DESPERTAR AL AMOR

lunes, 5 de junio de 2017

5 JUNIO: Camino con Dios en perfecta santidad.

AUDIOLIBRO 



 

EJERCICIOS


LECCION 156

Camino con Dios en perfecta santidad.


1. La idea de hoy no hace sino expresar la simple verdad que hace que el pensamiento de pecado sea imposible. 2Esta idea nos asegura que la culpabilidad no tiene causa, y que, por lo tanto, no existe. 3Es la consecuencia lógica de la idea fundamental que tan a menudo se menciona en el texto, la cual reza así: las ideas no abandonan su fuente. 4Si esto es verdad, ¿cómo ibas a poder estar separado de Dios? 5¿Cómo ibas a poder caminar por el mundo solo y separado de tu Fuente?

2. No somos inconsistentes con los pensamientos que presenta­mos en nuestro programa de estudios. 2La verdad tiene que ser verdad de principio a fin, si es que es la verdad. 3No puede con­tradecirse a sí misma, ni ser dudosa en algunas partes y segura en otras. 4No puedes caminar por el mundo separado de Dios porque no podrías existir sin Él. 5Él es lo que tu vida es. 6Donde tú estás, Él está. 7Hay una sola vida. 8Ésa es la vida que compartes con Él. 9Nada puede estar separado de Él y vivir.

3. Y ahí donde Él está tiene que haber santidad así como vida. 2Él no posee ningún atributo que no comparta con todas las cosas vivientes. 3Todo lo que vive es tan santo como Él, pues lo que comparte Su vida es parte de la Santidad y no puede ser pecami­noso, de la misma manera en que el sol no puede elegir ser de hielo, el mar estar separado del agua o la hierba crecer con las raíces suspendidas en el aire.

4. Hay una luz en ti que jamás puede extinguirse y cuya presencia es tan santa que el mundo se santifica gracias a ti. 2Todo lo que vive no hace sino ofrecerte regalos y depositarlos con gratitud y alegría ante tus pies. 3El aroma de las flores es su regalo para ti. 4Las olas se inclinan ante ti, los árboles extienden sus brazos para protegerte del calor y sus hojas tapizan el suelo para que camines sobre algo mullido, mientras que el sonido del viento amaina hasta convertirse en un susurro en torno a tu santa cabeza.

5. La luz que refulge en ti es lo que el universo ansía contemplar. 2Todas las cosas vivientes se detienen en silencio ante ti, pues reconocen a Aquel que camina a tu lado. 3La luz que llevas con­tigo es la suya propia. 4Y así, ven en ti su propia santidad, y te saludan como salvador y como Dios. 5Acepta su reverencia, pues le corresponde a la Santidad Misma, que camina a tu lado, trans­formando con Su dulce Luz todas las cosas en Su semejanza y en Su pureza.

6. Así es como opera la salvación. 2Al tú hacerte a un lado, la luz que refulge en ti da un paso adelante y envuelve al mundo. 3No proclama que el castigo y la muerte vayan a ser el final del pecado. 4Éste desaparecerá entre jolgorios y risas, pues se recono­cerá su extraña absurdidad. 5Es un pensamiento descabellado, un sueño tonto, ridículo quizá, pero no temible. aMas ¿quién pos­pondría un solo instante su acercamiento a Dios a cambio de un capricho tan absurdo?

7. No obstante, tú has desperdiciado muchos, pero que muchos años precisamente en este pensamiento descabellado. 2El pasado ha desaparecido junto con todas sus fantasías. 3Éstas ya han dejado de hacer presa en ti. 4El acercamiento a Dios se avecina. 5Y en el pequeño espacio de duda que todavía queda, es posible que pierdas de vista a tu Compañero y que lo confundas con el sueño ancestral e insensato que ya pasó.

8. "¿Quién camina a mi lado?" 2Debes hacerte esta pregunta mil veces al día hasta que la certeza haya aplacado toda duda y esta­blecido la paz. 3Deja que hoy cesen las dudas. 4Dios habla por ti al contestar tu pregunta con estas palabras:

5Camino con Dios en perfecta santidad.
6llumino el mundo, ilumino mi mente, así como todas las mentes que Dios creó una conmigo.




