DESPERTAR AL AMOR

miércoles, 15 de marzo de 2017

15 MARZO: No hay más voluntad que la de Dios.

AUDIOLIBRO



EJERCICIOS

LECCION 74


No hay más voluntad que la de Dios.


1. La idea de hoy se puede considerar como el pensamiento cen­tral hacia el cual se dirigen todos nuestros ejercicios. 2La Volun­tad de Dios es la única Voluntad. 3Cuando hayas reconocido esto, habrás reconocido que tu voluntad es la Suya. 4La creencia de que el conflicto es posible habrá desaparecido. 5La paz habrá reemplazado a la extraña idea de que te atormentan objetivos conflictivos. 6En cuanto que expresión de la Voluntad de Dios, no tienes otro objetivo que el Suyo.

2. La idea de hoy encierra una gran paz, y lo que los ejercicios de hoy se proponen es encontrarla. 2La idea en sí es completamente cierta. 3Por lo tanto, no puede dar lugar a ilusiones. 4Sin ilusio­nes, el conflicto es imposible. 5Tratemos hoy de reconocer esto y de experimentar la paz que este reconocimiento nos brinda.
3. Comienza las sesiones de práctica más largas repitiendo lenta­mente los pensamientos que siguen a continuación varias veces, con la firme determinación de comprender su significado y de retenerlos en la mente:

2No hay más voluntad que la de Dios. 3No puedo estar en conflicto.

4Dedica entonces varios minutos a añadir pensamientos afines, tales como:

5Estoy en paz.
6Nada puede perturbarme. 7Mi voluntad es la de Dios.
8Mi voluntad y la de Dios son una.
9La Voluntad de Dios es que Su Hijo esté en paz.

10Durante esta fase introductoria, asegúrate de hacerle frente en seguida a cualquier pensamiento conflictivo que pueda cruzar tu mente. 11Di de inmediato:

12No hay más voluntad que la de Dios.
13Estos pensamientos conflictivos no significan nada.

4. Si algún asunto parece ser muy difícil de resolver, resérvalo para un examen más detenido. 2Piensa en él brevemente, aunque de manera muy concreta, identificando la persona o personas en cuestión y la situación o situaciones de que se trate, y di para tus adentros:

3No hay más voluntad que la de Dios. 4Yo la com­parto con Él.
5Mis conflictos con respecto a _____ no pueden ser reales.

5. Después de que hayas despejado tu mente de esta manera, cierra los ojos y trata de experimentar la paz a la que tu realidad te da derecho. 2Sumérgete en ella y siente como te va envolviendo. 3Puede que te asalte la tentación de confundir estas prácticas con el ensimismamiento, pero la diferencia entre ambas cosas es fácil de detectar. 4Si estás llevando a cabo el ejercicio correctamente, sentirás una profunda sensación de dicha y mayor agudeza men­tal en vez de somnolencia y enervamiento.

6. La paz se caracteriza por la dicha. 2Cuando experimentes dicha sabrás que has alcanzado la paz. 3Si tienes la sensación de estar cayendo en el ensimismamiento, repite la idea de hoy de inmediato y luego vuelve al ejercicio. 4Haz esto cuantas veces sea necesario. 5Es ciertamente ventajoso negarse a buscar refugio en el ensimismamiento, aun si no llegas a experimentar la paz que andas buscando.

7. En las sesiones más cortas, que hoy se deben llevar a cabo a intervalos regulares previamente determinados, di para tus adentros:

2No hay más voluntad que la de Dios. 3Hoy busco Su paz.

4Trata entonces de hallar lo que buscas. 5Dedicar uno o dos minu­tos cada media hora a hacer este ejercicio -con los ojos cerrados a ser posible- será tiempo bien empleado.





Instrucciones para la práctica

Propósito: Darte cuenta de que no puedes estar en conflicto, porque tu voluntad y la voluntad de todos es la Voluntad de Dios. Experimentar la paz que procede de este hecho.

Ejercicios más largos: 2 veces, duración de diez a quince minutos. 

