DESPERTAR AL AMOR

lunes, 16 de abril de 2018

16 ABRIL: Déjame aquietarme y escuchar la verdad.

 
AUDIOLIBRO




EJERCICIOS


LECCION 106

Déjame aquietarme y escuchar la verdad.


1. Si no le prestases atención a la voz del ego, por muy ensordece­dora que parezca ser su llamada; si no aceptases sus míseros rega­los que no te aportan nada que realmente quieras, y si escuchases con una mente receptiva que no te haya dicho lo que es la salva­ción, podrías entonces oír la poderosa Voz de la verdad, serena en su poder, fuerte en su quietud y absolutamente segura de Sus mensajes.

2. Escucha, y oye a tu Padre hablarte a través de la voz que Él ha designado sea su Voz, la cual acalla el estruendo de lo que no tiene sentido y les muestra el camino de la paz a los que no pue­den ver. 2Aquiétate hoy y escucha la verdad. 3No te dejes engañar por las voces de los muertos, que te dicen que han encontrado la fuente de la vida y te la ofrecen para que creas en ella. 4No les hagas caso, antes bien, escucha la verdad.

3. Hoy no tengas miedo de eludir las voces del mundo. 2Sigue adelante con paso ligero más allá de su insensata persuasión. 3No les prestes oídos. 4Aquiétate hoy y escucha la verdad. 5Ve más allá de todas las cosas que no hablen de Aquel que tiene tu felici­dad en Sus manos, y que te la ofrece con calidez y amor. 6Escú­chalo únicamente a Él hoy, y no te demores más en llegar hasta Él. 7Eccucha una sola Voz hoy.

4. Hoy se cumple la promesa de la Palabra de Dios. 2Escucha y permanece en silencio. 3Él quiere hablarte. 4Él viene a ti con mila­gros que son mil veces más jubilosos y más maravillosos que los que tú jamás hayas podido soñar o desear en tus sueños. 5Sus milagros son verdad. 6No se desvanecerán cuando al sueño le llegue su fin. 7Por el contrario, son los que darán fin al sueño; y perdurarán eternamente, pues proceden de Dios para Su Hijo bienamado, cuyo otro nombre eres tú. 8repárate hoy para los milagros. 9Permite que hoy se cumpla la ancestral promesa que tu Padre te hizo a ti y a todos tus hermanos.

5. Óyelo hoy, y escucha la Palabra que levanta el velo que cubre la tierra y que despierta a todos los que duermen y no pueden ver. 2Dios los llama a través de ti. 3Él necesita tu voz para hablar­les, pues, ¿quién sino el Padre podría llegar hasta el Hijo, llamán­dolo a través de tu Ser? 4Óyelo hoy, y ofrécele tu voz para que Él pueda hablarle a las multitudes que esperan a oír la Palabra que Él pronunciará hoy.

6. Estáte listo para la salvación. 2Está aquí, y hoy se te concederá. 3Y descubrirás cuál es tu función por medio de Aquel que la eli­gió por ti en Nombre de tu Padre. 4Escucha hoy, y oirás una Voz que resonará por todo el mundo a través de ti. 5El Portador de todos los milagros necesita que tú los recibas primero, para que así te conviertas en el feliz dador de lo que has recibido.

7. Así comienza la salvación y así termina: cuando todo sea tuyo y lo hayas dado completamente, permanecerá contigo para siem­pre. 2La lección se habrá aprendido. 3Hoy vamos a practicar lo que es dar, pero no de la manera en que lo entiendes ahora, sino tal como es. 4Los ejercicios de cada hora deben ir precedidos de esta plegaria de iluminación:

5Me aquietaré y escucharé la verdad.
6¿Qué significa dar y recibir?

