DESPERTAR AL AMOR

lunes, 21 de mayo de 2018

21 MAYO: CUARTO REPASO: Repaso de las lecciones 121 y 122

AUDIOLIBRO 


 

EJERCICIOS
                                                                                                  
CUARTO REPASO


Introducción


1. Damos comienzo ahora a un nuevo repaso, conscientes esta vez de que nos estamos preparando para la segunda parte del aprendizaje en la que se nos enseña cómo aplicar la verdad. 2Hoy empezaremos a prepararnos para lo que sigue más adelante. 3Tal es nuestro propósito para este repaso y para las lecciones que siguen. 4Así pues, repasaremos las lecciones más recientes y sus pensamientos centrales de forma que faciliten el estado de prepa­ración que ahora queremos alcanzar.

2. Hay un tema central que unifica cada paso del repaso que ahora emprendemos, el cual puede enunciarse de manera muy simple con estas palabras:

2Mi mente alberga sólo lo que pienso con Dios.

3Esto es un hecho, y representa la verdad de lo que eres y de lo que tu Padre es. 4Éste fue el pensamiento mediante el cual el Padre creó a Su Hijo, estableciéndolo así como co-creador con Él. 5Éste es el pensamiento que garantiza plenamente la salvación del Hijo. 6Pues en su mente no puede haber otros pensamientos, salvo los que su Padre comparte con él. 7La falta de perdón es lo que impide que este pensamiento llegue a su conciencia. 8No obstante, es verdad eternamente.

3. Comencemos nuestra preparación tratando de entender las múltiples formas tras las que se puede ocultar muy cuidadosa­mente la falta de verdadero perdón. 2Puesto que son ilusiones, no se perciben simplemente como lo que son: defensas que te impi­den ver y reconocer tus pensamientos rencorosos. 3Su propósito es mostrarte otra cosa y demorar la corrección mediante auto­engaños diseñados para que ocupen su lugar.

4. Tu mente, sin embargo, alberga sólo lo que piensas con Dios. 2Tus auto-engaños no pueden ocupar el lugar de la verdad, 3de la misma manera en que un niño que arroja un palo al mar no puede cambiar el ir y venir de las olas, evitar que el sol caliente las aguas o impedir que el plateado reflejo de luna se vea por la noche en ellas. 4Así es como daremos comienzo a cada período de práctica de este repaso, preparando nuestras mentes para que comprendan las lecciones que nos corresponde leer y comprendan el significado que tienen para nosotros.

5. Comienza cada día dedicando cierto tiempo a preparar tu mente para que aprenda la libertad y la paz que cada idea que repases ese día puede ofrecerte. 2Haz que tu mente tenga una acti­tud receptiva, despéjala de todo pensamiento engañoso y deja que sólo éste la ocupe completamente y elimine los demás:

3Mi mente alberga sólo lo que pienso con Dios.

4Cinco minutos que le dediques a este pensamiento serán sufi­ciente para encauzar el día según las pautas que Dios ha fijado y para poner Su Mente a cargo de todos los pensamientos que has de recibir ese día.

6. Éstos no procederán únicamente de ti, pues los compartirás con Él. 2Y así, cada uno de ellos te traerá mensajes de Su Amor, devolviéndole a Él mensajes del tuyo. 3De esta forma es como estarás en comunión con el Señor de las Multitudes, tal como Él Mismo lo ha dispuesto. 4Y así como Su compleción se une a Él, del mismo modo Él se unirá a ti que te completas al unirte a Él y al Él unirse a ti.

7. Después de haberte preparado, lee simplemente cada una las dos ideas que se han asignado para el repaso de ese día. 2Luego cierra los ojos y repítelas lentamente para tus adentros. 3No hay prisa ahora, pues estás utilizando el tiempo para el propósito que se le dio. 4Deja que cada palabra refulja con el significado que Dios le ha dado, tal como se te ha dado a ti a través de Su Voz. 5Deja que cada idea que repases ese día te conceda el regalo que Él ha depositado en ella para que tú lo recibas de parte de Él. 6Y no utilizaremos en nuestra práctica otro formato que éste.

8. Cada vez que el reloj marque la hora, trae a la mente el pensa­miento con el que comenzó el día y pasa un momento de recogi­miento con él. 2Luego repite las dos ideas correspondientes a ese día sin ninguna sensación de premura, con tiempo suficiente para que puedas ver los regalos que encierran para ti, y deja que se reciban allí donde se dispuso que fuesen recibidos.

