DESPERTAR AL AMOR

lunes, 29 de mayo de 2017

29 MAYO: CUARTO REPASO: Repaso de las lecciones 137 y 138

AUDIOLIBRO 


 

EJERCICIOS


LECCION 149

Mi mente alberga sólo lo que pienso con Dios.


(137) Cuando me curo no soy el único que se cura.
(138) El Cielo es la alternativa por la que me tengo que decidir. 



Instrucciones para la práctica

Propósito: Prepararnos para la segunda parte del Libro de Ejercicios (que no empieza hasta dentro de ochenta lecciones). El siguiente repaso (Quinto Repaso) habla de esta misma preparación. El Libro de Ejercicios parece dar por sentado que ya hemos pasado la peor parte (ver, por ejemplo, L.122.10:2), y que ahora, con mucha menos resistencia, podemos poner toda la atención en prepararnos para la cumbre del Libro de Ejercicios: la Segunda Parte.

Más largo: 2 (al principio y al final del día), durante siete minutos aproximadamente
.
Primero, pasa cinco minutos pensando en la idea central de este repaso: “Mi mente alberga sólo lo que pienso con Dios”. Acalla tu mente, y repite la idea una y otra vez, muy lentamente, poniendo toda tu atención en su significado. Deja que despeje y sustituya a toda tu habitual manera de pensar. Tus pensamientos habituales (como explican los párrafos 3 y 4) son realmente faltas de perdón disfrazadas. Puesto que estos pensamientos no son de Dios, ocultan la verdad de que tu mente alberga sólo lo que piensas con Dios. Al apartarlos y pensar sólo este pensamiento del Curso, entras en contacto con tu verdadero estado mental, en el que sólo piensa los Pensamientos de Dios. Esto te preparará para un día que refleja ese estado verdadero, en el que los pensamientos que se te ocurren proceden de Dios (ver 6:1-2).

Si tus pensamientos habituales intentan meterse por medio, elimínalos con el pensamiento central. Una sugerencia para estos momentos es usar las imágenes de 4:3. Imagina que tu mente es el océano. Poner uno de tus pensamientos habituales en tu mente es como un niño arrojando un palo al agua. ¿Cómo puede eso cambiar los grandes ritmos del océano (las mareas, el sol calentando el agua, la luna reflejándose sobre la superficie)? ¿Cómo puede eso cambiar los grandes pensamientos que compartes con Dios?
Después de estos cinco minutos, pasa a la segunda fase de la práctica. Lee las dos ideas del repaso, cierra los ojos, y repítelas mentalmente para tus adentros (muy, muy lentamente). Dios ha puesto un regalo dentro de cada palabra. Deja que tu mente reciba ese regalo. “Deja que cada palabra refulja con el significado que Dios le ha dado” (7:4). Recibe el pensamiento que Él ha puesto ahí para ti, pues ese recibir es el verdadero estado de tu mente.

El propósito de la primera fase de la práctica es prepararte para esta segunda fase. Al pasar cinco minutos con el pensamiento de Dios, te preparas a ti mismo para ver en las dos ideas únicamente el significado que Dios les ha dado.

Observaciones: Por la noche, repite la misma práctica. Date cuenta de que el pensamiento central ha hecho “de ese día una ocasión especial de bendición” (9:3), tanto para ti como para el mundo, debido a tu práctica llena de fe. Date cuenta también de que duermes rodeada con la gratitud de Dios por tu práctica. Pues ahora estás aprendiendo a reclamar la herencia que Dios te dio.

Más corto: Cada hora, durante un momento de silencio y quietud.
Esta es una pequeña versión de la práctica de la mañana y de la noche. Pasa un momento de quietud y silencio con el pensamiento central, y luego repite las dos ideas del repaso, lentamente, dándote tiempo para ver los preciosos regalos de significado que Dios ha puesto en ellas para ti.

Comentario

Cuanto más avanzamos a través del Libro de Ejercicios, lo que se nos pide es que realmente seamos uno con Dios. O para ponerlo en palabras más mundanas, ponernos en comunicación con Él:

Te has enseñado a ti mismo el hábito completamente antinatural de no comunicarte con tu Creador. Sin embargo, permaneces en estrecha comunicación con Él, y con todo lo que mora en Él, lo cual mora también en ti. Desaprende, mediante el amoroso consejo del Espíritu Santo, el aislamiento que aprendiste, y aprende la feliz comunicación que desechaste, pero que aún así no pudiste perder. (T.14.III.18:1-3)

Cuando despejamos nuestras mentes de pensamientos inferiores y nos ponemos en armonía con los pensamientos que compartimos con Dios, vendrán a nuestra mente pensamientos, y no procederán de nosotros solos:

Y así, cada uno de ellos te traerá mensajes de Su Amor, devolviéndole a Él mensajes del tuyo. De esta forma es como estarás en comunión con el Señor de las Multitudes, tal como Él Mismo lo ha dispuesto. (L.rIV.In.6:2-3)

Al unir mi mente con Dios, me uno también con mis hermanos, porque todos nosotros estamos unidos a la misma Fuente. No soy el único que se cura.

