DESPERTAR AL AMOR

martes, 17 de julio de 2018

17 JULIO: Sólo mi propia condenación me hace daño.

AUDIOLIBRO




EJERCICIOS


LECCIÓN 198


Sólo mi propia condenación me hace daño.


1. El daño es imposible. 2Y, sin embargo, las ilusiones forjan más ilusiones. 3Si puedes condenar, se te puede hacer daño. 4Pues habrás creído que puedes hacer daño, y el derecho que te prescri­bes puede ahora usarse contra ti, hasta que renuncies a él por ser algo sin valor, indeseable e irreal. 5La ilusión dejará entonces de tener efectos,. y aquellos que parecía tener quedarán anulados. 6Entonces serás libre, pues la libertad es tu regalo, y ahora pue­des recibir el regalo que has dado.

2. Condena y te vuelves un prisionero. 2Perdona y te liberas. 3Ésta es la ley que rige a la percepción. 4No es una ley que el conoci­miento entienda, pues la libertad es parte del conocimiento. 5Por lo tanto, condenar es en realidad imposible. 6Lo que parece ser su influencia y sus efectos jamás tuvieron lugar en absoluto. 7No obs­tante, tenemos que lidiar con ellos por un tiempo como si en reali­dad hubiesen tenido lugar. 8Las ilusiones forjan más ilusiones. 9Excepto una: 10Pues el perdón es la ilusión que constituye la res­puesta a todas las demás ilusiones.

3. El perdón desvanece todos los demás sueños, y aunque en sí es un sueño, no da lugar a más sueños. 2Todas las ilusiones, salvo ésta, no pueden sino multiplicarse de mil en mil. 3Pero con ésta, a todas las demás les llega su fin. 4El perdón representa el fin de todos los sueños, ya que es el sueño del despertar. 5No es en sí la verdad. 6No obstante, apunta hacia donde ésta se encuentra, y provee dirección con la certeza de Dios Mismo. 7Es un sueño en el que el Hijo de Dios despierta a su Ser y a su Padre, sabiendo que Ambos son uno.

4. El perdón es el único camino que te conduce más allá del desas­tre, del sufrimiento y, finalmente, de la muerte. 2¿Cómo podría haber otro camino cuando éste es el plan de Dios? 3¿Y por qué combatirlo, oponerse a él, hallarle mil faltas y buscar mil otras alternativas?

5. ¿No sería más sabio alegrarte de tener en tus manos la res­puesta a tus problemas? 2¿No sería más inteligente darle gracias a Aquel que te ofrece la salvación y aceptar Su regalo con gratitud? 3¿Y no sería muestra de bondad para contigo mismo oír Su Voz y aprender las sencillas lecciones que Él desea enseñarte en lugar de tratar de ignorar Sus palabras y sustituirlas por las tuyas?

6. Sus palabras darán resultado. 2Sus palabras salvarán. 3En Sus palabras yace toda la esperanza, bendición y dicha que jamás se pueda encontrar en esta tierra. 4Sus palabras proceden de Dios, y te llegan con el amor del Cielo impreso en ellas. 5Los que oyen Sus palabras han oído el himno del Cielo. 6Pues éstas son las palabras en las que todas las demás por fin se funden en una sola. 7Y al desaparecer ésta, la Palabra de Dios viene a ocupar su lugar, pues entonces será recordada y amada.

7. En este mundo parece haber diversos escondrijos donde la pie­dad no tiene sentido y, el ataque parece estar justificado. 2Mas todos son uno: un lugar donde la muerte es la ofrenda que se le hace al Hijo de Dios así como a su Padre. 3Tal vez pienses que Ellos la han aceptado. 4Mas si miras de nuevo allí donde antes contemplaste Su sangre, percibirás en su lugar un milagro. 5¡Qué absurdo creer que Ellos podían morir! 6¡Qué absurdo creer que podías atacar! 7¡Qué locura pensar que podías ser condenado y que el santo Hijo de Dios podía morir!

8. La quietud de tu Ser permanece impasible y no se ve afectada por semejantes pensamientos ni se percata de ninguna condena­ción que pudiera requerir perdón. 2Pues los sueños, sea cual fuere su clase, son algo ajeno y extraño a la verdad. 3¿Y qué otra cosa, sino la verdad, podría contener un Pensamiento que edifica un puente hasta ella misma para transportar las ilusiones al otro lado?

