DESPERTAR AL AMOR

jueves, 11 de mayo de 2017

11 MAYO: Nadie que se proponga alcanzar la verdad puede fracasar.

 
AUDIOLIBRO




EJERCICIOS


LECCION 131

Nadie que se proponga alcanzar la verdad puede fracasar.



1. El fracaso te acechará mientras persigas metas inalcanzables. 2Buscas la permanencia en lo pasajero, el amor donde éste no se encuentra, la seguridad en medio del peligro y la inmortalidad en las tinieblas del sueño de muerte. 3¿Quién puede triunfar cuando la contradicción es el marco de su búsqueda así como el lugar adonde va en busca de estabilidad?

2. Las metas que no tienen sentido son inalcanzables. 2No hay manera de alcanzarlas, pues los medios que empleas para ello están tan desprovistos de sentido como ellas mismas. ¿Quién puede esperar alcanzar algo valiéndose de medios tan desatina­dos? 4¿Adónde podrían conducirte?. 5¿Y qué pueden lograr que ofrezca alguna esperanza de ser real? 6Ir en pos de lo imaginario conduce a la muerte porque es la búsqueda de lo que no es nada, y mientras vas en pos de la vida estás clamando por la muerte. 7Quieres estar a salvo y tener seguridad, mientras que en tu cora­zón clamas por el peligro y por protección para el mísero sueño que urdiste.

3. No obstante, la búsqueda es inevitable aquí. 2Para eso viniste, y es indudable que harás lo que viniste a hacer. 3Pero el mundo no puede determinar la meta que debes perseguir, a menos que tú le otorgues ese poder. 4Y si esto es así, aún eres libre de elegir una meta que se encuentra más allá del mundo y de todo pensamiento mundano, y que procede de una idea que rechazaste, pero que aún recuerdas; una idea ancestral, pero a la vez nueva; un eco de un patrimonio olvidado, pero que encierra todo lo que realmente anhelas.

4. Alégrate de que tengas que buscar. 2Alégrate también de aprender que lo que andas buscando es el Cielo, y de que no puedes sino alcanzar la meta que realmente deseas. 3Nadie puede dejar de querer esta meta, ni nadie puede; en última ins­tancia, dejar de alcanzarla. 4El Hijo de Dios no puede buscar en vano, a pesar de que trata de demorarse, de engañarse a sí mismo y de pensar que lo que busca es el infierno. 5Cuando se equivoca, encuentra corrección. 6Cuando se extravía, se le conduce de nuevo a la tarea que le fue asignada.

5. Nadie permanece en el infierno, pues nadie puede abandonar a su Creador ni alterar en modo alguno Su perfecto, intemporal e inmutable Amor. 2Hallarás el Cielo. 3Cualquier otra cosa que bus­ques que no sea esto desaparecerá. 4Mas no porque se te vaya a quitar, 5sino porque realmente no la deseas. 6Alcanzarás la meta que realmente anhelas, y esto es tan seguro como que Dios te creó libre de pecado.

6. ¿Por qué esperar al Cielo? 2Se encuentra aquí hoy. 3El tiempo es la gran ilusión de que el Cielo se encuentra en el pasado o en el futuro. 4Mas esto no puede ser cierto si el Cielo es el lugar en el que la Voluntad de Dios dispone que Su Hijo esté. 5¿Cómo iba a ser que la Voluntad de Dios estuviese en el pasado o aún por cumplirse? 6Lo que Él dispone está aquí ahora mismo, sin pasado y completamente sin futuro, 7y tan alejado del tiempo como lo está una pequeña vela de una estrella distante, o lo que elegiste de lo que realmente deseas.

7. El Cielo sigue siendo la única alternativa a este extraño mundo que construiste y a todas sus idiosincrasias; a sus patrones cam­biantes y metas inciertas; a sus dolorosos placeres y trágicas ale­grías. 2Dios no creó contradicciones. 3Aquello que niega su propia existencia y se ataca a sí mismo .no es parte de Él. 4Dios no creó dos mentes, de las que el Cielo es el grato efecto de una, y la tierra, lo opuesto al Cielo desde cualquier punto de vista, el lamentable resultado de la otra.

