DESPERTAR AL AMOR

jueves, 20 de julio de 2017

20 JULIO: SEXTO REPASO: Repaso de la lección 181

AUDIOLIBRO


EJERCICIOS



SEXTO REPASO. INTRODUCCIÓN


Éste es el último repaso del Libro de Ejercicios, el final de la Primera Parte. Al comienzo de la Introducción del Libro de Ejercicios se nos dijo: “El libro de ejercicios está dividido en dos secciones principales. La primera está dedicada a anular la manera en que ahora ves, y la segunda, a adquirir una percepción verdadera” (L.In.3:1). Las últimas 40 lecciones han dicho que nos estaban preparando para la Segunda Parte del Libro de Ejercicios. Ahora estamos llegando al final de la primera fase de nuestro entrenamiento. Supuestamente, si hemos estado haciendo los ejercicios como se nos aconsejaba (y ciertamente, ésa es la solución), ya estamos preparados para entrar en una fase nueva y más elevada de nuestra práctica.

Hay dos cosas muy diferentes en la Segunda Parte del Libro de Ejercicios. La primera, las lecciones escritas son muchísimo más cortas, ninguna de ellas tiene más de media página, aunque se nos pide que leamos una sección de enseñanza diez veces, una vez al día junto con la lección. En esta segunda parte se le da menos importancia a aprender nuevas ideas (o desaprender las viejas), y se da mayor importancia a la experiencia y a reforzar las costumbres que hemos formado en la Primera Parte.

La otra gran diferencia es que, a partir de este repaso y la Introducción a la Segunda Parte, en adelante, las lecciones no tienen ya instrucciones para la práctica. Parece muy claro que el modelo de práctica que tenemos que seguir ha sido establecido, que se espera que sepamos cuál es, y que lo sigamos durante las restantes 145 lecciones de la Segunda Parte.

El modelo comenzó en la Lección 153, que establecía los momentos más largos de quietud por la mañana y por la noche, y los recordatorios de cada hora. Los otros dos elementos restantes: recordatorios frecuentes entre horas, y respuesta a la tentación, hasta la lección 200 eran de algún modo libres de hacerse. Es únicamente aquí, en la Introducción al último repaso, que se añaden como algo que se espera que hagamos cada día con firmeza.

“Además del tiempo que le dediques mañana y noche, que no debería ser menos de quince minutos, y de los recordatorios que han de llevarse a cabo, cada hora durante el transcurso del día, usa la idea tan frecuentemente como puedas entre las sesiones de práctica” (L.rVI.1:2). La palabra “además de” deja muy claro que estos recordatorios frecuentes ahora se consideran como “además de” los momentos de quietud de la mañana y de la noche y de los recordatorios de cada hora. La respuesta a la tentación también se explica muy claramente en el párrafo 6:

Cuando la tentación te asedie, apresúrate a proclamar que ya no eres su presa, diciendo: No quiero este pensamiento. El que quiero es ________. Y entonces repite la idea del día y deja que ocupe el lugar de lo que habías pensado (6:1-4).

Esos cuatro elementos de la práctica, que se establecen muy claramente en este último repaso, están dirigidos a que sean las instrucciones a seguir diariamente durante el resto del año:

Momentos de quietud por la mañana y por la noche, como mínimo de 15 minutos de duración

Recordatorios de cada hora, unos pocos minutos, recordando la idea del día y aplicándola a la hora que ha terminado y a la hora que va a comenzar.

Recordatorios frecuentes entre horas, recordando la idea.

Respuesta a la tentación, sustituyendo voluntariamente los pensamientos de nuestro ego con la idea del día.

Se nos dice que “cada una de estas ideas por sí sola podría salvarte si verdaderamente la aprendieses. Cada una de ellas sería suficiente para liberaros a ti y al mundo de cualquier clase de cautiverio, e invitar de nuevo el recuerdo de Dios” (1:3-4). Esto es cierto de las ideas que van a venir y de las ideas de las últimas veinte lecciones. Sin embargo, fíjate en la condición que modifica esta frase: “…si se entiende, se practica, se acepta y se aplica a todo cuanto parece acontecer a lo largo del día (2:2). Una sola idea basta. Mas no se debe excluir nada de esa idea (2:3-4).

