DESPERTAR AL AMOR

jueves, 11 de julio de 2019

11 JULIO: Tengo una función que Dios quiere que desempeñe


AUDIOLIBRO




EJERCICIOS

LECCIÓN 192 


Tengo una función que Dios quiere que desempeñe.



1. La santa Voluntad de tu Padre es que tú lo completes, y que tu Ser sea Su Hijo sagrado, por siempre puro como Él, creado del Amor y en él, preservado, extendiendo amor y creando en su Nombre, por siempre uno con Dios y con tu Ser. 2Mas ¿qué sen­tido puede tener tal función en un mundo de envidia, odio y ataque?

2. Tienes, por lo tanto, una función en el mundo de acuerdo a sus propias normas. 2Pues, ¿quién podría entender un lenguaje que está mucho más allá de lo que buenamente puede entender? 3El perdón es tu función aquí. 4No es algo que Dios haya creado, ya que es el medio por el que se puede erradicar lo que no es verdad. 5Pues, qué necesidad tiene el Cielo de perdón? 6En la tierra, no obstante, tienes necesidad de los medios que te ayudan a abando­nar las ilusiones. 7La creación aguarda tu regreso simplemente para ser reconocida, no para ser íntegra.

3. Lo que la creación es no puede ni siquiera concebirse en el mundo. 2No tiene sentido aquí. 3El perdón es lo que más se le asemeja aquí en la tierra. 4Pues al haber nacido en el Cielo, carece de forma. 5Dios, sin embargo, creó a Uno con el poder de traducir a formas lo que no tiene forma en absoluto. 6Lo que Él hace es forjar sueños, pero de una clase tan similar al acto de despertar que la luz del día ya refulge en ellos, y los ojos que ya empiezan a abrirse contemplan los felices panoramas que esos sueños les ofrecen.

4. El perdón contempla dulcemente todas las cosas que son desco­nocidas en el Cielo, las ve desaparecer, y deja al mundo como una pizarra limpia y sin marcas en la que la Palabra de Dios puede ahora reemplazar a los absurdos símbolos que antes estaban escri­tos allí. 2El perdón es el medio por el que se supera el miedo a la muerte, pues ésta deja de ejercer su poderosa atracción y la culpa­bilidad desaparece. 3El perdón permite que el cuerpo sea perci­bido como lo que es: un simple recurso de enseñanza del que se prescinde cuando el aprendizaje haya terminado, pero que es incapaz de efectuar cambio alguno en el que aprende.

5. La mente no puede cometer errores sin un cuerpo. 2No puede pensar que va a morir o ser víctima de ataques despiadados. 3La ira se ha vuelto imposible. a¿Dónde está el terror ahora? 4¿Qué temores podrían aún acosar a los que han perdido la fuente de todo ataque, el núcleo de la angustia y la sede del temor? 5Sólo el perdón puede liberar a la mente de la idea de que el cuerpo es su hogar. 6Sólo el perdón puede restituir paz que Dios dispuso para Su santo Hijo. 7Sólo el perdón puede persuadir al Hijo a que contemple de nuevo su santidad.

6. Una vez que la ira haya desaparecido, podrás percibir que a cambio de la visión de Cristo y del don de la vista no se te pidió sacrificio alguno, y que lo único que ocurrió fue que una mente enferma y atormentada se liberó de su dolor. 2¿Es esto indesea­ble? 3¿Es algo de lo que hay que tener miedo? 4¿O bien es algo que se debe anhelar, recibir con gratitud y aceptar jubilosamente? 5Somos uno, por lo tanto, no renunciamos a nada. 6Y Dios cierta­mente nos ha dado todo.

7. No obstante, necesitamos el perdón para percibir que esto es así. 2Sin su benévola luz, andamos a tientas en la oscuridad usando la razón únicamente para justificar nuestra furia y nues­tros ataques. 3Nuestro entendimiento es tan limitado que aquello que creemos comprender no es más que confusión nacida del error. 4Nos encontramos perdidos en las brumas de sueños cam­biantes y pensamientos temibles, con los ojos herméticamente cerrados para no ver la luz, y las mentes ocupadas en rendir culto a lo que no está ahí.

