DESPERTAR AL AMOR

lunes, 15 de febrero de 2016

15 FEBRERO: Dios es el Amor en el que perdono.

AUDIOLIBRO



EJERCICIOS


LECCION 46


Dios es el Amor en el que perdono.


1. Dios no perdona porque nunca ha condenado. 2Y primero tiene que haber condenación para que el perdón sea necesario. 3El per­dón es la mayor necesidad de este mundo, y esto se debe a que es un mundo de ilusiones. 4Aquellos que perdonan se liberan a sí mismos de las ilusiones, mientras que los que se ruegan a hacerlo se atan a ellas. 5De la misma manera en que sólo te condenas a ti mismo, de igual modo, sólo te perdonas a ti mismo.

2. Pero si bien Dios no perdona, Su Amor es, no obstante, la base del perdón. 2El miedo condena y el amor perdona. 3El perdón, pues, des-hace lo que el miedo ha producido, y lleva de nuevo a la mente a la conciencia de Dios. 4Por esta razón, al perdón puede llamársele verdaderamente salvación. 5Es el medio a través del cual desaparecen las ilusiones.

3. Los ejercicios de hoy requieren por lo menos tres sesiones de práctica de cinco minutos completos, y el mayor número posible de las más cortas. 2Como de costumbre, comienza las sesiones de práctica más largas repitiendo la idea de hoy para tus adentros. 3Cierra los ojos mientras lo haces, y dedica un minuto o dos a explorar tu mente en busca de aquellas personas a quienes no has perdonado. 4No importa en qué medida no las hayas perdonado. 5O las has perdonado completamente o no las has perdonado en absoluto.

4. Si estás haciendo los ejercicios correctamente no deberías tener ninguna dificultad en encontrar un buen número de personas a quienes no has perdonado. 2En general, se puede asumir correc­tamente que cualquier persona que no te caiga bien es un sujeto adecuado. 3Menciona cada una de ellas por su nombre, y di:

4[Nombre], Dios es el Amor en el que te perdono.

5. El propósito de la primera fase de las sesiones de práctica de hoy es colocarte en una posición desde la que puedes perdonarte a ti mismo. 2Después que hayas aplicado la idea a todas las per­sonas que te hayan venido a la mente, di para tus adentros:

3Dios es el Amor en el que me perdono a mí mismo.

4Dedica luego el resto de la sesión a añadir ideas afines tales como:

5Dios es el Amor con el que me amo a mí mismo.
6Dios es el Amor en el que me alzo bendecido.

6. El modelo a seguir en cada aplicación puede variar conside­rablemente, pero no se debe perder de vista la idea central. 2Podrías decir, por ejemplo:

3No puedo ser culpable porque soy un Hijo de Dios.
4Ya he sido perdonado.
5El miedo no tiene cabida en una mente que Dios ama.
6No tengo necesidad de atacar porque el amor me ha perdonado.

7La sesión de práctica debe terminar, no obstante, con una repeti­ción de la idea de hoy en su forma original.

7. Las sesiones de práctica más cortas pueden consistir ya sea en una repetición de la idea de hoy en su forma original, o en una afín, según prefieras. 2Asegúrate, no obstante, de aplicar la idea de manera más concreta si surge la necesidad. 3Esto será necesa­rio en cualquier momento del día en el que te percates de cual­quier reacción negativa hacia alguien, tanto si esa persona está presente como si no. 4En tal caso, dile silenciosamente:

5Dios es el Amor en el que te perdono.



TEXTO


IV. Enseñanza y curación



1. Lo que el miedo ha ocultado sigue siendo parte de ti. 2Unirse a la Expiación es la manera de escapar del miedo. 3El Espíritu Santo te ayudará a reinterpretar todo lo que percibes como  temible, y te enseñará que sólo lo que es amoroso es cierto. 4La verdad está más allá de tu capacidad para destruir; aceptarla, en cambio, está ente­ramente tu alcance. 5Te pertenece porque, al ser tú una extensión de Dios, la creaste junto con Él. 6Es tuya porque forma parte de ti, tal como tú formas parte de Dios porque El te creó. 7Nada que sea bueno se puede perder, pues procede del Espíritu Santo, la Voz que habla en favor de la creación. 8Nada que no sea bueno fue creado jamás, y, por lo tanto, no puede ser protegido. 9La Expia­ción garantiza la seguridad del Reino, y la unión de la Filiación lo protege. 10El ego no puede prevalecer contra el Reino porque la Filiación está unida. 11En presencia de aquellos que oyen la exhor­tación del Espíritu Santo a ser uno, el ego se desvanece y queda des-hecho.

2. Lo que el ego forja se lo guarda para sí, y, por lo tanto, carece de fuerza. 2Su existencia no se puede compartir. 3No muere, simple­mente nunca nació. 4El nacimiento físico no es un comienzo, es una continuación. 5Todo lo que continúa ha nacido ya. 6Aumen­tará a medida que estés cada vez más dispuesto a devolverle a la parte superior de tu mente la parte que no está sana, devolvién­dole de este modo tu mente indivisa a la creación. 7Yo he venido a sentar las bases para que tus propios pensamientos puedan hacerte verdaderamente libre. 8Has cargado con un fardo de ideas que no se pueden compartir y que son demasiado endebles como para poder expandirse. aMas una vez que las concebiste no supiste cómo erradicarlas. 9Tú no puedes cancelar tus propios errores pasados por tu cuenta. 10No desaparecerán de tu mente sin la Expiación, remedio éste que no es obra tuya. 11La Expiación debe entenderse exclusivamente como un simple acto de compar­tir. 12Eso es lo que quise decir cuando afirmé que incluso en este mundo es posible escuchar una sola Voz. 13Si formas parte de Dios y la Filiación es una, no puedes estar limitado al ser que el ego ve.