No me vendría mal un “mensaje de Su Amor” hoy, ¿y a ti? Y no me importaría devolverle mi mensaje de amor a Él, también. Hay momentos en una relación de amor en los que el amor parece ir y regresar tan rápido que no puedes seguirlo, y ni siquiera puedes estar seguro de cuál de los dos procede. De hecho sobrepasa el ir y venir, va más allá del movimiento de ir y venir que supone esa semejanza, y se convierte en una corriente de amor constante y que se repite, que va en las dos direcciones al mismo tiempo. Ni siquiera sientes que estás haciendo algo, te quedas atrapado en la corriente, poseído por el amor. Una especie del modo en que te sientes cuando miras los ojos de la persona amada y sientes que te estás hundiendo, cuando el amor que te envía es casi demasiado para soportarlo, y el amor que sientes parece que va a hacer estallar tus circuitos. Me gustaría un momento así con mi Amado. Bueno, me gustaría un momento así todo este año. He tenido momentos así, pero no muchos.

¿Por qué son tan pocos? Tener esos momentos de sentirme uno con Dios, que es un anticipo del Cielo, es decisión mía. Es una decisión que yo tomo; no, es la decisión que tengo que tomar:

El instante en que la grandeza ha de descender sobre ti se encuentra tan lejos como tu deseo de ella, mientras no la desees, y en su lugar prefieras valorar la pequeñez, ésa será la distancia a la que se encontrará de ti. En la medida en que la desees, en esa misma medida harás que se aproxime a ti. (T.15.IV.2:2-4)

Está más cerca que mi propio corazón, así de cerca. Esta sensación de ser transportado por el amor, esta unión con Dios, está sucediendo ahora mismo. Mi mente recta nunca ha dejado de estar en perfecta comunicación con Él (ver T.13.XI.8). “La parte de tu mente donde reside la verdad está en constante comunicación con Dios, tanto si eres consciente de ello como si no” (L.49.1:2).

Así que todo lo que es necesario es decidir que lo quiero, y está aquí. Sólo con conectarme. ¿Qué es lo que me impide elegirlo? ¿Qué me impide permitirme enamorarme de Dios? ¿Qué me frena? ¿Estoy dispuesto a enamorarme de todos o tengo miedo de parecer demasiado “flojo”? ¿Tengo miedo de perder el control de todo? ¿Tengo miedo de ser demasiado frágil? ¿Qué me retiene? Que hoy me mire y me pregunte: “¿Por qué no estoy sintiendo que estoy en el Cielo ahora mismo?

Cuando te das cuenta de que en cualquier instante no tienes más que “cambiar de canal” (no escuchar al ego), ¡y que no lo haces!, es un momento del que puedes aprender mucho. De repente no puedes culpar a nada ni a nadie por sentir algo inferior al Cielo. Reconoces que tú lo estás eligiendo: “soy yo el que me estoy haciendo esto a mí mismo” (T.27.VIII.10:1). Literalmente no hay nada que pueda impedirme sentir el instante santo ahora mismo. Nada excepto mi rechazo a aceptarlo, nada excepto mi miedo. “Así pues, hoy comenzamos a examinar la decisión que el tiempo tiene como fin ayudarnos a tomar” (L.138.7:1). No hay prisa, tenemos todo el tiempo para hacer esta elección. Pero, ¿por qué esperar? ¿Por qué no ahora?




TEXTO



Capítulo 14

LAS ENSEÑANZAS EN FAVOR DE LA VERDAD



Introducción



1. Sí, en verdad eres bendito. 2Mas en este mundo no te das cuenta de ello. 3No obstante, tienes los medios para aprender que lo eres y verlo claramente. 4El Espíritu Santo usa la lógica con tanta facilidad y eficacia como lo hace el ego, salvo que Sus conclusiones no son dementes. 5Éstas toman una dirección diametralmente opuesta y apuntan tan claramente hacia el Cielo como el ego apunta hacia las tinieblas y la muerte. 6Hemos examinado gran parte de la lógica del ego y hemos visto sus conclusiones lógicas. 7Y habiéndolas visto, nos hemos dado cuenta de que tales conclu­siones no se pueden ver excepto en ilusiones, pues sólo ahí parece verse claramente su aparente claridad. 8Démosles la espalda ahora y sigamos la simple lógica que el Espíritu Santo utiliza para enseñar las sencillas conclusiones que hablan en favor de la ver­dad y sólo de la verdad.



