DESPERTAR AL AMOR

viernes, 10 de agosto de 2018

10 AGOSTO: Dios está conmigo. Vivo y me muevo en Él.

AUDIOLIBRO

EJERCICIOS



LECCIÓN 222



Dios está conmigo. Vivo y me muevo en Él.



1. Dios está conmigo. 2Él es mi Fuente de vida, la vida interior, el aire que respiro, el alimento que me sustenta y el agua que me renueva y me purifica. 3Él es mi hogar, en el que vivo y me muevo; el Espíritu que dirige todos mis actos, me ofrece Sus Pen­samientos y garantiza mi perfecta inmunidad contra todo dolor. 4Él me prodiga bondad y cuidado, y contempla con amor al Hijo sobre el que resplandece, el cual a su vez resplandece sobre Él. 5¡Qué serenidad la de aquel que conoce la verdad de lo que Él dice hoy! 
 

2. Padre, no tenemos en nuestros labios ni en nuestras mentes otras palabras que Tu Nombre, cuando acudimos silenciosamente ante Tu Pre­sencia, pidiendo que se nos conceda poder descansar Contigo por un rato en paz.




Instrucciones para la práctica

Propósito: Dar los últimos pasos a Dios. Esperar a que Él dé el último paso.

Tiempo de quietud por la mañana/ noche: Tanto tiempo como sea necesario.
Lee la lección.
Utiliza la idea y la oración para dar comienzo al tiempo de quietud. No dependas de las palabras. Utilízalas como una sencilla invitación a Dios para que venga a ti.

         Siéntate en silencio y espera a Dios. Espera en quieta expectación a que Él se revele a Sí Mismo a ti. Busca únicamente la experiencia de Dios directa, profunda y sin palabras. Estate seguro de Su llegada, y no tengas miedo. Pues Él ha prometido que cuando Le invites, vendrá. Únicamente pides que cumpla Su antigua promesa, que Él quiere cumplir. Estos momentos de quietud son tu regalo a Él.

Recordatorios cada hora: No te olvides.
Da gracias a Dios por haber permanecido contigo y porque siempre estará ahí para contestar tu llamada a Él.

Recordatorios frecuentes: Tan a menudo como sea posible, incluso cada minuto.
Recuerda la idea. Permanece con Dios, deja que Él te ilumine.

Respuesta a la tentación: Cuando te sientas tentado a olvidarte de tu objetivo.
Utiliza la idea del día como una llamada a Dios y desaparecerán todas las tentaciones.

Lectura: Antes de uno de los momentos de práctica del día.

         Lee lentamente la sección “¿Qué es?”.
         Piensa en ella durante un rato.

Observaciones generales: Ahora, en esta parte final del año que tú y Jesús habéis pasado juntos, empiezas a alcanzar el objetivo de las prácticas, que es el objetivo del Curso. Jesús está tan cerca que no puedes fracasar. Has recorrido una gran parte del camino. No mires hacia atrás. Fija la mirada en el final del camino. No habrías podido llegar tan lejos si no te hubieses dado cuenta de que quieres conocer a Dios. Y eso es todo lo que se necesita para que Él venga a ti.

Comentario

De nuevo se nos lleva a la Presencia de Dios, sin palabras, en silencio y quietud. Somos conscientes únicamente de Dios, con Su Nombre en nuestros labios.

¿Qué significa “vivo y me muevo en Dios”? Éste es el mensaje que el Apóstol Pablo llevó a los Atenienses, hablando del “dios desconocido”, y diciendo: “en Él vivimos, y nos movemos y tenemos nuestro ser” (Hechos de los A. 17:16-28). La lección habla de la Presencia de Dios en todos y en todo, que Dios está en todas partes y “en todo momento”. En hermosas imágenes, la lección saca nuestros pensamientos a la Presencia que todo lo llena, que nunca está separada de nosotros, “más cerca que mi propia respiración, y más cerca que mis manos y pies”, como escribió Tennyson.

Esto son imágenes y no literal (en mi opinión). Si el mundo es una ilusión, como dice a menudo el Curso, Dios no es literalmente “el agua que me renueva y me purifica” (1:2). Esto está hablando de nuestra realidad espiritual, donde realmente estamos. Dios es la realidad de todas las cosas que buscamos en el mundo para alimento y sustento, Dios es la verdadera Fuente de nuestra vida. Pensamos que vivimos en el mundo, pero vivimos en Dios. Pensamos que nuestro cuerpo contiene nuestra vida, pero Él es nuestra vida. Pensamos que respiramos aire, pero Le respiramos a Él. Dios es nuestro verdadero alimento y nuestra verdadera bebida, nuestro verdadero Hogar. No vivimos ni nos movemos en el mundo, vivimos y nos movemos en Dios.


Leer esta lección en voz alta es un ejercicio excelente. O convertir la primera parte en una oración: “Tú eres mi Fuente de vida... Tú eres mi hogar”. Usa estas palabras al comienzo de tu periodo de práctica para poner tu mente en un estado de consciencia de estar lleno de Dios y dentro de Él, protegido por su amoroso cuidado. Luego, aquiétate, y entra dentro de esa Presencia, para descansar con Él en paz durante un rato.




