DESPERTAR AL AMOR

martes, 21 de marzo de 2017

21 MARZO: Permítaseme reconocer que mis problemas se han resuelto.


AUDIOLIBRO




EJERCICIOS

LECCIÓN 80

 
Permítaseme reconocer que mis problemas se han resuelto.


1. Si estás dispuesto a reconocer tus problemas, reconocerás que no tienes ninguno. 2Tu problema central se ha resuelto y no tienes ningún otro. 3Por lo tanto, debes sentirte en paz. 4La salvación, pues, depende de que reconozcas que ése es el único problema y de que entiendas que ya se ha resuelto. 5Un solo problema, una sola solución. 6La salvación se ha consumado. 7Se te ha liberado de todo conflicto. 8Acepta este hecho, y estarás listo para ocupar el puesto que te corresponde en el plan de Dios para la salvación.

2. ¡Tu único problema ya se ha resuelto! 2Repite esto hoy para tus adentros una y otra vez a lo largo del día, con gratitud y convic­ción. 3Has reconocido tu único problema, dándole así paso al Espíritu Santo para que te dé la respuesta de Dios. 4Has dejado a un lado las decepciones y has visto la luz de la verdad. 5Has acep­tado la salvación para ti mismo al llevar el problema a la solución. 6Y puedes reconocer la solución porque has identificado el pro­blema.

3. Hoy tienes derecho a la paz. 2Un problema que ya se ha resuelto no te puede perturbar. 3Asegúrate únicamente de no olvi­darte que todos los problemas son uno solo. 4Sus múltiples formas no te podrán engañar, mientras te acuerdes de esto. 5Un solo pro­blema, una sola solución. 6Acepta la paz que te brinda esta sencilla afirmación.

4. En nuestras sesiones de práctica más largas de hoy reivindica­remos la paz que inevitablemente será nuestra una vez que el problema y la solución se hayan reconciliado. 2El problema tiene que haber desaparecido porque la respuesta de Dios no puede fallar. 3Al haber reconocido el problema has reconocido la solu­ción. 4La solución es inherente al problema. 5Se te ha contestado, y tú has aceptado la respuesta. 6Te has salvado.

5. Permite ahora que se te dé la paz que tu aceptación te brinda. 2Cierra los ojos y recibe tu recompensa. 3Reconoce que tus pro­blemas se han resuelto. 4Reconoce que no tienes conflictos, y que estás libre y en paz. 5Sobre todo, recuerda que tienes un solo problema y que el problema tiene una sola solución. 6En esto reside la simplicidad de la salvación. 7Por eso es por lo que su eficacia está garantizada.

6. Afirma hoy con frecuencia que tus problemas ya se han resuelto. 2Repite la idea con absoluta convicción tan a menudo como sea posible. 3Y asegúrate en particular, de aplicar la idea de hoy a cualquier problema concreto que pueda surgir. 4Di de inme­diato:

5Permítaseme reconocer que este problema ya se ha resuelto.

7. Propongámonos no acumular resentimientos hoy. 2Propongá­monos estar libres de problemas que no existen: 3Para lograr esto sólo se requiere honestidad. 4No te engañes con respecto a cuál es el problema, y no podrás sino reconocer que se ha resuelto.




Instrucciones para la práctica

Propósito: Reclamar la paz a la que tenemos derecho por el hecho de que Dios ha solucionado tu único problema.