8. Pregunta, y confía en que se te contestará. 2Lo que pides es algo cuya respuesta ha estado esperando mucho tiempo a que la acep­tes. 3Dicha respuesta representará el comienzo del ministerio para el que viniste, el cual liberará al mundo de la creencia de que dar es una manera de perder. 4De este modo el mundo se prepara para entender y para recibir.

9. Aquiétate y escucha la verdad hoy. 2Por cada cinco minutos que pases escuchando, mil mentes se abrirán a la verdad y oirán la santa Palabra que tú oyes. 3Y cuando la hora haya pasado, liberarás mil más que harán una pausa para pedir que la verdad les sea revelada tanto a ellas como a ti.

10. Hoy se cumple la santa Palabra de Dios cuando tú la recibes para darla, de manera que puedas enseñarle al mundo lo que sig­nifica dar, escuchándolo y aprendiéndolo de Él. 2No te olvides hoy de reforzar tu decisión de escuchar y recibir la Palabra, repi­tiendo el siguiente recordatorio tan a menudo como te sea posible:

3Déjame aquietarme y escuchar la verdad.
4Hoy soy el mensajero de Dios.
5Mi voz es Suya para dar lo que recibo.





Instrucciones para la práctica

Propósito: Dejar a un lado la voz del ego, acallar tu mente, y escuchar la Voz de tu Padre, y luego ofrecerle tu voz para que Él hable a todos los que necesitan oír Su Palabra.

Ejercicios más largos: Cada hora, a la hora en punto, durante cinco minutos (si no puedes hacer esto, al menos haz el alternativo). 
  • Di: “Me aquietaré y escuchare la verdad. ¿Qué significa dar y recibir?” 
  • Pasa el resto del tiempo esperando tu respuesta del Espíritu Santo. Pero es importante que entiendas de verdad lo que estás pidiendo. Estás pidiendo recibir de Dios (oír Su Voz y recibir Su Palabra, para que te llene por completo desde dentro) para que tú puedas dar a tus hermanos, quienes a su vez harán que tu recibir sea más completo y pleno. Luego, es importante que Le ofrezcas tu voluntad de dar lo que recibes. Aparentemente este dar sucede tanto durante la sesión de práctica en que tu mente se extiende a otras mentes, como después del periodo de práctica pues lo que hoy sientes te inspira verdaderamente para “el comienzo del ministerio para el que viniste” (8:3). Mientras esperas tu respuesta, recuerda el entrenamiento recibido en las lecciones anteriores: Mantén tu mente en silenciosa espera y disposición, retirándola del ego cuando se detenga a escuchar su voz. Escucha con confianza: “confía en que se te contestará” (8:1). Y de vez en cuando repite tu pregunta, para afirmar tu espera confiada.

Recordatorios frecuentes: Tan a menudo como puedas.
Di: “Déjame aquietarme y escuchar la verdad. Hoy soy el mensajero de Dios. Mi voz es Suya para dar lo que recibo”. Esto reforzará tu elección de recibir Su Palabra, lo cual te prepara para dar.

Apoyo a la práctica: Date cuenta de que tu práctica no es un acto de autocomplacencia solitario. Más bien, al sentarte y hacer tu práctica, estás literalmente liberando mentes por todo el mundo. “Por cada cinco minutos que pases escuchando, mil mentes se abrirán a la verdad y oirán la santa Palabra que tú oyes” (9:2).

Comentario

Al principio la lección de hoy no parece seguir el tema de ayer acerca de dar y recibir, pero en la mitad de la lección se desvía de nuevo a él. Quizá parece un cambio brusco. La primera parte de la lección, que habla de acallar nuestra mente para escuchar la Voz de Dios, no parece relacionada con pensamientos de dar y recibir.

Sin embargo, para esto es para lo que escuchamos, esto es lo que oímos. Estamos aprendiendo acerca de nuestra verdadera naturaleza. Éste es el mensaje de la salvación: “Cuando todo sea tuyo y lo hayas dado completamente, permanecerá contigo para siempre” (7:1).

