DESPERTAR AL AMOR

miércoles, 1 de febrero de 2017

1 FEBRERO: He inventado el mundo que veo.

AUDIOLIBRO


EJERCICIOS

He inventado el mundo que veo.

1. Continuamos hoy desarrollando el tema de causa y efecto. 2No eres víctima del mundo que ves porque tú mismo lo inventaste. 3Puedes renunciar a él con la misma facilidad con la que lo cons­truiste. 4Lo verás o no lo verás, tal como desees. 5Mientras desees verlo, lo verás; cuando ya no lo desees ver, no estará ahí para que lo puedas ver.

2. La idea de hoy, al igual que las anteriores, es aplicable tanto a tu mundo interno como al externo, que en realidad son lo mismo. 2Sin embargo, puesto que los consideras diferentes, las sesiones de práctica de hoy tendrán una vez más dos fases: una dedicada al mundo que ves fuera de ti, y la otra, al que ves en tu mente. 3Trata de introducir en los ejercicios de hoy el pensamiento de que ambos se encuentran en tu propia imaginación.

3. Una vez más, comenzaremos la sesión de práctica de por la mañana y la de por la noche repitiendo la idea de hoy dos o tres veces mientras miras a tu alrededor al mundo que consideras como externo a ti. 2Luego cierra los ojos y mira tu mundo interno. 3Procura tratarlos a ambos con la mayor igualdad posible. 4Repite la idea de hoy sin ningún apresuramiento y tan a menudo como desees mientras observas las imágenes que tu imaginación le pre­senta a tu conciencia.

4. Se recomiendan de tres a cinco minutos para las dos sesiones de práctica más largas, siendo tres el mínimo requerido. 2Si notas que hacer los ejercicios te relaja, los puedes alargar a más de cinco minutos. 3Para facilitar esa relajación, escoge un momento en el que no preveas muchas distracciones, y en el que te sientas razonablemente preparado.

5. Estos ejercicios se deben seguir haciendo asimismo a lo largo del día tan a menudo como sea posible. 2Las aplicaciones más cortas consisten en lentas repeticiones de la idea según exploras tu mundo externo o tu mundo interno. 3No importa cuál de ellos elijas.

6. La idea de hoy también debe aplicarse inmediatamente a cual­quier situación que te pueda perturbar. 2Aplícala diciéndote a ti mismo:

3He inventado esta situación tal como la veo.






Instrucciones para la práctica

Propósito: Enseñarte que no eres el efecto del mundo, el mundo es el efecto tuyo.

Ejercicios más largos: 2 veces, mañana y noche, de tres a cinco minutos de duración por lo menos.

Como con la lección de ayer, repite la idea dos o tres veces mientras miras a tu alrededor lentamente. Luego cierra los ojos y aplícala a las imágenes que surjan en tu mundo interno. Permanece desapegado recordándote a ti mismo que tanto el mundo externo como el interno son imaginarios.

Observaciones: El consejo en 4:3 sobre cuándo practicar se repite en formas diferentes varias veces en el Libro de Ejercicios. Para más detalles, ver “¿Cuándo Deberías Tomar tu Tiempo de Quietud por la Mañana?”. Siguiendo el consejo del Libro de Ejercicios esto mejorará la calidad de tu práctica, de modo que puede que quieras hacer más de cinco minutos, como con la lección de hoy.

Recordatorios frecuentes: Tan a menudo como sea posible. Repite la idea lentamente mientras miras a tu mundo exterior o interior.

Respuesta a la tentación: Siempre que una situación te disguste.
Inmediatamente responde con: “He inventado esta situación tal como la veo”.

Comentario

Si no soy víctima del mundo, entonces ¿cuál es mi relación con el mundo? Yo he inventado el mundo. Si yo he inventado el mundo, si yo lo he fabricado ¿cómo puedo ser su víctima?

