DESPERTAR AL AMOR

miércoles, 7 de marzo de 2018

7 MARZO: Mi función y mi felicidad son una.

AUDIOLIBRO



EJERCICIOS


LECCION 66

 
Mi función y mi felicidad son una.


1. Seguramente habrás notado que en nuestras lecciones más recientes hemos hecho hincapié en la conexión que existe entre desempeñar tu función y alcanzar la felicidad. 2Esto ha sido así porque realmente tú no ves la conexión. 3Sin embargo, se trata de algo más que una simple conexión: son una misma cosa. 4La manera en que cada una se manifiesta es distinta, pero el conte­nido es exactamente el mismo.

 
2. El ego está batallando constantemente con el Espíritu Santo en torno a la cuestión fundamental de cuál es tu función. 2También batalla con Él constantemente con respecto a qué es tu felicidad. 3No es ésta una batalla que tenga dos contendientes. 4El ego ataca y el Espíritu Santo no responde. 5Él sabe cuál es tu función. 6Él sabe que es tu felicidad.

 
3. Hoy intentaremos ir más allá de esta batalla completamente absurda y arribar a la verdad con respecto a tu función. 2No nos vamos a enfrascar en argumentos fútiles con respecto a lo que es tu función. 3No vamos a tratar inútilmente de definir lo que es la felicidad ni de determinar los medios para alcanzarla. 4No vamos a gratificar al ego escuchando sus ataques contra la verdad. 5Sen­cillamente nos alegraremos de que podemos descubrir lo que ésta es.

 
4. El propósito de la sesión de práctica larga de hoy es que acep­tes el hecho de que no sólo existe una conexión muy real entre la función que Dios te dio y tu felicidad, sino que ambas cosas son, de hecho, lo mismo. 2Dios te da únicamente felicidad. 3Por lo tanto, la función que Él te dio tiene que ser la felicidad, aunque parezca ser otra cosa. 4Los ejercicios de hoy son un intento de ir más allá de estas diferencias de aspecto y de reconocer un conte­nido común allí donde en verdad lo hay.

 
5. Comienza la sesión de práctica de diez o quince minutos refle­xionando sobre estos pensamientos:

2Dios me da únicamente felicidad. 3Él me ha dado mi función.
4Por lo tanto, mi función tiene que ser la felicidad.

5Trata de ver la lógica en esta secuencia, incluso si aún no aceptas la conclusión. 6Únicamente si los dos primeros pensamientos son erróneos, podría ser falsa la conclusión. 7Reflexionemos, enton­ces, por un rato sobre estas premisas según practicamos.

 
6. La primera premisa es que Dios te da únicamente felicidad. 2Esto, desde luego, podría ser falso, pero para que fuese falso sería preciso definir a Dios como algo que Él no es. 3El Amor no puede dispensar maldad, y lo que no es felicidad es maldad. 4Dios no puede dar lo que no tiene, ni puede tener lo que Él no es. 5Si Dios no te diese únicamente felicidad, ciertamente sería mal­vado. 6Y ésa es la definición que crees acerca de Él si no aceptas la primera premisa.

 
7. La segunda premisa afirma que Dios te ha dado tu función. 2Hemos visto que tu mente sólo tiene dos partes. 3Una de ellas la gobierna el ego y se compone de ilusiones. 4La otra es la morada del Espíritu Santo, donde reside la verdad. 5Sólo puedes escoger entre estos dos guías, y los únicos resultados que pueden proce­der de tu elección son el miedo que el ego siempre engendra o el amor que el Espíritu Santo siempre ofrece para reemplazarlo.

 
8. Así pues, o bien fue Dios Quien estableció tu función a través de Su Voz, o bien fue el ego, que tú inventaste para reemplazarlo a Él. 2¿Cuál de estas posibilidades es verdad? 3A menos que hubiese sido Dios Quien te dio tu función, ésta sólo podría ser un regalo del ego. 4Mas ¿qué regalos puede dar el ego, cuando él mismo es una ilusión y lo único que puede ofrecer son regalos ilusorios? 