¿Para qué estoy en este mundo? Según esta lección, es para oír la Voz de Dios hablarme del eterno regalo de Dios para mí, el regalo de Cristo, el regalo de mi Ser, el Hijo bienamado de Dios, “cuyo otro nombre eres tú” (4:7). Y estoy aquí para extender ese mismo mensaje al mundo. Éste es el “ministerio para el que viniste, el cual liberará al mundo de la creencia de que dar es una manera de perder” (8:3).

Oír la Voz de Dios y hablar por ella están estrechamente relacionados en esta lección al igual que dar y recibir. Si de verdad oigo la Voz, Le daré a Él mi voz para que hable a través de mí. Si recibo la Palabra, la compartiré, porque el mensaje es compartir. La Palabra de Dios para mí es que yo soy un salvador, un sanador, y un portador de la verdad. Yo soy Su Hijo, Su creación, como Él, extendiendo sanación, ofreciendo paz y dicha a todo el mundo, haciéndoles saber que ellos son también Su Hijo.

A veces pienso que tomamos el Curso con demasiada seriedad, y necesitamos iluminarlo. Otras veces pienso que nos lo tomamos demasiado a la ligera, y necesitamos tomarlo más en serio. Por ejemplo, esta lección me dice que cada vez que me paro durante cinco minutos para aquietarme y escuchar la verdad, mil mentes se abrirán a la verdad (9:2). ¿Te imaginas que me lo tomo en serio? Imagínate que me paro cada hora, como se nos dice. A lo largo del día, quince mil mentes se abrirían a la verdad. ¿Te imaginas que todos los que leen estos comentarios lo hicieran (unas seiscientas personas)? Entonces, ¡nueve millones de mentes se abrirían a la verdad!

No me tomo esto suficientemente en serio. No hago caso, pensando que con una o dos prácticas al día ya es suficiente. Recientemente, pusieron en la televisión la vieja película de Charlton Heston Los Diez Mandamientos. La vi sólo unos pocos minutos, suficientes para recordar una frase de ella que siempre me impresionó. Moisés, sufriendo los contratiempos de los primeros días de intentar que el faraón liberase a los hebreos, ora a Dios diciéndole: “Señor, perdóname mi débil uso de Tu gran poder”. Hoy, al leer la lección, he pensado acerca de esa frase. He pensado acerca de cómo llevo estos momentos de práctica muchos días: como si no tuvieran importancia. Me imagino a mí mismo como que afecto poco a Su plan, al menos la mayor parte del tiempo. Pero si me tomo en serio esta lección, ¡puedo ser el instrumento que lleva la luz a quince mil mentes!

No intento echar la culpa a nadie, menos a mí mismo. Estoy intentando aumentar mi consciencia acerca del poder que Dios ha puesto en mis manos (o, mejor dicho, en mi mente). Hoy cada uno de nosotros que conecta con la verdad en nuestra mente, escuchando a la verdad, está haciendo que se eleve la consciencia de… iba a decir “de este planeta”, pero es mucho más que eso, es el despertar de la consciencia de Cristo en todo el universo. Esos cinco minutos, durante los cuales parece que no sucede nada, en los que puedes estar luchando con las distracciones de la mente, o que a veces parecen interminables mientras que tu ego te recuerda que “vuelvas a tu trabajo” o a lo que estabas haciendo (esos cinco minutos son una parte muy importante para la salvación del mundo).

