DESPERTAR AL AMOR

martes, 17 de abril de 2018

17 ABRIL: La verdad corregirá todos los errores de mi mente.

AUDIOLIBRO




EJERCICIOS


LECCION 107

La verdad corregirá todos los errores de mi mente.



1. ¿Qué otra cosa puede corregir las ilusiones sino la verdad? 2¿Y qué son los errores sino ilusiones que aún no se han reconocido como tales? 3Allí donde la verdad ha hecho acto de presencia los errores desaparecen. 4Simplemente se desvanecen sin dejar ni ras­tro por el que se pudiesen recordar. 5Desaparecen porque, sin la creencia que los sustenta, no tienen vida. 6De este modo, se disuel­ven en la nada de donde provinieron. 7Del polvo vienen y al polvo volverán, pues lo único que queda es la verdad.

2. ¿Puedes imaginarte lo que sería un estado mental en el que no hubiese ilusiones? 2¿Qué sensación te produciría? 3Trata de recor­dar algún momento -quizá un minuto, o incluso menos- en el que nada vino a perturbar tu paz; en el que te sentiste seguro de ser amado y de estar a salvo. 4Trata entonces de imaginarte cómo sería si ese momento se pudiera extender hasta el final del tiempo y hasta la eternidad. 5Luego deja que la sensación de quietud que sentiste se multiplique cien veces, y luego cien veces más.

3. Entonces tendrás un atisbo, que no es más que un leve indicio del estado en el que tu mente descansará una vez que haya lle­gado la verdad. 2Sin ilusiones no puede haber miedo, dudas o ataque. 3Cuando la verdad llegue todo dolor cesará, pues no habrá cabida en tu mente para pensamientos transitorios e ideas muertas. 4La verdad la ocupará por completo y te liberará de todas tus creencias en lo efímero. 5No habrá cabida para éstas porque la verdad habrá llegado y ahora dichas creencias no esta­rán en ninguna parte. 6No se pueden encontrar, pues ahora la verdad lo ocupa todo eternamente.

4. Cuando la verdad llega no se queda sólo por un rato para luego desaparecer o convertirse en otra cosa. 2Su forma no cam­bia ni varía, ni ella va y viene, para luego volver a irse y regresar de nuevo. 3Permanece exactamente como siempre fue, de manera que podamos contar con ella en caso de cualquier necesidad, y confiar, con perfecta certeza, en que estará con nosotros en todas las aparentes dificultades y dudas que engendran las apariencias que el mundo presenta. 4Éstas simplemente desaparecerán cuando la verdad corrija los errores de tu mente.

5. Cuando la verdad llega trae en sus alas el don de la perfecta constancia, así como un amor que no se arredra ante el dolor, sino que mira, con seguridad y firmeza, más allá de él. 2He aquí el don de la curación, pues la verdad no necesita defensa y, por lo tanto, no es posible ningún ataque. 3Las ilusiones pueden llevarse ante la verdad para ser corregidas. 4Pero la verdad se alza muy por encima de las ilusiones, y no puede ser llevada ante éstas para hacer que sean verdad.

6. La verdad no va y viene, no cambia ni varía, adoptando una apariencia ahora y luego otra, evitando la captura y evadiendo la aprehensión. 2No se oculta. 3Se alza en plena luz, claramente acce­sible. 4Es imposible que alguien que la busque verdaderamente no la pueda encontrar. 5Este día le pertenece a la verdad. 6Dale lo que le corresponde, y ella te dará lo que es tuyo. 7No fuiste creado para sufrir y morir. 8La Voluntad de tu Padre dispone que esos sueños desaparezcan. 9Deja que la verdad los corrija.

7. No estamos pidiendo lo que no tenemos. 2Estamos pidiendo simplemente lo que nos pertenece, de manera que podamos reco­nocer que es nuestro. 3Hoy practicamos con la feliz certeza que emana de la verdad. 4Los titubeantes e inestables pasos de la ilu­sión no serán nuestro enfoque hoy. 5Estamos tan seguros de que vamos a triunfar como de que vivimos, de que tenemos esperan­zas y de que respiramos y pensamos. 6No tenemos ninguna duda de que hoy caminamos con la verdad, y contamos con ella para que forme parte de todos los ejercicios que habremos de hacer en este día.

