DESPERTAR AL AMOR

lunes, 11 de marzo de 2019

11 MARZO: Mi salvación procede de mí.

AUDIOLIBRO



EJERCICIOS


LECCION 70 


Mi salvación procede de mí.


1. Toda tentación no es más que una variante de la tentación básica de no creer la idea de hoy. 2La salvación parece proceder de cualquier parte excepto de ti. 3Lo mismo se puede decir del origen de la culpabilidad. 4Tú no crees que la culpabilidad y la salvación estén en tu mente y sólo en tu mente. 5Cuando te des cuenta de que la culpabilidad es sólo una invención de la mente, te darás cuenta también de que la culpabilidad y la salvación tienen que encontrarse en el mismo lugar. 6Al entender esto te salvas.

2. El aparente costo de aceptar la idea de hoy es el siguiente: significa que nada externo a ti puede salvarte ni nada externo a ti puede brindarte paz. 2Significa también que nada externo a ti te puede hacer daño, perturbar tu paz o disgustarte en modo alguno. 3La idea de hoy te pone a cargo del universo, donde te corresponde estar por razón de lo que eres. 4No es éste un papel que se pueda aceptar parcialmente. 5Y seguramente habrás comenzado a darte cuenta de que aceptarlo es la salvación.

3. Es probable, no obstante, que aún no esté claro para ti por qué razón reconocer que la culpabilidad está en tu propia mente con­lleva asimismo darte cuenta de que la salvación está allí también. 2Dios no habría puesto el remedio para la enfermedad donde no te pudiese servir de nada. 3Así es como funciona tu mente, pero no la Suya. 4Él quiere que sanes, y por eso mantiene la Fuente de la curación allí donde hay necesidad de curación.

4. Tú has tratado de hacer justamente lo contrario, intentando por todos los medios, no importa cuán distorsionados o extrava­gantes, separar la curación de la enfermedad a la que estaba des­tinada, conservando de este modo la enfermedad. 2Tu propósito ha sido asegurarte de que la curación no tuviese lugar. 3El propó­sito de Dios ha sido asegurarse de que sí tuviese lugar.

5. Nuestra práctica de hoy consiste en darnos cuenta de que la Voluntad de Dios y la nuestra coinciden completamente en esto. 2Dios quiere que sanemos, y nosotros no queremos realmente estar enfermos, pues eso no nos hace felices. 3Al aceptar la idea de hoy, por lo tanto, estamos en realidad de acuerdo con Dios. 4Él no quiere que estemos enfermos. 5Nosotros tampoco. 6Él quiere que nos curemos. 7Nosotros también.

6. Hoy estamos listos para dos sesiones de práctica largas, cada una de las cuales debe tener una duración de diez a quince minu­tos. 2Dejaremos, no obstante, que seas tú quien decida cuándo llevarlas a cabo. 3Seguiremos esta norma en varias de las leccio­nes sucesivas, por lo que una vez más sería mejor que decidieses de antemano la mejor hora para llevar a cabo cada una de las sesiones de práctica y que luego te adhirieses lo más fielmente posible al horario establecido.

7. Empieza estas sesiones de práctica repitiendo la idea de hoy, añadiendo una afirmación en la que se vea expresado tu recono­cimiento de que la salvación no procede de nada externo a ti. 2Podrías, por ejemplo, decir lo siguiente:

3Mi salvación procede de mí. 4No puede proceder de nin­guna otra parte.

5Dedica después varios minutos, con los ojos cerrados, a revisar algunas de las fuentes externas en las que en el pasado buscaste la salvación: en otra gente, en posesiones, en diversas situaciones y acontecimientos, y en conceptos de ti mismo que intentaste con­vertir en realidad. 6Reconoce que la salvación no se encuentra en nada de eso, y dite a ti mismo:

7Mi salvación no puede proceder de ninguna de esas cosas.
8Mi salvación procede de mí, y sólo de mí.