Déjame aquietarme y escuchar la verdad. Hoy soy el mensajero de Dios. Mi voz es Suya para dar lo que recibo. (10:3-4)




TEXTO

Capítulo 11

DIOS O EL EGO

Introducción

1. O Dios está loco o bien es el ego el que lo está. 2Si examinas imparcialmente las pruebas que ambas partes presentan, te darás cuenta de que eso tiene que ser verdad. 3Ni Dios ni el ego propo­nen un sistema de pensamiento parcial. 4Ambos sistemas son internamente coherentes, aunque diametralmente opuestos en todo, de tal modo que una lealtad parcial es imposible. 5Recuerda también que sus resultados son tan diferentes como sus cimien­tos, y que sus naturalezas fundamentalmente irreconciliables no pueden ser reconciliadas alternando entre ellos. 6Nada que esté vivo es huérfano, pues la vida es creación. 7Por lo tanto, toda decisión que tomas es invariablemente la respuesta a la pregunta: "¿Quién es mi padre?" 8Y serás fiel al padre que elijas.

2. ¿Qué le dirías, no obstante, a alguien que creyese que esta pre­gunta realmente entraña conflicto? 2Si tú concebiste al ego, ¿cómo habría podido el ego concebirte a ti? 3El problema de la autoridad sigue siendo la única fuente de conflictos porque el ego se originó como consecuencia del deseo del Hijo de Dios de ser el padre de Su Padre. 4El ego, por lo tanto, no es más que un sistema ilusorio en el que tú concebiste a tu propio padre. 5No te equivoques con respecto a esto. 6Parece una locura cuando se expone con perfecta honestidad, pero el ego nunca examina lo que hace con perfecta honestidad. 7Sin embargo, ésa es su premisa demente, la cual está cuidadosamente oculta bajo la tenebrosa piedra angular de su sis­tema de pensamiento. 8Y o bien el ego -que tú concebiste- es tu padre, o bien todo su sistema de pensamiento se desmorona.

3. Tú fabricas mediante la proyección, mas Dios crea mediante la extensión. 2Tú eres la piedra angular de la creación de Dios, pues Su sistema de pensamiento es la luz. 3Recuerda que los Rayos están ahí sin ser vistos. 4Cuanto más te aproximas al centro de Su sistema de pensamiento, más clara se hace la luz. 5Cuanto más te aproximas al sistema de pensamiento del ego, más tenebroso y sombrío se vuelve el camino. 6Sin embargo, incluso la pequeña chispa que se encuentra en tu mente basta para iluminarlo. 7Lleva esa luz contigo sin ningún temor, y valerosamente enfócala a los cimientos del sistema de pensamiento del ego. 8Estáte dispuesto a juzgarlo con absoluta honestidad. 9Pon al descubierto la tenebrosa piedra angular de terror sobre la que descansa y sácala a la luz. 10Ahí verás que se basaba en la insensatez y' que todos tus miedos eran infundados.

4. Hermano mío, tú eres parte de Dios y parte de mí. 2Cuando por fin hayas visto los cimientos del ego sin acobardarte, habrás visto también los nuestros. 3Vengo a ti de parte de nuestro Padre a ofre­certe todo nuevamente. 4No lo rechaces a fin de mantener oculta la tenebrosa piedra angular, pues la protección que te ofrece no te puede salvar. 5Yo te daré la lámpara y te acompañaré. 6No harás este viaje solo. 7Te conduciré hasta tu verdadero Padre, Quien, como yo, tiene necesidad de ti. 8¿Cómo no ibas a responder jubilo­samente a la llamada del amor?


I. Los regalos de la paternidad


1. Te has dado cuenta de tu necesidad de curación. 2¿Le ofrecerías cualquier otra cosa a la Filiación, habiendo reconocido la necesi­dad que tú mismo tienes de curación? 3Pues en esto estriba el comienzo del retorno al conocimiento; los cimientos sobre los que Dios ayudará a construir de nuevo el sistema de pensamiento que tú compartes con Él. 4Ni una sola piedra que coloques sobre esos cimientos dejará de ser bendecida por Él, pues estarás restau­rando la santa morada de Su Hijo, donde Él dispone que Su Hijo esté y donde está. 5Sea cual sea la parte de la mente del Hijo de Dios en la que reinstauras esta realidad, la reinstauras también en ti mismo. 6Moras en la Mente de Dios junto con tu hermano, pues la Voluntad de Dios no es estar solo.