8. Dios no está en conflicto, 2ni Su creación está dividida en dos. 3¿Cómo iba a ser posible que Su Hijo estuviese en el infierno, cuando Dios Mismo lo ubicó en el Cielo? 4¿Cómo podría él perder lo que la Voluntad Eterna le ha dado para que sea su morada para siempre? 5No sigamos tratando de imponer una voluntad ajena al único propósito de Dios. 6Él está aquí porque ésa es Su Voluntad, y lo que Su Voluntad dispone se encuentra aquí ahora, más allá del alcance del tiempo.

9. Hoy no elegiremos una paradoja en lugar de la verdad. 2¿Cómo iba a poder el Hijo de Dios concebir el tiempo para que anulase la Voluntad de Dios? 3Al hacer eso, niega lo que él mismo es y con­tradice lo que no tiene opuestos. 4Cree haber hecho un infierno en contraposición al Cielo y morar en un lugar que no existe, mien­tras que el Cielo es el lugar que no puede encontrar.

10. Deja hoy atrás esos pensamientos tan absurdos y haz que tu mente se vuelva receptiva a ideas verdaderas. 2Nadie que se pro­ponga alcanzar la verdad puede fracasar, y es la verdad lo que nos proponemos alcanzar hoy. 3Dedicaremos diez minutos a este objetivo en tres ocasiones hoy, y pediremos que se nos conceda poder ver el despuntar del mundo real para que reemplace las imágenes descabelladas que en tanta estima tenemos por ideas verdaderas que ocupen el lugar de los pensamientos que no tie­nen significado, efectos, ni fundamento o sustancia basados en la verdad.

11. Esto es lo que reconocemos al iniciar nuestras sesiones de prác­tica. 2Comienza con lo siguiente:    

3 Pido que se me conceda ver un mundo diferente y tener  pensamientos distintos de aquellos que inventé.
4El mundo que busco no lo construí yo solo, y los pensamientos que quiero tener no son los míos.

5Durante varios minutos observa tu mente y contempla, aunque tus ojos estén cerrados, el mundo insensato que crees que es real. 6Revisa asimismo los pensamientos que son compatibles con dicho mundo que tú crees que son verdad. 7Luego descártalos y deslízate por debajo de ellos hasta llegar al santo lugar donde no pueden infiltrarse, 8Debajo de ellos hay una puerta en tu mente, la cual no pudiste cerrar completamente cuando quisiste ocultar lo que se encuentra más allá.

12. Busca esa puerta hasta que la encuentres. 2Pero antes de tratar de abrirla recuerda que nadie que se proponga alcanzar la ver­dad puede fracasar. 3Y es esto lo que estás pidiendo que se te conceda hoy. 4Nada excepto esto tiene ahora significado; ahora no valoras ni persigues ninguna otra meta, no hay nada que se encuentre a este lado de la puerta que realmente desees y sólo andas en pos de lo que se encuentra detrás.

13. Empuja la puerta, y ve cuán fácilmente se abre sólo con tu intención de cruzarla. 2Allí ángeles alumbran el camino, disi­pando toda oscuridad, y tú te yergues en una luz tan brillante y tan diáfana que puedes entender todo lo que allí ves. 3Un breve momento de sorpresa, tal vez, haga que te detengas antes de que te des cuenta de que el mundo que ves ante ti, en la luz, refleja la verdad que siempre has conocido y de la que no te habías olvi­dado totalmente mientras vagabas en sueños.

14.  Hoy no puedes fracasar. 2Contigo va el Espíritu que el Cielo te envió para que algún día pudieras aproximarte a esa puerta y deslizarte fácilmente con Su ayuda más allá de ella hasta llegar a la luz. 3Hoy ha llegado ese día. 4Hoy Dios cumple la promesa que antaño le hiciera a Su santo Hijo, y Su Hijo recuerda la que le hizo a Él. 5Éste es un día de júbilo, pues hemos llegado al lugar y momento señalados en los que encontrarás el objetivo de toda tu búsqueda aquí y de toda la búsqueda del mundo, las cuales fina­lizan al unísono al cruzar tú el umbral de esa puerta.

15. Recuerda tan a menudo como puedas que hoy debe ser un día de especial gozo, y abstente de abrigar pensamientos desalentado­res y quejas banales. 2La hora de la salvación ha llegado. 3Hoy es el día señalado por el mismo Cielo como un tiempo de gracia para ti y para el mundo. 4Si te olvidas de este feliz hecho tráelo nueva­mente a tu conciencia repitiendo lo siguiente:

5Hoy busco y encuentro todo lo que deseo.
6Mi único propósito me lo brinda.
7Nadie que se proponga alcanzar la verdad puede fracasar.