Ahora bien, decir que yo he inventado el mundo es una idea muy fuerte. Decir que lo puedo abandonar igual que lo hice, parece todavía más improbable. Sin embargo, eso es lo que la práctica del Libro de Ejercicios se propone demostrarnos, no mediante la lógica rigurosa sino a través de experiencias que demuestran que es verdad. Eso es lo que son los milagros. Los milagros demuestran que “el mundo que ves fuera de ti” y “el mundo que ves en tu mente” están “ambos… en tu propia imaginación” (2:2-3).
Esta lección sólo está introduciendo la idea, no intentando probarla. El Texto trata el mismo pensamiento en varios lugares (T.21.II.11:1; T.20.III.5:1-5), la más destacable de ellas es:

¿Qué pasaría si reconocieses que este mundo es tan sólo una alucinación? ¿O si realmente entendieses que fuiste tú quien lo inventó? (T.20.VIII.7:3-4).
Ésta no es una idea que puedas pasar por alto fácilmente si estudias el Curso; el Curso insiste en ella (L.132.6:2-3).

Todo lo que aquí se nos pide es que abramos nuestra mente a la idea de que nosotros hemos inventado el mundo que vemos. El concepto puede ocasionarnos confusión porque va en contra de nuestras creencias fundamentales sobre el mundo. El mundo tiene algunas cosas agradables, pero también contiene un montón de horrible basura. Y que se nos diga que somos responsables de ello, que nosotros lo inventamos, no encaja fácilmente en nuestra mente.

Si esta lección provoca todo tipo de preguntas en tu mente, bien; deja que surjan. Hoy, en los periodos de práctica, simplemente aplica la idea tal como se da. Es normal que parte de tu mente esté en el fondo diciendo: “Esto son bobadas. Realmente no me lo creo”. La Introducción ya nos avisó de que podríamos resistirnos vivamente a sus ideas. Decía:

Sean cuales sean tus reacciones hacia ellas, úsalas. No se requiere nada más. (L.In.9:2-5).

Puede resultar difícil al principio, pero sólo tenemos dos opciones: o bien yo inventé el mundo, o bien yo soy su víctima. O yo soy su causa, o su efecto. No hay otras posibilidades. Piénsalo. O soy el soñador inventándome todo este lío, o soy parte del sueño de otro (quizá del sueño de Dios). Si yo no soy la causa, entonces estoy a merced del mundo. Pero si yo soy la causa, ¡hay esperanza! Puedo cambiar el sueño y, quizá, finalmente dejar de soñar.





TEXTO

II. El ego y la falsa autonomía


1. Es razonable preguntarse cómo pudo la mente haber inventado al ego. 2De hecho, ésa es la mejor pregunta que puedes hacerte. 3Sin embargo, no tiene objeto dar una respuesta en función del pasado porque el pasado no importa, y la historia no existiría si los mismos errores  no siguiesen repitiéndose en el presente. 4El pensamiento abstracto es pertinente al conocimiento porque el conocimiento es algo completamente impersonal, y para enten­derlo no se necesita ningún ejemplo. 5La percepción, por otra parte, es siempre específica y, por lo tanto, concreta.

2. Todo el mundo, inventa un ego o un yo para sí mismo, el cual está sujeto a enormes variaciones debido a su inestabilidad. 2Tam­bién inventa un ego para cada persona a la que percibe, el cual es igualmente variable. 3Su interacción es un proceso que los altera a ambos porque no fueron creados por el Inalterable o mediante Él. 4Es importante darse cuenta de que esta alteración ocurre con igual facilidad tanto si la interacción tiene lugar en la mente como si entraña proximidad física. 5Pensar acerca de otro ego es tan eficaz en el proceso de cambiar la percepción relativa como lo es la interacción física. 6No puede haber mejor ejemplo que éste de que el ego es solamente una idea y no un hecho.

3. Tu propio estado mental es un buen ejemplo de cómo fue inventado el ego. 2Cuando repudiaste el conocimiento fue como si jamás lo hubieses tenido. 3Esto es tan evidente que basta con que lo reconozcas para constatar que eso es lo que en realidad ocurre. 4Y si eso ocurre en el presente, ¿por qué habría de sorprenderte que hubiese ocurrido en el pasado? 5Asombrarnos ante lo inusual es una reacción comprensible, pero asombrarnos ante algo que ocurre con tanta frecuencia no lo es en absoluto. 6No olvides, no obstante, que la mente no tiene por qué operar así, aunque así es como opera ahora.  

