DESPERTAR AL AMOR

miércoles, 29 de octubre de 2014

29 OCTUBRE: Donde antes había tinieblas ahora contemplo la luz.

AUDIOLIBRO


EJERCICIOS 


LECCIÓN 302


Donde antes había tinieblas ahora contemplo la luz.


1. Padre, por fin estamos abriendo los ojos. 2Tu santo mundo nos espera, pues por fin hemos recobrado la visión y podemos ver. 3Pensábamos que estábamos sufriendo. 4Pero era que nos habíamos olvidado del Hijo que Tú creaste. 5Ahora vemos que las tinieblas son el producto de nuestra propia imaginación y que la luz está ahí para que la contemplemos. 6La visión de Cristo transforma las tinieblas en luz, pues el miedo no puede sino desaparecer ante la llegada del amor. 7Déjame perdonar hoy Tu santo mundo, para poder contemplar su santidad y entender que no es sino el reflejo de la mía.

2. Nuestro Amor nos espera conforme nos dirigimos a Él y, al mismo tiempo, marcha a nuestro lado mostrándonos el camino. 2No puede fracasar en nada. 3Él es el fin que perseguimos, así como los medios por los que llegamos a Él.



TEXTO  


10. La salvación, perfecta e íntegra, sólo pide que desees, aunque sea mínimamente, que la verdad sea verdad; que estés dispuesto, aunque no sea del todo, a pasar por alto lo que no existe; y que abrigues un leve anhelo por el Cielo como lo que prefieres a este mundo, donde la muerte y la desolación parecen reinar. 2Y la creación se alzará dentro de ti en jubilosa respuesta, para reem­plazar al mundo que ves por el Cielo, el cual es completamente perfecto e íntegro. 3¿Qué es el perdón, sino estar dispuesto a que la verdad sea verdad? 4¿Qué puede permanecer enfermo y sepa­rado de la Unidad que encierra dentro de Sí todas las cosas? 5El pecado no existe. 6Y cualquier milagro es posible en el instante en que el Hijo de Dios percibe que sus deseos y la Voluntad de Dios son uno.

11. ¿Qué dispone la Voluntad de Dios? 2Dispone que Su Hijo lo tenga todo. 3Y Él garantizó esto cuando lo creó para que fuese todo. 4Es imposible perder nada, si lo que tienes es lo que eres. 5Éste es el milagro mediante el cual la creación se convirtió en tu función, la cual compartes con Dios. 6Esto no se entiende estando separado de Él, y, por lo tanto, no tiene sentido en este mundo. 7Aquí el Hijo de Dios no pide mucho, sino demasiado poco, 8pues está dispuesto a sacrificar la identidad que comparte con todo, a cambio de su propio miserable tesoro. 9Mas no puede hacer esto sin experimentar una sensación de desolación, de pérdida y de soledad. 10Éste es el tesoro tras el que ha ido en pos. 11Y sólo puede tener miedo de ello. 12¿Es acaso el miedo un tesoro? 13¿Puede ser la incertidumbre tu deseo? 14¿O es simplemente que te has equi­vocado con respecto a lo que es tu voluntad y a lo que realmente eres?

12. Examinemos en qué consiste el error, a fin de que pueda ser corregido, no encubierto. 2El pecado es la creencia de que el ata­que se puede proyectar fuera de la mente en la que se originó la creencia. 3Aquí la firme convicción de que las ideas pueden aban­donar su fuente se vuelve real y significativa. 4Y de este error surge el mundo del pecado y del sacrificio. 5Este mundo es un intento de probar tu inocencia y, al mismo tiempo, de atribuirle valor al ataque. 6Su fallo estriba en que sigues sintiéndote culpa­ble, aunque no entiendes por qué. 7Los efectos se ven como algo aparte de su fuente, y no parece que puedas controlarlos o impe­dir que se produzcan. 8Y lo que de esta manera se mantiene aparte jamás se puede unir.

13. Causa y efecto no son dos cosas separadas, sino una sola. 2Dios dispone que aprendas lo que siempre ha sido verdad: que Él te creó como parte Sí Mismo y que esto no puede sino seguir siendo verdad porque las ideas no abandonan su fuente. 3Ésta es la ley de la creación: que cada idea que la mente conciba sólo sirva para aumentar su abundancia y nunca para disminuirla. 4Esto es tan cierto con respecto a lo que se desea vanamente como con res­pecto a lo que la voluntad dispone verdaderamente, ya que la mente puede desear ser engañada, pero no puede hacer de sí misma lo que no es. 5Y creer que las ideas pueden abandonar su fuente es tratar inútilmente de hacer que las ilusiones sean ver­dad. 6Pues nunca será posible engañar al Hijo de Dios.

