DESPERTAR AL AMOR

viernes, 6 de julio de 2018

6 JULIO: Bendigo al mundo porque me bendigo a mí mismo.

AUDIOLIBRO


EJERCICIOS

LECCIÓN 187



Bendigo al mundo porque me bendigo a mí mismo.




1. Nadie puede dar lo que no tiene. 2De hecho, dar es la prueba de que se tiene. 3Hemos hecho mención de esto anteriormente. 4Mas no es eso lo que hace que sea difícil de creer. 5Nadie duda de que primero se debe poseer lo que se quiere dar. 6Es en la segunda parte de la afirmación donde el mundo y la percepción verdadera difieren. 7Si has tenido y has dado, el mundo afirma que has perdido lo que poseías. 8La verdad mantiene que dar incrementa lo que posees.

2. ¿Cómo va a ser posible esto? 2Pues es seguro que si das una cosa finita tus ojos físicos dejarán de percibirla como tuya. 3No obstante, hemos aprendido que las cosas sólo representan los pen­samientos que dan lugar a ellas. 4Y no careces de pruebas de que cuando compartes tus ideas, las refuerzas en tu propia mente. 5Tal vez la forma en que el pensamiento parece manifestarse cambie al darse. 6No obstante, éste tiene que retornar al que lo da. 7Y la forma que adopte no puede ser menos aceptable. 8Tiene que ser más.

3. Las ideas tienen primero que pertenecerte antes de que las pue­das dar. 2Y si has de salvar al mundo, tienes que primero aceptar la salvación para ti mismo. 3Mas no creerás que ésta se ha consu­mado en ti hasta que no veas los milagros que les brinda a todos aquellos a quienes contemples. 4Con esto, la idea de dar se clari­fica y cobra significado. 5Ahora puedes percibir que al dar, tu cau­dal aumenta.

4. Protege todas las cosas que valoras dándolas, y así te asegura­rás de no perderlas nunca. 2Y con ello queda demostrado que lo que no creías tener te pertenece. 3Mas no le atribuyas valor a su forma. 4Pues ésta cambiará, y con el tiempo no será reconocible por mucho que trates de conservarla. 5Ninguna forma perdura. 6El pensamiento tras la forma de todo es lo que es inmutable.

5. Da gustosamente, 2pues con ello sólo puedes beneficiarte. 3El pensamiento sigue vivo y su fuerza aumenta a medida que se refuerza al darse. 4Los pensamientos se extienden al compartirse, pues no se pueden perder. 5No hay un dador y un receptor en el sentido en el que el mundo los concibe. 6Hay un dador que con­serva lo que da, y otro que también habrá de dar. 7Y ambos ganarán en este intercambio, pues cada uno de ellos dispondrá del pensamiento en la forma que le resulte más útil. 8Lo que aparen­temente pierde es siempre algo que valorará menos que aquello que con toda seguridad le será devuelto.

6. Nunca olvides que sólo te das a ti mismo. 2El que entiende el significado de dar, no puede por menos que reírse de la idea del sacrificio. 3Tampoco puede dejar de reconocer las múltiples for­mas en que se puede manifestar el sacrificio. 4Se ríe asimismo del dolor y de la pérdida, de la enfermedad y de la aflicción, de la pobreza, del hambre y de la muerte. 5Reconoce que el sacrificio sigue siendo la única idea que yace tras todo esto, y con su dulce risa todo ello sana.

7. Una vez que una ilusión se reconoce como tal, desaparece. 2Niégate a aceptar el sufrimiento, y eliminarás el pensamiento de sufrimiento. 3Cuando eliges ver todo sufrimiento como lo que es, tu bendición desciende sobre todo aquel que sufre. 4El pensa­miento de sacrificio da lugar a todas las formas que el sufrimiento aparenta adoptar. 5Mas el sacrificio es una idea tan demente que la cordura la descarta de inmediato.

8. jamás creas que puedes hacer sacrificio alguno. 2No hay cabida para el sacrificio en lo que tiene valor. 3Si surge tal pensa­miento, su sola presencia demuestra que se ha cometido un error, el cual es necesario corregir. 4Tu bendición lo corregirá. 5Habién­dosete dado a ti primero, ahora es tuya para que tú a tu vez la des. 6Ninguna forma de sacrificio o de sufrimiento puede preva­lecer por mucho tiempo ante la faz de uno que se ha perdonado y bendecido a sí mismo.