4. Piensa en el amor que los animales sienten por sus crías y en la necesidad que sienten de protegerlas. 2Eso se debe a que las consideran parte de sí mismos: 3Nadie repudia lo que considera parte de sí mismo. 4La manera en que reaccionas ante tu ego es similar a como Dios reacciona ante Sus creaciones con amor; con protec­ción y con caridad, 5Tus reacciones ante el yo que inventaste no son sorprendentes. 6De hecho, son muy similares a la forma en que algún día reaccionarás ante tus creaciones reales, las cuales son tan eternas como tú. 7No es cuestión, por lo tanto; de cómo reaccionas ante el ego, sino de lo que crees ser. 8Creer es una función del ego, y mientras tu origen siga sujeto a interpretaciones lo seguirás viendo desde el punto de vista del ego. 9Cuando el aprendizaje deje de ser necesario, simplemente conocerás a Dios. 10La creencia de que hay otra forma de percibir es la idea más sublime de que es capaz el pensamiento del ego. 11Ello se debe a que dicha idea reconoce, aunque sea mínimamente, que el ego no es el Ser.

5. Socavar el sistema de pensamiento del ego no puede sino perci­birse como un proceso doloroso, aunque no hay nada que esté más lejos de la verdad. 2Los bebés gritan de rabia cuando se les quita un cuchillo o unas tijeras; a pesar de que, si no se hiciese, podrían lastimarse. 3En este sentido todavía eres un bebé. 4No tienes una idea clara de lo que es el verdadero instinto de conser­vación, y probablemente decidirás que necesitas precisamente lo  que más daño te haría. 5Sin embargo, tanto si lo reconoces ahora como si no, has acordado cooperar en el empeño por llegar a ser inofensivo y servicial, atributos éstos que son necesariamente inseparables. 6Incluso las actitudes que tienes a ese respecto son necesariamente conflictivas, puesto que todas las actitudes están basadas en el ego. 7Esto, sin embargo; no perdurará. 8Ten pacien­cia mientras tanto, y recuerda que el desenlace es tan seguro como Dios.

6. Sólo aquellos que tienen una sensación real y duradera de abundancia pueden ser verdaderamente caritativos. 2Esto resulta obvio cuando consideras lo que realmente quiere decir ser carita­tivo. 3Para el ego dar cualquier cosa significa tener que privarse de ella. 4Cuando asocias el acto de dar con el sacrificio, das solamente porque crees que de alguna forma vas a obtener algo mejor, y puedes, por lo tanto, prescindir de la cosa que das. 5"Dar para obtener" es una ley ineludible del ego, que siempre se evalúa a sí mismo en función de otros egos. 6Por lo tanto; está siempre obsesionado con la idea de la escasez, que es la creencia que le dio origen. 7Su percepción de otros egos como entes reales no es más que un intento de convencerse a sí mismo, de que él es real. 8El "amor, propio", desde el punto de vista del ego, no significa otra cosa que el ego se ha engañado a sí mismo creyendo que es real, y, por lo tanto, está temporalmente menos inclinado a saquear. 9Ese “amor propio" es siempre vulnerable a la tensión, término éste que se refiere a cualquier cosa que él perciba como una amenaza a su existencia.

7. El ego vive literalmente a base de comparaciones. 2La igualdad es algo que está más allá de lo que puede entender y, por lo tanto, le es imposible ser caritativo. 3Lo que el ego da nunca emana de una sensación de abundancia porque él fue engendrado precisa­mente como un sustituto de ésta. 4Por eso es por lo que el concepto de "obtener" surgió en su sistema de pensamiento. 5Los apetitos son mecanismos para "obtener" que representan la nece­sidad del ego de ratificarse a sí mismo. 6Esto es cierto tanto en el caso de los apetitos corporales como en el de las llamadas "necesi­dades más elevadas del ego". 7El origen de los apetitos corporales no es físico. 8El ego considera al cuerpo como su hogar, y trata de satisfacerse a sí  mismo a través de él. 9Pero la idea de que eso es posible es una decisión de la mente, que está completamente con­fundida acerca de lo que realmente es posible.

