DESPERTAR AL AMOR

viernes, 27 de julio de 2018

27 JULIO: SEXTO REPASO: Repaso de las lección 188

AUDIOLIBRO


EJERCICIOS


LECCIÓN 208


No soy un cuerpo. Soy libre. Pues aún soy tal como Dios me creó.


1. (188) La paz de Dios refulge en mí ahora.

2Permaneceré muy quedo y dejaré que la tierra se aquiete junto conmigo. 3Y en esa quietud hallaremos la paz de Dios. 4Está dentro de mi corazón, el cual da testimonio de Dios Mismo.

5No soy un cuerpo. 6Soy libre.
7Pues aún soy tal como Dios me creó.




Instrucciones para la práctica

Ver las instrucciones para la práctica del Sexto Repaso

Comentario

Una y otra vez el Curso nos pide que “nos aquietemos”. Es sorprendente cuánto beneficio puede obtenerse de una sencilla pausa, aunque sólo sean diez segundos, cerrar los ojos y recordar la paz de Dios que está dentro de mí. Sólo la palabra “paz”, repetida mentalmente, puede tener un efecto relajante y sanador sobre la mente. Esto no es algo que venga sin nuestra colaboración activa. La práctica es necesaria. “Me aquietaré” es un acto de voluntad, una elección, una decisión. Hay que parar la frenética y continua corriente de pensamientos y preocupaciones, y la mente tiene que volverse hacia esa “quietud” (1:3) que está “dentro de mi corazón” (1:4).

La mayoría de nuestras horas de vigilia (y probablemente mientras dormimos, aunque no nos demos cuenta de ello) las pasamos con distintas preocupaciones que, cuando las despojamos de todo y las reducimos a lo básico, son preocupaciones acerca de nuestro cuerpo, de un modo u otro. Los cuidados diarios de bañarse, arreglarse, vestirse, y descansar nuestro cuerpo, está continuamente en nuestra mente. El tiempo que pasamos “ganándonos la vida” se necesita por la necesidad de dinero para comprar comida, ropa y alojamiento, y para nuestra diversión. Pero no somos cuerpos. Necesitamos recordatorios frecuentes de este hecho. Necesitamos pararnos y decirnos a nosotros mismos: “Paz, aquiétate”. Parece más fácil no hacer el esfuerzo, simplemente dejar que la corriente de preocupaciones corporales nos arrastre hacia delante de un momento al siguiente. Sin embargo, cuando hacemos el esfuerzo, cuando nos salimos de la corriente de pensamientos durante un minuto para aquietarnos y encontrar la paz de Dios, todo empieza a ir sin problemas ni complicaciones. Nos sentimos más felices que antes. Como dice un antiguo cántico cristiano: “Las cosas que antes eran preocupaciones desesperadas, ahora no pueden alterar mi descanso”.

Tenemos una fuente de paz dentro de nuestro corazón. Espera a que echemos mano de ella y bebamos su refrescante agua. Está aquí ahora, brillando dentro de nosotros. Ahora mismo, y a menudo durante el día de hoy: “Me aquietaré”. Acudiré a esa riqueza interior que “da testimonio de Dios Mismo” (1:4).





TEXTO


V. El sueño feliz

 

1. Prepárate ahora para deshacer lo que nunca tuvo lugar. 2Si ya entendieses la diferencia que existe entre la verdad y las ilusio­nes, la Expiación no tendría objeto. 3Él instante santo, la relación santa, las enseñanzas del Espíritu Santo y todos los medios por los que se alcanza la salvación no tendrían ningún propósito. 4Pues todos ellos no son sino aspectos del plan cuyo fin es cam­biar tus sueños de terror a sueños felices, desde los cuales puedas despertar fácilmente al conocimiento. 5No te pongas a ti mismo a cargo de esto, pues no puedes distinguir entre lo que es un avance y lo que es un retroceso. 6Has considerado algunos de tus mayores avances como fracasos, y has evaluado algunos de tus peores retrocesos como grandes triunfos.