9. Las azucenas que te ofrece tu hermano se depositan ante tu altar, junto con las que tú le ofreces a él. 2¿Quién podría tener miedo de contemplar una santidad tan hermosa? 3La gran ilusión del temor a Dios queda reducida a la nada ante la pureza que aquí has de contemplar. 4No tengas miedo de mirar. 5La bendición que has de contemplar eliminará todo pensamiento de forma, y en su lugar dejará allí para siempre el regalo perfecto, el cual aumentará eternamente, será por siempre tuyo y será por siempre dado.

10. Ahora somos uno en pensamiento, pues el miedo ha desapare­cido. 2Y aquí, ante el altar a un solo Dios, a un solo Padre, a un solo Creador y a un solo Pensamiento, nos alzamos juntos como el único Hijo de Dios. 3No estamos separados de Aquel que es nuestra Fuente ni distanciados de los hermanos que forman parte de nuestro único Ser, Cuya inocencia nos ha unido a todos cual uno solo, sino que nos alzamos en gloriosa bendición y damos tal como hemos recibido. 4Tenemos el Nombre de Dios en nuestros labios. 5Y cuando miramos en nuestro interior, vemos brillar la pureza del Cielo en nuestro reflejo del Amor de nuestro Padre.

11. Ahora somos bendecidos y ahora bendecimos al mundo. 2Que­remos extender lo que hemos contemplado porque queremos verlo en todas partes. 3Queremos verlo refulgir con la gracia de Dios en todos nuestros hermanos. 4No queremos que se le niegue a nada de lo que vemos. 5Y para cerciorarnos de que esta santa visión es nuestra, se la ofrecemos a todo lo que vemos. 6Pues allí donde la veamos, nos será devuelta en forma de azucenas que podremos depositar sobre nuestro altar, convirtiéndolo así en un hogar para la Inocencia Misma, la cual mora en nosotros y nos ofrece Su Santidad para que sea nuestra.



RESUMEN DE LA PRÁCTICA

Instrucciones generales: Tiempo de quietud por la mañana/ noche, recordatorios cada hora, Respuesta a la tentación. Ver la Lección 153.

Propósito: Abandonar tu creencia de que dar es un sacrificio y así experimentar la abundancia que hay en el altar dentro de ti. Esto intensificará tu motivación y fortalecerá tu compromiso.

Tiempo de quietud por la mañana/ noche: Por lo menos cinco minutos; lo ideal es treinta minutos o más.
Estate dispuesto a mirar el altar dentro de ti, el altar al único Dios. Allí verás las azucenas que tu hermano te ofrece y las que tú le ofreces a él, en toda su amorosa santidad. Ahí estás unido a todos tus hermanos y a Dios. Ahí está rodeado de bendiciones y das tal como recibes. Al mirar adentro, repite el Nombre de Dios.

Observaciones: Al recibir esta bendición, tú puedes bendecir al mundo. Ofrece esta bendición a todo lo que veas hoy.

Recordatorios cada hora: Uno o dos minutos, a la hora en punto, (menos si las circunstancias no lo permiten).

Respuesta a la tentación: Siempre que sea necesario.
Repite la idea.

Comentario

Es fácil entender que para dar una cosa, primero tienes que tenerla. Eso está claro. Lo que nos parece más difícil de creer es que verdaderamente dar aumenta lo que tienes.

Dice la lección que la explicación para entender esto está en el hecho de que “las cosas sólo representan los pensamientos que dan lugar a ellas” (2:3). Para entender que dar lo que tenemos lo aumenta, tenemos que empezar a reconocer que las “cosas” no son reales, lo que es real son los pensamientos detrás de ellas. Esto no significa que si doy 100 euros a un hermano que lo necesita, recibiré de inmediato 200 euros de alguna otra fuente. Sin embargo, dice que cuando doy 100 euros sabiendo que el dinero es sólo una idea, aumentaré el pensamiento que me trajo a mí el dinero antes. Por lo tanto, eso finalmente obtendría como resultado más dinero, o más “riqueza y abundancia” de alguna forma. La forma puede ser la misma o no.

Tal vez la forma en que el pensamiento parece manifestarse cambie al darse. No obstante, éste tiene que retornar al que lo da. Y la forma que adopte no puede ser menos aceptable. Tiene que ser más. (2:5-8)

En otras palabras, lo que vuelve es siempre mayor que lo que se da.