  • Di: “No hay más voluntad que la de Dios. No puedo estar en conflicto.” Repite estas frases de una manera especial: “varias veces, lentamente y con la firme determinación de comprender su significado y de retenerlos en la mente” (3:1). 
  • Luego durante varios minutos deja que te vengan pensamientos relacionados. Recuerda tu entrenamiento en esto. 
  • Si te vienen pensamientos acerca de conflictos en tu vida, rápidamente deséchalos diciendo: “No hay más voluntad que la de Dios. Estos pensamientos conflictivos no significan nada.” Si un conflicto determinado continúa intentando introducirse, sepáralo. Brevemente identifica a la persona y situación de que se trata y di: “No hay más voluntad que la de Dios. Yo la comparto con Él. Mis conflictos con respecto a____ no pueden ser reales.” Probablemente necesitarás tener los ojos abiertos durante esta parte para consultar las frases que tienes que repetir. 
  • En este momento, tu mente debería estar despejada y preparada para volverte hacia dentro. El resto del ejercicio es una meditación en la que te sumerges hacia abajo y adentro, al lugar de paz en el que la Voluntad de Dios es tu voluntad. Si estás teniendo éxito, sentirás una paz gozosa y despierta. Niégate a caer en una falsa paz de ensimismamiento. Repite la idea tan a menudo como necesites para salir de él.

Observaciones: Los comentarios de los párrafos 5 y 6 están entre los más importantes del Libro de Ejercicios acerca de la meditación. Deberías tenerlos presentes en cada meditación. Por una parte, te dice que no confundas la meditación con retirarte de los conflictos de la vida a un mundo de fantasía mental. Por otra parte, te pide que hagas todo lo que puedas para evitar esa retirada. Esto significa: no te dejes llevar a la deriva dentro de ese adormilamiento de falsa paz en que puede terminar fácilmente la meditación. La verdadera paz es despierta y gozosa, no adormilada y perezosa. Cuando empieces a caer en el ensimismamiento, repite la idea para sacar a tu mente de él. “Haz esto cuantas veces sea necesario” (6:4). Es mejor hacer esto una y otra vez, aunque no encuentres la paz que buscas, que quedarse dormido en esa bruma adormilada.

Recordatorios frecuentes: A intervalos regulares que puedes elegir de antemano (sugerencia: cada media hora), durante uno o dos minutos. 

  • Di: “No hay más voluntad que la de Dios. Hoy busco Su paz.” 
  • Luego haz una breve meditación en la que intentas encontrar esa paz, con los ojos cerrados si es posible.


Comentario

Esta lección afirma que esta idea “se puede considerar como el pensamiento central hacia el cual se dirigen todos nuestros ejercicios” (1:1). El Curso hace afirmaciones semejantes sobre ideas que parecen totalmente diferentes de ésta, por ejemplo: “¡El mundo no existe!” (L.132.6:2). Sin embargo, todas las ideas identificadas como “pensamiento central” pueden resumirse a lo que podemos llamar “no-dualismo”. Es decir, Dios no tiene opuesto, no existe nada aparte de Él y de Sus creaciones. El demonio no existe, ni ningún poder que se oponga a Él, ni nada que exista separado de Él y pueda tener una voluntad diferente.

Decir que nada puede tener una voluntad diferente de la de Dios nos incluye a nosotros. El resultado de creer esto es que el conflicto abandona nuestra mente. ¿Cómo puede estar nuestra mente en conflicto si no tenemos una voluntad en conflicto con la de Dios?

Aunque, ¿qué podemos decir de nuestra experiencia habitual de querer cosas que pensamos que se oponen a Dios, o de querer hacer lo que Él no quiere que hagamos? ¿O incluso algo más terrenal como sentirnos divididos entre deseos conflictivos? Si no hay más voluntad que la de Dios, ¿cómo es posible tal experiencia?

La respuesta real es: no es posible, a menos que se trate de ilusiones: “Sin ilusiones el conflicto no es posible” (2:4). El conflicto sólo existe entre dos ilusiones. En la realidad no hay conflicto, y tampoco entra en conflicto la realidad con las ilusiones:

“La guerra contra ti mismo no es más que una batalla entre dos ilusiones… No existe conflicto alguno entre ellas y la verdad… La verdad no lucha contra las ilusiones ni las ilusiones luchan contra la verdad. Las ilusiones sólo luchan entre ellas.” (T.23.I.6:1-2; 7:3-4)

Cuando parece que hay una voluntad opuesta a la de Dios, ya sea fuera de nosotros o dentro de nosotros, estamos viendo ilusiones.

