DESPERTAR AL AMOR

sábado, 14 de diciembre de 2019

14 DICIEMBRE: Ni mi ira ni mi temor tienen razón de ser, pues Tú me rodeas. Y Tu gracia me basta para satisfacer cualquier necesidad que yo perciba.

 


AUDIOLIBRO




EJERCICIOS


LECCIÓN 348


Ni mi ira ni mi temor tienen razón de ser, pues Tú me rodeas. Y Tu gracia me basta para satisfacer cualquier necesidad que yo perciba.


1. Padre, déjame recordar que Tú estás aquí y que no estoy solo. 2Pues estoy rodeado de un Amor imperecedero. 3No hay razón para nada, excepto para la paz y alegría perfectas que comparto Contigo. 4¿Qué necesidad tengo de ira o de temor, 5cuando lo único que me rodea es la seguridad perfecta? 6¿Cómo puedo sentir miedo cuando la eterna pro­mesa que me hiciste jamás se aparta de mí? 7Estoy rodeado de perfecta impecabilidad. 8¿Qué puedo temer, cuando la santidad en la que Tú me creaste es tan perfecta como la Tuya Propia?

2. La gracia de Dios nos basta para hacer todo lo que Él quiere que hagamos. 2Y eso es lo único que elegimos como nuestra voluntad, así como la Suya.



Instrucciones para la práctica

Ver las instrucciones para la práctica en las instrucciones de la Segunda Parte del Libro de Ejercicios, o en la Tarjeta de Práctica de este libro.

Comentario

“Tú me rodeas”. Cierra los ojos y permanece muy quieto y piensa en el Amor o en la Presencia de Dios como una luz dorada. Imagina que la luz está brillando en frente de ti. Siente su calidez, su luz dorada, como el resplandor del sol en día radiante de verano.

Ahora, hazte consciente de esa misma luz detrás de ti. El Amor de Dios está derramándose sobre ti, por delante y por detrás. Siente su seguridad,

La Presencia de Dios está también a tu derecha y a tu izquierda. Está por todos los sitios a tu alrededor, por encima y por debajo de ti. Estás rodeado por esta luz, sumergido en ella. Lo único que te rodea es la seguridad perfecta (1:5), perfecta bondad. Permítete a ti mismo experimentar cómo se siente todo ello.

En este amor no hay razón para la ira o el miedo. No hay razón para nada excepto la perfecta paz y dicha que compartes con Dios.

La gracia de Dios nos basta para hacer todo lo que Él quiere que hagamos. Y eso es lo único que elegimos como nuestra voluntad, así como la Suya. (2:1-2)

Hoy cada vez que puedas, detente por un momento e imagínate a ti mismo rodeado por el Amor de Dios.



¿Qué es un milagro? (Parte 8)

L.pII.13.4:2-3

Tiene que haber fe antes de un milagro: el deseo de verlo, la elección de pedir lo que no puedes ver, y creer que la percepción de nuestro ego es falsa. Pero cuando surge esa fe, cuando estamos en nuestra mente milagrosa, esa fe demostrará que está justificada y lo confirmará:

No obstante, la fe convocará a sus testigos para demostrar que aquello en lo que se basa realmente existe. (4:2)

Cuando pongo mi fe en un milagro, habrá evidencia y testigos para probar que verdaderamente existe aquello en lo que pongo mi fe. Por ejemplo, cuando estoy dispuesto a mirar más allá del ego de mi hermano y ver la llamada de Dios en él, algo sucederá que me demostrará que la llamada de Dios en él está ahí realmente. Quizá mi perdón se encontrará con el agradecimiento. Quizá mi respuesta de amor encontrará el amor volviendo a mí. Quizá veré una chispa de luz en alguien en quien jamás lo creí posible. La fe traerá sus testigos.

Y así, el milagro justificará tu fe en él, y probará que esa fe descansaba sobre un mundo más real que el que antes veías: un mundo que ha sido redimido de lo que tú pensabas que se encontraba allí. (4:3)

Mi voluntad de creer en la presencia del amor me mostrará la presencia del amor. Veré lo que elijo ver. Veré que el mundo del espíritu es más real que el mundo de la materia. La enfermedad será reemplazada por la salud. La tristeza será reemplazada por la alegría. El miedo será reemplazado por el amor. Y donde creía ver pecado y maldad, veré santidad y bondad.

Es el cambio de mi mente lo que trae un mundo diferente. Es mi voluntad de invitar al milagro la que le abre el camino. Los cambios del mundo que veo no son el milagro, sino sus resultados. El milagro trae testigos, muestra un mundo diferente del que pensé que era. Aunque primero tiene lugar el cambio de mi mente, la fe. Luego los testigos de la fe, justificándola, confirmándola.





No hay comentarios:

Publicar un comentario