 
9. Piensa en esto durante tu sesión de práctica más larga de hoy. 2Piensa asimismo en las múltiples formas que tu ilusoria función ha adoptado en tu mente, y en las muchas maneras por las que, guiado por el ego, trataste de encontrar la salvación. 3¿La encon­traste? 4¿Te sentiste feliz? 5¿Te brindaron paz? 6Hoy necesitamos ser muy honestos. 7Recuerda objetivamente los resultados que lograste y examina si en algún momento fue razonable pensar que podías encontrar felicidad en nada que el ego jamás propu­siera. 8Con todo, la única alternativa para la Voz del Espíritu Santo es el ego.

 
10. Prestarás oídos a la locura, o bien oirás la verdad. 2Trata de hacer tu elección mientras reflexionas sobre las premisas en las que se basa nuestra conclusión. 3Podemos concurrir con esta con­clusión, pero no con ninguna otra, toda vez que Dios Mismo con­curre con nosotros al respecto. 4La idea de hoy es otro paso gigantesco hacia la percepción de lo que es lo mismo como lo mismo y de lo que es diferente como diferente. 5A un lado están las ilusiones. 6Al otro, la verdad. 7Tratemos hoy de darnos cuenta de que sólo la verdad es verdad.

 
11. Para las sesiones de práctica más cortas, que hoy te resultarán muy beneficiosas si las llevas a cabo dos veces por hora, sugeri­mos la siguiente forma de aplicación:

2Mi función y mi felicidad son una porque Dios me dio las dos.

3No te tomará más de un minuto, y probablemente menos, repe­tir estas palabras lentamente y pensar en ellas por un rato mien­tras las dices.




Instrucciones para la práctica

Propósito: Aceptar que tu felicidad y la función que Dios te ha dado no sólo están relacionadas sino que además son lo mismo, por muy diferentes que aparenten ser; y aceptar que no tienen nada que ver con todas las funciones que tu ego te ha dado.

Ejercicios más largos: Una vez, de diez a quince minutos. 

  • Pasa un rato reflexionando activamente en la lógica siguiente: “Dios me da únicamente felicidad (frase 1). Él me ha dado mi función (parte 2). 
  • Por lo tanto, mi función tiene que ser mi felicidad (conclusión)”. Fíjate en que la conclusión sigue a las frases anteriores; así que si las frases son ciertas, la conclusión tiene que serlo también. Por lo tanto, piensa durante un rato en la primera frase (“Dios me da únicamente felicidad”). Utiliza el párrafo 6 como guía. Dice que, al final, tienes que aceptar la primera frase o aceptar que Dios es malvado. 
  • Luego pasa un rato pensando en la segunda frase (“Él me ha dado mi función”). Utiliza los párrafos 7 y 8 como guía. Dicen que nuestra función nos la tiene que haber dado Dios o el ego, pero el ego no da regalos. Es una ilusión que ofrece la ilusión de regalos.
  •  Después Pasa un rato pensando acerca de cómo tu vida refleja una lógica alternativa, que es algo así: “Mi ego me ha dado muchas funciones (piensa en algunas). Ninguna de ellas me ha dado felicidad (piensa en ello). Por lo tanto, mi ego nunca me da felicidad”. ¿No es ésta una conclusión lógica? ¿No te hace esta conclusión querer elegir en su lugar la función que Dios te ha dado? 
  • Finalmente, intenta poner esta reflexión en una aceptación de la conclusión (“Por lo tanto, mi función tiene que ser mi felicidad”). Usa la reflexión para llevarte al momento en que realmente comprendes y acepta la conclusión.

Observaciones: Esta lección es otro paso gigantesco (el primero fue la Lección 61), pero únicamente será un paso gigantesco para ti si realmente entregas tu mente a ello. Por lo tanto, hazlo así por tu propio bien. Dale a la sesión más larga toda tu concentración, y a las sesiones más cortas la frecuencia que se indica.

Recordatorios frecuentes: 2 por hora, de un minuto o algo menos.
Di: “Mi función y mi felicidad son una porque Dios me dio las dos”. Repetir esto lentamente y pensando en ello hará que sea completamente diferente.

Comentario

Esta lección me parece interesante por el modo en que usa la lógica común, aplicada a ideas extraordinarias. Se espera que se pase el periodo de práctica más largo pensando en las frases de la lógica que se dan en el párrafo 5 (5:7 y 9:1). En otras palabras, la lección nos pide que examinemos mentalmente la lógica de sus propuestas. Está claro que el Curso le da una gran importancia a pensar y razonar. Está firmemente basado en la razón, y espera que sepamos usar esa facultad de nuestra mente. En este tipo de práctica me es muy útil escribir las ideas que me vienen mientras lo hago.