9. No vamos a añadir otros pensamientos, sino que dejamos que estos mensajes sean lo que realmente son. 2No necesitamos otra cosa que esto para que se nos dé felicidad y descanso, eterna quie­tud, perfecta certeza y todo lo que nuestro Padre dispone que recibamos como nuestra herencia de parte de Él. 3Y concluiremos cada día de práctica a lo largo de este repaso tal como lo comenza­mos, repitiendo en primer lugar el pensamiento que hizo de ese día una ocasión especial de bendición y felicidad para nosotros, y que, mediante nuestra fe, sustituyó en el mundo la luz por la oscuridad, el gozo por los pesares, la paz por el sufrimiento y la santidad por el pecado.

 
10. Dios te da las gracias a ti que practicas de esta manera el cum­plimiento de Su Palabra. 2Y cuando expongas tu mente de nuevo a las ideas del día antes de irte a dormir, Su gratitud te envolverá en la paz en la que Su Voluntad dispone que estés para siempre, y que ahora estás aprendiendo a reivindicar como tu herencia.


CUARTO REPASO. INTRODUCCIÓN

Si recuerdas, en la Introducción al Libro de Ejercicios se nos dijo: “El libro de ejercicios está dividido en dos secciones principales. La primera está dedicada a anular la manera en que ahora ves, y la segunda, a adquirir una percepción verdadera” (L.In.3:1). Aunque la segunda parte no empieza hasta dentro de ochenta lecciones, la Introducción al Cuarto Repaso anuncia que estamos entrando en una etapa de cambio en el Libro de Ejercicios, que nos estamos “preparando para la segunda parte del aprendizaje en la que se nos enseña cómo aplicar la verdad” (1:1). Las lecciones de la Segunda Parte del Libro de Ejercicios, si las miras, verás que ocupan media hoja, o menos. Se dan pocas instrucciones concretas para la práctica, y nos ofrecen mucha mayor libertad sobre cómo practicamos. Están pensadas para estudiantes que han empezado a hacer suyas las verdades del Curso, y que están preparados para aplicarlas por su cuenta. Este repaso nos da algunos ejercicios acerca de esa práctica independiente. En la Lección 153, poco después de terminar este repaso, habrá un cambio mayor en la práctica, como veremos, que establecerá el modelo para la práctica durante el resto de la primera parte del Libro de Ejercicios.

Por lo tanto, seguir las instrucciones de práctica para este repaso es muy importante, si queremos estar preparados para lo que está por venir. Te darás cuenta de que los repasos nos dan el pensamiento central para este repaso y las dos ideas de los temas que se están repasando, no hay comentarios añadidos. En cierto modo, se supone que nosotros pondremos ese comentario por nuestra cuenta. Se pretende que tomemos las ideas y dejemos que el Espíritu Santo explique el significado a nuestra mente, sin el apoyo de palabras escritas que nos ayuden. “Deja que cada palabra refulja con el significado que Dios le ha dado, tal como se te ha dado a ti a través de Su Voz” (7:4).

Quizá no te sientas preparado para esto. Confieso que la primera vez que hice el Libro de Ejercicios perdí bastante interés después de la primera parte, hacía las lecciones pero en realidad todo lo que hacía era leerlas, pensar en ellas durante un minuto o dos, y luego olvidarlas. Los repasos como éste me parecían inútiles. Dos o tres frases no eran suficiente para estimular mi mente, y aparentemente no estaba preparado para dejar que el Espíritu Santo “iluminase cada palabra en mi mente”. Puede que tú te encuentres en la misma situación. De todas formas, te digo: “intenta seguir las instrucciones”. Coge las pocas líneas que se dan para cada día y piensa en ellas. Piensa en ellas detenidamente. Piensa en lo que sabes acerca de su significado, y pide que se te enseñe más. Si te sirve, intenta empezar un diálogo con el Espíritu Santo sobre las ideas. Conviértelas en oraciones. Piensa en cómo puedes aplicarlas a tu vida. Guarda silencio delante de Dios y deja que el sentimiento de las ideas limpie tu mente. Haz cualquier cosa que te sea útil.

Quizá sientas que no lo estás haciendo muy bien, pero ¿cuál es el propósito de la práctica, sino aprender a hacer algo que no sabes hacer bien?