Instrucciones para la práctica

Tiempo de quietud por la mañana/ noche: Por lo menos cinco minutos; lo ideal es treinta minutos o más.
Aunque no se nos dan instrucciones concretas para las sesiones de práctica, se nos dice cómo practicar de manera general. Antes de poner los pies en el camino, caminábamos de forma inconsciente creyendo que caminábamos solos, acompañados únicamente por nuestros pecados. Llevábamos el peso de lo que creíamos haber hecho como una roca pesada sobre nuestros hombros. Cuando pusimos nuestro pies en el camino, abrimos nuestra mente a la idea de que Dios camina con nosotros, de que Su Ser no se separa jamás de nuestro ser, y de que por tanto llevamos la santidad con nosotros, no nuestros pecados. Ahora parece que tenemos dos mentes, a veces creyendo que caminamos solos con nuestros pecados, otras veces creyendo que caminamos con Dios en santidad.
Entonces, nuestra práctica consiste en preguntarnos: “¿Quién camina a mi lado?” Queriendo decir: ¿Dios o el pecado? Al preguntar, necesitamos darnos cuenta de que ésta es una pregunta verdadera, todavía no estamos realmente seguros de cuál es la respuesta. Y luego tenemos que responder con estas palabras: “Camino con Dios en perfecta santidad. Ilumino el mundo, ilumino mi mente, así como todas las mentes que Dios creó una conmigo”. Al decir estas palabras necesitamos darnos cuenta de que no son nuestras propias palabras intentando responder a nuestra pregunta. Son las palabras que Dios nos ha dado, es Él Quien nos responde (8:4).
Si podemos aceptar esta respuesta de verdad, entonces nuestra santidad brillará hacia fuera para que todos la vean. Como dice el párrafo 4, incluso las flores, las olas, los árboles y el viento nos responderán como si estuviéramos visitando a la realeza ((inclinándose delante de nosotros, extendiendo una alfombra delante de nosotros, protegiendo nuestra cabeza del calor, llenando el aire de un dulce olor a incienso), pues sentirán al Rey de los Cielos caminando con nosotros.

Recordatorios cada hora: Uno o dos minutos, a la hora en punto, (menos si las circunstancias no lo permiten).
Haz la pregunta: "¿Quién camina a mi lado (Dios o el pecado)?” Y luego contesta con estas frases: “Camino con Dios en perfecta santidad. Ilumino el mundo, ilumino mi mente, así como todas las mentes que Dios creó una conmigo”.
Luego dale las gracias a Dios por caminar contigo en la hora que ha pasado. Puedes pensar en sucesos de esa hora que demuestran que Él camina contigo.
Y finalmente, pídele que te dirija en la hora que comienza: dónde Él quiere que vayas y lo que quiere que hagas.

Sugerencia: Puedes hacer esta práctica de hacer la pregunta ("¿Quién camina a mi lado?”) y repetir la respuesta (“Camino con Dios…) muchas veces cada hora. La lección dice que se haga mil veces al día, o aproximadamente una vez por minuto. Esta sorprendente frecuencia quizá está un poco más allá de nuestro nivel de disciplina. Sentiremos beneficios poderosos si lo hacemos unas cuantas veces por hora.

Comentario

“Las ideas no abandonan su fuente” (1:3). Cuando una mente piensa una idea, esa idea permanece en la mente; no se vuelve algo separado ni aparte de la mente que la pensó. Y yo soy un Pensamiento de Dios; por lo tanto, no puedo estar separado de Él. He pensado que yo estaba separado. Sin duda, muchas veces todavía lo pienso y me comporto como si estuviera separado de Dios. Pero no lo estoy, no puede ser.

Estar separado de Dios es imposible. Dios es Ser, Dios es Existencia. Todo lo que existe, está en Él. Él es Vida. Todo lo que vive, vive en Él. “Él es lo que tu vida es. Donde tú estás, Él está. Hay una sola vida. Ésa es la vida que compartes con Él. Nada puede estar separado de Él y vivir” (2:5-9).

