DESPERTAR AL AMOR

viernes, 9 de febrero de 2018

9 FEBRERO: Soy bendito por ser un Hijo de Dios.

AUDIOLIBRO

EJERCICIO


LECCION 40


Soy bendito por ser un Hijo de Dios.


1. Comenzamos hoy a afirmar algunas de las bienaventuranzas a las que tienes derecho por ser quien eres. 2Hoy no se requieren largas sesiones de práctica, sino muchas cortas y frecuentes. 3Lo ideal sería una cada diez minutos, y se te exhorta a que trates de mantener este horario y a adherirte a él siempre que puedas. 4Si te olvidas, trata de nuevo. 5Si hay largas interrupciones, trata de nuevo. 6Siempre que te acuerdes, trata de nuevo.

2. No es preciso que cierres los ojos durante los ejercicios, aunque probablemente te resultará beneficioso hacerlo. 2Mas puede que durante el día te encuentres en situaciones en las que no puedas cerrar los ojos. 3No obstante, no dejes de hacer la sesión por eso. 4Puedes practicar muy bien en cualquier circunstancia, si real­mente deseas hacerlo.

3. Los ejercicios de hoy no requieren ningún esfuerzo ni mucho tiempo. 2Repite la idea de hoy y luego añade varios de los atribu­tos que asocias con ser un Hijo de Dios, aplicándotelos a ti mismo. 3Una sesión de práctica, por ejemplo, podría consistir en lo siguiente:

4Soy bendito por ser un Hijo de Dios.
5Soy feliz y estoy en paz; soy amoroso y estoy contento.

6Otra podría ser, por ejemplo:

7Soy bendito por ser un Hijo de Dios.
8Estoy calmado y sereno; me siento seguro y confiado.

9Si sólo dispones de un momento, basta con que simplemente te digas a ti mismo que eres bendito por ser un Hijo de Dios.




Instrucciones para la práctica

Propósito: Mantenerte en contacto con las cosas felices a las que tienes derecho como Hijo de Dios.

Recordatorios frecuentes: Lo más deseable es cada 10 minutos.

Cierra los ojos (si es posible), repite la idea, y aplícate a ti mismo varias cualidades que asocias con ser un Hijo de Dios. Por ejemplo: “Soy bendito por ser un Hijo de Dios. Soy feliz y estoy en paz; soy amoroso y estoy contento”.

Observaciones: Puedes ver que realmente nos pide que hagamos la práctica hoy. Te anima a que trates de mantener este horario (1:3). Nos recuerda que la práctica “no requiere ningún esfuerzo ni mucho tiempo” (3:1). Y tiene tres recursos para cuando no hacemos o no podemos hacer la práctica según las instrucciones:

1. Cuando notes que te has olvidado practicar, aunque sea por mucho tiempo, en lugar de sentirte culpable por ello y abandonar, simplemente vuelve a la práctica de inmediato.
2. Si no puedes cerrar los ojos, lo que sucederá muy a menudo, no permitas que eso te impida la práctica. Hazla con los ojos abiertos.
3. Si no hay bastante tiempo para hacer la práctica como se sugiere, simplemente repite la idea. Eso supone sólo cuatro segundos.

Comentario

No se te puede pasar por alto la importancia que el Libro de Ejercicios le concede a intentar la práctica según las instrucciones. En esta lección, cuya práctica es en cierto sentido más relajada que la de ayer y en otro sentido una intensificación, no puedes leer estas palabras y pensar que el autor cree que no importa si seguimos las instrucciones o no:

“Hoy no se requieren largas sesiones de práctica, sino muchas cortas y frecuentes. Lo ideal sería una cada diez minutos, y se te exhorta a que trates de mantener este horario y a adherirte a él siempre que puedas. Si te olvidas, trata de nuevo. Si hay largas interrupciones, trata de nuevo. Siempre que te acuerdes, trata de nuevo”. (1:2-6)

Trata… trata… trata. Cuanto más a menudo repitamos la lección, mayor efecto tendrá en nuestra mente. ¿Cómo puedes hacer un “curso en entrenamiento mental” (T.1.VII.4:1) sin una disciplina mental? No puedes, es así de simple.