Si cualquiera de estas ideas es suficiente, ¿por qué necesitamos 365 lecciones? La respuesta es sencilla. El autor sabe perfectamente que no aplicaremos una sola idea a sin excepción a todos los acontecimientos a lo largo del día. Y “necesitamos, por lo tanto, usarlos todos y dejar que se vuelvan uno solo, ya que cada uno de ellos contribuye a la suma total de lo que queremos aprender” (2:5).

En este último repaso, que dura 20 días, repetimos cada día una de las ideas de los 20 días anteriores, y se nos pide que el centro de nuestra práctica gire en torno a un tema unificador:

No soy un cuerpo. Soy libre. Pues aún soy tal como Dios me creó. (3:3-5)

Se nos pide que repitamos estas tres frases cortas cada mañana y cada noche, cada hora, y en todo momento en que recordemos nuestra verdadera función aquí. Las repetimos con la idea que repasamos cada día. Esa sencilla repetición es la única instrucción concreta que se nos da. Por lo demás, todo lo que se nos pide hacer en nuestros momentos de práctica es, en pocas palabras, que despejemos nuestra mente de cualquier pensamiento en contra (3:8). Esto tiene que ser un “profundo abandono”, no sólo dejar la mente en blanco, sino un abandono de cualquier pensamiento que se interponga en el camino de la cordura y de la verdad.

Sencillamente cerramos los ojos y nos olvidamos de todo lo que jamás habíamos creído saber y entender (4:3).

En esta parte final del Libro de Ejercicios vamos “más allá de todas las palabras” (4:1). Buscamos sentir la serenidad y la paz de Dios.

La única excepción es que hacemos algo cuando un “pensamiento molesto” entra en nuestra mente en calma. El párrafo 5 nos da instrucciones muy claras acerca de cómo tratar con estos pensamientos molestos que seguramente aparecerán. Lo más importante es no dejar que tal pensamiento se quede sin respuesta. En lugar de ello daremos instrucciones a nuestra mente: “No quiero este pensamiento”, y cámbialo por la idea del día. Seguimos la misma práctica durante todo el día, cada vez que nos tiente el ego.

Éste es un firme entrenamiento mental. Nos pide mucho. Creo que eso es lo que quiere decir la frase del Texto: “Mantente alerta sólo a favor de Dios y de Su Reino” (T.6.V.(C)). ¿Cómo podemos esperar que nuestra mente se libere del modo de pensar del ego, si dejamos que los pensamientos del ego queden sin respuesta? Al comienzo del Texto, Jesús nos dice que somos demasiado tolerantes con las distracciones de nuestra mente (T.2.VI.4:6); esta vigilancia atenta, que rechaza los pensamientos del ego y los sustituye con los pensamientos de Dios, es el remedio que el Curso propone.

Jesús, el autor, dice que pone nuestras sesiones de práctica en Manos del Espíritu Santo (6:6 y 7:1-2). Tenemos que escucharle para conocer los detalles acerca de “qué hacer, qué decir y qué pensar cada vez que recurres a Él” (7:2). Lo más importante es aquietarse (6:6). Sin embargo, la mención acerca de lo que hacemos, decimos y pensamos nos deja una gran libertad. Generalmente hablando, pienso que podemos usar cualquier técnica de las que hemos practicado antes en el Libro de Ejercicios, como los ejercicios de perdón, ofrecer paz al mundo, repasar situaciones en nuestras vidas y aplicarles la idea del día, y así sucesivamente. La mayor importancia está en escuchar en silencio la Voz de Dios y permitir que nuestra mente venga a la serenidad y a la paz. El Libro de Ejercicios ha terminado sus instrucciones concretas para la práctica, pero ahora tenemos que aprender a escuchar al Espíritu Santo:

“dejando que nos enseñe cómo proceder y confiando plenamente en Él para que nos indique la forma en que cada sesión de práctica puede convertirse en un amoroso regalo de libertad para el mundo” (7:4).


SEXTO REPASO


Introducción


1. Para este repaso utilizaremos sólo una idea por día y la practi­caremos tan a menudo cómo podamos. 2Además del tiempo que le dediques mañana y noche, que no debería ser menos de quince minutos, y de los recordatorios que han de llevarse a cabo, cada hora durante el transcurso del día, usa la idea tan frecuentemente como puedas entre las sesiones de práctica. 3Cada una de estas ideas por sí sola podría salvarte si verdaderamente la aprendie­ses. 4Cada una de ellas sería suficiente para liberaros a ti y al mundo de cualquier clase de cautiverio, e invitar de nuevo el recuerdo de Dios.