Dios también es santo. Si Dios es santo, y yo estoy en Él, yo soy santo también. “Todo lo que vive es tan santo como Él” (3:3). Por lo tanto, “Camino con Dios en perfecta santidad”. “No puedo ser pecaminoso, de la misma manera en que el sol no puede elegir ser de hielo” (3:3). Esto no es una débil esperanza; es un hecho. Es la verdad acerca de mí, y de ti, y de todos los que viven.

Sin embargo, nos hemos enseñado a nosotros mismos que esta verdad no es verdad. Me asombra ver qué ideas tan contradictorias surgen en mi mente cuando repito esta afirmación. Sería un ejercicio útil escribir la idea de hoy como una afirmación, diez o más veces, y luego en otra columna escribir la respuesta de mi mente a esta idea. Puede que obtengas cosas así:

“Camino con Dios en perfecta santidad”. “No soy tan santo”.
“Camino con Dios en perfecta santidad”. “Me queda mucho trecho para ser santo”.
“Camino con Dios en perfecta santidad”. “No me gusta que me llamen santo”.
“Camino con Dios en perfecta santidad”. “La mayor parte del tiempo camino solo”.

Y así sucesivamente. Lo que es interesante de este ejercicio es que te muestra la serie de pensamientos que domina tu mente, que se opone a la idea de hoy y la ataca constantemente. Es esta cadena de pensamientos negativos lo que bloquea la luz en mí. Todas las respuestas son una forma de la idea “soy un pecador”, lo que con todas mis fuerzas negaría creer, si alguien me lo preguntase. Y sin embargo, frente a la afirmación de que camino con Dios en perfecta santidad, estas formas de la idea de que soy pecador surgen “por sí solas”. ¿De dónde vienen? Está claro que de un muy cuidadoso entrenamiento del ego desde hace mucho tiempo, un lavado de cerebro muy eficaz, tan bien hecho que ni siquiera me doy cuenta de que mi mente ha sido programada.

¿Creo que soy un pecador? “Tú has desperdiciado muchos, pero que muchos años precisamente en este pensamiento descabellado” (7:1), dice la lección. Sí, sin duda, lo creo. Pero cuando me doy cuenta de estos pensamientos negativos acerca de mí, puedo abandonarlos. Puedo “dar marcha atrás” y dejar de acusarme. Cuando lo hago, “la luz que refulge en ti da un paso adelante y envuelve al mundo” (6:2).

¿Cómo podemos deshacer la programación del ego? Un modo, claramente recomendado por esta lección, es una rotunda programación al contrario. Recomienda que mil veces al día nos preguntemos: “¿Quién camina conmigo?” Y luego, que respondamos escuchando a la Voz de Dios diciendo por nosotros:

“Camino con Dios en perfecta santidad. Ilumino el mundo, ilumino mi mente, así como todas las mentes que Dios creó una conmigo”. (8:5-6)

La seguridad de nuestra santidad no viene con una sola repetición de la idea de hoy. Necesitamos miles de repeticiones. Necesitamos continuar repitiéndola hasta que estemos seguros de ella. Si tomáramos esto al pie de la letra, repetir la idea mil veces significaría repetirla más que una vez por minuto, a lo largo de todo el día, suponiendo que estamos despiertos dieciséis horas. ¡Ésas son muchas repeticiones!

Que hoy vea la “extraña absurdidad” (6:4) de la idea del pecado, y me ría del pensamiento. Que empiece a aceptar la maravillosa enseñanza del Curso de que el pecado “es un pensamiento descabellado, un sueño tonto, ridículo quizá, pero no temible” (6:5). Y que me inunde la maravilla de: “Camino con Dios en perfecta santidad”.





TEXTO

V. El círculo de la Expiación

 

1. La única parte de tu mente que es real es la parte que aún te vincula con Dios. 2¿Te gustaría que toda ella fuese transformada en un radiante mensaje del Amor de Dios para ser compartido con todos los que se sienten solos por haber negado a Dios? 3Dios hace que esto sea posible. 4¿Cómo ibas a negarle Su anhelo de que se le conozca? 5Tú anhelas estar con Él, tal como Él anhela estar contigo. 6Esto es eternamente inalterable. 7Acepta, pues, lo inmutable. 8Deja el mundo de la muerte atrás, y regresa al Cielo en paz. 9Aquí no hay nada que tenga valor; todo lo que tiene valor se encuentra en el Cielo. 10Escucha al Espíritu Santo, y a Dios a través de Él. 11Él te habla de ti., 12No hay culpabilidad en ti, pues Dios se encuentra bendecido en Su Hijo, tal como el Hijo se encuentra bendecido en el Padre.