8. ¿Quién puede nacer de nuevo en Cristo sino aquel que ha per­donado a todos los que ve, o en los que piensa o se imagina? 2¿Quién que mantenga a otro prisionero puede ser liberado? 3Un carcelero no puede ser libre, pues se encuentra atado al que tiene preso. 4Tiene que asegurarse de que no escape, y así, pasa su tiempo vigilándolo. 5Y los barrotes que mantienen cautivo al preso se convierten en el mundo en el que su carcelero vive allí con él. 6Sin embargo, de la liberación del preso depende que el camino de la libertad quede despejado para los dos.

9. Por lo tanto, no mantengas a nadie prisionero. 2Libera en vez de aprisionar, pues de esa manera tú quedas libre. 3Los pasos a seguir son muy sencillos. 4Cada vez que sientas una punzada de cólera, reconoce que sostienes una espada sobre tu cabeza. 5Y ésta te atravesará o no, dependiendo de si eliges estar condenado o ser libre. 6Así pues, todo aquel que aparentemente te tienta a sentir ira representa tu salvador de la prisión de la muerte. 7Por lo tanto, debes estarle agradecido en lugar de querer infligirle dolor.

10. Sé misericordioso hoy. 2El Hijo de Dios es digno de tu miseri­cordia. 3Él es quien te pide que aceptes el camino de la libertad ahora. 4No te niegues a ello. 5El Amor que su Padre le profesa te lo profesa a ti también. 6Tu única función aquí en la tierra es perdo­narlo, para que puedas volver a aceptarlo como tu Identidad. 7Él es tal como Dios lo creó. 8Y tú eres lo que él es. 9Perdónale ahora sus pecados y verás que eres uno con él.



RESUMEN DE LA PRÁCTICA

Instrucciones generales: Tiempo de quietud por la mañana/ noche, recordatorios cada hora, Respuesta a la tentación. Ver la Lección 153.

Propósito: Abandonar la ira, para cumplir tu función de perdonar a tu hermano sus pecados y así sentir que tú eres lo que él es: el Hijo de Dios. Esto intensificará tu motivación y fortalecerá tu compromiso. Y salvará al mundo.

Tiempo de quietud por la mañana/ noche: Por lo menos cinco minutos; lo ideal es treinta minutos o más.

Recordatorios cada hora: Uno o dos minutos, a la hora en punto, (menos si las circunstancias no lo permiten).

Respuesta a la tentación: Siempre que alguien te tiente a enfadarte, date cuenta de que sostienes una espada sobre tu cabeza y que caerá o se desviará según lo que elijas. Date cuenta de que tienes que estarle agradecido a tu hermano, pues te ha dado una oportunidad de liberarte a ti mismo, y por lo tanto es tu salvador.

Comentario

En el Cielo tenemos una elevada y santa función: es la creación. El primer párrafo lo describe lo mejor que se puede en palabras, aunque aquí en la tierra no podemos ni imaginar lo que es (3:1). La creación es completar a Dios, extender Su Amor en Su Nombre. ¿Qué significa eso? No podemos entenderlo completamente hasta que estemos allí de nuevo, sintiendo su significado de manera directa.

Por lo tanto, en la tierra tenemos “una función en el mundo de acuerdo a sus propias normas” (2:1), algo que podemos entender en el entorno en el que nos encontramos. “El perdón es tu función aquí” (2:3). “El perdón es lo que más se le asemeja (a la creación) aquí en la tierra” (3:3). La creación no tiene forma, el perdón es la creación traída a la forma, un sueño feliz tan cerca del Cielo que, cuando entremos en él completamente, nuestros “ojos que ya empiezan a abrirse contemplan los felices panoramas que esos sueños les ofrecen” (3:4-6).

Tal como se presenta en el Curso, el perdón es mucho más que simplemente abandonar los resentimientos concretos que albergamos contra aquellos que han sido injustos con nosotros. Es un cambio total en nuestra manera de ver al mundo entero. La postura básica del ego es ver al mundo como la causa de nuestros sufrimientos. Parece haber razón más que suficiente para esa opinión. ¿Cómo podemos estar contentos cuando nada dura, cuando el dolor y el sufrimiento parecen estar en todas partes, cuando las personas y las cosas que amamos nos las arrebata el destino y cuando la muerte nos espera al final, sin importar lo que hagamos? El perdón significa que dejamos a un lado tal opinión acerca del mundo, y permitimos que al Espíritu Santo lo reemplace todo ello con una nueva manera de ver las cosas. Esto incluye una nueva valoración de nuestro propio cuerpo, en el que dejamos de identificarnos con él, y ya no nos vemos atados a él. Llegamos a ver el cuerpo como “un simple recurso de enseñanza del que se prescinde cuando el aprendizaje haya terminado, pero que es incapaz de efectuar cambio alguno en el que aprende” (4:3). Nos damos cuenta de que en realidad somos una “mente sin un cuerpo” (5:1). “Sólo el perdón puede liberar a la mente de la idea de que el cuerpo es su hogar” (5:5).