Yo he empezado a aprender esto dando ideas directamente, en mi grupo de estudio y en mis escritos. Ciertamente he descubierto que es verdad que a medida que doy estas ideas, aumentan en mí. Por lo menos “recibo” tanto o más beneficio que cualquiera que esté “recibiendo” de mí. Soy muy consciente de que estoy bendiciendo al mundo porque me bendigo a mí mismo, estoy haciendo esto en mi propio beneficio.

Es más difícil cuando se trata de cosas materiales. No es tan sencillo relacionar el dinero con una idea, o que un casete es una idea, o que un libro es sólo una idea, o que un coche es únicamente una idea. Lo aprendo de maneras diferentes. Doy hojas informativas que me cuestan dinero, creyendo que finalmente me volverá. Doy horas de mi tiempo al grupo de estudio, creyendo que me volverá. Siento que eso es una forma de dar. Y el comienzo de regresarme ya ha empezado.

Pienso que cuando aprenda esta lección completamente, no me costará nada abandonar la idea de poseer y compartiré todo lo que poseo con todos los que lo necesiten. Pero todavía estoy muy lejos de eso.

El siguiente párrafo es muy importante:

Las ideas tienen primero que pertenecerte antes de que las puedas dar. Y si has de salvar al mundo, tienes que primero aceptar la salvación para ti mismo. Mas no creerás que ésta se ha consumado en ti hasta que no veas los milagros que les brinda a todos aquellos a quienes contemples. Con esto, la idea de dar se clarifica y cobra significado. Ahora puedes percibir que al dar, tu caudal aumenta. (3:1-5)

Para dar la salvación, primero tengo que aceptarla para mí mismo. Pero para saber que la tengo, primero debo darla. Eso significa que tengo que empezar a darla para saber que ¡la tengo! El regalo que dar me ofrece a mí, es saber que tengo el regalo que doy.

La lección nos aconseja que protejamos lo que tenemos, dándolo. Nos avisa: “Mas no le atribuyas valor a su forma” (4:3). En otras palabras, puede que no te vuelva en la misma forma en que lo das. Si doy 100 euros en metálico, puedo recibir un regalo en una forma diferente: un magnetófono, programas para el ordenador, un ramalazo de energía física, o cualquier otra cosa. Si doy un libro determinado, puede que nunca reciba ese mismo libro; y tengo que aprender a no darle valor a la forma, sino al pensamiento detrás de la forma. Es ridículo darle importancia a las formas: “Ninguna forma perdura” (4:5). Recuerda:

Lo que aparentemente pierde es siempre algo que valorará menos que aquello que con toda seguridad le será devuelto. (5:8)

Cada regalo que doy es siempre un regalo a mí mismo. ¡Nunca pierdo! Yo gano y también el que recibe mi regalo, especialmente si aprende de mí a dar de nuevo. “El que entiende el significado de dar, no puede por menos que reírse de la idea del sacrificio” (6:2). Ríete, porque el sacrificio no existe. Lo que doy, se me da a mí mismo; nunca pierdo, siempre gano. ¿Cómo puede llamársele sacrificio?

Claramente la lección se aplica a todas las formas de “dar” y a todas las formas de “sacrificio”, incluidos el dolor y la pérdida, la enfermedad, el sufrimiento, la pobreza, el hambre y la muerte. Cuando “renuncio” a una relación en la forma que creía que la quería, según esta lección recibo algo que valoraré mucho más. Quizá aprenda a aceptar el regalo de la independencia, por ejemplo. Estoy seguro de que es lo mismo cuando hago otros “sacrificios”. Equivocadamente tengo miedo a la “pérdida” que sufriré cuando estas cosas no estén en mi vida. No habrá pérdida, no habrá sacrificio. Lo que gano será mucho más que la aparente pérdida. Y en realidad, no pierdo nada, excepto una identificación falsa.

Por ejemplo, pienso que obtengo cierta satisfacción y consuelo de una comida agradable. El placer del gusto, el placer de sentirme lleno. Falsamente identifico estas sensaciones con el objeto, la comida. Pero el placer, la satisfacción y el consuelo son sólo las ideas detrás de la comida. Si tuviera que separar la comida de esas ideas, no renunciaría a esas ideas, estaría afirmándolas. Las conservo, y crecen. Habrá placer, satisfacción y consuelo en otras formas, más duraderas y más generales. He ganado la forma general al renunciar a la identificación concreta de esas ideas con la “comida”.

En general, pasaremos por muchas repeticiones de aparentemente renunciar, de aparentes sacrificios, hasta que aprendamos que la cosa no es la idea, que ninguna forma concreta se puede identificar con la idea detrás de ella.