9. Nuestras prácticas de hoy consisten en dejar que la libertad venga a establecer su morada en ti. 2La verdad deposita estas palabras en tu mente, para que puedas encontrar la llave de la luz y permitir que a la oscuridad le llegue su fin:

3Sólo mi propia condenación me hace daño. 4Sólo mi propio perdón me puede liberar.

5No olvides hoy que toda forma de sufrimiento oculta algún pen­samiento que niega el perdón. 6Y que el perdón puede sanar toda forma de dolor.

10. Acepta la única ilusión que proclama que en el Hijo de Dios no hay condenación, y el Cielo será recordado instantáneamente, el mundo quedará olvidado y todas sus absurdas creencias queda­rán olvidadas junto con él, conforme la faz de Cristo aparezca por fin sin velo alguno en este sueño de perdón. 2Éste es el regalo que el Espíritu Santo te ofrece de parte de Dios tu Padre. 3Deja que el día de hoy sea celebrado tanto en la tierra como en tu santo hogar. 4Sé benévolo con ambos, al perdonar las ofensas de las que pensaste que eran culpables, y ve tu inocencia irradiando sobre ti desde la faz de Cristo.

11. Ahora el silencio se extiende por todo el mundo. 2Ahora hay quietud allí donde antes había una frenética avalancha de pensa­mientos sin sentido. 3Ahora hay una serena luz sobre la faz de la tierra, que reposa tranquila en un dormir desprovisto de sueños. 4Y ahora lo único que queda en ella es la Palabra de Dios. 5Sólo eso puede percibirse por un instante más. 6Luego, los símbolos pasarán al olvido, y todo lo que jamás creíste haber hecho desaparecerá por completo de la mente que Dios reconoce para siem­pre como Su único Hijo.

12. En él no hay condenación. 2Es perfecto en su santidad. 3No necesita pensamientos de misericordia. 4¿Qué regalos se le pue­den hacer cuando todo es suyo? 5¿A quién podría ocurrírsele ofre­cer perdón al Hijo de la Impecabilidad Misma, tan semejante a Aquel de Quien es Hijo, que contemplar al Hijo significa dejar de percibir y únicamente conocer al Padre? 6En esta visión del Hijo, tan fugaz que ni siquiera un instante media entre este singular panorama y la intemporalidad misma, contemplas la visión de ti mismo, y luego desapareces para siempre en Dios.

13. Hoy nos aproximamos todavía más al final de todo lo que aún pretende interponerse entre esta visión y nuestra vista. 2Nos sen­timos dichosos de haber llegado tan lejos, y reconocemos que Aquel que nos trajo hasta aquí no nos abandonará ahora. 3Pues nos quiere dar hoy el regalo que Dios nos ha dado a través de Él. 4Éste es el momento de tu liberación. 5Ha llegado el momento. 6Ha llegado hoy.




RESUMEN DE LA PRÁCTICA

Instrucciones generales: Tiempo de quietud por la mañana/ noche, recordatorios cada hora, Respuesta a la tentación. Ver la Lección 153.

Propósito: Usar el perdón para abandonar tu condena y sentir la libertad que hay dentro de ti. Acercarte más al final de todos los obstáculos, a la visión final. Sentirte feliz, pues hoy ha llegado tu liberación.

Tiempo de quietud por la mañana/ noche: Por lo menos cinco minutos; lo ideal es treinta minutos o más.

Recordatorios cada hora: Uno o dos minutos, a la hora en punto, (menos si las circunstancias no lo permiten).
Utiliza la lección: “Sólo mi propia condenación me hace daño”, para perdonar todos los acontecimientos de la hora anterior. No dejes que nada arroje su sombra sobre la hora que empieza. De este modo sueltas las cadenas del tiempo y permaneces libre mientras continúas en el tiempo.

Recordatorios frecuentes: Repite: “Sólo mi propia condenación me hace daño. Sólo mi propio perdón me puede liberar”.

Respuesta a la tentación: Siempre que sientas la tentación de creer en cualquier sufrimiento o daño, date cuenta de que oculta un pensamiento de condena, y di: “Sólo mi propia condenación me hace daño. Sólo mi propio perdón me puede liberar”.

Comentario

Cuando condeno a otro, me hago daño a mí mismo. ¿Cómo puede ser eso?