8. Trataremos ahora nuevamente de llegar a la luz en ti, que es donde realmente se encuentra tu salvación. 2No puedes encon­trarla en las nubes que rodean la luz, y es ahí donde la has estado buscando. 3No está ahí. 4Está más allá de las nubes, en la luz que se encuentra tras ellas. 5Recuerda que tienes que atravesar las nubes antes de poder llegar a la luz. 6Pero recuerda también que jamás encontraste nada que fuese duradero o que realmente qui­sieras en los tapices de nubes que te imaginabas.

9. Puesto que todas las ilusiones de salvación te han fallado, segu­ramente no querrás quedarte en las nubes buscando en vano ído­los falsos, cuando te sería tan fácil llegar hasta la luz de la verdadera salvación. 2Trata de ir más allá de las nubes utilizando cualquier medio que te atraiga. 3Si te resulta útil, piensa que te estoy llevando de la mano, y que te estoy guiando. 4Y te aseguro que esto no será una vana fantasía.

10. Para las sesiones de práctica cortas y frecuentes de hoy, recuér­date a ti mismo que la salvación procede de ti y que nada, salvo tus propios pensamientos, puede impedir tu progreso. 2Estás libre de toda interferencia externa. 3Estás a cargo de tu salvación. 4Estás a cargo de la salvación del mundo. 5Di, entonces:

6Mi salvación procede de mí.
7No hay nada externo a mí que me pueda detener. 

8En mí se encuentra la salvación del mundo y la mía propia.




Instrucciones para la práctica


Propósito: Darte cuenta de que la salvación no está fuera de ti, que tanto la enfermedad como el remedio están dentro, y que estás unido a Dios en querer el remedio para ti mismo.

Ejercicios más largos: 2 veces, duración de diez a quince minutos. 

  • Repite: Mi salvación procede de mí. No puede proceder de ninguna otra parte”. 
  • Cierra los ojos y durante varios minutos repasa lugares externos en los que has buscado la salvación: personas, posesiones, situaciones, acontecimientos, imágenes de ti mismo. Di: “Mi salvación no puede proceder de ninguna de esas cosas (intenta de verdad sentir esto). Mi salvación procede de mí, y sólo de mí”. 
  • Luego entra de nuevo en meditación, intentando una vez más atravesar las nubes y llegar a la luz en ti. Utiliza la misma técnica de ayer (puedes repasar esas instrucciones si lo deseas). Hoy la diferencia está en que las nubes, en lugar de ser tus resentimientos, son las cosas externas en las que has buscado la salvación. Ya que tu mente se ha quedado aferrada a estas nubes (patrones de conducta), puede resultar poco fácil no quedarse enganchado en ellas. No importa qué método utilices para dejar atrás las nubes, lo que importa es tu deseo y decisión firme de dejarlas atrás. Un método que te puede ser muy útil es imaginar que Jesús te lleva de la mano al atravesar las nubes hacia la luz. Él dice que si lo haces así, no será una imaginación.

Observaciones: Ahora que vamos a subir a dos periodos de práctica más largos, tienes que hacer lo mismo que antes: decidir de antemano cuando harás esas sesiones más largas y luego esforzarte para mantener esa decisión. Para acordarte de por qué es importante, lee las “observaciones” del comentario de la Lección 65.

Recordatorios frecuentes: A menudo.
Di: “Mi salvación procede de mí. No hay nada externo a mí que me pueda detener. En mí se encuentra la salvación del mundo y la mía propia”. Mientras dices esto, recuerda que únicamente tus propios pensamientos pueden impedir tu progreso. Esto te pone a ti a cargo de la salvación.

Comentario

El mensaje de esta lección es una de las enseñanzas centrales del Curso. La culpa y la salvación están en mi propia mente, y no en otro sitio. “La culpabilidad es sólo una invención de la mente” (1:5)

Es muy tentador poner la culpa de mis problemas en algún lugar fuera de mí. Instintivamente evito aceptar la responsabilidad de cualquier problema que tenga, y la idea de que todos ellos están en mi mente y en ningún otro sitio es aplastante. Sin embargo, considera las consecuencias de la otra alternativa: que la fuente de mis problemas y de mi culpa están fuera de mí. Si ése es el caso, soy una víctima indefensa de estas fuerzas externas. No puedo hacer nada al respecto, excepto despotricar y criticar, lanzando insultos y culpa, y pedir misericordia de unos poderes a los que no les importo.

