DESPERTAR AL AMOR

martes, 31 de julio de 2018

31 JULIO: SEXTO REPASO: Repaso de las lección 192

AUDIOLIBRO


EJERCICIOS


LECCIÓN 212


No soy un cuerpo. Soy libre. Pues aún soy tal como Dios me creó.


1. (192) Tengo una función que Dios quiere que desempeñe.

2Busco la función que me ha de liberar de todas las vanas ilu­siones del mundo. 3Solamente la función que Dios me dio puede ofrecerme libertad. 4Eso es lo único que busco y lo único que aceptaré como propio.

5No soy un cuerpo. 6Soy libre.
7Pues aún soy tal como Dios me creó.





Instrucciones para la práctica

Ver las instrucciones para la práctica del Sexto Repaso

Comentario

¿Cuál es la función que Dios tiene para mí? La Lección 192, que repasamos hoy, me dijo: “El perdón es tu función aquí”. Necesito que se me recuerde eso. Mi función no es una profesión determinada o una ocupación. El contenido es lo que importa, la forma se irá amoldando a ese contenido, basado en las circunstancias de mi vida. El contenido es el perdón. Si me pregunto cuál debería ser mi ocupación, o qué dirección debería tomar mi vida, me haré esta pregunta: ¿Cómo puedo expresar mejor el perdón en mi vida en este momento? O mejor aún, le haré esa pregunta al Espíritu Santo.

Una “ocupación” es lo que ocupa la mayor parte de mi vida. ¿Cómo puedo ocupar la mayor parte de mi vida con el perdón? ¿En qué forma? ¿Cómo puedo ser más útil para contemplar las ilusiones y verlas desaparecer? ¿Cómo puedo ser más útil para ayudarme a mí mismo y a los demás a abandonar toda culpa? ¿Cómo puedo reflejar mejor el amor en este mundo?

Yo trabajo como escritor (tú probablemente trabajas en algo diferente, rellénalo como te parezca). Pero esa ocupación no es mi función, es sólo un medio de expresar mi función, que es el perdón: la misma función que Dios nos ha dado a todos nosotros. La forma -la ocupación- puede cambiar o desaparecer; pero mi función sigue siendo la misma. Hace unos años yo trabajaba de asesor de informática porque, en aquel momento, yo sentía que era el mejor medio de llevar a cabo mi función. Luego la forma cambió, pero no el contenido.

Que no busque ninguna función en la forma. Que busque siempre el contenido. El contenido del perdón, de reflejar amor en este mundo y de liberar de la culpa es lo que me liberará de las ilusiones. Por eso, todo lo que busco, y todo lo que reclamo como mío, es la función que Dios me dio (el contenido), y no una ocupación o trabajo o situación.
No soy un cuerpo (forma). Soy libre. Lo que yo soy no tiene ninguna forma y, por lo tanto, no estoy atado a ninguna forma ni limitado por ella.






TEXTO

VII. No tengo que hacer nada      

   

1. Tienes todavía demasiada fe en el cuerpo como fuente de for­taleza. 2¿Qué planes haces que de algún modo no sean para su comodidad, protección o disfrute? 3De acuerdo con tu interpreta­ción, esto hace del cuerpo un fin y no un medio, lo cual siempre quiere decir que todavía te atrae el pecado. 4Nadie que aún acepte el pecado como su objetivo, puede aceptar la Expiación. 5Por lo tanto, todavía no has aceptado tu única responsabilidad. 6Aquellos que prefieren el dolor y la destrucción no le dan la bienvenida a la Expiación.

2. Hay algo que nunca has hecho: jamás te has olvidado comple­tamente del cuerpo. 2Quizá alguna que otra vez lo hayas perdido de vista, pero nunca ha desaparecido del todo. 3No se te pide que dejes que eso ocurra por más de un instante; sin embargo, en ese instante es cuando se produce el milagro de la Expiación. 4Des­pués verás el cuerpo de nuevo, pero nunca como lo veías antes. 5Y cada instante que pases sin ser consciente de tu cuerpo te pro­porcionará una perspectiva diferente de él cuando regreses.

3. No hay ni un solo instante en el que el cuerpo exista en abso­luto. 2Es siempre algo que se recuerda o se prevé, pero nunca se puede tener una experiencia de él ahora mismo. 3Sólo su pasado y su futuro hacen que parezca real. 4El tiempo lo controla entera­mente, pues el pecado nunca se encuentra totalmente en el pre­sente. 5En cualquier momento que desees podrías experimentar la atracción de la culpabilidad como dolor, y, por lo tanto, evita­rías sucumbir a ella. 6La culpabilidad no ejerce ninguna atracción en el ahora. 7Toda su atracción es imaginaria, y así, es algo en lo que se piensa en conexión con el pasado o con el futuro.