Fíjate en el pensamiento central para el repaso: “Mi mente alberga sólo lo que pienso con Dios” (2:2; 5:3). Las instrucciones nos dicen que pasemos cinco minutos dejando que este pensamiento, y sólo éste, ocupe nuestra mente y elimine todos los demás pensamientos. Lo que estamos haciendo es despejar el escenario, haciendo sitio para que el Espíritu Santo nos enseñe. Los cinco minutos pasados con esta idea cada día es nuestro periodo de preparación. Nos estamos preparando para recibir los pensamientos de Dios, a través de Su Espíritu Santo. Nos estamos preparando para tener la experiencia de unión con Dios.
Después de estos cinco minutos de preparación, se nos dice que tomemos los dos pensamientos del repaso, y que dejemos que su significado ilumine nuestra mente. Aquí no se da límite de tiempo, tenemos que repasarlos “lentamente” (7:2) y “sin prisa” (7:3). ¡Ciertamente esto necesita más que unos pocos segundos! Más bien varios minutos, como mínimo. Lo mejor es hacer este repaso sin preocupación por el tiempo, si son cinco minutos o veinticinco, no importa. Lo importante es que seamos uno con Dios, y dejar que Sus Pensamientos llenen nuestra mente. Como la lección dice de nuestras sesiones de repaso a cada hora, debemos hacerlas “con tiempo suficiente para que puedas ver los regalos que (las dos ideas) encierran para ti, y deja que se reciban allí donde se dispuso que fuesen recibidos” (8:2). El tiempo que dedicas se deja a tu elección.





AUDIOLIBRO 

 


 

EJERCICIOS

LECCION 141

Mi mente alberga sólo lo que pienso con Dios.



(121) El perdón es la llave de la felicidad.
(122) El perdón me ofrece todo lo que deseo. 




Instrucciones para la práctica

Propósito: Prepararnos para la segunda parte del Libro de Ejercicios (que no empieza hasta dentro de ochenta lecciones). El siguiente repaso (Quinto Repaso) habla de esta misma preparación. El Libro de Ejercicios parece dar por sentado que ya hemos pasado la peor parte (ver, por ejemplo, L.122.10:2), y que ahora, con mucha menos resistencia, podemos poner toda la atención en prepararnos para la cumbre del Libro de Ejercicios: la Segunda Parte.

Más largo: 2 (al principio y al final del día), durante siete minutos aproximadamente
.
Primero, pasa cinco minutos pensando en la idea central de este repaso: “Mi mente alberga sólo lo que pienso con Dios”. Acalla tu mente, y repite la idea una y otra vez, muy lentamente, poniendo toda tu atención en su significado. Deja que despeje y sustituya a toda tu habitual manera de pensar. Tus pensamientos habituales (como explican los párrafos 3 y 4) son realmente faltas de perdón disfrazadas. Puesto que estos pensamientos no son de Dios, ocultan la verdad de que tu mente alberga sólo lo que piensas con Dios. Al apartarlos y pensar sólo este pensamiento del Curso, entras en contacto con tu verdadero estado mental, en el que sólo piensa los Pensamientos de Dios. Esto te preparará para un día que refleja ese estado verdadero, en el que los pensamientos que se te ocurren proceden de Dios (ver 6:1-2).

Si tus pensamientos habituales intentan meterse por medio, elimínalos con el pensamiento central. Una sugerencia para estos momentos es usar las imágenes de 4:3. Imagina que tu mente es el océano. Poner uno de tus pensamientos habituales en tu mente es como un niño arrojando un palo al agua. ¿Cómo puede eso cambiar los grandes ritmos del océano (las mareas, el sol calentando el agua, la luna reflejándose sobre la superficie)? ¿Cómo puede eso cambiar los grandes pensamientos que compartes con Dios?
Después de estos cinco minutos, pasa a la segunda fase de la práctica. Lee las dos ideas del repaso, cierra los ojos, y repítelas mentalmente para tus adentros (muy, muy lentamente). Dios ha puesto un regalo dentro de cada palabra. Deja que tu mente reciba ese regalo. “Deja que cada palabra refulja con el significado que Dios le ha dado” (7:4). Recibe el pensamiento que Él ha puesto ahí para ti, pues ese recibir es el verdadero estado de tu mente.

El propósito de la primera fase de la práctica es prepararte para esta segunda fase. Al pasar cinco minutos con el pensamiento de Dios, te preparas a ti mismo para ver en las dos ideas únicamente el significado que Dios les ha dado.