3. Cada pensamiento amoroso que cualquier parte de la Filiación abriga es patrimonio de todas sus partes. 2Se puede compartir porque es amoroso. 3Dios crea compartiendo, y así es como tú creas también. 4El ego puede mantenerte exiliado del Reino, pero en el Reino en sí el ego no tiene ningún poder. 5Las ideas del espíritu no abandonan la mente que las piensa, ni tampoco pue­den entrar en conflicto entre sí. Las ideas del ego, en cambio, pueden entrar en conflicto porque ocurren en diferentes niveles y también porque incluyen pensamientos que incluso en el mismo nivel están en franca oposición. 7Es imposible compartir pensamien­tos que se oponen entre sí. 8Sólo puedes compartir los pensamientos que proceden de Dios, los cuales Él conserva para ti. 9El Reino de los Cielos se compone de pensamientos de esa clase. 10Todos los demás permanecerán contigo hasta que el Espíritu Santo los haya reinterpretado a la luz del Reino, haciendo que sean también dig­nos de ser compartidos. 11Cuando se hayan purificado lo sufi­ciente Él te permitirá compartirlos. 12La decisión de compartirlos es lo que los purifica.

4. Yo oí una sola Voz porque comprendí que era imposible que pudiese expiar únicamente para mí mismo. 2Escuchar una sola Voz implica que has decidido compartirla para así poderla oír tú mismo. 3La Mente que estaba en mí se siente todavía irresistible­mente atraída hacia todas las mentes creadas por Dios, porque la Plenitud de Dios es la plenitud de Su Hijo. 4Nada puede hacerte daño, y no debes mostrarle a tu hermano nada que no sea tu plenitud. 5Muéstrale que él no puede hacerte daño y que no le guardas rencor, pues, de lo contrario, te estarás guardando ren­cor a ti mismo. 6Ese es el significado de: "Ofrécele también la otra mejilla".

5. Se puede enseñar de muchas maneras, pero ante todo con el ejemplo. 2Enseñar debe ser curativo, ya que consiste en compartir ideas y en el reconocimiento de que compartir ideas es reforzar­las. 3No puedo olvidar la necesidad que tengo de enseñar lo que he aprendido, la cual surgió en mí precisamente por haberlo apren­dido. 4Te exhorto a que enseñes lo que has aprendido porque al hacerlo podrás contar con ello. 5Haz que sea algo con lo que pue­des contar en mi nombre porque mi nombre es el Nombre del Hijo de Dios. 6Lo que aprendí te lo doy libremente, y la Mente que estaba en mí se regocija cuando eliges escucharla.

6. El Espíritu Santo expía en todos nosotros des-haciendo y de esta manera te libera de la carga que le has impuesto a tu mente. 2Al seguir al Espíritu Santo se te conduce de regreso a Dios, que es donde te corresponde estar. aMas ¿cómo podrías encontrar el camino que conduce a Él sino llevando a tu hermano contigo? 3Mi papel en la Expiación no concluirá hasta que no te unas a ella y se la ofrezcas a otros. 4Lo que enseñes es lo que aprenderás. 5Nunca te dejaré desamparado ni te abandonaré porque hacer eso sería abandonarme a mí mismo y abandonar a Dios que me creó. 6Abandonas a Dios y te abandonas a ti mismo cuando aban­donas a cualquiera de tus hermanos. 7Tienes que aprender a ver­los tal como son, y entender que le pertenecen a Dios al igual que tú. 8¿De qué mejor manera puedes tratar a tu hermano que dán­dole a Dios lo que es de Dios?

7. La Expiación te confiere el poder de una mente que ha sanado, pero el poder de crear es de Dios. 2Por lo tanto, aquellos que han sido perdonados deben dedicarse en primer lugar a curar, pues al haber aceptado la idea de la curación, deben compartirla para así conservarla. 3El poder de la creación en su totalidad no se puede expresar si una sola de las ideas de Dios se encuentra excluida del Reino. 4La voluntad conjunta de la Filiación es el único creador que puede crear como el Padre, ya que sólo lo que es íntegro puede pensar íntegramente, y al pensamiento de Dios no le falta nada. 5Cualquier pensamiento que tengas que no sea a través del Espíritu Santo no es íntegro.

8. ¿Cómo es posible que tú que eres tan santo puedas sufrir? 2Todo tu pasado, excepto su belleza, ha desaparecido, y no queda ni rastro de él, salvo una bendición. 3He salvaguardado todas tus bondades y cada pensamiento amoroso que jamás hayas abri­gado. 4Los he purificado de los errores que ocultaban su luz, y los he conservado para ti en su perfecta luminiscencia. 5Se encuen­tran más allá de la destrucción y de la culpabilidad. 6Procedieron del Espíritu Santo en ti, y sabemos que lo que Dios crea es eterno. 7Puedes ciertamente partir en paz porque te he amado como me amé a mí mismo. 8Mi bendición va contigo para que la extiendas. 9Consérvala y compártela, para que sea siempre nuestra. 10Pongo la paz de Dios en tus manos y en tu corazón para que la conserves y la compartas. 11El corazón la puede conservar debido a su pureza y las manos la pueden ofrecer debido a su fuerza. 12No podemos perder. 13Mi juicio es tan poderoso como la sabiduría de Dios, en Cuyo Corazón y Manos radica nuestra existencia. 14Sus sosegadas criaturas son Sus Hijos benditos. 15Los Pensamientos de Dios están contigo.

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