Instrucciones para la práctica

Propósito: Dios te hizo una antigua promesa, y tú se la hiciste a Él, que un día cruzarías la puerta en tu mente y encontrarías el mundo real. Hoy se cumplirá esa promesa.

Más largo: 3 veces durante diez minutos.
Las instrucciones en los párrafos 11-13 son tan claras que simplemente he puesto las frases en líneas separadas:
Comienza con lo siguiente:


Pido que se me conceda ver un mundo diferente y
tener pensamientos distintos de aquellos que inventé.
El mundo que busco no lo construí yo solo, y
los pensamientos que quiero tener no son los míos.

Durante varios minutos observa tu mente y contempla, aunque tus ojos estén cerrados, el mundo insensato que crees que es real.
Revisa asimismo los pensamientos que son compatibles con dicho mundo que tú crees que son verdad.
Luego descártalos y deslízate por debajo de ellos hasta llegar al santo lugar donde no pueden infiltrarse.
Debajo de ellos hay una puerta en tu mente, la cual no pudiste cerrar completamente cuando quisiste ocultar lo que se encuentra más allá.
Busca esa puerta hasta que la encuentres.
Pero antes de tratar de abrirla recuerda que nadie que se proponga alcanzar la verdad puede fracasar.
Y es esto lo que estás pidiendo que se te conceda hoy.
Nada excepto esto tiene ahora significado; ahora no valoras ni persigues ninguna otra meta, no hay nada que se encuentre a este lado de la puerta que realmente desees y sólo andas en pos de lo que se encuentra detrás.
Empuja la puerta, y ve cuán fácilmente se abre sólo con tu intención de cruzarla.
Allí ángeles alumbran el camino, disipando toda oscuridad, y tú te yergues en una luz tan brillante y tan diáfana que puedes entender todo lo que allí ves.
Un breve momento de sorpresa, tal vez, haga que te detengas antes de que te des cuenta de que el mundo que ves ante ti, en la luz, refleja la verdad que siempre has conocido y de la que no te habías olvidado totalmente mientras vagabas en sueños.
(L.131.11:2-13:3)

Corto: A menudo.
Repite la idea, mientras mantienes en tu mente que hoy cruzarás la puerta y encontrarás la verdad y que, por lo tanto, hoy es un día de gracia, un tiempo para la alegría y celebración. Recomiendo mucho recordarte a ti mismo este último hecho. Cambiará tu estado de ánimo durante el día si lo recuerdas.

Respuesta a la tentación: Si olvidas lo especial que es este día y caes en la depresión y en las quejas.
Recuérdate a ti mismo la verdadera naturaleza de este día al repetir: “Hoy busco y encuentro todo lo que deseo. Mi único propósito me lo brinda. Nadie que se proponga alcanzar la verdad puede fracasar”. ¿Cómo puedes sentir depresión cuando te das cuenta de que estás encontrado todo lo que siempre has querido? Recomiendo escribir las frases en una ficha y tenerlas a mano o, mejor aún, aprenderlas de memoria.

Comentario

A veces le parece a casi todo el mundo que la búsqueda de la verdad nunca tendrá éxito. Parece que buscamos, y buscamos, y buscamos algo más, y que nunca llegamos a la seguridad. La lección de hoy viene como una tranquilizadora seguridad de que la búsqueda de la verdad es la única búsqueda que tendrá éxito con toda seguridad.

“La búsqueda es inevitable aquí” (3:1). Es la naturaleza del mundo, la naturaleza del apuro en que nos hemos metido a nosotros mismos. Buscar es la razón por la que vinimos aquí, y “es indudable que harás lo que viniste a hacer” (3:2). Si hemos venido a buscar, entonces, busquemos algo que merezca la pena encontrar: “una meta que se encuentra más allá del mundo y de todo pensamiento mundano… un eco de un patrimonio olvidado” (3:4). Lo que estamos buscando es el Cielo, “un patrimonio olvidado”. Lo que estamos buscando es el hogar que abandonamos y que casi pusimos fuera de nuestra mente, aunque hacerlo por completo es imposible. Ésa es la razón por la que nos sentimos empujados a la búsqueda. “Tras la búsqueda de todo ídolo yace el anhelo de compleción” (T.30.III.3:1).