Sin embargo, si mis problemas se encuentran únicamente en mi propia mente, entonces puedo hacer algo al respecto. De hecho, sólo yo puedo hacer algo, y nada externo a mí me puede impedir que lo haga. “No hay nada externo a mí que me pueda detener” (10:7). Yo tengo todo el control, mi salvación procede de mí, y sólo de mí. No dependo de nada de fuera de mí mismo, y por lo tanto ya soy libre.

El “costo” de reconocer que la salvación procede de mí y de ningún otro sitio es que tengo que abandonar cualquier idea de que la “caballería” va a aparecer a rescatarme. “Nada externo a ti puede salvarte ni nada externo a ti puede brindarte paz” (2:1). Nada ni nadie puede hacerlo por mí. Depende de mí. Mi pareja no lo va a hacer por mí. Mi posición y mis riquezas no lo van a hacer por mí. Mi psiquiatra no lo va a hacer por mí, tampoco mi maestro o gurú. Ni siquiera Jesús lo hará por mí. El Curso no lo hará por mí. Cualquiera de estos o todos ellos pueden apoyarme, ayudarme, animarme; sin embargo, al final, mi salvación vendrá de mí mismo, de las elecciones de mi propia mente. “La idea de hoy te pone a cargo del universo, donde te corresponde estar por razón de lo que eres” (2:3). Impresionante y un poco alarmante. Yo no quiero creer que tengo tal poder, pero el no creerlo es lo que me metió en este lío. Ahí está mi enfermedad.

¡Buenas noticias! Dios quiere que sanemos y seamos felices, y nosotros también. Por lo tanto, nuestra voluntad es una con la de Dios. Hemos estado eligiendo la enfermedad pero realmente no la queremos, porque nos hace desgraciados. Así que podemos estar de acuerdo con Dios y elegir de nuevo, elegir estar bien en lugar de enfermos.

En el ejercicio de hoy nos imaginamos a nosotros mismos apartando de nuevo las nubes para llegar a la luz. Ayer las nubes representaban nuestros resentimientos; hoy, representan las cosas en las que hemos buscado la salvación. “No puedes encontrarla (la salvación) en las nubes que rodean la luz, y es ahí donde la has estado buscando” (8:2). Por extraño que parezca, los resentimientos y los objetos en los que hemos buscado la salvación no son tan diferentes; un resentimiento contra un hermano es también una afirmación de que algo de ese hermano nos hace desgraciados, lo que le convierte también en una posible fuente de salvación: yo sería feliz si él cambiara. Ver la salvación fuera de mí mismo o tener un resentimiento son medios por los que cedo mi poder y niego mi única responsabilidad por el universo de mi mente.

En el ejercicio de apartar las nubes, Jesús nos dice: “Si te resulta útil, piensa que te estoy llevando de la mano, y que te estoy guiando. Y te aseguro que esto no será una vana fantasía” (9:3-4). Para algunos de nosotros, nos será útil imaginarnos agarrándonos a la mano de Jesús y siendo conducidos a través de las nubes. Para otros, la imagen puede resultar más desconcertante que útil; quizá es necesario sanar nuestra relación con él antes de que esa imagen nos resulte atrayente; por lo pronto yo encuentro inmensamente útil imaginar a alguien que ya ha estado ahí y que ha vuelto, y que quiere guiarme en el proceso. Él no puede hacerlo por mí, pero con total seguridad puede ayudarme.

A veces pienso en Jesús como la parte de mi mente que ya ha despertado. Y él es parte de mí, tal como tú lo eres, y como todos lo son. Él no es un ser divino impresionante a quien no puedo siquiera parecerme. Él es yo, recordando. Él es yo, despierto. Tomar su mano es identificarme con el Cristo en mí.

¡Ve derecho a la luz hoy!