2. Estar solo es estar separado de lo infinito, mas ¿cómo iba a ser posible esto si lo infinito no tiene fin? 2Nadie puede estar más allá de lo ilimitado porque lo que no tiene límites está necesariamente en todas partes. 3En Dios no hay principios ni finales, pues Su universo es Él Mismo. 4¿Cómo ibas a poder excluirte a ti mismo del universo, o de Dios que es el universo? 5Mi Padre y yo somos uno contigo, pues tú formas parte de nosotros. 6¿Crees realmente que parte de Dios puede extraviarse o estar ausente de Él?



3. Si tú no formases parte de Dios, Su Voluntad no estaría unifi­cada. 2¿Es concebible esto? 3¿Podría una parte de Su Mente no contener nada? 4Si nadie excepto tú puede ocupar tu lugar en Su Mente, y el que tú lo ocupases constituyó tu creación, sin ti habría un lugar vacío en la Mente de Dios. 5La extensión no puede ser bloqueada, ni tampoco tiene vacíos. 6Continúa eternamente, por mucho que sea negada. 7Negar su realidad puede constituir un retraso en el tiempo, pero no en la eternidad. 8Por eso es por lo que tus creaciones no han cesado de extenderse y por lo que hay tanto esperando tu retorno.

4. Esperar es posible únicamente en el tiempo, pero el tiempo carece de significado. 2Tú que inventaste las demoras puedes dejar atrás el tiempo reconociendo simplemente que ni los princi­pios ni los finales fueron creados por lo Eterno, Quien no impuso límites a Su creación o a aquellos que crean como Él. Desconoces esto debido simplemente a que has tratado de limitar lo que Él creó, y, por lo tanto, crees que la creación está limitada. 4¿Cómo, entonces, ibas a poder conocer tus creaciones habiendo negado lo infinito?

5. Las leyes del universo no admiten contradicciones. Lo que es válido para Dios es válido para ti. 3Si no crees que estás en Dios, tampoco creerás que Él está en ti. 4Lo infinito no tiene sentido sin ti, y tú no tienes sentido sin Dios. 5Dios y Su Hijo no pueden tener fin, pues nosotros somos el universo. 6Dios no está incompleto y sin Hijos. 7Puesto que Su Voluntad no fue estar solo, creó un Hijo como Él. 8No le niegues Su Hijo, pues tu renuencia a aceptar Su Paternidad te ha negado a ti la tuya. 9Ve en Sus creaciones a Su Hijo, pues las tuyas fueron creadas en Su honor. 10El universo del amor no se detiene porque tú no lo veas, ni tus ojos han perdido la capacidad de ver por el hecho de estar cerrados. 11Contempla la gloria de Su creación y te darás cuenta de lo que Dios ha salva­guardado para ti.

6. Dios te ha dado un lugar en Su Mente que es tuyo para siem­pre. 2Pero sólo puedes conservarlo si lo das de la misma manera en que se te dio. 3¿Cómo ibas a poder estar solo allí cuando se te dio porque Dios no dispuso estar solo? 4No es posible reducir la Mente de Dios. 5Tan sólo se puede expandir, pues todo lo que Él crea tiene la función de crear. 6El amor no limita, y lo que crea no está limitado. Dar sin límites es lo que Dios ha dispuesto para ti porque eso es lo único que puede brindarte Su dicha, la cual es Su Voluntad compartir contigo. 8Tu amor es tan ilimitado como el Suyo porque es el Suyo.

