DESPERTAR AL AMOR

miércoles, 7 de junio de 2017

7 JUNIO: Hoy aprendo a dar tal como recibo.

AUDIOLIBRO




EJERCICIOS



LECCION 158

Hoy aprendo a dar tal como recibo.



1. ¿Qué se te ha dado? 2Se te ha dado el conocimiento de que eres una mente, de que te encuentras en una Mente y de que no eres sino mente, por siempre libre de pecado y totalmente exento de miedo al haber sido creado del Amor. 3No has abandonado tu Fuente, por lo tanto, sigues siendo tal como fuiste creado. 4Esto se te dio en forma de un conocimiento que no puedes perder. 5Ese conocimiento se le dio asimismo a todas las cosas vivientes, pues sólo mediante él viven.

2. Has recibido todo esto. 2No hay nadie en este mundo que no lo haya recibido. 3No es éste el conocimiento que tú transmites a otros, pues ése es el conocimiento que la creación dio. 4Nada de esto se puede aprender. 5¿Qué es, pues, lo que vas a aprender a dar hoy? 6Nuestra lección de ayer evocó un tema que se expone al principio del texto. 7La experiencia, a diferencia de la visión, no se puede compartir de manera directa. 8La revelación de que el Padre y el Hijo son uno alboreará en toda mente a su debido tiempo. 9Sin embargo, ese momento lo determina la mente misma, pues es algo que no se puede enseñar.

3. Ese momento ya ha sido fijado. 2Esto parece ser bastante arbi­trario. 3No obstante, no hay nadie que dé ni un solo paso al azar a lo largo del camino. 4Todos lo han dado ya, aunque todavía no hayan emprendido la jornada. 5Pues el tiempo tan sólo da la impresión de que se mueve en una sola dirección. 6No hacemos sino emprender una jornada que ya terminó. 7No obstante, parece como si tuviera un futuro que todavía nos es desconocido.

4. El tiempo es un truco, un juego de manos, una gigantesca ilu­sión en la que las figuras parecen ir y venir como por arte de magia. 2No obstante, tras las apariencias hay un plan que no cam­bia. 3El guión ya está escrito. 4El momento en el que ha de llegar la experiencia que pone fin a todas tus dudas ya se ha fijado. 5Pues la jornada sólo se puede ver desde el punto donde termina, desde donde la podemos ver en retrospectiva, imaginarnos que la emprendemos otra vez y repasar mentalmente lo ocurrido.

5. Un maestro no puede dar su experiencia, pues no es algo que él haya aprendido. 2Ésta se reveló a sí misma a él en el momento señalado. 3La visión, no obstante, es su regalo. 4Esto él lo puede dar directamente, pues el conocimiento de Cristo no se ha per­dido, toda vez que Él tiene una visión que puede otorgar a cual­quiera que la solicite. 5La Voluntad del Padre y la Suya están unidas en el conocimiento. 6No obstante, hay una visión que el Espíritu Santo ve porque la mente de Cristo también la contem­pla.

6. Aquí el mundo de las dudas y de las sombras se une con lo intangible. 2He aquí un lugar tranquilo en el mundo que ha sido santificado por el perdón y el amor. 3Aquí se reconcilian todas las contradicciones, pues aquí termina la jornada. 4La experiencia ­que no se puede aprender, enseñar o ver simplemente se encuen­tra ahí. 5Esto es algo que está más allá de nuestro objetivo; pues trasciende lo que es necesario lograr. 6Lo que nos interesa es la visión de Cristo. 7Esto sí que lo podemos alcanzar.

7. La visión de Cristo está regida por una sola ley. 2No ve el cuerpo, ni lo confunde con el Hijo que Dios creó. 3Contempla una luz que se encuentra más allá del cuerpo; una idea que yace más allá de lo que puede ser palpado; una pureza que no se ve men­guada por errores, por lamentables equivocaciones, o por los ate­rrantes pensamientos de culpabilidad nacidos de los sueños de pecado. 4No ve separación. 5Y contempla a todo el mundo, y todas las circunstancias, eventos o sucesos, sin que la luz que ve se atenúe en lo más mínimo.

8. Esto se puede enseñar, y todo aquel que quiera alcanzarlo tiene que enseñarlo. 2Lo único que es necesario es el reconocimiento de que el mundo no puede dar nada cuyo valor pueda ni remota­mente compararse con esto; ni fijar un objetivo que no desapa­rezca una vez que se haya percibido esto. 3Y esto es lo que vas a dar hoy: no ver a nadie como un cuerpo 4y saludar a todo el mundo como el Hijo de Dios que es, reconociendo que es uno contigo en santidad.