TEXTO


VII. La totalidad del Reino



1. Siempre que le niegas la bendición a un hermano te sientes desposeído, ya que la negación es tan total como el amor. 2Negar parte de la Filiación es tan imposible como lo es amarla sólo en parte. 3No es posible tampoco amarla totalmente sólo a veces. 4No puedes estar, totalmente comprometido sólo en algunas ocasiones. 5La negación de por sí  no tiene ningún poder, pero tú puedes conferirle el poder de tu mente, el cual es ilimitado. 6Si lo utilizas para negar la realidad, ésta desaparece de tu conciencia. 7Es imposible apreciar la realidad parcialmente. 8Por eso es por lo que cuando niegas parte de ella pierdes la conciencia de toda ella. 9La negación, no obstante, es una defensa y, por ello, puede usarse constructivamente así como negativamente. 10Si se usa negativa­mente es destructiva, porque se usa para atacar. 11Pero puesta al servicio del Espíritu Santo, puede ayudarte a reconocer parte de la realidad y, por consiguiente, a apreciarla en su totalidad. 12La mente es demasiado poderosa como para estar sujeta a ninguna exclusión. 13Nunca podrás excluirte a ti mismo de tus pensamien­tos.


 2. Cuando un hermano actúa insensatamente, te está ofreciendo una oportunidad para que lo bendigas. 2Su necesidad es la tuya. 3Tú necesitas la bendición que puedes darle. 4No hay manera de que tú puedas disponer de ella excepto dándola. 5Ésa es la ley de Dios, la cual no hace excepciones. 6Careces de aquello que niegas, no porque haya carencia de ello, sino porque se lo has negado a otro, y, por lo tanto, no eres consciente de ello en ti. 7Lo que crees ser determina tus reacciones, y lo que deseas ser es lo que crees que eres. 8Lo que deseas ser, entonces, determina forzosamente todas tus reacciones.  

3. No necesitas la bendición de Dios porque de ella ya dispones para siempre, pero sí necesitas la tuya propia. 2La imagen que el ego tiene de ti es la de un ser desposeído, vulnerable e incapaz de amar. 3No puedes amar semejante imagen. 4Sin embargo, puedes escaparte muy fácilmente de ella abandonándola. 5Tú no formas parte de esa imagen, ni ella es lo que tú eres. 6No veas esa imagen en nadie, o la habrás aceptado como lo que eres tú. 7Todas las ilusiones acerca de la Filiación se desvanecen al unísono tal como fueron forjadas al unísono. 8No le enseñes a nadie que él es lo que tú no querrías ser. 9Tu hermano es el espejo en el que ves refle­jada la imagen que tienes de ti mismo mientras perdure la per­cepción. 10Y la percepción perdurará hasta que la Filiación reconozca que es íntegra. 11Tú inventaste la percepción, y ésta perdurará mientras la sigas deseando.

4. Las ilusiones son inversiones. 2Perdurarán mientras les sigas atribuyendo valor. 3Todos los valores son relativos, mas todos son poderosos porque son juicios mentales. 4La única manera de desvanecer las ilusiones es retirando de ellas todo el valor que les has otorgado. aAl hacer eso dejan de tener vida para ti porque las has expulsado de tu mente. 5Mientras sigas incluyéndolas en tu mente estarás infundiéndoles vida. 6Mas no hay nada en ellas que pueda recibir tu regalo.  

5. El don de la vida es tuyo para que lo des, ya que fue algo que se te dio. 2No eres consciente de él porque no lo das. 3No puedes hacer que lo que no es nada tenga vida, puesto que es imposible darle vida a lo que no es nada. 4Por lo tanto, no estás extendiendo el don que a la vez tienes y eres, y consecuentemente no puedes conocer a tu propio Ser. 5Toda confusión procede de no extender vida, ya que ésa no es la Voluntad de tu Creador. 6Separado de Él no puedes hacer nada, y ciertamente no haces nada separado de Él. 7Sigue el camino que Él te señala para que puedas recordar quién eres, y muéstraselo a otros, no sea que te olvides de ti mismo. 8Honra únicamente a los Hijos del Dios viviente, y alégrate de poder contarte entre ellos.  