“No hay más voluntad que la de Dios. No puedo estar en conflicto” (3:2-3). Ésta es la verdad. A menudo he descubierto que los pensamientos conflictivos en mi mente se calman simplemente al reconocer que no significan nada y que el conflicto no puede ser real. No es posible la paz si creo que mi mente puede estar en conflicto, pero cuando me doy cuenta de que no puedo estar en conflicto, el resultado es una paz increíble.

Hay una observación muy interesante en el párrafo 5 acerca de distinguir la realidad de los sentimientos de paz como lo opuesto de la falsa paz que resulta del abandono y la represión. Según 5:4, la paz verdadera produce “una profunda sensación de dicha y mayor agudeza mental”, mientras que la falsa paz produce “somnolencia y debilitamiento”. En nuestros intentos de entrar en la quietud y sentir nuestra paz, se nos aconseja que evitemos el abandono y que nos llevemos de regreso a la atención vigilante mediante la repetición de la idea de hoy. “Es ciertamente ventajoso negarse a buscar refugio en el ensimismamiento, aun si no llegas a experimentar la paz que andas buscando” (6:5). De esto podemos suponer que incluso el conflicto consciente es mejor que el conflicto reprimido, aunque el propósito es darnos cuenta de la irrealidad del conflicto y de este modo experimentar la paz.

Otro pensamiento: Éstas son instrucciones muy detalladas para la meditación, y muestran que se confía en que los alumnos están intentando hacer estos ejercicios durante diez o quince minutos dos veces al día.






TEXTO


X. La confusión entre dicha y dolor



1. El Reino, al igual que este mundo, es el resultado de ciertas premisas. 2Puede que hayas llevado el razonamiento del ego a su conclusión lógica, que es una confusión total con respecto a todo. 3Si realmente vieses lo que resulta de ese razonamiento, lo repu­diarías. 4La única razón por la que pudieras desear algún aspecto de lo que resulta de ese razonamiento es que no alcanzas a ver su totalidad. 5Estás dispuesto examinar las premisas del ego, pero no su conclusión lógica. 6¿No sería posible que hubieses hecho lo mismo con las premisas de Dios? 7Tus creaciones son la conclu­sión lógica de Sus premisas 8EI Pensamiento de Dios las ha esta­blecido para ti. 9Se encuentran exactamente donde les corresponde estar. 10Y donde les corresponde estar es en tu mente, como parte de tu identificación con la Suya. aSin embargo, tu estado mental, así como el reconocimiento por tu parte de lo que se encuentra en tu mente, dependen de lo que crees acerca de ella. 11Sean cuales sean estas creencias, constituyen las premisas que habrán de determinar lo que aceptes en tu mente.

2. No cabe duda de que puedes aceptar en tu mente lo que no se encuentra en ella, así como también negar lo que sí se encuentra en ella. 2Sin embargo, aunque puedes negar la función que Dios Mismo le encomendó a tu mente a través de la Suya, no puedes evitar su expresión. 3Esa función es la conclusión lógica de lo que eres. 4La capacidad para ver la conclusión lógica de algo depende de que estés dispuesto a verla, pero la verdad de esa conclusión no tiene nada que ver con que estés dispuesto. 5La verdad es la Voluntad de Dios. 6Comparte Su Voluntad y estarás compar­tiendo Su conocimiento. 7Niega que Su Voluntad sea la tuya, y estarás negando Su Reino y el tuyo.

3. El Espíritu Santo te dirigirá sólo a fin de evitarte dolor. 2Obviamente nadie se opondría a este objetivo si lo reconociese. 3Mas el problema no estriba en si lo que el Espíritu Santo dice es verdad o no, sino en si quieres escucharle o no. 4No puedes reconocer lo que es doloroso, de la misma manera en que tampoco sabes lo que es dichoso, y, de hecho, eres muy propenso a confundir ambas cosas. 5La función primordial del Espíritu Santo es enseñarte a distinguir entre una y otra. 6Lo que a ti te hace dichoso le causa dolor al ego, y mientras tengas dudas con respecto a lo que eres, seguirás confundiendo la dicha con el dolor. 7Esta confusión es la causa del concepto de sacrificio. 8Obedece al Espíritu Santo, y estarás renunciando al ego. 9Pero no estarás sacrificando nada. 10Al contrario, estarás ganándolo todo. 11Si creyeses esto, no ten­drías conflictos.