Ésa es la meta a la que el Curso nos está llevando. Sin embargo, aunque el perdón es mucho más que simplemente abandonar los resentimientos concretos, es ahí donde empieza. Al trabajar con lo concreto empezamos por lo básico, y poco a poco aprendemos a generalizarlo y aplicarlo al mundo entero, incluyendo nuestra jaula física (cuerpo).

Puede parecer que se nos pide que abandonemos muchísimo. Sin duda, finalmente se nos pide que abandonemos el mundo entero, incluido nuestro cuerpo, toda esta “vida” en la que pensamos que estamos viviendo. Pero, cuando todo esto se haya logrado, cuando nuestra ira contra el mundo haya desaparecido

… podrás percibir que a cambio de la visión de Cristo y del don de la vista no se te pidió sacrificio alguno, y que lo único que ocurrió fue que una mente enferma y atormentada se liberó de su dolor. ¿Es esto indeseable? ¿Es algo de lo que hay que tener miedo? (6:1-3)

Si podemos llegar a perdonar al mundo, lo veremos como la ilusión que siempre ha sido, y lo dejaremos ir con mucho gusto, conscientes de que nunca fue nada más que una pesadilla de dolor y de muerte. Por el contrario, si no lo hemos perdonado, no hacemos más que “rendir culto a lo que no está ahí” (7:4). Lo valoramos precisamente porque nos castiga, porque en nuestra locura de culpa secretamente creemos que nos lo merecemos.
Nuestra ira contra el mundo nos aprisiona. Nos hemos convertido en el guardián, atentos a encontrarle culpa, y al hacer esto nos condenamos a nosotros mismos a la prisión con los prisioneros que estamos vigilando. Si el “guardián” no perdona a “todos los que ve, o en los que piensa o se imagina” (8:1), él tiene que vivir en la prisión vigilando a los criminales. Esto es lo que nos ata a este mundo, no su belleza, ni sus posibilidades, sino nuestra ira contra él por no ser lo que pensamos que debería ser. Nuestra ira sostiene una espada sobre nuestra cabeza (9:4).

Por lo tanto, el modo de escapar de la prisión es liberar a todos los prisioneros. Podemos aprender esto reconociendo que cada vez que nos sentimos tentados a enfadarnos, que puede manifestarse desde la furia más desenfrenada hasta una ligera irritación (L.21.2:5), se nos está ofreciendo una oportunidad de liberarnos a nosotros mismos. Podemos estar agradecidos, en lugar de furiosos. Podemos perdonar. Incluso podemos estar agradecidos por la oportunidad (9:7). Ésta es nuestra única función verdadera aquí (10:6). Ésta es la lección que toda la vida nos está enseñando. Esto es Un Curso de Milagros.






TEXTO


III. Sombras del pasado



1. Perdonar no es otra cosa que recordar únicamente los pensa­mientos amorosos que diste en el pasado, y aquellos que se te dieron a ti. 2Todo lo demás debe olvidarse. 3El perdón es una forma selectiva de recordar que no se basa en tu propia selección. 4Pues las tenebrosas figuras que quieres hacer inmortales son "enemigos" de la realidad. 5Procura estar dispuesto a perdonar al Hijo de Dios por lo que él no hizo. 6Las tenebrosas figuras son los testigos que traes contigo para demostrar que el Hijo de Dios hizo lo que no hizo. 7Puesto que las traes contigo, las oirás. 8Y tú que las conservas porque tú mismo así lo elegiste, no puedes entender cómo llegaron hasta tu mente ni cuál es su propósito. 9Representan el mal que crees que se te infligió. 10Las traes con­tigo sólo para poder devolver mal por mal, con la esperanza de que su testimonio te permita pensar que otro es culpable sin que ello te afecte a ti. 11Hablan tan decididamente en favor de la sepa­ración que nadie que no estuviese obsesionado por perpetuar la separación podría oírlas. 12Te ofrecen las "razones" por las cuales deberías entablar alianzas no santas a fin de apoyar los objetivos del ego y hacer de tus relaciones testimonios de su poder.