8. Comienza pidiéndole a Aquel que te acompaña en esta empresa que permanezca en tu conciencia conforme vas con Él. 2Tú no estás hecho de carne, sangre y huesos, sino que fuiste creado por el mismo Pensamiento que le concedió a Él el don de la vida. 3Él es tu Hermano, y tan parecido a ti que tu Padre sabe que ambos sois lo mismo. 4Es a tu propio Ser al que le pides que te acompañe, y ¿cómo podría Él no estar donde tú estás?

9. La verdad corregirá todos los errores de tu mente que te dicen que puedes estar separado de Él. 2Habla con Él hoy, y compromé­tete a permitir que Su función se realice a través de ti. 3Compartir Su función es compartir Su dicha. 4Dispones de Su confianza cuando dices:

5La verdad corregirá todos los errores de mi mente, y descansaré en Aquel que es mi Ser.

6Deja entonces que Él te guíe dulcemente hacia la verdad, la cual te envolverá y te llenará de una paz tan profunda y serena que te será difícil regresar al mundo que te es familiar.

10. Aun así, te sentirás feliz de volver a ver ese mundo. 2Pues trae­rás contigo la promesa de los cambios que la verdad que te acom­paña habrá de efectuar en él. 3Éstos serán cada vez mayores con cada regalo de cinco breves minutos que le hagas a Él, y los erro­res que rodean al mundo quedarán corregidos a medida que per­mitas que se corrijan en tu mente.

11. No te olvides hoy de tu función. 2Cada vez que te dices a ti mismo con absoluta certeza: "La verdad corregirá todos los erro­res de mi mente" hablas en nombre de todos y de Aquel que liberará al mundo según te libere a ti.




 Instrucciones para la práctica

Propósito: Dejar a Cristo que te lleve a una experiencia de la verdad, para que puedas unirte a Él en Su función de llevar la verdad al mundo.

Ejercicios más largos: Cada hora, a la hora en punto, durante cinco minutos (si no puedes hacer esto, al menos haz el alternativo). 

  • Empieza pidiéndole a tu Ser, al Cristo, que vaya contigo (lo cual es muy sensato pues nunca puedes esta separado de Él). Mientras Se lo pides, también “comprométete a permitir que Su función se realice a través de ti” (9:2). Ésa es la razón del ejercicio de hoy: dejar que Él te llene de la verdad, para que se la puedas llevar al mundo (éste es muy parecido al ejercicio de ayer). 
  • Luego pide que la verdad venga a tu mente. Pide con confianza, con la seguridad del éxito. Da por seguro que la verdad estará ahí, pues te pertenece. Afirma tu petición de esta manera: “La verdad corregirá todos los errores de mi mente, y descansaré en Aquel que es mi Ser” (9:5). 
  • “Deja entonces que Él te guíe dulcemente hacia la verdad, la cual te envolverá y te llenará de una paz tan profunda y serena que te será difícil regresar al mundo que te es familiar” (9:6). Esto parece ser una meditación parecida a las de las lecciones 69, 73, y 91, en las que confiabas en una fortaleza más allá de la tuya para que te llevase a tu meta interna.

Recordatorios frecuentes: No te olvides hoy. Repite la idea con confianza, dándote cuenta de que hablas por ti mismo (por tu propio deseo de liberación), por el mundo (por su deseo de liberarse), y por Cristo, “Aquel que liberará al mundo según te libere a ti” (11:2).

Apoyo a la práctica: Date cuenta de que al dejar que la verdad entre en tu mente, ciertamente beneficiarás al mundo. Durante la sesión de práctica, la verdad se extenderá de tu mente a otras mentes para corregir sus errores. Y luego, después del periodo de práctica, la verdad irá contigo mientras te son enviados aquellos que necesitan que se les dé el regalo de la verdad.

Comentario

¡Ésta es la promesa que da ánimo! Los errores sólo son errores, no defectos. ¿Qué son los errores sino ilusiones que aún no se han reconocido como tales? (1:2).

Una ilusión que no se reconoce como ilusión hace que reaccionemos como si fuera real. Si veo un enemigo ilusorio y respondo con ataque, eso no me hace malo o tonto. La reacción es apropiada, dado que yo creo que es la verdad.