Hoy la idea central es una que ya hemos visto antes: la felicidad y mi función son, en esencia, lo mismo. Las dos ideas son muy sencillas, especialmente la primera: Dios me da únicamente felicidad Si Dios es un Dios que se merece mi lealtad, un Dios de amor, esto tiene que ser así. ¿Por qué seguir a un dios que hace desgraciado? Si Dios da tristeza, Él debe ser malvado (6:5). Y si Dios es malvado, mejor es que le abandone ahora, nunca encontraré la felicidad en las garras de un dios sádico, que da tristeza a sus creaciones.

Segundo, Dios me ha dado mi función. Esto es un poco menos claro. “Función” puede entenderse como “naturaleza”. En palabras sencillas, Dios me creó y, al hacerlo, definió lo que yo soy. Lo que yo soy define lo que hago. ¿Qué alternativa hay? Si Dios no me definió, ¿quién lo hizo? La única alternativa es el ego (8:3). O yo podría decir que yo me hice a mí mismo (lo que es lo mismo). Pero ¿cómo puede algo crearse a sí mismo? ¿Quién creó su poder de crear? ¿Es realmente posible que el ego me hiciera o me definiera? No. Por lo tanto, esta segunda idea debe ser verdad: Dios me ha dado mi función.

Ahora bien, si Dios me da únicamente felicidad, y Dios me ha dado mi función, ¿cuál es la conclusión lógica? Mi función tiene que ser la felicidad. Mi razón de ser es ser feliz. Llevar a cabo mi función es lo que me hace feliz.

Si pensamos en todas las maneras en que hemos intentado encontrar la felicidad siguiendo a nuestro ego -como se nos indica la lección- tenemos que admitir, si somos honestos, que ninguna de ellas ha funcionado, ninguna nos ha hecho feliz.

La lección está intentando traernos al punto donde hacemos una elección, la elección entre la locura y la verdad, entre escuchar al ego o al Espíritu Santo. Nos está pidiendo que nos demos cuenta de que todo lo que el ego nos dice es una mentira, y que sólo la verdad es verdadera, sólo lo que Dios nos ha dado tiene realidad.

Esta lección es el segundo paso gigantesco (10:4). El primero fue la Lección 61. Lo veremos de nuevo en las Lecciones 94, 130, 135, y 194. La Lección 61 nos dijo: “Yo soy la luz del mundo” que es “uno de los primeros pasos en aceptar tu verdadera función en la tierra… un paso gigantesco que te conducirá al lugar que te corresponde en la salvación” (L.61.3:2-3). Somos portadores de la luz, planeado por Dios para transmitir Su luz al universo: ésa es nuestra función. Aceptar eso es un paso gigantesco, un fuerte comienzo. Ahora se nos dice: “Mi función y mi felicidad son una”. La felicidad consiste en traer luz al mundo, ser la luz del mundo es cumplir nuestra función, y cumplir nuestra función es felicidad.



TEXTO
 
V. La curación y la inmutabilidad de la mente
  
1. El cuerpo no es más que un marco para desarrollar capacida­des, lo cual no tiene nada que ver con el uso que se hace de ellas. 2Dicho uso procede de una decisión. 3Los efectos de la decisión del ego al respecto son tan evidentes que no hay necesidad de hablar más de ello, pero la decisión del Espíritu Santo de utilizar el cuerpo únicamente como un medio de comunicación tiene una conexión tan directa con la curación que sí requiere aclaración. 4El sanador que no se ha curado obviamente no entiende su propia vocación.

2. Sólo las mentes pueden comunicarse. 2Puesto que el ego no puede destruir el impulso de comunicar porque es también el impulso de crear, sólo puede enseñarte que el cuerpo puede comunicarse así como crear, y, por ende, que no tiene necesidad de la mente. 3El ego, por consiguiente, trata de enseñarte que el cuerpo puede actuar como la mente y que es, por lo tanto, auto­suficiente. 4Sin embargo, hemos aprendido que ni la enseñanza ni el aprendizaje tienen lugar en el nivel del comportamiento, toda vez que puedes actuar de acuerdo con lo que no crees. 5Al hacerlo, sin embargo, pierdes fuerza como maestro y como estudiante por­que, tal como se ha señalado repetidamente, enseñas lo que crees 6Las lecciones contradictorias se enseñan mal y se aprenden mal. 7Si enseñas enfermedad y curación, eres al mismo tiempo un mal maestro y un mal estudiante. 