Cuando condeno a alguien, le deseo daño, alguna forma de castigo por su “injusticia”. Como mínimo, mi condena afirma que esa persona se merece menos amor. Por lo tanto, creo que puedo hacer daño, incluso que yo tendría justificación por hacerle daño o retirarle mi amor. Sin embargo, la norma que he establecido con esta creencia puede volverse contra mí. Yo puedo recibir daño también. Si mido mi amor a otros según el modo en que los veo, estoy afirmando que es así como funciona el amor. Por lo tanto, estoy afirmando que Dios mide Su Amor a mí basándose en mi apariencia o en el desarrollo del estado de mi carácter ahora. ¿De verdad quiero esto?

En realidad, “El daño es imposible” (1:1). Ni Dios, ni mi verdadero Ser como creación Suya, pueden ser dañados en modo alguno. Ni han sido dañados. Pero “las ilusiones forjan más ilusiones” (1:2), y la ilusión de la condena forja una ilusión de daño. Por lo tanto, continuaremos sintiendo daño hasta que abandonemos la condena como una herramienta “indeseable e irreal” (1:4).

Hay una regla que está bajo la superficie de esta lección que realmente es muy importante para comprender el Curso. El daño es imposible, también es imposible condenar (2:5). “Lo que parece ser su influencia y sus efectos jamás tuvieron lugar en absoluto” (2:6). Así, tal como dice el Curso en muchos sitios, la separación nunca ocurrió, la muerte no existe, la enfermedad es una ilusión, e incluso nuestro cuerpo y el mundo no existen. “¡El mundo no existe!” (L.132.6:2). Realmente no estamos aquí donde creemos que estamos; estamos dormidos en el Cielo, soñando en el exilio. El aparente problema ya se ha resuelto y, ciertamente ¡nunca sucedió! Ésta es la verdad en el nivel que el Curso llama conocimiento del Cielo.

Y sin embargo… ¿qué? Pues hay un “y sin embargo” a las enseñanzas del Curso. No afirma la verdad última y se acaba, tiene algo que decir acerca de la aparente ilusión. Afirma con un cuidado meticuloso la irrealidad de la ilusión, ¡y sin embargo lidia con ella!
Lo que parece ser su influencia y sus efectos jamás tuvieron lugar en absoluto. No obs-tante, tenemos que lidiar con ellos por un tiempo como si en realidad hubiesen tenido lugar. (2:6-7)

¿Cuáles son la influencia y los efectos de la condena? Cada forma de “daño” imaginable. Los aparentes efectos de nuestra condena a nosotros mismos incluyen la invención del mundo y de los cuerpos también. Entonces, éstas son las cosas con las que por un tiempo tenemos que lidiar como si realmente hubieran ocurrido. El tiempo mismo es una ilusión, sin embargo el Curso habla bastante de ahorrar tiempo, y nos ruega que usemos el tiempo sabiamente, concretamente en las instrucciones para las prácticas que son parte de estas lecciones. Sabe que el tiempo es ilusorio, y sin embargo lidia con él como si fuera algo real, usando la misma ilusión para sacarnos de la ilusión, usando el tiempo para llevarnos de regreso a la eternidad.

Nos enfrentamos a la ilusión con la ilusión misma, nos enfrentamos a los efectos de la condena con el perdón. En realidad no hay nada que perdonar porque no ha ocurrido nada. Pero para deshacer la ilusión de que sucedió y así hacernos conscientes de la realidad que nunca cambia, necesitamos la ilusión del perdón.

El Curso afirma que este mundo es una ilusión; y sin embargo, durante un tiempo nos enseña a lidiar con él como si no fuera una ilusión, como si realmente hubiera sucedido. La única manera para así lidiar con la ilusión es perdonarlo, proclamarle al mundo que “en el Hijo de Dios no hay condenación” (10:1). El perdón es el puente que lleva la ilusión ante la verdad, que proporciona la escapatoria de la ilusión completamente.





TEXTO



8Acepta gustosamente lo que no entiendes, y deja que se te explique a medida que percibes cómo opera en ella este nuevo propósito para hacerla santa. 2No te faltarán oportunidades de culpar a tu hermano por el "fracaso" de vuestra relación, pues habrá momentos en que ésta parecerá no tener ningún propósito. 3Una sensación de estar vagando a la deriva vendrá a atormen­tarte y a recordarte las múltiples maneras en que antes solías bus­car satisfacción y en las que creíste haberla encontrado. 4No te olvides del dolor que en realidad encontraste, ni le infundas vida a tu desfallecido ego. 5Pues tu relación no ha sido destruida. 6Ha sido salvada.