Ejercicios más largos: 2 veces, duración de diez a quince minutos.
Este es un ejercicio de disfrutar de la consciencia de que estás libre de problemas. La veo muy semejante a la Lección 50 (puedes repasar aquellas instrucciones ahora), en la que pensabas en la idea y disfrutabas de la paz que te proporcionaba. Así que hazlo ahora. Cierra los ojos y date cuenta de que, habiendo reconocido el problema (ayer), también has aceptado la solución. Esto significa que tu único problema se ha solucionado. Piensa en ello. Piensa en el hecho de que todos tus problemas se han ido. Piensa en el hecho de que estás libre de conflictos. Sólo tienes un problema, y Dios lo ha solucionado. Usa estos pensamientos para reclamar la paz que ahora te pertenece. Relájate y disfruta de esa paz. Descansa en la sensación de estar sin problemas.
Recordatorios frecuentes: Tan a menudo como sea posible.
Con gratitud y profunda seguridad repite la idea (puedes acortarla a “Mis problemas se han resuelto”). Si quieres, intenta repetirla ahora con gratitud una vez, y luego intenta repetirla con profundo convencimiento.

Respuesta a la tentación: Cada vez que surja un problema, especialmente con alguna persona.
De inmediato di: “Permítaseme reconocer que este problema se ha resuelto”. No te permitas cargar con problemas que no existen.

Comentario

“Un solo problema, una sola solución” (1:5). “El problema tiene que haber desaparecido porque la respuesta de Dios no puede fallar” (4:2). Así que yo debo estar en paz, lo sepa o no. No tengo más problemas. Ver y entender esto, aceptarlo completamente, es la esencia de la salvación (1:8; 2:5; 5:6).

Ver un problema sin resolver es acumular un resentimiento e impedir que la luz llegue a mi consciencia. Un problema sin resolver es una situación de falta de perdón. Representa algo que yo no apruebo, la causa de un juicio en mi mente. “Es cierto que no parece que todo pesar no sea más que una falta de perdón. No obstante, eso es lo que en cada caso se encuentra tras la forma” (L.193.4:1-2). Cuando el Curso habla de que perdonemos al mundo, significa lo mismo que decirnos que reconozcamos que todos los problemas son formas de separación, que ya ha sido resuelta. Por lo tanto, la respuesta a cada problema es el perdón, o la aceptación de la Expiación, reconociendo que nada puede separarnos de Dios, sea cual sea la forma, que nada puede quitarme la paz.

Escribo esto el último día (1995) de mi visita a mi hijo en California. He pasado las dos últimas noches durmiendo en un colchón de aire. La noche pasada, se abrió un agujero en el colchón de aire, y me desperté alrededor de las cinco con casi todo el cuerpo sobre el suelo mientras mis brazos y piernas estaban medio flotando varios centímetros más alto, una posición muy incómoda. No pude volver a dormirme, así que me siento a falta de sueño. Estoy preocupado por tener que regresar conduciendo a casa esta noche muy tarde desde Phoenix, dos horas en el oscuro desierto, solo y con sueño.

Eso parece ser un problema. ¿Cómo puede ser eso una falta de perdón? ¿En qué forma es este problema de la falta de sueño una manifestación de la separación?

Si reconozco que mi único problema es la separación y que ha sido resuelto, puedo darme cuenta de que una falta de sueño no puede separarme del Amor y la paz de Dios. Puedo perdonar al colchón de aire, o perdonar a mi hijo por darme una cama defectuosa. Puedo perdonarme a mí mismo por preocuparme acerca de tener que conducir. Puedo aceptar que todo está bien y que mi vida está en las manos de Dios, y todo saldrá como debería. Quizá mi cuerpo estará lleno de fuerza y no me dormiré mientras conduzco de regreso a casa. Quizá pasaré la noche con amigos en Phoenix, aunque ése no es “mi” plan. Quizá me saldré de la carretera y dormiré en mi caravana. Pase lo que pase, no necesito perder la paz por este acontecimiento, mi problema ya ha sido solucionado. Puedo estar en paz ahora.

O, si elijo de otro modo, puedo arruinar mi último día con mi hijo y mis nietos, obsesionándome con el problema. Puedo preocuparme por quedarme dormido al volante. Puedo disgustarme porque me veo forzado a cambiar mi plan. Puedo estar gruñón y malhumorado y perderme el amor que me rodea con mis nietos. ¿De verdad es ésa la elección que quiero tomar?