2. Son estas tenebrosas figuras las que quieren santificar al ego ante tus ojos, y enseñarte que lo que haces para mantenerlo a salvo es en realidad amor. 2Estas tenebrosas figuras siempre hablan de venganza, y todas las relaciones que entablan son absolutamente dementes. 3Tales relaciones tienen, sin excepción, el propósito de excluir la verdad del otro, así como la verdad acerca de ti. 4Por eso es por lo que ves tanto en ti como en el otro lo que no está ahí, haciendo de ambos los esclavos de la ven­ganza. 5Y por eso es por lo que cualquier cosa que te recuerde tus resentimientos pasados te atrae y te parece que es amor, independientemente de cuán distorsionadas sean las asociaciones que te llevan a hacer esa conexión. 6finalmente, ésa es la razón de que todas las relaciones de ese tipo se convierten en intentos de unión a través del cuerpo, pues sólo los cuerpos pueden conside­rarse medios de venganza. 7Es evidente que los cuerpos son el foco central de todas las relaciones no santas. 8Has aprendido esto por experiencia propia. 9Pero de lo que tal vez no te das cuenta es de todas las razones que hacen que la relación no sea santa. 10Pues la falta de santidad procura reforzarse a sí misma, tal como la santidad lo hace, atrayendo hacia sí lo que percibe como afín a ella.

3. No es con el cuerpo del otro con el que se intenta la unión en la relación no santa, sino con los cuerpos de los que no están ahí. 2Pues ni siquiera el cuerpo del otro, que de por sí es una percep­ción de él seriamente limitada, es el foco central tal como es, o al menos, no del todo. 3Lo que se puede emplear para fantasías de venganza, y lo que más fácilmente puede asociarse con aquellos contra quienes realmente se busca la venganza, es donde se centra la atención, y son estas partes las que se seleccionan como las únicas que tienen valor. 4Cada paso en el proceso de entablar, mantener o romper una relación no santa es un avance progresivo hacia una mayor fragmentación y una mayor irrealidad. 5Las tenebrosas figuras se vuelven cada vez más imperantes, y la importancia de aquel en quien parecen manifestarse disminuye.

4. El tiempo es ciertamente severo con la relación no santa. 2Pues el tiempo es cruel en manos del ego, de la misma manera en que es benévolo cuando se usa en favor de la mansedumbre. 3La atrac­ción de la relación no santa empieza a disminuir y a ponerse en duda casi de inmediato. 4Una vez que se ha establecido la rela­ción, la duda surge inevitablemente, pues el propósito de la rela­ción no se puede alcanzar. 5El "ideal" de la relación no santa, por lo tanto, requiere que la realidad del otro no venga a "estropear" el sueño. 6cuanto menos aporte a la relación, "mejor" se vuelve ésta. 7Y así, el intento de unión se convierte en una forma de excluir incluso a aquel con quien se procuró la unión. 8Pues la relación se estableció precisamente para excluirle de ella y para que la "unión" fuese con fantasías en las que se goza de una "dicha" ininterrumpida.

5¿Cómo puede el Espíritu Santo introducir Su interpretación de que el cuerpo es un medio de comunicación en las relaciones cuyo único propósito es separarse de la realidad? 2Lo que el per­dón es, es lo que le capacita para hacerlo. 3Si se ha olvidado todo, excepto los pensamientos amorosos, lo que queda es eterno. 4Y el pasado transformado se vuelve como el presente. 5El pasado deja de estar en conflicto con el ahora. 6Esta continuidad extiende el presente al aumentar su realidad y su valor en la percepción que tienes de él. 7En estos pensamientos amorosos, y oculta tras la fealdad de la relación no santa en la que se recuerda el odio, se encuentra la chispa de belleza dispuesta a cobrar vida tan pronto como se le entregue la relación a Aquel que le infunde vida y belleza. 8Por eso es por lo que la Expiación se centra en el pasado, que es la fuente de la separación y donde ésta debe ser des-hecha. 9Pues la separación debe ser corregida allí donde fue concebida. 