6.  Honrar a tus hermanos es el único regalo apropiado para quie­nes Dios Mismo creó dignos de honor, y a quienes honra. 2Mués­trales el aprecio que Dios siempre les concede, pues son Sus Hijos amados en quienes Él se complace. 3No puedes estar separado de ellos porque no estás separado de Él. 4Descansa en Su Amor y protege tu descanso amando. 5Pero ama todo lo que Él creó -de lo cual formas parte- o no podrás aprender lo que es Su paz y aceptar Su don para ti mismo y como tú mismo. 6No podrás cono­cer tu propia perfección hasta que no hayas honrado a todos los que fueron creados como tú.  

7. Sólo un Hijo de Dios es un maestro lo suficientemente digno como para poder enseñar a otro. 2En todas las mentes hay un solo Maestro que enseña la misma lección a todo el mundo. 3Él siem­pre te enseña la inestimable valía de cada Hijo de Dios, y lo hace con infinita paciencia, nacida del Amor infinito en nombre del cual habla. 4Todo ataque es un llamamiento a Su paciencia, puesto que Su paciencia puede transformar los ataques en bendiciones. 5Los que atacan no saben que son benditos. 6Atacan porque creen que les falta algo. 7Por lo tanto, comparte tu abundancia libre­mente y enseña a tus hermanos a conocer la suya. 8No compartas sus ilusiones de escasez, pues, de lo contrario, te percibirás a ti mismo como alguien necesitado.  

8. El ataque nunca podría suscitar más ataques si no lo percibieses como un medio para privarte de algo que deseas. 2Sin embargo, no puedes perder algo a no ser que no lo valores, y que, por lo tanto, no lo desees. 3Esto hace que te sientas privado de ello, y, al proyectar tu propio rechazo, crees entonces que son otros los que te lo están quitando a ti. 4No podrás por menos que sentirte ate­morizado si crees que tu hermano te está atacando para arreba­tarte el Reino de los Cielos. 5Ésta es la base fundamental de todas las proyecciones del ego.  

9. Puesto que el ego es aquella parte de tu mente que no cree ser responsable de sí misma, y puesto que no le es leal a Dios, es incapaz de tener confianza. 2Al proyectar su creencia demente de que tú has traicionado a tu Creador, el ego cree que tus hermanos, que son tan incapaces de ello como tú, están intentando despo­seerte de Dios. 3Siempre que un hermano ataca a otro, eso es lo que cree. 4La proyección siempre ve tus deseos en otros. 5Si eliges separarte de Dios, eso es lo que pensarás que otros están haciendo contigo.  

10. Tu eres la Voluntad de Dios. 2No aceptes nada más como tu voluntad, pues, de lo contrario, estarás negando lo que eres. 3Niega lo que eres y atacarás, al creer que has sido atacado. 4Mas ve el Amor de Dios en ti y lo verás en todas partes porque está en todas partes. 5Ve Su abundancia en todos y sabrás que estás en Él junto con todos tus hermanos. 6Ellos forman parte de ti, tal como tú formas parte de Dios. 7Cuando no entiendes esto, te sientes tan solo como se siente Dios Mismo cuando Sus Hijos no lo conocen. 8La paz de Dios radica en entender esto: 9Sólo hay una manera de escaparse del pensamiento del mundo, del mismo modo en que sólo hubo una manera de adentrarse en él: 10entendiendo total­mente al entender la totalidad.  

11. Percibe cualquier parte del sistema de pensamiento del ego como completamente demente, completamente ilusoria y comple­tamente indeseable, y habrás evaluado correctamente todo el sis­tema. 2Esta corrección te permite percibir cualquier parte de la creación como completamente perfecta, completamente real y completamente deseable. 3Al desear sólo esto, tendrás sólo esto, y al dar sólo esto, serás sólo esto. 4Las ofrendas que le haces al ego siempre se experimentan como sacrificios, pero las que le haces al Reino son ofrendas que te haces a ti mismo. 5Dios siempre las estimará porque les pertenecen a Sus Hijos amados, y Sus Hijos le pertenecen a El. 6Todo poder y gloria son tuyos porque el Reino es Suyo.










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