9. Así es como sus pecados le son perdonados, pues la visión de Cristo tiene el poder de pasarlos a todos por alto. 2En Su perdón se desvanecen. 3Al ser imperceptibles para el Uno, simplemente desaparecen, pues la visión de la santidad que se halla más allá de ellos viene a ocupar su lugar. 4No importa en qué forma se manifestaban, cuán enormes parecían ser ni quién pareció sufrir sus consecuencias. 5Ya no están ahí. 6Y todos los efectos que pare­cían tener desaparecieron junto con ellos, al haber sido erradicados para ya nunca más volver.

10. Así es como aprendes a dar tal como recibes. 2Y así es como la visión de Cristo te contempla a ti también. 3Esta lección no es difícil de aprender si recuerdas que en tu hermano te ves a ti mismo. 4Si él se encuentra inmerso en el pecado, tú también lo estás; si ves luz en él, es que te has perdonado a ti mismo tus pecados. 5Cada hermano con quien hoy te encuentres te brinda una nueva oportunidad para dejar que la visión de Cristo brille sobre ti y te ofrezca la paz de Dios.

11. Cuándo ha de llegar esta revelación es irrelevante, pues no tiene nada que ver con el tiempo. 2No obstante, el tiempo aún nos tiene reservado un regalo, en el que el verdadero conocimiento se refleja de manera tan precisa que su imagen comparte su invisi­ble santidad y su semejanza resplandece con su amor inmortal. 3Nuestra práctica de hoy consiste en ver todo con los ojos de Cristo. 4Y mediante los santos regalos que damos, la visión de Cristo nos contempla a nosotros también.



Instrucciones para la práctica

Propósito: Practicar ver a tus hermanos con la visión de Cristo, viendo más allá de sus cuerpos, de sus errores y de sus pensamientos de miedo a la santidad pura y sin mancha de su verdadera Identidad.

Tiempo de quietud por la mañana/ noche: Por lo menos cinco minutos; lo ideal es treinta minutos o más.
Como siempre, empieza repitiendo la idea del día. Su significado puede parecer poco claro, pero la lección lo explica muy claro. Significa: “Hoy aprendo a dar a mis hermanos una visión de Quién son realmente, tal como yo recibo de Dios el conocimiento de Quién soy realmente”. El conocimiento que Dios te da no puede darse directamente; únicamente puedes darlo en forma reflejada, dándoles a otros tu visión de su santidad.
Luego pasa el resto del tiempo como el Espíritu Santo te indique tal como el Libro de Ejercicios te ha enseñado a hacer. Lo principal que te ha enseñado a hacer durante estos periodos más largos de práctica es aquietar la mente y sumergirte hacia adentro y abajo al profundo santuario dentro de ti, manteniendo toda la atención en ello, y retirando tu mente de las distracciones por medio de repeticiones de la idea del día.
Hoy, haz esto con la intención de ponerte en contacto con el conocimiento de Quién eres, para que puedas dárselo a tus hermanos. Al sumergirte dentro de este profundo pozo dentro de ti, obtendrás la consciencia de que no somos cuerpos, y ésta es la consciencia que vas a dar a tus hermanos hoy.

Recordatorios cada hora: Uno o dos minutos, a la hora en punto, (menos si las circunstancias no lo permiten).
Repite la idea y luego (ésta es recomendación mía) pasa un rato intentando ver a un hermano concreto a través de los ojos de Cristo. Conscientemente intenta ver más allá de su cuerpo y de su personalidad a la santa luz de su verdadera realidad.
Luego da gracias a tu Padre por los regalos que te ha dado en la hora anterior: quizá regalos de ver más allá de la apariencia de un hermano concreto a su verdadera realidad.
Finalmente, pide dirección para la hora que comienza. Puedes pensar en personas con las que es posible que te encuentres y prepárate para esos encuentros, mirando intencionadamente más allá del cuerpo de cada persona a la santidad que brilla en él.

Recordatorios frecuentes: Cada vez que te encuentres con alguien.
Acuérdate de ver a cada hermano con el que te encuentres con la visión de Cristo. Contémplale como el Hijo de Dios, uno contigo, y no como una mente separada que habita en un cuerpo separado. Para motivarte, recuerda que lo que ves en él es lo que ves en ti. Si le ves con la visión de Cristo, entonces esa visión brillará sobre ti.

Comentario

Esta lección encierra mucha metafísica profunda, concretamente de la relacionada con el tiempo, un punto de partida genial es el libro de Ken Wapnick Una Enorme Ilusión: El Tiempo en „Un Curso de Milagros‟. ¡No puedo escribir un libro esta noche y probablemente no quieres leer uno en este momento! Así que voy a saltarme la mayor parte de ello.