Un colchón que se viene abajo no es un problema. El único problema es permitir que eso, o algo parecido, me haga perder la paz de Dios que es mía siempre si elijo tenerla. Los acontecimientos o personas pueden cambiar o no como resultado de mi elección. La Expiación no tapa el agujero del colchón de aire. Puede darme más energía o no, para conducir a Sedona. A veces esas cosas suceden, a veces no; depende del plan que el Espíritu Santo tenga para mí. Lo que sucede externamente no es el problema, y la solución no está en lo externo, sino dentro de mí. ¿Elegiré la paz o estar disgustado? ¿Perdonaré o proyectaré mi rechazo a la paz sobre cosas externas y las culparé?

La paz está en la aceptación. Acepto la paz de Dios suceda lo que suceda. Me niego a creer que algo puede separarme del Amor de Dios. Me niego a engañarme a mí mismo acerca de dónde está el problema. Reconozco que el problema está dentro de mí, y llevo el problema a la solución. Y descanso, confiando en que el Espíritu Santo se encargará de las circunstancias como mejor lo vea, no como yo creo que deberían ser. Estoy libre de conflicto, soy libre y estoy en paz.





TEXTO

III. El encuentro santo
 
1. Gloria a Dios en las alturas, y también a ti porque así lo ha dispuesto Su Voluntad. 2Pide y se te dará, pues ya se te ha dado. 3Pide luz y aprende que eres luz. 4Si quieres tener entendimiento e iluminación aprenderás que eres luz, ya que tu decisión de apren­der esto es la decisión de querer escuchar al Maestro que sabe de luz y que, por lo tanto, puede enseñarte lo que ésta es. 5No hay límite en lo que puedes aprender porque tu mente no tiene lími­tes. 6Las enseñanzas del Espíritu Santo no tienen límites porque Él fue creado para enseñar. 7AI comprender perfectamente cuál es Su función, la desempeña perfectamente porque ése es Su gozo y el tuyo.

2. Hacer la Voluntad de Dios perfectamente es el único gozo y la única paz que pueden conocerse plenamente, al ser la única fun­ción que se puede experimentar plenamente. 2Cuando esto se alcanza, ninguna otra experiencia es posible. 3Desear otra expe­riencia, no obstante, obstaculiza su logro porque la Voluntad de Dios no es algo que se te pueda imponer, ya que para experimen­tarla tienes que estar completamente dispuesto a ello. 4El Espíritu Santo sabe cómo enseñar esto, pero tú no. 5Ésa es la razón por la que lo necesitas, y por la que Dios te lo dio. 6Únicamente Sus enseñanzas pueden liberar a tu voluntad para que se incorpore a la de Dios, uniéndola a Su poder y gloria y estableciendo a éstos como tuyos. 7Los compartes tal como Dios los comparte porque ése es el resultado natural de su existencia.

3. La Voluntad del Padre y la del Hijo son una por razón de Su extensión. 2Dicha extensión es el resultado de la unicidad* de la que Ambos gozan, la cual mantiene intacta la unidad de Ambos al extender Su Voluntad conjunta. 3Ésta es la creación perfecta de los que han sido perfectamente creados, en unión con el Creador Per­fecto: 4El Padre tiene que dar paternidad a Su Hijo porque Su Propia Paternidad tiene que seguir extendiéndose. 5Tú, cuyo lugar está en Dios, tienes la santa función de extender Su Paterni­dad no imponiendo ningún límite sobre ella. 6Deja que el Espíritu Santo te enseñe cómo hacer esto, pues lo que ello significa sólo lo puedes aprender de Dios Mismo.

4. Cuando te encuentras con alguien, recuerda que se trata de un encuentro santo. 2Tal como lo consideres a él, así te considerarás a ti mismo. 3Tal como lo trates, así te tratarás a ti mismo. 4Tal como pienses de él, así pensarás de ti mismo. 5Nunca te olvides de esto, pues en tus semejantes o bien te encuentras a ti mismo o bien te pierdes a ti mismo. 6Cada vez que dos Hijos de Dios se encuen­tran, se les proporciona una nueva oportunidad para salvarse. 7No dejes de darle la salvación a nadie, para que así la puedas recibir tú. 8Yo estoy siempre contigo, en memoria tuya.