2. Todo el mundo tiene un papel especial en la Expiación, pero el mensaje que se le da a cada uno de ellos es siempre el mismo: El Hijo de Dios es inocente2Cada uno enseña este mensaje de modo diferente, y lo aprende de modo diferente. 3Pero hasta que no lo enseñe y lo aprenda, tendrá la vaga conciencia de que no está llevando a cabo su verdadera función, y no podrá por menos que sufrir por ello. 4La carga de la culpabilidad es pesada, pero Dios no quiere que sigas atado a ella. Su plan para tu despertar es tan perfecto como el tuyo es falible 6 no sabes lo que haces, pero Aquel que sabe está contigo. 7Tuya es Su dulzura, y todo el amor que compartes con Dios Él lo ha salvaguardado para ti. 8Él sólo quiere enseñarte a ser feliz.

¡Bendito Hijo de un Padre que bendice sin reservas, el júbilo fue creado para ti! 2¿Quién puede condenar quien Dios ha ben­decido? 3No hay nada en la Mente de Dios que no comparta Su radiante inocencia. 4La creación es la extensión natural de la per­fecta pureza. 5Tu única misión aquí es dedicarte plenamente, y de buena voluntad, a la negación de todas las manifestaciones de la culpabilidad. 6Acusar es no entender. 7Los felices aprendices de la Expiación se convierten en los maestros de la inocencia, la cual es el derecho de todo lo que Dios creó. 8No les niegues lo que les corresponde, pues no se lo estarías negando sólo a ellos.

4. El Hijo de Dios tiene derecho a heredar el Reino, el cual se le dio en su creación. 2No trates de robárselo, pues estarás buscán­dote culpabilidad y no podrás sino experimentarla. 3Protege su pureza contra cada pensamiento que quisiera robársela ocul­tarla de sus ojos. 4Lleva la inocencia a la luz, en respuesta la llamada de la Expiación. 5Nunca permitas que la pureza perma­nezca oculta, sino que, por el contrario, descorre con tu luz los pesados velos de culpabilidad tras los cuales el Hijo de Dios se ha ocultado a sí mismo de sus propios ojos.

5. Aquí todos estamos unidos en la Expiación, y no hay nada más en este mundo que pueda unirnos. 2Así es como desaparecerá el mundo de la separación, y como se restablecerá la plena comunicación entre Padre e Hijo. 3El milagro reconoce la inocencia que tiene que haberse negado para que se haya producido la necesidad de curación. 4No niegues este jubiloso reconocimiento, pues toda esperanza de felicidad y de liberación de cualquier tipo de sufrimiento reside en él. 5¿Hay alguien que no desee liberarse del dolor? 6Tal vez no haya aprendido todavía cómo intercambiar- la culpabilidad por la inocencia, ni se haya dado cuenta de que sólo mediante este intercambio se puede liberar del dolor. 7Aun así, aquellos que no han aprendido necesitan que se les enseñe, no que se les ataque. 8Atacar a los que necesitan que se les enseñe es perder la oportunidad de poder aprender de ellos.

6. Los maestros de la inocencia, cada uno a su manera, se han unido para desempeñar el papel que les corresponde en el pro­grama de estudios unificado de la Expiación. 2Aparte de este programa, no hay nada más que tenga un objetivo de enseñanza unificado. 3En este programa de estudios no hay conflictos, pues sólo tiene un objetivo, no importa cómo se enseñe. 4Todo esfuerzo que se haga en su favor se le ofrece a la eterna gloria de Dios y de Su creación con el solo propósito de liberar de la culpabilidad. 5Y cada enseñanza que apunte en esa dirección apunta directamente al Cielo y a la paz de Dios. 6No hay dolor, pruebas o miedo que esta enseñanza no pueda vencer. 7El poder de Dios Mismo la apoya y garantiza sus resultados ilimitados.