2. Con esto en mente, demos comienzo a nuestras prácticas, en las que repasaremos detenidamente los pensamientos con los que el Espíritu Santo nos ha bendecido en nuestras últimas veinte leccio­nes. 2Cada uno de ellos encierra dentro de sí el programa de estu­dios en su totalidad si se entiende, se practica, se acepta y se aplica a todo cuanto parece acontecer a lo largo del día. 3Uno solo basta. 4Mas no se debe excluir nada de ese pensamiento. 5Necesitamos, por lo tanto, usarlos todos y dejar que se vuelvan uno solo, ya que cada uno de ellos contribuye a la suma total de lo que queremos aprender.

3. Al igual que nuestro último repaso, estas sesiones de práctica giran alrededor de un tema central con el que comenzamos y concluimos cada lección. 2El tema para el presente repaso es el siguiente:  

        . .
3No soy un cuerpo. 4Soy libre.
5Pues aún soy tal como Dios me creó.


6El día comienza y concluye con esto. 7Y lo repetiremos asimismo cada vez que el reloj marque la hora, o siempre que nos acorde­mos, entre una hora y otra, que tenemos una función que trans­ciende el mundo que vemos. 8Aparte de esto y de la repetición del pensamiento que nos corresponda practicar cada día, no se requiere ningún otro tipo de ejercicio, excepto un profundo aban­dono de todo aquello que abarrota la mente y la hace sorda a la razón, a la cordura y a la simple verdad.

4. Lo que nos proponemos en este repaso es ir más allá de todas las palabras y de las diferentes maneras de practicar. 2Pues lo que estamos intentando esta vez es ir más de prisa por una senda más corta que nos conduce a la serenidad y a la paz de Dios. 3Sencilla­mente cerramos los ojos y nos olvidamos de todo lo que jamás habíamos creído saber y entender. 4Pues así es como nos libera­mos de todo lo que ni sabíamos ni pudimos entender.

5. Hay una sola excepción a esta falta de estructura. 2No dejes pasar un solo pensamiento trivial sin confrontarlo. 3Si adviertes alguno, niega su dominio sobre ti y apresúrate a asegurarle a tu mente que no es eso lo que quiere. 4Luego descarta tranquila­mente el pensamiento que negaste y de inmediato y sin titubear sustitúyelo por la idea con la que estés practicando ese día. 

6. Cuando la tentación te asedie, apresúrate a proclamar que ya no eres su presa, diciendo:

2No quiero este pensamiento. 3El que quiero es ________ .

4Y entonces repite la idea del día y deja que ocupe el lugar de lo que habías pensado. 5Además de estas aplicaciones especiales de la idea diaria, sólo añadiremos unas cuantas expresiones formales o pensamientos específicos para que te ayuden con tu práctica. 6Por lo demás, le entregamos estos momentos de quietud al Maes­tro que nos enseña en silencio, nos habla de paz e imparte a nues­tros pensamientos todo el significado que jamás puedan tener.

7. A Él le ofrezco este repaso por ti. 2Te pongo en Sus manos, y dejo que Él te enseñe qué hacer, qué decir y qué pensar cada vez que recurres a Él. 3Él estará a tu disposición siempre que acudas a Él en busca de ayuda. 4Ofrezcámosle este repaso que ahora comenzamos, y no nos olvidemos de Quién es al que se le ha entregado, según practicamos día tras día, avanzando hacia el objetivo que Él fijó para nosotros, dejando que nos enseñe cómo proceder y confiando plenamente en Él para que nos indique la forma en que cada sesión de práctica puede convertirse en un amoroso regalo de libertad para el mundo.



SEXTO REPASO. INSTRUCCIONES PARA LA PRÁCTICA

Propósito: Repasar cuidadosamente las últimas 20 lecciones, cada una de las cuales contiene todo el plan de estudios en su totalidad y, por lo tanto, es suficiente para la salvación, si se entiende, se practica, se acepta y se aplica sin excepción.

Tiempo de quietud por la mañana/ noche: por lo menos quince minutos. 

  • Repite: “No soy un cuerpo. Soy libre. Pues aún soy tal como Dios me creó”. 
  • Cierra los ojos y abandona todo lo que abarrota tu mente, olvídate de todo lo que crees saber. Dedícale el tiempo al Espíritu Santo, tu Maestro. Si te das cuenta de algún pensamiento de distracción, de inmediato niega que seas su presa, asegurándole a tu mente que ya no lo quieres más. Luego abandónalo y sustitúyelo con la idea del día. Di: “No quiero este pensamiento. El que quiero es ________” (la idea del día).