Lo que estamos buscando es lo que somos, por eso es imposible que no lo encontremos. “Nadie puede dejar de querer esta meta, ni nadie puede; en última instancia, dejar de alcanzarla” (4:3).

A veces parece que la verdad te ha abandonado. Pienso que todos hemos tenido una sensación así, el último cartucho del ego para alejarnos de la búsqueda cuando estamos demasiado cerca de la verdad. Me ha pasado a mí, y todo lo que puedo decirte es: “¡Sigue adelante!” Tu búsqueda no puede fracasar, aunque pienses que ya ha fracasado. Yo llegué a esa etapa obscura de mi vida. No sé cómo porque no parecía tener nada que ver conmigo, que es lo que me convence de que mi “salida de ello” es real y duradera. Todavía caigo en la desesperación de vez en cuando, pero ya no me quedaré allí nunca más. “Nadie que se proponga alcanzar la verdad puede fracasar”.

Lo que estamos buscando, y quizá encontremos hoy, es algo que está por debajo de todos los pensamientos de nuestra mente que están relacionados con este mundo sin sentido, “debajo de ellos hay una puerta en tu mente” (11:8). ¡Una puerta en nuestra mente! Más allá de la puerta hay “una luz tan brillante y tan diáfana que puedes entender todo lo que allí ves” (13:2). El ejercicio de hoy es maravilloso para visualizarlo en la mente, verdaderamente imaginando esa puerta, viéndonos a nosotros delante de ella, y con una intención: abrirla empujándola y cruzándola dejando atrás este mundo y entrando en otro, como la entrada al guardarropa de Narnia en los libros de fantasía de C.S.Lewis. Estos ejercicios son como ensayos, y cuando los repetimos se hacen cada vez más reales para nosotros, atrayendo nuestra mente y entrenándola en un modelo que lleva al descubrimiento de la verdadera puerta, dentro de nuestra mente, que nos lleva al Cielo.




TEXTO



Capítulo 13

EL MUNDO INOCENTE



Introducción


1. Si no te sintieses culpable no podrías atacar, pues la condena­ción es la raíz del ataque. 2La condenación es el juicio que una mente hace contra otra de que es indigna de amor y merecedora de castigo. 3Y en esto radica la división, 4pues la mente que juzga se percibe a sí misma como separada de la mente a la que juzga, creyendo que al castigar a otra mente, puede ella librarse del cas­tigo. 5Todo esto no es más que un intento ilusorio de la mente de negarse a sí misma y de eludir la sanción que dicha negación con­lleva. 6No es un intento de renunciar a la negación, sino de afe­rrarse a ella. 7Pues la culpabilidad es lo que ha hecho que el Padre esté velado para ti y lo que te ha llevado a la demencia.

2. La aceptación de la culpabilidad en la mente del Hijo de Dios fue el comienzo de la separación, de la misma manera en que la aceptación de la Expiación es su final. 2El mundo que ves es el sistema ilusorio de aquellos a quienes la culpabilidad ha enloque­cido. 3Contempla detenidamente este mundo y te darás cuenta de que así es. 4Pues este mundo es el símbolo del castigo, y todas las leyes que parecen regirlo son las leyes de la muerte. 5Los niños vienen al mundo con dolor y a través del dolor. 6Su crecimiento va acompañado de sufrimiento y muy pronto aprenden lo que son las penas, la separación y la muerte. 7Sus mentes parecen estar atrapadas en sus cerebros, y sus fuerzas parecen decaer cuando sus cuerpos se lastiman. 8Parecen amar, sin embargo, abandonan y son abandonados. 9Parecen perder aquello que aman, la cual es quizá la más descabellada de todas las creencias. 10Y sus cuerpos se marchitan, exhalan el último suspiro, se les da sepultura y dejan de existir. 11Ni uno solo de ellos ha podido dejar de creer que Dios es cruel.

3. Si éste fuese el mundo real, Dios sería ciertamente cruel. 2Pues ningún Padre podría someter a Sus hijos a eso como pago por la salvación y al mismo tiempo ser amoroso. 3El amor no mata para salvar. 4Si lo hiciese, el ataque sería la salvación, y ésta es la inter­pretación del ego, no la de Dios. 5Sólo el mundo de la culpabili­dad podría exigir eso, pues sólo los que se sienten culpables podrían concebirlo. 6El "pecado" de Adán no habría podido afec­tar a nadie, si él no hubiese creído que fue el Padre Quien le expulsó del paraíso. 7Pues a raíz de esa creencia se perdió el conocimiento del Padre, ya que sólo los que no le comprenden podían haber creído tal cosa.

