el que el mejora­miento del cuerpo es el beneficiario principal, estás buscando la muerte. 2Pues crees que puedes experimentar insuficiencia, y la insuficiencia es muerte. 3Sacrificarse es renunciar a algo, y, conse­cuentemente, estar privado de ello y haber sufrido una pérdida. 4Y mediante esta renuncia se renuncia a la vida. 5No busques fuera de ti mismo. 6Esa búsqueda implica que te falta plenitud interna y que temes contemplar tu ruina, por lo que prefieres buscar lo que eres fuera de ti mismo.

5. Los ídolos no pueden sino desmoronarse porque no tienen vida, y lo que no tiene vida es un signo de muerte. 2Viniste a morir, por lo tanto, ¿qué puedes esperar, sino percibir los signos de la muerte que buscas? 3Ni la tristeza ni el sufrimiento proclaman otro men­saje que el de haber hallado un ídolo que representa una parodia de la vida, el cual, al no tener vida, es realmente la muerte, a la cual se considera real y se le da forma viviente. 4No obstante, no hay ídolo que no haya de fracasar, desmoronarse y desintegrarse porque ninguna forma de muerte puede ser vida y lo que se sacri­fica no puede ser íntegro.

6. Todos los ídolos de este mundo fueron concebidos para impe­dirte conocer la verdad que se encuentra en tu interior y para que le fueses leal al sueño de que para ser íntegro y feliz tienes que encontrar lo que se encuentra fuera de ti mismo. 2Es inútil ren­dirle culto a los ídolos y esperar hallar paz. 3Dios mora en tu interior, y tu plenitud reside en Él. 4Ningún ídolo puede ocupar Su lugar. 5No recurras a ídolos. 6No busques fuera de ti mismo.

7. Olvidémonos del propósito que el pasado le ha conferido al mundo. 2Pues, de otra manera, el futuro será como el pasado: una serie de sueños deprimentes, en los que todos los ídolos te irán fallando uno tras otro, y donde verás muerte y desengaño por doquier.

8. Para cambiar todo esto, y abrir un camino de esperanza y libe­ración en lo que aparenta ser un círculo interminable de desespe­ración, necesitas tan sólo aceptar que no sabes cuál es el propósito del mundo. 2Le adjudicas objetivos que no tiene, y de esta forma, decides cuál es su propósito. 3Procuras ver en él un lugar de ído­los que se encuentran fuera de ti, capaces de completar lo que está adentro dividiendo lo que eres entre lo que está afuera y lo que está adentro. 4Tú eliges los sueños que tienes, pues son la representación de tus deseos, aunque se perciben como si vinie­sen de afuera. 5Tus ídolos hacen lo que tú quieres, y tienen el poder que les adjudicas. 6Y los persigues fútilmente en el sueño porque deseas adueñarte de su poder.

9. No obstante, ¿dónde tienen lugar los sueños, sino en una mente dormida? 2¿Y podría acaso un sueño hacer que la imagen que pro­yecta fuera de sí mismo fuese real? 3Ahorra tiempo, hermano mío, aprendiendo para qué es el tiempo. 4Y haz que el final de los ído­los venga cuanto antes a un mundo entristecido y enfermo como consecuencia de los ídolos que se ven en él. 5Tu santa mente es el altar a Dios, y donde Él está no puede haber ídolos. 6El temor a Dios no es el miedo de perder tu realidad 7sino el miedo de perder tus ídolos. 8No obstante, has hecho de tu realidad un ídolo, y ahora lo tienes que proteger contra la luz de la verdad. 9Y todo el mundo se convierte en el medio para poder salvar a ese ídolo. 10De esta manera, la salvación parece amenazar la vida y ofrecer la muerte.

10. Mas no es así. 2La salvación trata de probar que la muerte no existe y que lo único que existe es la vida. 3Sacrificar la muerte no supone pérdida alguna. 4Un ídolo no puede ocupar el lugar de Dios. 5Deja que Él te recuerde Su Amor por ti, y no trates de ahogar Su Voz con los cantos de profunda desesperación que les ofreces a los ídolos de ti mismo. 6No busques esperanzas más allá de tu Padre. 7Pues la esperanza de felicidad no es la desespe­ración.

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