Observaciones: Por la noche, repite la misma práctica. Date cuenta de que el pensamiento central ha hecho “de ese día una ocasión especial de bendición” (9:3), tanto para ti como para el mundo, debido a tu práctica llena de fe. Date cuenta también de que duermes rodeada con la gratitud de Dios por tu práctica. Pues ahora estás aprendiendo a reclamar la herencia que Dios te dio.

Más corto: Cada hora, durante un momento de silencio y quietud.
Esta es una pequeña versión de la práctica de la mañana y de la noche. Pasa un momento de quietud y silencio con el pensamiento central, y luego repite las dos ideas del repaso, lentamente, dándote tiempo para ver los preciosos regalos de significado que Dios ha puesto en ellas para ti.

Comentario

El perdón realmente nos ofrece todo lo que queremos, y sin el verdadero perdón no es posible la felicidad. Puede que todavía no creamos esto completamente y conscientemente, pero nuestra mente recta lo cree, y siempre lo ha creído. El perdón tiene efectos no sólo sobre lo que yo creo que el mundo me ha hecho (en realidad no le ha hecho nada a mi Ser), sino también sobre lo que no ha hecho que yo quería que hiciera. Cuanto más viejo se hace uno, más desilusionado está uno con el mundo. Hablamos de personas “hartas del mundo”y cínicas cuando envejecen, porque a pesar de las grandes esperanzas que teníamos cuando éramos más jóvenes, a pesar de las brillantes promesas que el mundo parecía hacernos, nos ha desilusionado. No nos ha hecho felices. Descubrimos que el mundo no es justo, que las personas buenas no siempre triunfan, que no siempre tenemos lo que queremos. Y cuando logramos lo que queremos, no es tan bueno como habíamos esperado.

El perdón consiste en reconocer que somos nosotros los que hemos inventado esas esperanzas acerca del mundo, y somos nosotros los que hemos hecho que nos desilusione. Hemos pedido lo imposible, nada de este mundo me satisfará nunca ni me hará feliz. La felicidad tiene que buscarse y encontrarse únicamente en nuestro estado natural, es decir, en la unión con Dios y con todos mis hermanos. Perdonar al mundo significa dejar de molestarse por sus imperfecciones. No podemos culpar al mundo de nuestro sufrimiento, tampoco podemos culparlo por no hacernos felices. No podemos culparlo por nada en absoluto. Cuando por fin dejamos de crujir los dientes, relajamos los puños, y nuestra respiración se calma al liberar esos antiguos resentimientos, lo que descubrimos es nuestra felicidad natural, que ha estado ahí todo el tiempo, pero oculta por nuestra falta de perdón.





TEXTO



10. Alaba, pues, al Padre por la perfecta cordura de Su santísimo Hijo. 2Tu Padre sabe que no tienes necesidad de nada. 3Esto es así en el Cielo, pues, ¿qué podrías necesitar en la eternidad? 4En tu mundo ciertamente tienes necesidad de cosas. 5El mundo en el que te encuentras en un mundo de escasez porque estás necesi­tado. 6Sin embargo, ¿te podrías encontrar a ti mismo en un mundo así? 7Sin el Espíritu Santo la respuesta sería no. 8Pero debido a Él, la respuesta es un gozoso sí. 9Por ser el mediador entre los dos mundos, Él sabe lo que necesitas y lo que no te hará daño. 10El concepto de posesión es un concepto peligroso si se deja en tus manos. 11El ego quiere poseer cosas para salvarse, pues poseer es su ley. 12Poseer por poseer es el credo fundamental del ego y una de las piedras angulares de los templos que se erige a sí mismo. 13El ego exige que deposites en su altar todas las cosas que te ordena obtener, y no deja que halles gozo alguno en ellas.

11. Todo lo que el ego te dice que necesitas te hará daño. 2Pues si bien el ego te exhorta una y otra vez a que obtengas todo cuanto puedas, te deja sin nada, pues te exige que le des todo lo que obtienes. 3Y aun de las mismas manos que lo obtuvieron, será arrebatado y arrojado al polvo. 4Pues donde el ego ve salvación, ve también separación, y de esta forma pierdes todo lo que has adquirido en su nombre. 5No te preguntes a ti mismo, por-lo tanto, qué es lo que necesitas, pues no lo sabes, y lo que te aconse­jes ti mismo te hará daño. 6Pues lo que crees necesitar servirá simplemente para fortificar tu mundo contra la luz y para hacer que no estés dispuesto a cuestionar el valor que este mundo tiene realmente para ti.