4. Este mundo es la imagen de la crucifixión del Hijo de Dios. 2Y hasta que no te des cuenta de que el Hijo de Dios no puede ser crucificado, éste será el mundo que verás. 3No podrás compren­der esto, no obstante, hasta que no aceptes el hecho eterno de que el Hijo de Dios no es culpable. 4Él sólo merece amor porque sólo ha dado amor. 5No se le puede condenar porque él nunca ha con­denado. 6La Expiación es la última lección que necesita aprender, pues le enseña que puesto que nunca pecó, no tiene necesidad de salvación.



I. Inocencia e invulnerabilidad



1. Dije anteriormente que el Espíritu Santo comparte el objetivo de todos los buenos maestros, cuya meta final es hacerse innecesa­rios al enseñarles a sus alumnos todo lo que ellos saben. 2Eso es lo único que el Espíritu Santo desea, pues dado que comparte el Amor del Padre por Su Hijo, intenta eliminar de la mente de éste toda traza de culpabilidad para que así pueda recordar a su Padre en paz. 3La paz y la culpabilidad son conceptos antitéticos, y al Padre sólo se le puede recordar estando en paz. 4El amor y la culpabilidad no pueden coexistir, y aceptar uno supone negar el otro. 5La culpabilidad te impide ver a Cristo, pues es la negación de la irreprochabilidad del Hijo de Dios.

2. En el extraño mundo que has fabricado el Hijo de Dios ha pecado. 2¿Cómo, entonces ibas a poder verlo? 3Al hacerlo invisi­ble, surgió el mundo del castigo procedente de la tenebrosa nube de culpabilidad que aceptaste, y que en tanta estima tienes. 4Pues la irreprochabilidad de Cristo es la prueba de que el ego jamás existió, ni jamás podrá existir. 5Sin culpabilidad, el ego no tiene vida, y el Hijo de Dios está libre de toda culpa.

3. Al examinarte a ti mismo y juzgar honestamente tus acciones, puede que sientas la tentación de preguntarte cómo es posible que puedas estar libre de culpa. 2Mas ten en cuenta lo siguiente: no es en el tiempo donde no eres culpable, sino en la eternidad. 3Has "pecado" en el pasado, pero el pasado no existe. 4Lo que es siempre no tiene dirección. 5El tiempo parece ir en una dirección, pero cuando llegues a su final, se enrollará hacia el pasado como una gran alfombra extendida detrás de ti, y desaparecerá. 6Mien­tras sigas creyendo que el Hijo de Dios es culpable seguirás caminando a lo largo de esa alfombra, creyendo que conduce a la muerte. 7Y la jornada parecerá larga, cruel y absurda, pues en efecto, lo es.

4. El viaje en que el Hijo de Dios se ha embarcado es en verdad inútil, pero el viaje en el que su Padre le embarca es un viaje de liberación y dicha. 2El Padre no es cruel, y Su Hijo no puede herirse a sí mismo. 3La venganza que teme y que ve, nunca recaerá sobre él, pues aunque cree en ella, el Espíritu Santo sabe que no es verdad. 4El Espíritu Santo se encuentra al final del tiempo que es donde tú debes estar, puesto que Él está contigo. 5Él ya ha des-hecho todo lo que es indigno del Hijo de Dios, pues ésa fue la misión que Dios le dio. 6Y lo que Dios da, siempre ha sido.

5. Me verás a medida que aprendas que el Hijo de Dios es inocente. 2Él siempre anduvo en busca de su inocencia, y la ha encon­trado. 3Pues cada cual está tratando de escapar de la prisión que ha construido, y no se le niega la manera de encontrar la libera­ción. 4Puesto que reside en él, la ha encontrado. 5Cuándo ha de encontrarla es sólo cuestión de tiempo, y el tiempo no es sino una ilusión. 6Pues el Hijo de Dios es inocente ahora, y el fulgor de su pureza resplandece incólume para siempre en la Mente de Dios. 7El Hijo de Dios será siempre tal como fue creado. 8Niega tu mundo y no juzgues al Hijo de Dios, pues su eterna inocencia se encuentra en la Mente de su Padre y lo protege para siempre.