I. Las condiciones del aprendizaje

 

1. Si eres bendito y no lo sabes, necesitas aprender que cierta­mente lo eres. 2El conocimiento no es algo que se pueda enseñar, pero sus condiciones se tienen que adquirir, pues eso fue lo que desechaste. 3Puedes aprender a bendecir; pero no puedes dar lo que no tienes. 4Por lo tanto, si ofreces una bendición, primero te tiene que haber llegado a ti. 5Y tienes también que haberla aceptado como tuya, pues, de lo contrario, ¿cómo podrías darla? 6Por eso es por lo que los milagros dan testimonio de que eres bendito. 7Si perdonas completamente es porque has abandonado la culpa­bilidad, al haber aceptado la Expiación y haberte dado cuenta de que eres inocente. 8¿Cómo ibas a percatarte de lo que se ha hecho por ti, sin tú saberlo, a menos que hicieses lo que no podrías sino hacer si se hubiese hecho por ti?

2. En un mundo nacido de la negación y carente de dirección se necesitan pruebas indirectas de la verdad. 2Percibirás la necesidad de esto si te das cuenta de que la negación es la decisión de no querer saber. 3La lógica del mundo, por lo tanto, no puede sino conducir a la nada, pues su meta es la nada. 4Si decides ser tan sólo un sueño y no tener ni dar nada más que eso, te verás obligado a dirigir tus pensamientos hacia el olvido total. 5Pero si lo eres todo y eso es lo que tienes y lo que das, y aun así lo niegas, es porque tu sistema de pensamiento se ha desconectado total­mente de la verdad y se ha separado de ella. 6Éste es un mundo demente y no debes subestimar la magnitud de su demencia. 7No hay ninguna área de tu percepción que no se haya visto afectada, y tu sueño es sagrado para ti. 8Por eso es por lo que Dios puso al Espíritu Santo en ti, allí donde tú pusiste el sueño. 

3. La vista se dirige siempre hacia el exterior. 2Si no tuvieses más pensamientos que los tuyos propios, el sistema de pensamiento que engendraste sería eternamente tenebroso. 3Los pensamientos que la mente del Hijo de Dios proyecta o extiende disponen de todo el poder que él les confiere. 4Los pensamientos que comparte con Dios están más allá de sus creencias, pero los que conci­bió por su cuenta son sus propias creencias. 5Y son éstas, y no la verdad, las que él ha elegido defender y amar. 6Al Hijo de Dios no se le despojará de sus creencias. 7Pero él puede renunciar a ellas, pues la Fuente para desvanecerlas mora en él. 8No hay nada en el mundo que pueda enseñarle que la lógica del mundo es totalmente demente y que no lleva a ninguna parte. 9Pero en él, que "ideó" esa lógica demente, mora Uno que sabe que dicha lógica no lleva a ninguna parte, pues Él lo sabe todo.

4. Cualquier dirección que conduzca a donde el Espíritu Santo no te conduce no lleva a ninguna parte. 2Cualquier cosa que nie­gues que el Espíritu Santo sepa que es verdad, te la estás negando a ti mismo, y Él tiene que enseñarte, por lo tanto, a no negarla. 3El proceso de des-hacimiento es indirecto, tal como lo es el de fabri­car. 4Fuiste creado, sólo para crear, no para ver ni para fabricar nada. 5Éstas no son sino expresiones indirectas de la voluntad de vivir, que ha sido obstaculizada por el caprichoso y profano deseo de morir y matar, el cual tu Padre no comparte contigo. 6Te has .impuesto a ti mismo la tarea de compartir lo que no se puede compartir. 7Y mientras sigas pensando que puedes aprender a hacerlo, no creerás todo lo que sí se puede aprender a hacer.

5. El Espíritu Santo, por lo tanto, tiene que comenzar Sus enseñan­zas mostrándote lo que nunca podrás aprender. 2Su mensaje no es indirecto, pero Él tiene que introducir la simple verdad en un sis­tema de pensamiento que se ha vuelto tan distorsionado y tan complejo, que no puedes ni darte cuenta de que no significa nada. 3Él simplemente contempla sus cimientos y los descarta. 4Pero tú que no puedes deshacer lo que hiciste, ni escaparte de la pesada carga de embotamiento que ocupa tu mente, no puedes ver más allá de tu propio sistema de pensamiento. 5Éste te engaña porque elegiste engañarte a ti mismo. 6Los que eligen dejarse engañar, simplemente atacarán los enfoques directos porque éstos parecen poder adentrarse en el engaño y socavarlo.

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