7. ¿Cómo iba a ser posible que una parte de Dios estuviese excluida de Su Amor o que una parte de Su Amor pudiese ser restringida? 2Dios es tu patrimonio porque Su único regalo es Él Mismo. 3¿De qué otra manera podrías dar, salvo como Él da, si quieres saber cuál es el regalo que Él te hizo? 4Da, pues, sin límites ni mesura, para que te des cuenta de cuánto te ha dado Él. 5Tu capacidad para aceptar a Dios depende de que estés dispuesto a dar como Él da. 6Tu paternidad y tu Padre son uno. 7La Voluntad de Dios es crear, y tu voluntad es la Suya. 8De ello se deduce, pues, que tu voluntad es crear, toda vez que tu voluntad emana de la Suya. 9Y al ser tu voluntad una extensión de la Suya tiene que ser, por lo tanto, idéntica a la de Él.

8. No sabes, no obstante, lo que tu voluntad dispone. 2Eso no es extraño si te percatas que negar equivale a "no saber". 3La Volun­tad de Dios es que tú eres Su Hijo. 4Al negar esto, niegas tu propia voluntad, y, por lo tanto, no puedes saber lo que es. 5Debes pre­guntar cuál es la Voluntad de Dios con respecto a todo porque Su Voluntad es también tu voluntad. 6Tú no sabes lo que es, pero el Espíritu Santo lo recuerda por ti. 7Pregúntale, por lo tanto, cuál es la Voluntad de Dios para ti, y Él te dirá cuál es la tuya. 8No se puede hacer demasiado hincapié en el hecho de que tú no lo sabes. 9Siempre que lo que el Espíritu Santo te diga aparente ser una coacción, es únicamente porque no has reconocido tu voluntad.

9. La proyección del ego hace que la Voluntad de Dios parezca ser algo externo a ti, y, por lo tanto, que no es tu voluntad. 2De acuerdo con esta interpretación parece que fuese posible que la Voluntad de Dios y la tuya estuviesen en conflicto. 3Dios, pues, parece exigirte algo que tú no le quieres dar, privándote así de lo que anhelas. 4¿Cómo iba a ser posible que Dios, que sólo desea lo que es tu voluntad, fuese capaz de eso? 5Tu voluntad es Su vida, que Él te ha dado. 6Ni siquiera en el tiempo puedes vivir sepa­rado de Él. 7Dormir no es estar muerto. 8Lo que Él creó puede dormir, pero no puede morir. 9La inmortalidad es Su Voluntad para Su Hijo y la voluntad de Su Hijo para sí. 10El Hijo de Dios no puede disponer la muerte para sí mismo porque su Padre es Vida y Su Hijo es como Él. 11La creación es tu voluntad porque es Su Voluntad.

10. No puedes ser feliz a menos que hagas lo que realmente es tu voluntad, y esto no se puede cambiar porque es inmutable. 2Es inmutable porque es la Voluntad de Dios y la tuya, pues de otro modo Su Voluntad no podría extenderse. 3Tienes miedo de saber cuál es la Voluntad de Dios porque crees que no es la tuya. 4Esta creencia es lo que da lugar a la enfermedad y al miedo. 5Todo síntoma de enfermedad y de miedo emana de ella porque es la creencia que hace que no quieras saber. 6Al creer esto te ocultas en la oscuridad, negando que la luz se encuentre en ti.

11. Se te pide que confíes en el Espíritu Santo únicamente porque Él habla por ti. 2Él es la Voz que habla por Dios, pero nunca olvi­des que Dios no dispuso estar solo. 3Él comparte Su Voluntad contigo, no te la impone. 4Recuerda siempre que lo que Dios da, Él lo conserva, de modo que nada que ÉI dé puede contradecirle. 5que compartes Su Vida, tienes que compartirla para poder conocerla, pues compartir es conocer. 6Bienaventurado tú que estás aprendiendo que oír la Voluntad de tu Padre es conocer la tuya. 7Pues tu voluntad es ser como Él, Cuya Voluntad es que así sea. 8La Voluntad de Dios es que Su Hijo sea uno y que esté unido a Él en Su Unicidad 9Por eso es por lo que la curación representa el inicio del reconocimiento de que tu voluntad es la Suya.



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