6. Cuando hayas aceptado la Expiación, te darás cuenta de que no hay culpabilidad alguna en el Hijo de Dios. 2Y sólo cuando veas su inocencia podrás entender su unicidad*3Pues la idea de la culpabilidad da lugar a la creencia de que algunas personas pue­den condenar a otras, como resultado de lo cual, se proyecta sepa­ración en vez de unidad. 4Sólo te puedes condenar a ti mismo, y hacer eso te impide reconocer que eres el Hijo de Dios. 5Has ne­gado la condición de su existencia, que es su perfecta irreprochabilidad. 6El Hijo de Dios fue creado del amor, y mora en el amor. 7La bondad y la misericordia le han acompañado siempre, pues él jamás ha dejado de extender el Amor de  su  Padre.

7. A medida que percibas a los santos compañeros que viajan a tu lado, te darás cuenta de que no hay tal viaje, sino tan sólo un despertar. 2El Hijo de Dios, que nunca ha estado dormido, no ha dejado de tener fe en ti, al igual que tu Padre. 3No hay ningún camino que recorrer ni tiempo en el que hacerlo. 4Pues Dios no espera a Su Hijo en el tiempo ya que jamás ha estado dispuesto a estar sin él. 5Y, por lo tanto, así ha sido siempre. 6Permite que el fulgor de la santidad del Hijo de Dios disipe la nube de culpabili­dad que nubla tu mente, y al aceptar como tuya su pureza, aprende de él que es tuya.

8. Eres invulnerable porque estás libre de toda culpa. 2Sólo me­diante la culpabilidad puedes aferrarte al pasado. 3Pues la culpa­bilidad determina que serás castigado por lo que has hecho, y, por lo tanto, depende del tiempo unidimensional, que comienza en el pasado y se extiende hasta el futuro. 4Nadie que crea esto puede entender lo que significa "siempre", y de este modo la culpabilidad le impide apreciar la eternidad. 5Eres inmortal por­que eres eterno, y "siempre" no puede sino ser ahora. 6La culpa­bilidad, pues, es una forma de conservar el pasado y el futuro en tu mente para asegurar de este modo la continuidad del ego. 7Pues si se castiga el pasado, la continuidad del ego queda garan­tizada. 8La garantía de tu continuidad, no obstante, emana de Dios, no del ego. 9Y la inmortalidad es lo opuesto al tiempo, pues el tiempo pasa, mientras que la inmortalidad es constante. 

9. Aceptar la Expiación te enseña lo que es la inmortalidad, pues al aceptar que estás libre de culpa te das cuenta de que el pasado nunca existió, y, por lo tanto, de que el futuro es innecesario y de que nunca tendrá lugar. 2En el tiempo, el futuro siempre se asocia con expiar, y sólo la culpabilidad podría producir la sensación de que expiar es necesario. 3Aceptar como tuya la inocencia del Hijo de Dios es, por lo tanto, la forma en que Dios te recuerda a Su Hijo, y lo que éste es en verdad. 4Pues Dios nunca ha condenado a Su Hijo, que al ser inocente es también eterno.

10. No puedes desvanecer la culpabilidad otorgándole primero realidad, y luego expiando por ella. 2Ése es el plan que el ego propone en lugar de simplemente desvanecerla. 3El ego cree en la expiación por medio del ataque, al estar completamente compro­metido con la noción demente de que el ataque es la salvación. 4Y tú, que en tanta estima tienes a la culpabilidad, debes también creer eso, pues, ¿de qué otra manera, salvo identificándote con el ego, podrías tener en tanta estima lo que no deseas?

11. El ego te enseña a que te ataques a ti mismo porque eres culpa­ble, lo cual no puede sino aumentar tu culpabilidad, pues la cul­pabilidad es el resultado del ataque. 2De acuerdo con las ense­ñanzas del ego, por lo tanto, es imposible escaparse de la culpabilidad. 3Pues el ataque le confiere realidad, y, si la culpabi­lidad es real, no hay manera de superarla. 4El Espíritu Santo sen­cillamente la desvanece mediante el sereno reconocimiento de que nunca ha existido. 5Al contemplar la inocencia del Hijo de Dios, sabe que eso es la verdad: 6Y al ser la verdad con respecto a ti, no puedes atacarte a ti mismo, pues sin culpabilidad el ataque es imposible. 7Tú estás, por lo tanto, a salvo, ya que el Hijo de Dios es inocente. 8Y al ser completamente puro, eres invulnera­ble.

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