12. Sólo el Espíritu Santo sabe lo que necesitas. 2Pues Él te provee­rá de todas las cosas que no obstaculizan el camino hacia la luz. 3¿Qué otra cosa podrías necesitar? 4Mientras estés en el tiempo, Él te proveerá de todo cuanto necesites, y lo renovará siempre que tengas necesidad de ello. 5No te privará de nada mientras lo necesites. 6Mas Él sabe que todo cuanto necesitas es temporal, y que sólo durará hasta que dejes a un lado todas tus necesidades y te des cuenta de que todas ellas han sido satisfechas. 7El Espíritu Santo no tiene, por lo tanto, ningún interés en las cosas que te proporciona. aLo único que le interesa es asegurarse de que no te valgas de ellas para prolongar tu estadía en el tiempo. 8Sabe que ahí no estás en casa, y no es Su Voluntad que demores tu jubiloso regreso a tu hogar.

13. Deja, por lo tanto, todas tus necesidades en Sus manos. 2Él las colmará sin darles ninguna importancia. 3Lo que Él te provee no conlleva ningún riesgo, pues Él se asegurará de que no pueda convertirse, en un punto tenebroso, oculto en tu mente y que se conserva para hacerte daño. 4Bajo Su dirección viajarás ligero de equipaje y sin contratiempos, pues Él siempre tiene puestas Sus miras en el final de la jornada, que es Su objetivo. 5El Hijo de Dios no es un viajero por mundos externos. 6No importa cuán santa pueda volverse su percepción, ningún mundo externo a él con­tiene su herencia. 7Dentro de sí mismo no tiene necesidades de ninguna clase, pues la luz sólo necesita brillar en paz para dejar que desde sí misma sus rayos se extiendan quedamente hasta el infinito.

14. Siempre que te sientas tentado de emprender un viaje inútil que no haría sino alejarte de la luz, recuerda lo que realmente quieres, y di:  

  
2El Espíritu. Santo me conduce hasta Cristo, pues, ¿a qué otro sitio querría ir?
3¿Qué otra necesidad tengo, salvo la  de despertar en Él?

15. Síguele luego lleno de júbilo, confiando en que Él te conducirá a salvo a través de todos los peligros que este mundo pueda pre­sentar ante ti para alterar tu paz mental. 2No te postres ante los altares del sacrificio, ni busques lo que sin duda perderías. 3Conténtate con lo que, sin duda también, has de conservar, y no pier­das la calma, pues el viaje que estás emprendiendo hacia la paz de Dios, en cuya quietud Él quiere que estés, es un viaje sereno.

16. En mí ya has superado cualquier tentación que pudiera demo­rarte. 2Juntos recorremos la senda que conduce a la quietud, que es el regalo de Dios. 3Tenme en gran estima, pues, ¿qué otra cosa puedes necesitar, sino a tus hermanos? 4Te devolveremos la paz mental que juntos tenemos que encontrar. 5El Espíritu Santo te enseñará cómo despertar a lo que nosotros somos y a lo que tú eres. 6Ésta es la única necesidad real que hay que satisfacer en el tiempo. 7Salvarse del mundo consiste sólo en eso. 8Mi paz te doy. 9Acéptala de mí en gozoso intercambio por todo lo que el mundo te ha ofrecido para luego arrebatártelo. 10Y la extenderemos como un manto de luz sobre la triste faz del mundo, en el que ocultare­mos a nuestros hermanos del mundo, y a éste de ellos.

17. Solos no podemos cantar el himno redentor. 2Mi tarea no habrá concluido hasta que haya elevado todas las voces junto con la mía. 3Sin embargo, no es propiamente mía, pues así como ella es el regalo que yo te hago, fue asimismo el regalo que el Padre me hizo a mí a través de Su Espíritu. 4Su sonido desvanecerá toda aflicción de la mente del santísimo Hijo de Dios, donde la aflic­ción no puede morar. 5En el tiempo, la curación es necesaria, pues el júbilo no puede establecer su eterno reino allí donde mora la aflicción. 6Tú no moras aquí, sino en la eternidad. 7Eres un viajero únicamente en sueños, mientras permaneces a salvo en tu hogar. 8Dale las gracias a cada parte de ti a la que hayas enseñado a que te recuerde. 9Así es como el Hijo de Dios le da las gracias a su Padre por su pureza.



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