Puedo recordar muchas noches en el pasado, cuando me sentaba en casa sintiéndome solo y cansado de la vida. Algo en mí veía una ilusión y creía que era verdadera. Veía soledad y cansancio por la vida, una necesidad de ser consolado, y por eso buscaba consuelo en la televisión y en quedarme levantado hasta muy tarde. Lo que yo hacía no era el error, el error era creer que la ilusión era real. Cuando miro a la ilusión, desaparece.

El instante santo es un estado mental sin ilusiones, un momento de paz palpable, “en el que te sentiste seguro de ser amado y de estar a salvo” (2:3). Es un anticipo “del estado en el que tu mente descansará una vez que haya llegado la verdad” (3:1). Es mi verdadero estado. Puedo encontrar ese estado en cualquier momento en que esté dispuesto a mirar a mis ilusiones y abandonarlas. A menudo, a altas horas de la noche, solía sentirme desconectado, insatisfecho, vacío sin saber por qué, y trataba de llenar ese vacío con fantasía, televisión, leyendo, o con comida. El vacío es una ilusión. Cuando sienta ese vacío, que recuerde que no es real, que afirme mi plenitud.

El estado mental que permanece exactamente como siempre fue, sin cambios, todavía parece muy lejos de mí. Jesús dice: “Será tuyo, ya es tuyo. Está garantizado”. “Es imposible que alguien que la busque verdaderamente no la pueda encontrar” (6:4). Los aparentes cambios por los que aparentemente paso ahora son todos parte de la ilusión, no son reales, no están sucediendo de verdad. Yo estoy seguro. Yo no puedo cambiar. Nada me falta.

Cuando parezca que hay cambios y dudas, que me recuerde a mí mismo que únicamente son un sueño. No significan nada, no cambian nada. Que no les dé el poder de alterar mi paz. Que no cometa el error de identificarme con ese cambio y que no piense que soy yo lo que está cambiando. Yo no puedo cambiar.

Los errores de mi mente son aquellos que me dicen que puedo estar separado de Jesús, el Cristo. Él es mi hermano. Somos lo mismo. Él es mi Ser. ¿Cómo puedo estar separado de mi Ser?

Que hoy me tome con regularidad momentos para volver a este centro, para reconocer que Jesús y yo somos un solo Ser. Hoy, cualquier pensamiento que me diga lo contrario, se lo llevaré a Él para que lo corrija: cualquier pensamiento que me diga que soy algo distinto de este Ser en calma, sereno sin miedo, completamente satisfecho. Que hoy busque en mi mente los pensamientos que me dicen otra cosa y que los lleve sin miedo a la luz de la verdad. ¡Jesús, ayúdame a romper la identificación con cualquier pensamiento de debilidad o vacío o soledad! ¡Que me apoye en tu fuerte brazo y confíe en Ti! Aunque los demonios griten, chillen y despotriquen a mi alrededor:

“Aunque camine por el valle de las sombras de muerte, ningún mal temeré, porque Tú vas conmigo. Tu vara y Tu cayado me consuelan”. (Salmos 23:4)

Tú eres el Fuerte en mí, y Tú eres mi Ser.





TEXTO


II. La invitación a curar


1. Si la enfermedad es separación, la decisión de curar y de ser curadores, por lo tanto, el primer paso en el proceso de reconocer lo que verdaderamente quieres. 2Todo ataque te aleja de esto, y todo pensamiento curativo te lo acerca. 3El Hijo de Dios incluye tanto al Padre como al Hijo porque es a la vez Padre e Hijo. 4Unir tener y ser es unir, tu voluntad a la Suya, pues lo que Su Voluntad ha dispuesto para ti es Él Mismo. 5Y tu voluntad es entregarte a Él porque, en tu perfecto entendimiento de Él, sabes que no hay sino una sola Voluntad. 6Mas cuando atacas a cualquier parte de Dios o de Su Reino tu entendimiento no es perfecto, y, por consi­guiente, pierdes lo qué realmente quieres.

2. Curar, por lo tanto, se convierte en una lección de entendi­miento, y cuanto más la practicas mejor maestro y alumno te vuel­ves. 2Si has negado la verdad, ¿qué mejores testigos de su realidad podrías tener que aquellos que han sido curados por ella? 3Pero asegúrate de contarte a ti mismo entre ellos, pues estando dis­puesto a unirte a ellos es como te curarás. 4Todo milagro que obras te habla de la Paternidad de Dios. 5Todo pensamiento curativo que aceptas, proceda éste de un hermano o de tu propia mente, te enseña que eres el Hijo de Dios. 6En todo pensamiento hiriente que albergues, independientemente de donde lo percibas, yace la negación de la Paternidad de Dios y de tu relación filial. con Él. 