Al final vamos más allá de la idea de muchos pensamientos diferentes para ver el único Pensamiento: el inocente Hijo de Dios, el Cristo. Vemos ese Pensamiento dentro de nosotros y “Queremos extender lo que hemos contemplado porque queremos verlo en todas partes” (11:2). “Y para cerciorarnos de que esta santa visión es nuestra, se la ofrecemos a todo lo que vemos” (11:5).




TEXTO

VII. El final de las ilusiones

 

1. Es imposible abandonar el pasado sin renunciar a la relación especial. 2Pues la relación especial es un intento de revivir el pasado y alterarlo. 3Toda imaginada ofensa, todo dolor que toda­vía se recuerde, así como todas las desilusiones pasadas y las injusticias y privaciones que se percibieron, forman parte de la relación especial, que se convierte en el medio por el que intentas reparar tu herido amor propio. 4Sin el pasado, ¿de qué base dis­pondrías para elegir a un compañero especial? 5Toda elección al respecto se hace por razón de algo "malo" que ocurrió en el pasado a lo que aún te aferras, y por lo que otro tiene que pagar.

2. La relación especial es una venganza contra el pasado. 2Al tra­tar de eliminar todo sufrimiento pasado, pasa por alto el presente, pues está obsesionada con el pasado y comprometida totalmente a él. 3Ninguna relación especial se experimenta en el presente. 4Sombras del pasado la envuelven y la convierten en lo que es. 5No tiene ningún significado en el presente, y si no significa nada en el ahora, no significa nada en absoluto. 6¿Cómo ibas a poder cambiar el pasado, salvo en fantasías? 7¿Y quién te puede dar aquello de lo que según tú se te privó en el pasado? 8El pasado no es nada. 9No trates de culparlo por tus privaciones, pues el pasado ya pasó. 10En realidad es imposible que no puedas desprenderte de lo que ya pasó. 11Debe ser, por lo tanto, que estás perpetuando la ilusión de que todavía está ahí porque crees que sirve para algún propósito que quieres ver realizado. 12debe ser también que ese propósito no puede realizarse en el presente, sino sólo en el pasado.

3. No subestimes la intensidad del deseo del ego por vengarse del pasado. 2El ego es absolutamente cruel y completamente demente. 3Se acuerda de todo lo que hiciste que lo ofendió, e intenta hacer que pagues por ello. 4Las fantasías que lleva a las relaciones que ha escogido para exteriorizar su odio, son fantasías de tu destruc­ción. 5Pues el ego te guarda rencor por el pasado, y si te escapas del pasado se vería privado de consumar la venganza que, según él, tan justamente mereces. 6Sin embargo, si no te tuviese a ti de aliado de tu propia destrucción, el ego no podría utilizar el pasado contra ti. 7En la relación especial permites tu propia des­trucción. 8Que eso es demente es obvio. 9Lo que no es tan obvio es que el presente no te sirve de nada mientras persigas el objetivo del ego como aliado suyo.

4. El pasado ya pasó. aNo intentes conservarlo en la relación espe­cial que te mantiene encadenado a él, y que quiere enseñarte que la salvación se encuentra en el pasado y que por eso necesitas volver a él para encontrarla. 2No hay fantasía que no encierre un sueño de represalias por lo ocurrido en el pasado. 3¿Qué prefieres, exteriorizar ese sueño o abandonarlo?

5. No parece que lo que buscas en la relación especial sea la ven­ganza. 2Y ni siquiera cuando el odio y la crueldad se asoman fugazmente se quebranta seriamente la ilusión de amor. 3Sin embargo, lo único que el ego jamás permite que llegue tu con­ciencia es que la relación especial es la exteriorización de tu ven­ganza contra ti mismo. 4¿Qué otra cosa podría ser? 5Cuando vas en busca de una relación especial, no buscas la gloria dentro de ti. 6Has negado que se encuentre en ti, y la relación se convierte en su substituto. 7La venganza pasa a ser aquello con lo que substituyes la Expiación, y lo que pierdes es poder escaparte de la venganza.

6. Frente a la demente noción que el ego tiene de la salvación, el Espíritu Santo te ofrece dulcemente el instante santo. 2Hemos dicho antes que el Espíritu Santo tiene que enseñar mediante com­paraciones, y que se vale de opuestos para apuntar hacia la ver­dad. 3El instante santo es lo opuesto a la creencia fija del ego de que la salvación se logra vengando el pasado. 4En el instante santo se comprende que el pasado ya pasó, y que, con su pasar, el impulso de venganza se arrancó de raíz y desapareció. 5La quie­tud y la paz del ahora te envuelven con perfecta dulzura. 6Todo ha desaparecido, excepto la verdad.