9. Eres muy inexperto en lo que respecta a la salvación, y crees que has perdido el rumbo. 2Lo que has perdido es tu manera de alcanzar la salvación, pero no pienses que eso es una pérdida. 3En tu inexperiencia, recuerda que tu hermano y tú habéis comen­zado de nuevo juntos. 4Dale la mano, y caminad el uno al lado del otro por una senda que os es más familiar de lo que ahora creéis. 5¿No es acaso inevitable que recuerdes un objetivo que nunca ha cambiado ni cambiará jamás? 6Pues has elegido el objetivo de Dios, del que tu verdadera intención nunca estuvo ausente.

10. El himno de la libertad se oye por toda la Filiación, como eco jubiloso de tu decisión. 2Te has unido a muchos en el instante santo, y ellos se han unido a ti. 3No pienses que tu decisión te dejará desconsolado, pues Dios Mismo ha bendecido tu relación santa. 4Únete a Él en Su bendición, y no dejes de ofrecerle la tuya también. 5Pues lo único que necesita ahora es tu bendición, para que puedas ver que la salvación reside en ella. 6No condenes la salvación, pues ha venido a ti. 7Y dadle la bienvenida juntos, pues ha venido a uniros en una relación en la que toda la Filiación es bendecida al unísono.

11. Decidisteis de mutuo acuerdo invitar al Espíritu Santo a vues­tra relación. 2De no haber sido así, Él no habría podido entrar a formar parte de ella. 3Tal vez hayas cometido muchos errores desde entonces, pero también has realizado enormes esfuerzos para ayudarle a llevar a cabo Su labor. 4Él no ha dejado de apreciar todo lo que has hecho por Él, 5ni se fija en absoluto en los errores que cometes. 6¿Le has estado igualmente agradecido a tu hermano? 7¿Has apreciado sistemáticamente sus meritorios esfuerzos y pasado por alto sus errores? 8¿O ha fluctuado tu aprecio menguando progresivamente a la luz de sus errores? 9Tal vez estés ahora iniciando una campaña para culparle por la inco­modidad de la situación en que os encontráis. 10Y debido a esa falta de aprecio y gratitud te incapacitas a ti mismo para expresar el instante santo, y, de ese modo, lo pierdes de vista.

12La experiencia de un instante, por muy convincente que sea, se olvida fácilmente si permites que el tiempo la sepulte. 2Tiene que mantenerse brillando y llena de gracia en tu conciencia del tiempo, pero no oculta dentro de él. 3El instante perdura. 4¿Pero dónde estás tú? 5Darle las gracias a tu hermano es apreciar el instante santo, y permitir, por lo tanto, que sus resultados sean aceptados y compartidos. 6Atacar a tu hermano no hace que se pierda el instante, pero sí anula el poder de sus efectos.

13. Has recibido el instante santo, pero tal vez has dado lugar a una condición que te impide utilizarlo. 2Como resultado de ello, no te das cuenta de que aún sigue contigo. 3Y al haberte separado de su expresión, te has negado a ti mismo su beneficio: 4Cada vez que atacas a tu hermano refuerzas esto, pues el ataque impide que te veas a ti mismo. 5Y es imposible que te niegues a ti mismo, y al mismo tiempo puedas reconocer lo que se te ha dado y lo que has recibido.

14. Tanto tú como tu hermano os encontráis juntos en la santa pre­sencia de la verdad misma. 2Aquí se encuentra el objetivo, junto con vosotros. 3¿No crees que el objetivo mismo hará los arreglos necesarios para su consecución? 4Es precisamente esta discrepan­cia entre el propósito que se ha aceptado y los medios tal como los usas ahora, lo que parece hacerte sufrir, si bien ello le es grato al Cielo. 5Si el Cielo fuese algo externo a ti, no podrías compartir su júbilo. 6Pero puesto que está dentro de ti, su júbilo es también el tuyo. 7Os une un propósito común, pero todavía permanecéis separados y divididos con respecto a los medios. 8El objetivo, no obstante, ya está establecido y es fijo, firme e inalterable, y los medios se amoldarán a él debido a la inevitabilidad del objetivo. 9Y compartiréis el júbilo de la Filiación de que ello sea así.

15. A medida que empieces a reconocer y a aceptar los regalos que tan desprendidamente has dado a tu hermano, empezarás a acep­tar asimismo los efectos del instante santo y a usarlos para corre­gir todos tus errores y liberarte de sus resultados. 2al aprender esto, habrás aprendido también cómo liberar a toda la Filiación, y cómo ofrecérsela con alegría y gratitud a Aquel que te dio tu liberación y que desea extenderla a través de ti.









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