3. Y la negación es tan total como el amor. 2No puedes negar parte de ti mismo porque el resto parecerá estar separado de ti, y, por lo tanto, desprovisto de significado. 3Y al no tener significado para ti, no lo entenderás. 4Negar el significado de algo equivale a no comprenderlo. 5Únicamente puedes curarte a ti mismo porque únicamente el Hijo de Dios tiene necesidad de curación. 6Tienes necesidad de ella porque no te entiendes a ti mismo, y por lo tanto, no sabes lo que haces. 7Puesto que te has olvidado de lo que es tu voluntad, no sabes lo que realmente quieres.

4. La curación es señal de que quieres reinstaurar la plenitud. 2Y el hecho de que estés dispuesto ello elo que te permite oír-la Voz del Espíritu Santo, Cuyo mensaje es la plenitud. 3Él te capacitará para que vayas mucho más allá de la curación que lograrías por tu cuenta, pues a tu pequeña dosis de buena voluntad para reinstaurar la plenitud Él sumará toda Su Voluntad, haciendo así que la tuya sea plena. 4¿Qué podría haber que el Hijo de Dios no pudiese alcanzar cuando la Paternidad de Dios se encuentra en él? 5Mas la invitación tiene que proceder de ti, pues sin duda debes haber aprendido que aquel a quien invites a ser tu hués­ped, será quien morará en ti.

5. El Espíritu Santo no puede hablarle a un anfitrión que no le dé la bienvenida, puesto que no sería oído. 2El Eterno Invitado jamás se ausenta, pero Su Voz se vuelve cada vez más tenue en compañía de extraños. 3Necesita tu protección, únicamente porque la atención que le prestas es señal de que deseas Su Compañía. 4Piensa como Él aunque sólo sea por un momento y la pequeña chispa se convertirá en una luz tan resplandeciente que inundará tu mente para que Él se convierta en tu único Invitado. 5Siempre que le abres las puertas al ego, menoscabas la bienvenida que le das al Espíritu Santo. 6Él no sé ausentará, pero habrás hecho una alianza contra Él. 7Sea cual sea la jornada que decidas emprender, Él irá contigo y esperará. 8Puedes confiar plenamente en Su paciencia, pues Él no puede abandonar a ninguna parte de Dios. 9Mas tú necesitas mucho más que paciencia.

6. No podrás descansar hasta que sepas cuál es tu función y la lleves a cabo, pues sólo en esto pueden estar completamente uni­das la Voluntad de tu Padre y la tuya. 2Tener a Dios es ser como Él, y Él se ha dado a Sí Mismo a ti. 3Tú que tienes a Dios debes ser como Dios, pues mediante Su regalo Su función se convirtió en la tuya. 4Invita este conocimiento de nuevo a tu mente y no dejes entrar ninguna otra cosa que lo pueda enturbiar. 5El Invitado que Dios te envió te enseñará cómo hacer esto sólo con que reconozcas la pequeña chispa y estés dispuesto a dejar que se expanda. 6No es necesario que estés enteramente dispuesto a ello porque Él lo está. 7Si simplemente le ofreces un pequeño lugar, Él lo iluminará tanto que gustosamente dejarás que éste se expanda. 8Y mediante esta expansión, comenzarás a recordar la creación.

7. ¿Qué prefieres ser, rehén del ego o anfitrión de Dios? 2Aceptarás únicamente a aquel que invites. 3Eres libre de determinar quién ha de ser tu invitado y cuánto tiempo ha de permanecer contigo. 4Mas esto no es auténtica libertad, pues depende todavía de cómo la consideres. 5El Espíritu Santo se encuentra ahí, pero no puede ayudarte a menos que tú se lo pidas. 6Y el ego no es nada, tanto si lo invitas a que entre como si no. 7La auténtica libertad radica en darle la bienvenida a la realidad, y de tus invi­tados, sólo él Espíritu Santo es real. 8Date cuenta, pues, de Quién mora en ti, reconociendo simplemente lo que ya se encuentra ahí, y no te conformes con consoladores imaginarios, pues el Conso­lador de Dios se encuentra en ti.

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