5. El objetivo del plan, de estudios, independientemente del maestro que elijas, es: "Conócete a ti mismo”. 2No hay nada más que buscar. 3Todo el mundo anda buscándose a sí mismo y bus­cando el poder y la gloria que cree haber perdido. 4Siempre que estás con alguien, tienes una oportunidad más para encontrar tu poder y tu gloria. 5Tu poder, y tu gloria están en él porque son tuyos. 6El ego trata de encontrarlos únicamente en ti porque no sabe dónde buscar. 7El Espíritu Santo te enseña que si buscas únicamente en ti no te podrás encontrar a ti mismo porque tú no eres un ente separado. 8Siempre que estás con un hermano, estás aprendiendo lo que eres porque estás enseñando lo que eres. 9Tu hermano reaccionará con dolor o con alegría, dependiendo del maestro que tú estés siguiendo. 10Será aprisionado o liberado de acuerdo con tu decisión, al igual que tú. 11Nunca olvides la res­ponsabilidad que tienes hacia él, ya que es la misma responsabili­dad. que tienes hacia ti mismo. 12Concédele el lugar que le corresponde en el Reino y tú ocuparás el tuyo.

6. Tú no puedes encontrar el Reino por tu cuenta, y tú, que eres el Reino, no puedes encontrarte a ti mismo por tu cuenta. 2Para lograr el objetivo del plan de estudios, por lo tanto, no debes escuchar al ego, cuyo propósito es derrotar su propio objetivo. 3El ego no sabe esto porque no sabe nada. 4Pero tú puedes aprenderlo, y lo aprenderás si estás dispuesto a examinar lo que el ego quiere hacer de ti. 5Ésta es tu responsabilidad porque una vez que hayas examinado esto aceptarás la Expiación para ti mismo. 6¿Qué otra elección podrías llevar a cabo? 7Una vez que hayas elegido aceptar la Expiación para ti mismo entenderás por qué razón, cuando antes te encontrabas con otra persona, creías que era otra persona. 8Y cada encuentro santo en el que te entregues completamente te enseñará que eso no es así.

7. Sólo puedes encontrarte con parte de ti mismo porque eres parte de Dios, Quien lo es todo. 2Su poder y Su gloria están en todas partes, y tú no puedes estar excluido de ellos. 3El ego te enseña que tu fuerza reside sólo en ti: 4El Espíritu Santo te enseña que toda fuerza reside en Dios y, por ende, en ti. 5La Voluntad de Dios es que nadie sufra. 6Él ha dispuesto que nadie sufra por haber tomado una decisión equivocada, y eso te incluye a ti. 7Por eso es por lo que te ha proporcionado los medios para rectificarla. 8Mediante Su poder y Su gloria todas tus decisiones equivocadas se rectifican completamente, y así tu hermano y tú quedáis libera­dos de todo pensamiento opresivo que cualquier parte de la Filia­ción albergue. 9Las malas decisiones no tienen ningún poder porque no son verdaderas. 10El aprisionamiento que parecen pro­ducir es tan falso como ellas mismas. 

        


8. El poder y la gloria le pertenecen únicamente a Dios. 2 también le perteneces únicamente a Él. 3Dios da todo lo que le perte­nece porque da de Sí Mismo, y todo le pertenece. 4Dar de ti mismo es la función que Él te encomendó. 5LIevarla a cabo perfectamente te permitirá recordar lo que tienes de Él, y así recordarás también lo que eres en Él: 6Es imposible que no puedas hacer esto, pues ése es tu poder. 7La gloria es el regalo que Dios te hace porque eso es lo que Él es. 8Contempla esa gloria en todas partes para que puedas recordar lo que eres.




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