6. El ego trata de "resolver" sus problemas, no en su punto de origen, sino donde no fueron concebidos. 2así es como trata de garantizar que no tengan solución. 3Lo único que el Espíritu Santo desea es resolver todo completa y perfectamente, de modo que busca y halla la fuente de los problemas allí donde ésta se encuen­tra, y allí mismo la deshace. 4Y con cada paso del proceso de des­hacer que Él lleva a cabo, la separación se va deshaciendo más y más, y la unión se vuelve cada vez más inminente. 5Ninguna "razón" que hable en favor de la separación le causa confusión alguna. 6Lo único que percibe en la separación es que tiene que ser des-hecha. 7Permite que Él descubra la chispa de belleza que se encuentra oculta en tus relaciones y te la revele. 8Su belleza te atraerá tanto, que no estarás dispuesto a perderla de vista nuevamente. 9Y dejarás que esta chispa transforme la relación de modo que la puedas ver más y más. 10Pues la desearás más y más, y estarás cada vez menos dispuesto a que esté oculta de ti. 11Y aprenderás a buscar y a establecer las condiciones en las que esta belleza se puede ver.

7. Harás todo esto gustosamente, sólo con que le dejes mantener la chispa delante de ti para que alumbre tu camino y puedas verlo con claridad. 2El Hijo de Dios es uno. 3A quienes Dios ha unido como uno, el ego no los puede desunir. 4Por muy oculta que se encuentre en toda relación, la chispa de la santidad no puede sino estar a salvo. 5Pues el Creador de la única relación que existe no se ha excluido a Sí Mismo de ninguno de sus aspectos. 6Éste es el único aspecto de la relación que el Espíritu Santo ve porque sabe que únicamente ese aspecto es verdad. 7Tú has hecho que la rela­ción sea irreal y, por lo tanto, no santa, al verla como no es y donde no está. 8Entrégale el pasado a Aquel que puede hacer que cambies de parecer con respecto a él por ti. 9Pero asegúrate antes que nada de que te das cuenta plenamente de lo que has hecho que el pasado represente, y por qué.

8El pasado se convierte en la justificación para entablar una alianza continua y profana con el ego contra el presente. 2Pues el presente es perdón. 3Por lo tanto, las relaciones que la alianza no santa fomenta no se perciben ni se experimentan como si estuvie­sen ocurriendo ahora. 4Mas el marco de referencia al que se recu­rre para que le dé significado al presente es una ilusión del pasado en la que se conservan aquellos elementos que se ajustan al propósito de la relación no santa, y se abandonan todos los demás. 5lo que de esta manera se abandona, es toda la verdad que el pasado jamás habría podido ofrecer al presente para que diese testimonio de la realidad de éste. 6Lo que se conserva no hace sino dar testimonio de la realidad de los sueños.

9. Sigue estando en tus manos elegir unirte a la verdad o a la ilusión. 2Pero recuerda que elegir una es abandonar la otra. 3Dota­rás de belleza y realidad a la que elijas porque tu elección depende de cuál valoras más. 4La chispa de belleza o el velo de fealdad, el mundo real o el de la culpabilidad y el miedo, la verdad o la ilusión, la libertad o la esclavitud, es todo lo mismo. 5Pues no puedes elegir más que entre Dios o el ego. 6Todo sistema de pen­samiento o bien es verdadero o bien falso, y todos sus atributos se derivan naturalmente de lo que es. 7Únicamente los Pensamientos de Dios son verdaderos. 8Y todo lo que se deriva de ellos procede de lo que son, y es tan verdadero como la santa Fuente de donde procedieron.

10Santo hermano mío, quiero formar parte de todas tus relacio­nes, e interponerme entre tus fantasías y tú. 2Permite que mi rela­ción contigo sea algo real para ti, y déjame infundirle realidad a la percepción que tienes de tus hermanos. 3No fueron creados para que pudieses hacerte daño a través de ellos. 4Fueron creados para crear junto contigo. 5Ésta es la verdad que quiero interponer entre tu objetivo de locura y tú. 6No te separes de mí ni dejes que el santo propósito de la Expiación se pierda de vista en sueños de venganza. 7Las relaciones en las que tales sueños se tienen en gran estima me excluyen a mí. 8En el Nombre de Dios, déjame entrar a formar parte de ellas y brindarte paz para que tú a tu vez puedas ofrecerme paz a mí.





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