2. Nunca solicites el instante santo después de haber tratado de eliminar por tu cuenta todo odio y temor de tu mente. 2Ésa es Su función. 3Nunca intentes pasar por alto tu culpabilidad antes de pedirle ayuda al Espíritu Santo. 4Ésa es Su función. 5Tu papel con­siste únicamente en estar dispuesto, aunque sea mínimamente, a que Él elimine todo vestigio de odio y de temor y a ser perdo­nado. 6Sobre tu poca fe, unida a Su entendimiento, Él establecerá tu papel en la Expiación y se asegurará de que lo cumplas sin ninguna dificultad. 7Y con Él construirás los peldaños, tallados en la sólida roca de la fe, que se elevarán hasta el Cielo. 8Y no serás tú el único que se valga de ellos para ascender hasta él.

3. A través de tu santa relación, renacida y bendecida en cada instante santo que tú no planees, miles de seres ascenderán hasta el Cielo junto contigo. 2¿Puedes acaso planear tú eso? 3¿O puedes prepararte a ti mismo para tal función? 4Sin embargo, ello es posi­ble porque es la Voluntad de Dios. 5Él no va a cambiar de pare­cer al respecto. 6Tanto el propósito como los medios le pertenecen a Él. 7Tú has aceptado el propósito, los medios se te proveerán. 8Un propósito como éste es inconcebible sin los medios. 9Él proveerá los medios a todo aquel que comparta Su propósito.

4. Los sueños felices se vuelven reales, no porque sean sueños, sino únicamente porque son felices. 2Por lo tanto, no pueden sino ser amorosos. 3Su mensaje es: "Hágase Su Voluntad", y no: "Quiero que sea de otra manera". 4La sincronización de medios y propósito es una empresa que está más allá de tu entendimiento. 5Ni siquiera te has dado cuenta de que has aceptado el propósito del Espíritu Santo como tu propósito, y lo único que harías sería utilizar medios profanos para su logro. 6La poca fe que se necesitó para cambiar de propósito es todo lo que se requiere para aceptar los medios y para ponerlos en práctica.

5. No es un sueño amar a tu hermano como a ti mismo, 2ni tu relación santa es tampoco un sueño. 3Lo único que aún le queda del mundo de los sueños es que todavía es una relación especial. 4Mas le es muy útil al Espíritu Santo, Quien tiene una función especial aquí. 5Tu relación se convertirá en el sueño feliz a través del cual Él podrá derramar Su alegría sobre miles y miles de personas que creen que el amor es miedo y no felicidad. 6Deja que Él lleve a cabo la función que Él le asignó a tu relación al aceptarla en tu nombre, y no habrá nada que no contribuya a ella para que se convierta en lo que Él quiere que sea.

6. Cuando sientas que la santidad de tu relación se ve amenazada por algo, detente de inmediato y, a pesar del temor que puedas sentir, ofrécele al Espíritu Santo tu consentimiento para que Él cambie ese instante por el instante santo que preferirías tener. 2Él jamás dejará de complacer tu ruego. 3Pero no te olvides de que tu relación es una unidad, y, por lo tanto, es inevitable que cualquier cosa que suponga una amenaza para la paz de uno sea asimismo una amenaza para la paz del otro. 4El poder de haberos unido a su bendición reside en el hecho de que ahora es imposible que tú o tu hermano podáis experimentar miedo por separado, o inten­tar lidiar con él por vuestra cuenta. 5Jamás pienses que eso es necesario o incluso posible. 6Pero de la misma manera en que es imposible, es imposible también que el instante santo le llegue a uno de vosotros y no al otro. 7Y os llegará a ambos a petición de cualquiera de los dos.

7. Él que esté más cuerdo de los dos en el momento en que se perciba la amenaza, debe recordar cuán profundo es su endeuda­miento con el otro y cuánta gratitud le debe, y alegrarse de poder pagar esa deuda brindando felicidad a ambos. 2Que recuerde esto y diga:

3Deseo que éste sea un instante santo para mí, a fin de compartirlo con mi hermano, a quien amo.
4Es imposible que se me pueda conceder a mí sin él o a él sin mí.
5Pero nos es totalmente posible compartirlo ahora.
6Elijo, por lo tanto, ofrecerle este instante al Espíritu Santo,
para que Su bendición pueda descender sobre nosotros, y mantenernos a los dos en paz.





No hay comentarios:

Publicar un comentario