Al mismo tiempo date cuenta de que aquí no se “culpa” en absoluto. El autor espera (o permite) nuestra indisciplina y nuestro olvido y nuestras “largas interrupciones” (1:5). Él sabe que no tenemos disciplina, precisamente por eso es tan “necesaria” la práctica. Pero Él no nos juzga por ello. Simplemente dice: “Si te olvidas, inténtalo de nuevo”. No dejes que tu olvido, aunque sea durante largos periodos del día, sea una excusa para abandonarlo durante el resto del día. Cada vez que nos acordemos, añadimos un eslabón a la “cadena eslabonada de perdón que, una vez completa, es la Expiación (T.1.I.25:1).

Incluso llega a señalar que porque no puedas quedarte solo y cerrar los ojos, eso no es excusa para no practicar. “Puedes practicar muy bien en cualquier circunstancia, si realmente deseas hacerlo” (2:4).

La práctica de hoy es muy sencilla, simplemente, hacer afirmaciones positivas sobre nosotros mismos: “Soy bendito por ser un Hijo de Dios. Estoy calmado y sereno; me siento seguro y confiado” (3:7-8). Esto puede llevar 10 o 15 segundos, quizás un poco más para pensar en una nueva lista de cualidades que asocias con ser un Hijo de Dios: “Estoy sereno, soy competente e inquebrantable”. “Soy alegre, radiante, y estoy lleno de amor”.

¿Puede alguno de nosotros considerar un sufrimiento realizar una práctica como ésta? Nuestro ego sí, y se resistirá. Ya no estoy asustado, pero sigo sorprendiéndome de la variedad de maneras que el ego encuentra para distraerme y evitar mis prácticas de felicidad, pues eso es todo lo que estamos haciendo aquí. Observar la constante oposición del ego a mi felicidad es algo que me convenció de esta línea del texto: “El ego no te ama” (T.9.VII.3:5).

Por razón de lo que yo soy, una extensión de Dios, tengo derecho a la felicidad. El ego tiene que resistirse a esa idea porque su existencia depende de mi creencia de que yo me he separado de Dios, por eso el ego quiero que yo sea desgraciado. Quiere que yo crea que no merezco ser feliz. Quizás no quiere que yo sea completamente desgraciado, eso podría provocar que reconsiderara todo. Sólo “un leve río de infelicidad”, como lo llama Marianne Williamson. Sólo un soplo de tristeza y de impermanencia colándose hasta en mis mejores momentos. Justo lo suficiente para evitar que escuche al Otro Tío que habla de mi unión con Dios. Y ciertamente no quiere que yo sea feliz. Ser feliz es peligroso para el ego. Ser feliz significa que la separación no es verdad.

¡Y no lo es!







TEXTO


II. La Voz que habla por Dios


1. Curar no es crear; es reparar. 2El Espíritu Santo fomenta la curación mirando más allá de ella hacia lo que los Hijos de Dios eran antes de que la curación fuese necesaria, y hacia lo que serán una vez que hayan sanado. 3Esta alteración de la secuencia tem­poral debería resultarte familiar, ya que es muy similar al cambio que el milagro produce en la percepción que se tiene del tiempo. 4El Espíritu Santo es la motivación para alcanzar la mentalidad milagrosa; la decisión de subsanar la separación renunciando a ella. 5Tu voluntad se encuentra todavía en ti porque Dios la ubicó en tu mente, y aunque puedes mantenerla dormida, no puedes destruirla. 6Dios Mismo mantiene tu voluntad viva al transmi­tirla desde Su Mente a la tuya mientras perdure el tiempo. 7El milagro mismo es un reflejo de esta unión de voluntades entre Padre Hijo.

2. El Espíritu Santo es el espíritu del júbilo. 2Es la Llamada a retor­nar con la que Dios bendijo las mentes de Sus Hijos separados. 3Ésa es la vocación de la mente. 4Antes de la separación la mente no tenía ninguna vocación, ya que antes de eso simplemente era, y no habría podido entender la llamada al recto pensar. 5El Espíritu Santo es la Respuesta de Dios a la separación; el medio a través del cual la Expiación cura hasta que la mente en su totalidad se reincorpore al proceso de creación.