7. Une tus esfuerzos al poder que no puede fracasar y sólo puede conducir a la paz. 2No hay nadie a quien una enseñanza como ésta no le conmueva. 3No te sentirás excluido del poder de Dios si te dedicas a enseñar sólo esto. 4No estarás exento de los efectos de esta santísima lección, que sólo se propone restablecer lo que constituye el derecho de la creación de Dios. 5Todo aquel a quien liberes de la culpabilidad te mostrará tu inocencia. 6El círculo de la Expiación es infinito. 7Y con cada hermano que incluyas dentro de los confines de seguridad y perfecta paz de dicho círculo, tu confianza de que estás incluido y a salvo dentro del mismo aumentará.

8. ¡Que la paz sea, pues, con todos los que se convierten en maestros de paz! 2Pues la paz es el reconocimiento de la pureza per­fecta, de la que nadie está excluido. 3Dentro de su santo círculo se encuentran todos los que Dios creó como Su Hijo. 4El júbilo es su atributo unificador, no deja nadie afuera solo, sufriendo el dolor de la culpabilidad. 5El poder de Dios atrae a todos hacia la seguridad que ofrece su regazo de amor y unión. 60cupa queda­mente tu puesto dentro del círculo, y atrae a todas las mentes torturadas para que se unan a ti en la seguridad de su paz y de su santidad. 7Mora a mi lado dentro de él, como maestro de la Expia­ción y no de la culpabilidad.

9. Bendito seas tú que enseñas esto conmigo. 2Nuestro poder no emana de nosotros, sino de nuestro Padre. 3En nuestra inocencia lo conocemos a Él, tal como Él sabe que somos inocentes. 4Yo estoy dentro del círculo, llamándote a que vengas a la paz. 5Enseña paz conmigo, y álzate conmigo en tierra santa. 6Recuerda por todos el poder que tu Padre les ha otorgado. 7No pienses que no puedes enseñar Su perfecta paz. 8No permanezcas afuera, sino únete a mí adentro. 9No dejes de cumplir el único propósito al que mi enseñanza te exhorta. 10Devuélvele a Dios Su Hijo tal como Él lo creó, enseñándole que es inocente.

10. La crucifixión no jugó ningún papel en la Expiación. 2Sólo la resurrección lo hizo y esa fue mi contribución. 3La resurrección es el símbolo de la liberación de la culpabilidad por medio de la inocencia. 4Tú crucificarías a todo aquel a quien percibes como culpable. 5Mas le devuelves la inocencia a todo aquel a quien consideras inocente. 6La crucifixión es siempre la meta del ego, 7que considera a todo el mundo culpable, y mediante su conde­nación procura matar. 8El Espíritu Santo sólo ve inocencia, y mediante Su dulzura Él desea liberarte del miedo y re-establecer el reino del amor. 9El poder del amor reside en Su dulzura, que es de Dios y, por lo tanto, no puede crucificar ni ser crucificada. 10El templo que restauras se convierte en tu altar, pues fue recons­truido a través de ti. 11Todo lo que le das a Dios es tuyo. 12Así es como Él crea, y así es como tú debes restaurar.

11. A todo aquel que ves, o bien lo ubicas dentro del santo círculo de la Expiación o bien lo dejas afuera, juzgándolo como que merece ser crucificado o redimido. 2Si lo incluyes dentro del cír­culo de pureza, descansarás allí con él. 3Si lo excluyes, te quedas afuera con él. 4No juzgues, excepto desde una quietud que no emana de ti. 5Niégate a aceptar que alguien pueda estar exento de la bendición de la Expiación y condúcelo a ésta bendiciéndolo. 6La santidad tiene que ser compartida, pues en ello radica todo lo que la hace santa. 7Ven gustosamente al santo círculo y-contempla en paz a todos los que creen estar excluidos. 8No excluyas a nadie del círculo porque en él se encuentra lo que tu hermano y tú estáis buscando. 9Ven, unámonos a él en el santo lugar de paz en el que nos corresponde estar a todos, unidos cual uno solo dentro de la Causa de la paz.



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