Observaciones: Estamos intentando ir más allá de las formas especiales de práctica porque lo que estamos intentando es ir más de prisa por una senda más corta que nos conduce a la serenidad y a la paz de Dios, que es nuestro objetivo.

Recordatorios cada hora: Repite: “No soy un cuerpo. Soy libre. Pues aún soy tal como Dios me creó”.

Respuesta a la tentación: No dejes pasar un solo pensamiento trivial sin confrontarlo. Si adviertes alguno, niega su dominio sobre ti y apresúrate a asegurarle a tu mente que no es eso lo que quiere. Luego descarta tranquilamente el pensamiento que negaste y de inmediato y sin titubear sustitúyelo por la idea con la que estés practicando ese día, diciendo: “No quiero este pensamiento. El que quiero es ________” (la idea del día).


COMENTARIOS SOBRE LA PRÁCTICA


  • Intentamos abandonar las palabras. 
  • Intentamos abandonar las formas especiales de practicar.

Para las sesiones de práctica más largas nuestras únicas instrucciones son: 

  • Vaciar nuestra mente de todo lo que la abarrota y olvidar todo lo que pensábamos que sabíamos. 
  • Entregamos nuestras sesiones de práctica al Espíritu Santo, Quien nos enseñará qué pensar, decir y hacer, y Quien guiará nuestras sesiones de práctica.

Hay dos excepciones a esta falta de estructura: 

  • Se nos dice que no dejemos pasar ningún pensamiento vano o distraído sin respuesta durante nuestro tiempo de quietud. 
  • Se nos dan unos pocos pensamientos concretos (unas pocas líneas) para la lección de cada día, para que nos ayuden en nuestra práctica.




AUDIOLIBRO


EJERCICIOS


LECCIÓN 201


No soy un cuerpo. Soy libre.
Pues aún soy tal como Dios me creó.


1. (181) Confío en mis hermanos, que son uno conmigo.

2No hay nadie que no sea mi hermano. 3He sido bendecido con la unidad de la que gozo con el universo y con Dios mi Padre, el único Creador de la totalidad que es mi Ser, el cual es eternamente uno conmigo.

4No soy un cuerpo. 5Soy libre. 6Pues aún soy tal como Dios me creó.



Instrucciones para la práctica

Ver las instrucciones para la práctica del Sexto Repaso

Comentario

Hoy, recordemos tan a menudo como podamos que no hay nadie que no sea nuestro hermano. Recordemos que todos somos parte del Único Ser, y que nuestra unidad con Todo-Lo-Que-Existe es una bendición que nunca podemos perder.

Juntos somos un Todo. Separados, no somos nada.

Todos nosotros somos Uno solo.

Cada uno está unido a Dios y a todos, sin cambios posibles. Todo lo que existe es Hijo del Creador, igualmente digno, igualmente santo, igualmente amoroso.

Mis hermanos son mi alegría y mi deleite. Que hoy vea a todos como la bendición que son para mí.




TEXTO



VI. Cómo fijar la meta




1. La aplicación práctica del propósito del Espíritu Santo es extremadamente simple, aunque inequívoca. 2De hecho, para poder ser simple tiene que ser inequívoca. 3Lo simple es sólo lo que se entiende fácilmente, y para ello, es evidente que debe ser claro. 4El objetivo del Espíritu Santo opera dentro de un marco general, pero Él te ayudará a hacerlo específico, porque la apli­cación práctica es específica. 6El Espíritu Santo provee ciertas directrices muy concretas que se pueden aplicar en cualquier situación, pero recuerda que tú aún no te has dado cuenta de que su aplicación es universal. 7A estas alturas, por lo tanto, es esen­cial utilizarlas en toda situación separadamente, hasta que pue­das ver más allá de cada situación con mayor seguridad, y con un entendimiento mucho más amplio del que ahora posees.

2. En cualquier situación en que no sepas qué hacer, lo primero que tienes que considerar es sencillamente esto: "¿Qué es lo que quiero que resulte de esta situación? 2¿Qué propósito tiene?" 3El objetivo debe definirse al principio, pues eso es lo que determi­nará el resultado. 4El ego procede a la inversa. 5La situación se convierte en lo que determina el resultado, que puede ser cual­quier cosa. 6La razón de este enfoque desorganizado es evidente. 7El ego no sabe qué es lo que quiere que resulte de la situación. 8Es consciente de lo que no quiere, pero sólo de eso. 9No tiene ningún objetivo constructivo en absoluto.