4. Es imposible aceptar el instante santo sin reservas a no ser que estés dispuesto, aunque sólo sea por un instante, a no ver el pasado ni el futuro. 2No te puedes preparar para él sin ubicarlo en el futuro. 3La liberación se te concede en el instante en que la desees. 4Son muchos los que se han pasado toda una vida prepa­rándose y ciertamente han tenido sus momentos de éxito. 5Este curso no pretende enseñar más de lo que ellos aprendieron en el tiempo, pero sí se propone ahorrar tiempo. 6Tal vez estés tra­tando de seguir un camino muy largo hacia el objetivo que has aceptado. 7Es extremadamente difícil alcanzar la Expiación luchando contra el pecado. 8Son muchos los esfuerzos que se lle­van a cabo tratando de hacer santo aquello que se odia y se abo­rrece. 9No es necesario tampoco que dediques toda tu vida a la contemplación, ni que te pases largos períodos de tiempo medi­tando con objeto de romper tu atadura al cuerpo. 10Todos esos intentos tendrán éxito a la larga debido a su propósito. 11Pero los medios son tediosos y requieren mucho tiempo, pues todos ven la liberación de la condición actual de insuficiencia y falta de valor en el futuro.

5. Tu camino será diferente, no en cuanto a su propósito, sino en cuanto a los medios. 2La relación santa es un medio de ahorrar tiempo. 3Un instante que tú y tu hermano paséis juntos os resti­tuye el universo a ambos. 4Ya estás listo. 5Ahora sólo tienes que recordar que no tienes que hacer nada. 6Sería mucho más efectivo ahora que te concentrases únicamente en esto, que reflexionar sobre lo que debes hacer. 7Cuando la paz llega por fin a los que luchan contra la tentación y batallan para no sucumbir al pecado; cuando la luz llega por fin a la mente que se ha dedicado a la contemplación; o cuando finalmente alguien alcanza la meta, ese momento siempre viene acompañado de este feliz descubri­miento: "No tengo que hacer nada".

6. He aquí la liberación final que todos hallarán algún día a su manera y a su debido tiempo. 2Tú no tienes necesidad de ese tiempo. 3Se te ha economizado tiempo porque tú y tu hermano estáis juntos. 4Éste es el medio especial del que este curso se vale para economizarte tiempo. 5No aprovechas el curso si te empeñas en utilizar medios que le han  resultado muy útiles a otros, y descuidas lo que se estableció para ti. 6Ahorra tiempo valiéndote únicamente de los medios que aquí se ofrecen, y no hagas nada más. 7"No tengo que hacer nada" es una declaración de fidelidad y de una lealtad verdaderamente inquebrantable. 8Créelo aunque sólo sea por un instante, y lograrás más que con un siglo de con­templación o de lucha contra la tentación.

7. Hacer algo siempre involucra al cuerpo. 2Y si reconoces que no tienes que hacer nada, habrás dejado de otorgarle valor al cuerpo en tu mente. 3He aquí la puerta abierta que te ahorra siglos de esfuerzos, pues a través de ella puedes escaparte de inmediato, liberándote así del tiempo. 4Ésta es la forma en que el pecado deja de ser atractivo en este mismo momento. 5Pues con ello se niega el tiempo, y, así, el pasado y el futuro desaparecen. 6El que no tiene que hacer nada no tiene necesidad de tiempo. 7No hacer nada es descansar, y crear un lugar dentro de ti donde la actividad del cuerpo cesa de exigir tu atención. 8A ese lugar llega el Espíritu Santo, y ahí mora. 9Él permanecerá ahí cuando tú te olvides y las actividades del cuerpo vuelvan a abarrotar tu mente consciente.


8. Mas este lugar de reposo al que siempre puedes volver siem­pre estará ahí. 2Y serás más consciente de este tranquilo centro de la tormenta, que de toda su rugiente actividad. 3Este tranquilo centro, en el que no haces nada, permanecerá contigo, brindán­dote descanso en medio del ajetreo de cualquier actividad a la que se te envíe. 4Pues desde este centro se te enseñará a utilizar el cuerpo impecablemente *5Este centro, del que el cuerpo está ausente, es lo que hará que también esté ausente de tu conciencia.




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