¿Qué es el perdón? (Parte 2)

L.pII.1.1:2-7

Dice: “El perdón no perdona pecados, otorgándoles así realidad. Simplemente ve que no hubo pecado” (1:2-3).

Ésta es la distinción entre el verdadero perdón y el falso perdón, que La Canción de la Oración llama “perdón-para-destruir” (Canción 2:1-2). Hay una gran diferencia entre ver pecado en alguien y luchar para pasarlo por alto o contener el deseo de castigarle, y ver no un pecado sino un error y una petición de ayuda de un Hijo de Dios confundido, y de manera natural responder con amor. Cuando el Espíritu Santo nos permite ver el “pecado” de otro de esta manera, de repente podemos ver nuestros propios”pecados” en esa misma luz. En lugar de intentar justificar nuestros propios errores, podemos admitir que son errores y abandonarlos sin culpa.

El pecado es simplemente “una idea falsa acerca del Hijo de Dios” (1:5). Es una falsa evaluación de uno mismo proyectada sobre todos a nuestro alrededor. Es la creencia de que verdaderamente estamos separados, de que somos los agresores del Amor de Dios en nuestra separación, y vemos agresores por todas partes.

Aquí (1:6-7) el perdón se ve en tres pasos. Primero, vemos la falsedad de la idea del pecado. Reconocemos que no ha habido pecado, el Hijo de Dios (en el otro o en nosotros) sigue siendo el Hijo de Dios, y no un demonio. Se ha equivocado, pero no ha pecado. Segundo, siguiendo de cerca al primer paso y como consecuencia de él, abandonamos la idea de pecado. Renunciamos a ella. Abandonamos nuestras quejas, renunciamos a nuestros pensamientos de ataque. Sólo el primer paso depende de nuestra elección, el segundo paso resultado del primero. Cuando ya no vemos más el ataque, ¿qué razón hay para castigar con un contraataque?

El tercer paso es cosa de Dios. Algo viene a ocupar el lugar del pecado, la Voluntad de Dios es libre para fluir a través de nosotros sin que nuestras ilusiones se lo impidan, y el Amor sigue su curso natural. En esto experimentamos nuestro verdadero Ser, la extensión del propio Amor de Dios.


Todo lo que necesitamos hacer, si se le puede llamar hacer, es estar dispuesto a ver algo distinto al ataque, algo distinto al pecado. Necesitamos estar dispuestos a admitir que nuestra percepción del pecado es falsa. Cuando lo hagamos, el Espíritu Santo compartirá con nosotros Su percepción. Él sabe cómo perdonar, nosotros no lo sabemos. Nuestro papel consiste simplemente en pedirle que Él nos enseñe. Él hace el resto, y todo sucede como resultado de ese estar dispuestos.



TEXTO


i. La atracción de la culpabilidad


10. La atracción de la culpabilidad hace que se le tenga miedo al amor, pues el amor nunca se fijaría en la culpabilidad en absoluto. 2La naturaleza del amor es contemplar solamente la verdad ­-donde se ve a sí mismo- y fundirse con ella en santa unión y en compleción. 3De la misma forma en que el amor no puede sino mirar más allá del miedo, así el miedo no puede ver el amor. 4Pues en el amor reside el fin de la culpabilidad tan inequívocamente como que el miedo depende de ella. 5El amor sólo se siente atraí­do por el amor. 6Al pasar por alto completamente a la culpabili­dad, el amor no ve el miedo. 7Al estar totalmente desprovisto de ataque es imposible que pueda temer. 8El miedo se siente atraído por lo que el amor no ve, y ambos creen que lo que el otro ve, no existe. 9El miedo contempla la culpabilidad con la misma devo­ción con la que el amor se contempla a sí mismo. 10Y cada uno de ellos envía sus mensajeros, que retornan con mensajes escritos en el mismo lenguaje que se utilizó al enviarlos.

11. El amor envía a sus mensajeros tiernamente, y éstos retornan con mensajes de amor y de ternura. 2los mensajeros del miedo se les ordena con aspereza que vayan en busca de culpabilidad, que hagan acopio de cualquier retazo de maldad y de pecado que puedan encontrar sin que se les escape ninguno so pena de muerte, y que los depositen ante su señor y amo respetuosa­mente. 3La percepción no puede obedecer a dos amos que piden distintos mensajes en lenguajes diferentes. 4El amor pasa por alto aquello en lo que el miedo se cebaría. 5Lo que el miedo exige, el amor ni siquiera lo puede ver. 6La intensa atracción que la culpa­bilidad siente por el miedo está completamente ausente de la tierna percepción del amor. 7Lo que el amor contempla no signi­fica nada para el miedo y es completamente invisible.