3. Sin un objetivo constructivo, establecido de antemano y clara­mente definido, la situación simplemente parece ocurrir al azar y no tiene ningún sentido hasta que ya ha ocurrido. 2Entonces miras en retrospectiva, y tratas de reconstruirla para ver qué sentido tuvo. 3no podrás sino equivocarte. 4No sólo porque tus juicios están vinculados al pasado, sino porque tampoco tienes idea de lo que debió haber ocurrido. 5No se estableció ningún objetivo con el que armonizar los medios. 6Y ahora el único dictamen que puede hacerse es si al ego le gusta lo que pasó o no, si es aceptable para él o si clama por venganza. 7La ausencia de un criterio establecido de antemano que determine el resultado final, hace que sea du­doso el que se pueda entender y que sea imposible evaluarlo.

4. El valor de decidir de antemano lo que quieres que ocurra es simplemente que ello te permite percibir la situación como un medio para hacer que tu objetivo se logre. 2Haces, por lo tanto, todo lo posible por pasar por alto todo lo que interferiría en su logro, y te concentras sólo en lo que te ayuda a conseguirlo. 3Es obvio que este enfoque ha hecho que la manera en que distingues lo verdadero de lo falso sea más parecida a la del Espíritu Santo. 4Lo verdadero viene a ser lo que se puede utilizar para lograr el objetivo, 5lo falso, lo inútil desde ese punto de vista. 6La situa­ción tiene ahora sentido, pero sólo porque el objetivo ha hecho que lo tenga.

5. Tener a la verdad por objetivo tiene otras ventajas prácticas. 2Si la situación se usa en favor de la verdad y la cordura, su desen­lace no puede ser otro que la paz. 3Y esto es así independiente de cuál sea el desenlace. 4Si la paz es la condición de la verdad y la cordura, y no puede existir sin ellas, allí donde hay paz tienen que estar también la verdad y la cordura. 5La verdad viene por su propia iniciativa. 6Si experimentas paz, es porque la verdad ha venido a ti, y así, no podrás sino ver el desenlace correctamente, pues el engaño no puede prevalecer contra ti. 7Podrás reconocer el desenlace precisamente porque estás en paz. 8En esto se puede ver una vez más lo opuesto a la manera de ver del ego, pues el ego cree que es la situación la que da lugar a la experiencia. 9El Espíritu Santo sabe que la situación es tal como el objetivo la determina, y que se experimenta de acuerdo con ese objetivo.

6. Tener a la verdad por objetivo requiere fe. 2La fe está implícita en la aceptación del propósito del Espíritu Santo, y esta fe lo abarca todo. 3Allí donde se ha establecido el objetivo de la verdad, allí tiene que estar la fe. 4El Espíritu Santo ve la situación como un todo. 5El objetivo establece el hecho de que todo aquel que esté involucrado en la situación desempeñará el papel que le corres­ponde en la consecución del mismo. 6Esto es inevitable. 7Nadie fracasará en su cometido. 8Esto parece requerir mucha más fe de la que tú tienes ahora, y mucha más de la que tú puedes dar. 9Esto es así, no obstante, sólo desde el punto de vista del ego, pues el ego cree que la manera de "resolver" los conflictos es fragmentán­dolos, y, así, no percibe la situación como un todo. 10El ego, por consiguiente, intenta dividir la situación en segmentos y lidiar con cada uno de ellos por separado, pues tiene fe en la separación y no en la unidad.

7. Cuando el ego se enfrenta a un aspecto de la situación que parece ser difícil, trata de trasladarlo a otro lugar y resolverlo allí. 2parecerá tener éxito, salvo que ese intento entra en conflicto con la unidad, y no puede por menos que enturbiar el objetivo de la verdad. 3Y no se podrá experimentar paz, salvo en fantasías. 4La verdad no ha venido porque la fe ha sido negada, al no haberse depositado donde por derecho propio le corresponde estar. 5De este modo pierdes el entendimiento de la situación que el objetivo de la verdad te brindaría. 6Pues las soluciones que proceden de fantasías no aportan sino una experiencia ilusoria, y una paz ilusoria no es la condición que le permite la entrada a la verdad.

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