3. La capacidad de curar es la única capacidad que cada persona puede y debe desarrollar si es que se ha de curar. 2Curar es el medio de comunicación del Espíritu Santo en este mundo, y el único que acepta. 3No reconoce ningún otro porque no acepta la confusión que el ego tiene entre mente y cuerpo. 4Las mentes se pueden comunicar, pero no pueden hacer daño. 5El cuerpo, al servicio del ego, puede hacer daño a otros cuerpos, pero eso no puede ocurrir a no ser que ya se le haya confundido con la mente. 6Esta situación, no obstante, puede usarse en beneficio de la curación o de la magia, pero debes recordar que la magia siempre implica la creencia de que la curación es algo perjudicial. 7Esta creencia completamente irracional es su premisa y, por consiguiente, no puede sino proceder irracionalmente.

4. La curación tan sólo fortalece. 2La magia siempre procura debi­litar. 3La curación no percibe nada en el sanador, que todos los demás no compartan con él. 4La magia ve siempre algo “especial” en el sanador, que él cree que puede ofrecer como regalo aque­llos que no lo tienen. 5Puede que dicho sanador crea que ese regalo procede de Dios, pero resulta evidente que no entiende a Dios si cree tener algo que los demás no tienen.   

      
5. El Espíritu Santo no actúa al azar, y toda curación que procede de Él es siempre eficaz. 2A menos que el sanador cure siempre por mediación Suya los resultados variarán. 3Sin embargo, la curación en sí es consistente, puesto que sólo la consistencia está libre de conflicto, y sólo los que están libres de conflicto son íntegros. 4Cuando el sanador admite que hay excepciones, y que unas veces puede curar y otras no, está obviamente aceptando la inconsisten­cia. 5Está, por lo tanto, en conflicto, y eso es lo que está enseñando. 6¿Sería posible que lo que es de Dios no fuese para todos y para siempre? 7El amor es incapaz de hacer excepciones. 8Sólo si hay miedo parece tener sentido idea de las excepciones. 9Las excepciones son amedrentadoras porque las engendra el miedo. 10La expresión "sanador temeroso" es una contradicción intrínseca y es, por lo tanto, un concepto que sólo para una mente en conflicto podría tener sentido.

6. El miedo no produce alegría. 2La curación sí. 3El miedo siempre hace excepciones. 4La curación nunca las hace. 5EI miedo produce disociación porque genera separación. 6La curación siempre pro­duce armonía porque procede de la integración. 7Es predecible porque se puede contar con ella. 8Se puede contar con todo lo que es de Dios porque todo lo que es de Dios es completamente real. 9Se puede contar con la curación porque la inspira Su Voz, y pro­cede de acuerdo con Sus leyes. 10Mas si la curación es consistente tu entendimiento acerca de ella no puede ser inconsistente. 11El entendimiento significa consistencia porque Dios significa consis­tencia. 12Puesto que ése es Su significado, es también el tuyo. 13Tu significado no puede estar en desacuerdo con el Suyo porque todo lo que significas y lo único que significas procede de Su signifi­cado y es como el Suyo. 14Dios no puede estar en desacuerdo Con­sigo Mismo, y tú no puedes estar en desacuerdo con Él. 15No puedes separar tu Ser de tu Creador, Quien te creó al compartir Su Ser contigo.

7. El sanador que no ha sanado desea la gratitud de sus herma­nos, pero él no les está agradecido. 2Ello se debe a que cree que les está dando algo y que no está recibiendo algo igualmente deseable a cambio. 3Lo que enseña se ve limitado por lo poco que está aprendiendo. 4Su lección de curación se ve limitada por su propia ingratitud, que es una lección de enfermedad. 5El verda­dero aprendizaje es constante, y tan vital en su poder de producir cambios que un Hijo de Dios puede reconocer su propio poder en un instante y cambiar el mundo en el siguiente. 6Ello se debe a que al cambiar de mentalidad, produce un cambio en el instrumento más poderoso que jamás se le haya dado para cambiar. 7Esto no contradice en modo alguno la inmutabilidad de la mente tal como Dios la creó, pero mientras sigas aprendiendo a través del ego creerás que has efectuado un cambio en ella. 8Esto te pone en una situación en la que tienes que aprender una lección aparentemente contradictoria: tienes que aprender a cambiar de mentalidad con respecto a tu mente. 9Sólo así puedes aprender que tu mente es inmutable.