14 . El milagro es posible cuando causa y consecuencia se traen frente a frente, no cuando se mantienen aparte. 2Curar un efecto y no su causa tan sólo puede hacer que el efecto cambie de forma. 3Y esto no es liberación. 4El Hijo de Dios jamás se podrá contentar con nada que no sea la completa salvación y escape de la culpabi­lidad, 5pues, de otro modo, seguirá exigiéndose a sí mismo alguna clase de sacrificio, negando así que todo es suyo, y que no es sus­ceptible de sufrir ninguna clase de pérdida. 6Los efectos que pro­duce un pequeño sacrificio son iguales a los que produce toda la idea de sacrificio en sí. 7Si cualquier clase de pérdida fuese posi­ble, entonces el Hijo de Dios no sería pleno ni podría ser quien es. 8No podría tampoco conocerse a sí mismo ni reconocer su volun­tad. 9Habría abjurado de su Padre y de sí mismo, haciendo de Ambos sus enemigos acérrimos.

15. Las ilusiones apoyan el propósito para el que fueron concebi­das. 2Y cualquier significado que parezcan tener se deriva de ese propósito. 3Dios dio a todas las ilusiones que se concibieron, sea cual fuere su forma, otro propósito que justificase un milagro. 4En cada milagro radica la curación en su totalidad, pues Dios respondió a todas las ilusiones cual una sola. 5Y lo que es uno para Él, no puede sino ser todo lo mismo. 6Si tú crees que lo que es lo mismo es diferente, no haces sino engañarte a ti mismo. 7Lo que Dios considera uno solo, será eternamente uno solo y jamás estará dividido. 8Su Reino está unido: así fue creado y así será para siempre.

16. El milagro no hace sino invocar tu nombre ancestral, que reco­nocerás porque la verdad se encuentra en tu memoria. 2Y ése es el nombre que tu hermano invoca para su liberación y para la tuya. 3El Cielo refulge sobre el Hijo de Dios. 4No lo niegues, para que así puedas ser tú liberado. 5El Hijo de Dios renace en cada ins­tante, hasta que elige no volver a morir. 6En cada deseo de ataque elige la muerte en lugar de lo que la Voluntad de su Padre dis­pone para él. 7Mas cada instante le ofrece vida porque su Padre dispone que él viva.

17. La crucifixión se abandona en la redención porque donde no hay dolor ni sufrimiento no hay necesidad de curación. 2El per­dón es la respuesta a cualquier clase de ataque. 3De esta manera, se cancelan los efectos del ataque, y se responde al odio en nom­bre del amor. 4Gloria eterna a ti que se te ha encomendado salvar al Hijo de Dios de la crucifixión, del infierno y de la muerte. 5Pues tienes el poder de salvar al Hijo de Dios porque su Padre así lo dispuso. 6Y en tus manos yace la salvación, para ser ofre­cida y recibida como una.

18. Usar el poder que Dios te ha dado como Él quiere que se use es algo natural. 2No es arrogancia ser como Él te creó ni hacer uso de lo que te dio como respuesta a todos los errores de Su Hijo para así liberarlo. 3Pero sí es arrogancia despreciar el poder que Él te dio y elegir un nimio e insensato deseo en vez de lo que Su Voluntad dispone. 4El don que Dios te ha dado es ilimitado. 5No hay circunstancia en la que no se pueda usar como respuesta ni problema que no se resuelva dentro de su misericordiosa luz.

19. Mora en paz, donde Dios quiere que estés. 2Y sé el instrumento por el que tu hermano puede hallar la paz en la que tus deseos se ven colmados. 3Unámonos para derramar bendiciones sobre el mundo del pecado y de la muerte. 4Pues lo que puede salvar a cualquiera de nosotros puede salvarnos a todos. 5No hay diferen­cias entre los Hijos de Dios. 6La unidad que el especialismo* niega, los salvará a todos, pues en lo que es uno no hay cabida para el especialismo. 7Y todo les pertenece a todos por igual. 8Ningún deseo puede interponerse entre un hermano y lo que es semejante a él. 9Arrebatarle algo a uno de ellos es desposeerlos a todos. 10Mas bendecir a uno de ellos, es bendecirlos a todos cual uno solo.

20. Tu nombre ancestral es el nombre de todos ellos, tal como el de ellos es el tuyo. 2lnvoca el nombre de tu hermano y Dios te contes­tará, pues es a Él a Quien invocas. 3¿Podría Él negarse a contestar cuando ya ha contestado a todos los que lo invocan? 4Un milagro no puede cambiar nada en absoluto. 5Pero puede hacer que lo que siempre ha sido verdad sea reconocido por aquellos que lo desco­nocen; y mediante este pequeño regalo de verdad se le permite a lo que siempre ha sido verdad ser lo que es, al Hijo de Dios ser él mismo y a toda la creación ser libre para invocar el Nombre de Dios cual una sola.

 

 



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