7. Puede que por algún tiempo todavía trates de llevar ilusiones al instante santo, obstaculizando así el que seas plenamente cons­ciente de la absoluta diferencia que existe con respecto a todo ­entre tu experiencia de la verdad y tu experiencia de la ilusión. 2Mas no seguirás tratando de hacer eso por mucho más tiempo. 3En el instante santo el poder del Espíritu Santo prevalecerá por­que te habrás unido a Él. 4Las ilusiones que cargas contigo debili­tarán la experiencia que tienes de Él por algún tiempo, e impedirán que retengas la experiencia en tu mente. 5Mas el ins­tante santo es eterno, y las ilusiones que tienes acerca del tiempo no impedirán que lo intemporal sea lo que es, ni que lo experi­mentes tal como es.

8Lo que Dios te ha dado, te lo dio de verdad, y no podrás sino recibirlo de verdad. 2Pues los dones de Dios están desprovistos de toda realidad a menos que tú los recibas. 3Recibirlos consuma Su dación. 4Tú los recibirás porque Su Voluntad es darlos. 5Él dio el instante santo para que te fuese dado, y es imposible que no lo recibas, puesto que Él lo dio. 6Cuando Él dispuso que Su Hijo fuese libre, Su Hijo fue libre. 7En el instante santo se encuentra Su recor­datorio de que Su Hijo será siempre exactamente como fue crea­do. 8Y el propósito de todo lo que el Espíritu Santo enseña es recordarte que has recibido lo que Dios te dio.

9. No hay nada por lo que tengas que guardarle rencor a la reali­dad. 2Lo único que debes perdonar son las ilusiones que has albergado contra tus hermanos. 3Su realidad no tiene pasado, y lo único que se puede perdonar son las ilusiones. 4Dios no le guarda rencor a nadie, pues es incapaz de albergar ningún tipo de ilusión. 5Libera a tus hermanos de la esclavitud de sus ilusio­nes, perdonándolos por las ilusiones que percibes en ellos. 6Así aprenderás que has sido perdonado, pues fuiste tú quien les ofre­ció ilusiones. 7En el instante santo esto es lo que se lleva a cabo por ti mientras estés en el tiempo, para de este modo brindarte la verdadera condición del Cielo.

10Recuerda que siempre eliges entre la verdad y las ilusiones, entre la verdadera Expiación que cura, y la "expiación" del ego que destruye. 2Todo el poder y Amor de Dios, sin límite alguno, te apoyarán a medida que busques únicamente el papel que te corresponde desempeñar en el plan de Expiación que procede de Su Amor. 3Sé un aliado de Dios y no del ego en tu búsqueda para descubrir cómo alcanzar la Expiación. 4Con Su ayuda basta, pues Su Mensajero sabe cómo restituirte el Reino y hacer que todo tu interés en la salvación se centre en tu relación con Él.

11. Busca y encuentra Su mensaje en el instante santo, en el que se perdonan todas las ilusiones. 2Desde ahí, el milagro se extiende para bendecir a todo el mundo y resolver todo problema, percí­base como grande o pequeño, como que puede ser resuelto o como que no. 3No hay nada que no ceda ante Él y Su majestad. 4Unirse en estrecha relación con Él es aceptar todas las relaciones como reales, y gracias a su realidad, abandonar las ilusiones a cambio de la realidad de tu relación con Dios. 5Alabada sea la relación que tienes con Él y ninguna otra. 6La verdad reside en ella y no en ninguna otra parte. 7Eliges esto o nada.

12. Perdónanos nuestras ilusiones, Padre, y ayúdanos a aceptar nuestra verdadera relación Contigo, en la que no hay ilusiones y en la que jamás puede infiltrarse ninguna. 2Nuestra santidad es la Tuya. 3¿Qué puede haber en nosotros que necesite perdón si Tu perdón es perfecto? 4El sueño del olvido no es más que nuestra renuencia a recordar Tu perdón y Tu amor. 5No nos dejes caer en la tentación, pues la tentación del Hijo de Dios no es Tu Voluntad. 6Y déjanos recibir únicamente lo que Tú has dado, y aceptar sólo eso en las mentes que Tú creaste y que amas. 7Amén.






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