3. Tanto la separación como el principio que gobierna la Expia­ción dieron comienzo simultáneamente.  2Cuando el ego fue engendrado, Dios puso en la mente la llamada al júbilo. 3Esta llamada es tan poderosa que el ego siempre se desvanece ante su sonido. 4Por eso es por lo que tienes que elegir escuchar una de las dos voces que hay dentro de ti. 5Una la inventaste tú, y no forma parte de Dios. 6La otra te la dio Dios, Quien sólo te pide que la escuches. 7El Espíritu Santo se encuentra en ti en un sentido muy literal. 8Suya es la Voz que te llama a retornar a donde estabas antes y a donde estarás de nuevo. 9Aun en este mundo es posible oír sólo esa Voz y ninguna otra. 10Ello requiere esfuerzo, así como un  gran deseo de aprender. 11Ésa es la última lección que yo aprendí, y los Hijos de Dios gozan de la misma igualdad como alumnos que como Hijos.

4.  eres el Reino de los Cielos, pero permitiste que la creencia en la oscuridad se infiltrase en tu mente, por lo que ahora necesitas una nueva luz. 2El Espíritu Santo es el resplandor al que debes permitir que desvanezca la idea de la oscuridad. 3Suya es la gloria ante la cual la disociación desaparece y el Reino de los Cielos pasa a ocupar el lugar que le corresponde: 4Antes de la separación no tenías necesidad de dirección, 5pues disponías de conocimiento, tal como dispondrás de él de nuevo, pero como no dispones de él ahora.

5. Dios no guía porque la único que puede hacer es compartir Su perfecto conocimiento. 2Guiar entraña evaluación, ya que implica que hay una manera correcta de proceder y otra incorrecta, una que se debe escoger y otra que se debe evitar. 3Al escoger una, renuncias a la otra. 4Elegir al Espíritu Santo es elegir a Dios. 5Dios no está dentro ti en un sentido literal, más bien, tú formas parte de Él. 6Cuando elegiste abandonarlo te dio una Voz para que hablase por Él, pues ya no podía compartir Su conocimiento contigo libre­mente. 7La comunicación directa se interrumpió al tú inventar otra voz.

6.  El Espíritu Santo te insta tanto a recordar como a olvidar. 2Has elegido estar en un estado de oposición en el que los opuestos son posibles. 3Como resultado de ello, hay ciertas decisiones que tienes que tomar. 4En el estado de santidad la voluntad es libre, de modo que su poder creativo es ilimitado y elegir no tiene sentido. 5El poder de elegir es el mismo poder que el de crear, pero su aplicación es diferente. 6Elegir implica que la mente está divi­dida. 7El Espíritu Santo es una de las alternativas que puedes elegir. 8Dios no dejó a Sus Hijos desconsolados a pesar de que ellos decidieron abandonarlo. 9La voz que ellos pusieron en sus mentes no era la Voz de Su Voluntad, en favor de la cual habla el Espíritu Santo.

7. La Voz del Espíritu Santo no da órdenes porque es incapaz de ser arrogante. 2No exige nada porque su deseo no es controlar. 3No vence porque no ataca. 4Su Voz es simplemente un recorda­torio. 5Es apremiante únicamente por razón de lo que te recuerda. 6Le ofrece a tu mente el otro camino, permaneciendo serena aun en medio de cualquier confusión a que puedas dar lugar. 7La Voz que habla por Dios es siempre serena porque habla de paz. 8La paz es más poderosa que la guerra porque sana. 9La guerra es división, no expansión. 10Nadie gana en la batalla. 11¿Qué saca un hombre con ganar el mundo entero si con ello pierde su propia alma? 12Si le prestas oídos a la voz que no debes, pierdes de vista a tu alma. 13En realidad no puedes perderla, pero puedes no cono­cerla. 14Por lo tanto, te parecerá que la has "perdido" hasta que elijas correctamente.    
       