8. Eso es exactamente lo que estás aprendiendo cuando llevas a cabo una curación. 2Estás   reconociendo que la mente de tu her­mano es inalterable, al darte cuenta de que es imposible que él hubiese podido efectuar un cambio en ella. 3Así es como percibes al Espíritu Santo en él. 4El Espíritu Santo en él es el único que nunca cambia Su Mente. 5Tu hermano tal vez piense que él puede cambiar la suya o, de otro modo, no se percibiría a sí mismo como enfermo. 6No sabe, por lo tanto, lo que es su Ser. 7Si sólo ves en él lo inalterable en realidad no lo has cambiado. 8Al cam­biar de mentalidad acerca de su mente por él, le ayudas a anular el cambio que su ego cree haber efectuado en él.

9. De la misma forma en que puedes oír dos voces, también pue­des ver de dos maneras distintas. 2Una de ellas te muestra una imagen o un ídolo al que tal vez veneres por miedo, pero al que nunca amarás. 3La otra te muestra sólo la verdad, a la que amarás porque la entenderás. 4Entender es apreciar porque te puedes identificar con lo que entiendes, y al hacerlo parte de ti, lo acep­tas con amor. 5Así es como Dios Mismo te creó: con entendi­miento, con aprecio y con amor. 6El ego es absolutamente incapaz de entender esto porque no entiende lo que fabrica, ni lo aprecia, ni lo ama. 7El ego incorpora a fin de arrebatar. 8Cree literalmente que cada vez que priva a alguien de algo, él se engrandece. 9He hablado a menudo de la expansión que se produce en el Reino mediante tus creaciones, las cuales pueden ser creadas única­mente como lo fuiste tú. 10El Reino, que no es sino gloria excelsa y júbilo perfecto, reside en ti para que lo des. 11¿No te gustaría darlo?

10. No puedes olvidarte del Padre porque yo estoy contigo, y yo no puedo olvidarme de Él. Cuando te olvidas de mí, te olvidas de ti mismo y de Aquel que te creó. 3Nuestros hermanos son olvidadizos. 4Por eso es por lo que necesitan que te acuerdes de mí y de Aquel que me creó. 5Mediante ese recuerdo puedes cam­biar sus mentes con respecto a ellos mismos, tal como yo puedo cambiar la tuya. 6Tu mente es una luz tan potente que tú puedes contemplar las mentes de tus hermanos e iluminarlas, tal como yo puedo iluminar la tuya. 7No quiero compartir mi cuerpo en el acto de comunión porque no estaría compartiendo nada. 8¿Por qué iba tratar de compartir una ilusión con los santísimos Hijos de un santísimo Padre? 9Y sin embargo lo hago. aQuiero compar­tir mi mente contigo porque somos de una misma Mente, y ésa Mente es nuestra. 10Contempla sólo esa Mente en todas partes porque sólo esa Mente está en todas partes y en todas las cosas. 11Dicha Mente lo es todo porque abarca a todas las cosas dentro de sí. 12Bendito seas tú que percibes únicamente esto porque estás percibiendo únicamente lo que es verdad.


11. Ven, por lo tanto, a mí y descubre la verdad que mora en ti. 2La mente que tú y yo compartimos la compartimos con todos nues­tros hermanos, y a medida que los vemos tal como verdadera­mente son, ellos se curan. 3Deja que tu mente brille junto con la mía en sus mentes, y que mediante el agradecimiento que senti­mos hacia ellos, cobren conciencia de la luz que hay en ellos. 4El resplandor de esta luz retornará a ti y a toda la Filiación porque ésa es tu perfecta ofrenda a Dios. 5Él la aceptará y se la dará a la Filiación porque al ser aceptable para Él, lo es también para Sus Hijos. 6Esto es auténtica comunión con el Espíritu Santo, Quien ve el altar de Dios en todos, y al llevarlo a tu conciencia para que lo aprecies, te exhorta a que ames a Dios y a Su creación. 7Sólo pue­des apreciar a la Filiación como una sola. 8Esto es parte de la ley que rige a la creación, y, por lo tanto, gobierna todo pensamiento.







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