8.  El ego cree que tiene que valerse por sí mismo para todo, lo cual no es más que otra forma de describir cómo cree que él mismo se originó. 2Es éste un estado de tanto temor que lo único que puede hacer es dirigirse a otros egos y tratar de unirse a ellos en un débil intento de  identificarse con ellos, o atacarlos en una demostración -igualmente débil- de fuerza. 3No es libre, no obs­tante, de poner en tela de juicio la premisa que da lugar a todo eso, pues esa premisa es su base. 4El ego es la creencia de la mente según la cual tiene que valerse completamente por sí misma. 5Los incesantes esfuerzos del ego por ganar el reconocimiento del espíritu y establecer así su propia existencia; son inútiles. 6El espíritu en su conocimiento no es consciente del ego. 7No lo ataca, simple­mente no lo puede concebir en absoluto. 8Aunque el ego tampoco se percata del espíritu, se percibe a sí mismo rechazado por algo más grande que él. 9Por eso es por lo que el amor propio, tal como el ego lo concibe, no puede por menos que ser ilusorio. 10Las crea­ciones de Dios no crean mitos, si bien el esfuerzo creativo se puede trocar en mitología. 11Esto puede suceder, sin embargo, sólo bajo una condición: lo que fabrica deja de ser creativo. 12Los mitos pertenecen exclusivamente al ámbito de la percepción, y las for­mas que adoptan son tan ambiguas y su naturaleza está tan mar­cada por la dicotomía entre el bien y el mal, que ni siquiera el más benévolo de ellos está exento de connotaciones aterradoras.

9.  Los mitos y la magia están íntimamente relacionados, ya que los mitos generalmente tienen que ver con el origen del ego; y la magia, con los poderes que el ego se atribuye, a sí mismo. 2Los sistemas mitológicos incluyen, por lo general; alguna descripción de "la creación", y la conectan con su forma particular de magia. 3La llamada "lucha por la supervivencia" no es más que la lucha del ego por prolongar su propia existencia, así como la interpre­tación que ha hecho con respecto a su comienzo. 4Este comienzo casi siempre se asocia con el nacimiento físico, ya que resulta difícil sostener que el ego existía antes de ese momento. 5Los más "religiosos" de los mitos basados en el ego, puede que postulen que el alma existía antes y que seguirá existiendo después de un lapso temporal de vida en el ego. 6Algunos postulan incluso que el alma será castigada por este lapso. 7La salvación, no obstante, no es aplicable al espíritu, pues éste no está en peligro y; por lo tanto, no tiene que ser rescatado.

10.  La salvación no es otra. cosa que "mentalidad recta", que aun­que no es la Mentalidad-Uno del Espíritu Santo, se debe alcanzar antes de que la Mentalidad-Uno pueda ser reinstaurada. 2La mentalidad recta conduce automáticamente al siguiente paso, ya que la percepción correcta está completamente exenta de cual­quier forma de ataque, y, por lo tanto, la mentalidad errada desa­parece. 3El ego no puede sobrevivir sin hacer juicios, y, por consiguiente, se le abandona. 4La mente tiene entonces una sola dirección por la que avanzar. 5La dirección que sigue es siempre automática, pues no puede sino acatar los dictados del sistema de pensamiento al que se adhiere.



11. No se puede hacer demasiado hincapié en el hecho de que corregir la percepción es simplemente un expediente temporal. 2Dicha corrección es necesaria únicamente porque la percepción falsa es un obstáculo para el conocimiento, mientras que la per­cepción fidedigna es un trampolín hacia él. 3El valor de la percep­ción correcta reside en la conclusión inevitable de que toda percepción es innecesaria. 4Esto elimina el obstáculo por com­pleto. 5Te preguntarás cómo puede ser posible esto mientras parezca que vives en este mundo. 6Esa es una pregunta razonable. 7No obstante, tienes que asegurarte de que realmente la entiendes. 8¿Quién es el "tú" que vive en este mundo? 9El espíritu es inmor­tal, y la inmortalidad es un estado permanente. 10El espíritu es tan verdadero ahora como siempre lo fue y lo será siempre, ya que no entraña cambios de ninguna clase. 11No es un continuo, ni se puede entender tampoco comparándolo con un opuesto. 12El conocimiento nunca admite comparaciones. 13En eso estriba su diferencia principal con respecto a cualquier otra cosa que la mente pueda comprender.


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