8. El Espíritu Santo es tu Guía a la hora de elegir. 2Reside en la parte de tu mente que siempre habla en favor de la elección correcta porque habla por Dios. 3Él es el último nexo de comuni­cación que te queda con Dios, comunicación que puedes inte­rrumpir, pero no destruir. 4El Espíritu Santo es el vehículo mediante el cual la Voluntad de Dios se cumple así en la tierra como en el Cielo. 5Tanto el Cielo como la tierra están en ti porque la llamada de ambos está en tu mente. 6La Voz de Dios procede de los altares que le has erigido a Él. 7Estos altares no son objetos, son devociones. 8Sin embargo, ahora tienes otras devociones. 9Tu devoción dividida te ha dado dos voces, y ahora tienes que elegir en cuál de los dos altares quieres servir. 10La llamada que contestas ahora es una evaluación porque se trata de una decisión. 11La decisión es muy simple. 12Se toma sobre la base de qué llamada es más importante para ti.

9. Mi mente será siempre como la tuya porque fuimos creados iguales. 2Fue sólo la decisión que tomé lo que me dio plena potes­tad tanto en el Cielo como en la tierra. 3El único regalo que te puedo hacer es ayudarte a tomar la misma decisión. 4Inherente a esta decisión es la decisión de compartirla, pues la decisión en sí es la decisión de compartir. 5Se toma mediante el acto de dar, y es por lo tanto, la. única alternativa que se asemeja a la verdadera creación. 6Yo soy tu modelo a la hora de tomar decisiones. 7Al decidirme por Dios te mostré que es posible tomar esta decisión y que tú la puedes tomar.

10. Te he asegurado que la Mente que decidió por mí se encuentra también en ti, y que puedes permitirle que te transforme, tal como me transformó a mí. 2Esta Mente es inequívoca porque sólo oye una Voz y contesta de una sola manera. 3Tú eres la luz del mundo junto conmigo. 4El descanso no se deriva de dormir sino de despertar. 5El Espíritu Santo es la llamada a despertar y a regocijarse. 6El mundo está muy cansado porque es la idea del cansancio. 7Nuestra jubilosa tarea es la de despertarlo a la Llamada a Dios. 8Todos responderán a la Llamada del Espíritu Santo, ya que, de lo contrario, la Filiación no sería una. 9¿Qué mejor vocación puede haber para cualquier parte del Reino que la de restituirlo a la per­fecta integración que le devuelve la plenitud? 10Escucha sólo esto a través del Espíritu Santo en ti, y enseña a tus hermanos a escu­char tal como yo te estoy enseñando a ti.

11. Cuando te sientas tentado por la voz falsa, recurre a mí para que te recuerde cómo sanar compartiendo mi decisión, haciéndola así aún más firme. 2Al compartir este objetivo, aumentaremos su poder para atraer a toda la Filiación y para restituirla nuevamente a la unicidad en la que fue creada. 3Recuerda que "yugo" quiere decir “unión”, y “carga” significa “mensaje”. 4Reformulemos la frase "Mi yugo es llevadero y mi carga ligera" de esta forma: "Unámonos, pues mi mensaje es la Luz".


12. Te he pedido encarecidamente que te comportes tal como yo me comporté, pero para eso tenemos que responder a la misma Mente. 2Esa Mente es el Espíritu Santo, Cuya Voluntad dispone siempre en favor de Dios. 3El Espíritu Santo, te enseña cómo tenerme a mí de modelo para tu pensamiento, y, consecuente­mente, a comportarte como yo. 4El poder de nuestra motivación conjunta está más allá de lo que se puede creer, pero no más allá de lo que se puede lograr. 5Lo que juntos podemos lograr es ilimi­tado porque la Llamada a Dios es la llamada a lo ilimitado. 6Hijo de Dios, mi mensaje es para ti, para que lo oigas y se lo transmitas a otros a medida que respondes al Espíritu Santo en ti.





No hay comentarios:

Publicar un comentario