4. Por eso es por lo que tienes que demostrarte a ti mismo lo obvio. 2Para ti no es obvio. 3Crees que hacer lo opuesto a la Volun­tad de Dios va ser más beneficioso para ti. 4Crees también que es posible hacer lo opuesto a la Voluntad de Dios. 5Por lo tanto, crees que tienes ante ti una elección imposible, la cual es a la vez temi­ble y deseable. 6Sin embargo, Dios dispone, 7no desea. 8Tu volun­tad es tan poderosa como la Suya porque es la Suya. 9Los deseos del ego no significan nada porque el ego desea lo imposible. 10Puedes desear lo imposible, pero sólo puedes ejercer tu voluntad en armonía con la de Dios. 11En eso estriba la debilidad del ego, así como tu fortaleza.

5. El Espíritu Santo siempre se pone de tu parte y de parte de tu fortaleza. 2Mientras en una u otra forma rehúses seguir las direc­trices que te da, es que quieres ser débil. 3Mas la debilidad es atemorizante: 4¿Qué otra cosa, entonces, podría significar esta decisión, excepto que quieres estar atemorizado? 5El Espíritu Santo nunca exige sacrificios, el ego, en cambio, siempre los exige: 6Cuando estás confundido con respecto a la diferencia entre ésas dos motivaciones, ello sólo puede deberse a la proyección. 7La proyección es una confusión de motivaciones, y, dada esta confu­sión, tener confianza se vuelve imposible. 8Nadie obedece de buen grado a un guía en el que no confía, pero eso no quiere decir que el guía no sea digno de confianza. 9En este caso, siempre significa que el seguidor es el que no lo es. 10Sin embargo, esto también depende de sus propias creencias. 11Al creer que puede traicionar, cree que todo lo puede traicionar a él. 12Mas esto sólo se debe a que eligió un falso consejo. 13Incapaz de seguir ese consejo sin miedo, asocia el miedo con el consejo y se niega a seguir cualquier tipo de consejo. 14No es sorprendente que lo que resulta de esta decisión sea confusión.

6. El Espíritu Santo, al igual que tú, es digno de toda confianza. 2Dios Mismo confía en ti, por lo tanto, el hecho de que eres digno de toda confianza es incuestionable. 3Será siempre incuestionable, no importa cuánto dudes de ello. 4Dije antes que tú eres la Voluntad de Dios. 5Su Voluntad no es un deseo trivial, y tu iden­tificación con Su Voluntad no es algo optativo, puesto que es lo que tú eres. 6Compartir Su Voluntad conmigo no es optativo tam­poco, aunque parezca serlo. 7La separación radica precisamente en este error. 8La única manera de escaparse del error es deci­diendo que no tienes nada que decidir. 9Se te dio todo porque así lo dispuso Dios. 10Ésa es Su Voluntad, y tú no puedes revocar lo que Él dispone. 

7. Ni siquiera el abandono de la falsa prerrogativa de tomar deci­siones -que con tanto celo guarda el ego- se puede lograr de­seándolo. 2La Voluntad de Dios, Quien nunca te dejó desampa­rado, lo logró por ti. 3Su Voz te enseñará a distinguir entre el dolor y la dicha, y te librará de la confusión a la que has dado lugar. 4No hay, confusión alguna en la mente de un Hijo de Dios cuya volun­tad no puede sino ser la Voluntad del Padre, toda vez que la Voluntad del Padre es Su Hijo.

8. Los milagros están en armonía con la Voluntad de Dios, la cual tú no conoces porque estás confundido con respecto a lo que tú dispones. 2Esto significa que estás confundido con respecto a lo que eres. 3Si eres la Voluntad de Dios, y no aceptas Su Voluntad, estás negando la dicha. 4El milagro es, por lo tanto, una lección acerca de lo que es la dicha. 5Por tratarse de una lección acerca de cómo compartir es una lección de amor, que es a su vez dicha. 6Todo milagro es, pues, una lección acerca de lo que es la verdad, y al ofrecer lo que es verdad estás aprendiendo a distinguir entre la dicha y el dolor.










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