12. Las relaciones que se entablan en este mundo son el resultado de cómo se ve el mundo. 2Y esto depende de la emoción a la que se pidió que enviara sus mensajeros para que lo contemplasen y regresasen trayendo noticias de lo que vieron. 3A los mensajeros del miedo se les adiestra mediante el terror, y tiemblan cuando su amo los llama para que le sirvan. 4Pues el miedo no tiene compa­sión ni siquiera con sus amigos. 5Sus mensajeros saquean culpa­blemente todo cuanto pueden en su desesperada búsqueda de culpabilidad, pues su amo los deja hambrientos y a la intemperie, instigando en ellos la crueldad y permitiéndoles que se sacien únicamente de lo que le llevan. 6Ni el más leve atisbo de culpabi­lidad se escapa de sus ojos hambrientos. 7Y en su despiadada búsqueda de pecados se abalanzan sobre cualquier cosa viviente que vean, y dando chillidos se la llevan a su amo para que él la devore.

13. No envíes al mundo a esos crueles mensajeros para que lo devoren y se ceben en la realidad. 2Pues te traerán noticia de carne, pellejo y huesos. 3Se les ha enseñado a buscar lo corrupti­ble, y a retornar con los buches repletos de cosas podridas y des­compuestas. 4Para ellos tales cosas son bellas, ya que parecen mitigar las crueles punzadas del hambre. 5Pues el dolor del miedo los pone frenéticos, y para evitar el castigo de aquel que los envía, le ofrecen lo que tienen en gran estima.

14. El Espíritu Santo te ha dado los mensajeros del amor para que los envíes en lugar de aquellos que adiestraste mediante el terror. 2Están tan ansiosos de devolverte lo que tienen en gran estima como los otros. 3Si los envías, sólo verán lo bello y lo puro, lo tierno y lo bondadoso. 4Tendrán el mismo cuidado de que no se les escape ningún acto de caridad, ninguna ínfima expresión de perdón ni ningún hálito de amor. 5retornarán con todas las cosas bellas que encuentren para compartirlas amorosamente contigo. 6No tengas miedo de ellos. 7Te ofrecen la salvación. 8Sus mensajes son mensajes de seguridad, pues ven el mundo como un lugar bondadoso.

15. Si envías únicamente los mensajeros que el Espíritu Santo te da, sin desear otros mensajes que los suyos, nunca más verás el miedo. 2El mundo quedará transformado ante tu vista, limpio de toda culpabilidad y teñido de una suave pincelada de belleza. 3No hay miedo en el mundo que tú mismo no hayas sembrado en él. 4Ni ninguno que puedas seguir viendo después de pedirles a los mensajeros del amor que lo desvanezcan. 5El Espíritu Santo te ha dado Sus mensajeros para que se los envíes a tu hermano y para que retornen a ti con lo que el amor ve. 6Se te han dado para reemplazar a los hambrientos perros del miedo que enviabas en su lugar. 7Y marchan adelante para dar a conocer que el fin del miedo ha llegado.

16. El amor también quiere desplegar ante ti un festín sobre una mesa cubierta con un mantel inmaculado, en un plácido jardín donde sólo se oye un cántico angelical y un suave y feliz murmu­llo. 2Es éste un banquete en honor de tu relación santa, en el que todo el mundo es un invitado de honor. 3Y en un instante santo todos bendecís la mesa de comunión juntos, al uniros fraternal­mente ante ésta. 4Yo me uniré a vosotros ahí, tal como lo prometí hace mucho tiempo y como todavía lo sigo prometiendo. 5Pues en vuestra nueva relación se me da la bienvenida. 6Y donde se me da la bienvenida allí estoy.





17. Se me da la bienvenida en un estado de gracia, lo cual quiere decir que finalmente me has perdonado. 2Pues me convertí en el símbolo de tu pecado, y por esa razón tuve que morir en tu lugar. 3Para el ego el pecado significa muerte, y así la expiación se alcanza mediante el asesinato. 4Se considera que la salvación es un medio a través del cual el Hijo de Dios fue asesinado en tu lugar. 5Mas ¿iba acaso ofrecerte a ti, a quien quiero, mi cuerpo, sabiendo lo insignificante que es? 6¿O, por el contrario, te enseña­ría que los cuerpos no nos pueden separar? 7Mi cuerpo no fue más valioso que el tuyo; ni fue tampoco un mejor instrumento para comunicar lo que es la salvación, si bien no Su fuente.8Nadie puede morir por otro, y la muerte no expía los pecados. 9Pero puedes vivir para mostrar que la muerte no es real. 10El cuerpo ciertamente parecerá ser el símbolo del pecado mientras creas que puede proporcionarte lo que deseas. 11Y mientras creas que puede darte placer, creerás también que puede causarte dolor. 12Pensar que podrías estar contento y satisfecho con tan poco es herirte a ti mismo; y limitar la felicidad de la que podrías gozar es recurrir al dolor para que llene tus escasas reservas y haga tu vida más plena. 13Esto es compleción tal como el ego lo entiende. 14Pues la culpabilidad se infiltra subrepticiamente allí donde se ha desplazado a la felicidad, y la substituye. 15La comu­nión es otra forma de compleción, que se extiende más allá de la culpabilidad porque se extiende más allá del cuerpo.




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