El asunto práctico que esta lección está intentando exponer es que el “conocimiento”, que pertenece al mundo del Cielo, está más allá del alcance de este Curso. Todos recibimos el conocimiento cuando fuimos creados; todo ser viviente sabe, por naturaleza, que está conectado a su Fuente: “mente, por siempre libre de pecado y totalmente exento de miedo al haber sido creado del Amor” (1:2). Puede parecernos que esto es algo que no tenemos, y que es esto lo que estamos intentando dar a los otros y recibirlo para nosotros. Pero no podemos darlo porque todos lo tienen ya. Existe completamente fuera del tiempo. El momento del tiempo en el que la experiencia de este conocimiento se revela ya ha sido determinado, por nuestra propia mente (2:9). Cuando tenga que suceder, sucederá.

Dentro del tiempo -que es una ilusión- lo que podemos dar y recibir es el perdón. El perdón es el regalo que refleja verdadero conocimiento “de manera tan precisa que su imagen comparte su invisi-ble santidad” (11:2). Lo que podemos dar es una visión de inocencia total, la “visión de Cristo”. Podemos mirar más allá del cuerpo y ver una luz, mirar más allá de lo que puede tocarse y ver una idea, mirar más allá de los errores y los miedos de nuestros hermanos y ver su pureza natural. Podemos saludarnos al otro y verle “como el Hijo de Dios que es, reconociendo que es uno contigo en santidad” (8:4).

No estamos dando el conocimiento. Cuando nos encontramos con alguien, podemos darle nuestra visión de él sin mancha alguna de pecado. A través del modo en que le percibimos, puede encontrar una nueva percepción de sí mismo, una que no ha encontrado por su cuenta. Cuando responda a nuestra visión misericordiosa, nos devolverá esa visión a nosotros, permitiéndonos ver el Amor de Dios dentro de nosotros. Cuando perdonamos a otro, al mismo tiempo hemos perdonado nuestros propios pecados, porque “en tu hermano te ves a ti mismo” (10:3).

No podemos saber cuándo vendrá la revelación de la verdad, la experiencia de nuestra realidad. Ese momento ya ha sido fijado, el drama se está representando, no hay nadie que dé ni un solo paso al azar (3:1-3). Y sin embargo, cada acto de perdón acerca más ese día. Entonces, nuestra preocupación no es la experiencia final, sino la práctica de la visión, ver con los ojos de Cristo. Esto es algo que podemos alcanzar, esto es algo acerca de lo que podemos hacer algo. Y lo podemos hacer hoy. Ahora mismo.

“Esto se puede enseñar, y todo aquel que quiera alcanzarlo tiene que enseñarlo” (8:1). El modo de aprender la visión de Cristo es darla. El modo de lograr la visión de nosotros mismos como Cristo nos ve es practicar ver a otros con Sus ojos. Lo damos para recibirlo. Éste es el plan completo del Curso.



TEXTO

VII. Cómo compartir la percepción del Espíritu Santo

 

1. ¿Qué deseas? 2Pues en tus manos está poder disponer de la luz o de la oscuridad, del conocimiento o de la ignorancia, pero no de ambas alternativas a la vez. 3Los opuestos deben ponerse uno al lado del otro en vez de mantenerse separados. 4Pues su separa­ción sólo existe en tu mente, y, al igual que tú, se reconcilian al unirse. 5En la unión todo lo que no es real inevitablemente desa­parece, pues la verdad es unión. 6De la misma manera en que la oscuridad desaparece ante la luz, de igual modo la ignorancia se desvanece cuando alborea el conocimiento. 7La percepción es el medio a través del cual se lleva la ignorancia ante el conoci­miento. 8La percepción, no obstante, tiene que estar desprovista de engaño, pues de otra manera se convierte en el mensajero de la ignorancia en vez de en un ayudante en la búsqueda de la verdad.

2. La búsqueda de la verdad no es más que un honesto examen de todo lo que la obstaculiza. 2La verdad simplemente es. 3No se puede perder, buscar ni encontrar. 4Está dondequiera que estés, pues está en tu interior. 5Aun así, puedes reconocerla o pasarla por alto, o bien puede ser real o falsa para ti. 6Si la ocultas, se vuelve irreal para ti por haberla ocultado y haberla revestido de miedo. 7La verdad yace oculta bajo cada piedra angular de miedo sobre la que has erigido tu demente sistema de creencias. 8Pero no puedes saber esto, pues al ocultar la verdad en el miedo, no ves razón alguna para creer que mientras más mires de frente al miedo menos lo verás y más claro se hará lo que oculta.

3. Es imposible convencer a los que no saben de que saben. 2Desde su punto de vista no es verdad que sepan. 3Pero como Dios lo sabe, es verdad. 4Éstos son puntos de vista claramente opuestos acerca de la realidad de los que "no saben". 5Para Dios, no saber es algo imposible. 6No saber, por lo tanto, no es un punto de vista, sino simplemente una creencia en algo que no existe. 7Lo único que les ocurre a los que no saben es que abrigan esa creen­cia, y debido a ello, se equivocan con respecto a sí mismos. 8Se han definido a sí mismos de manera diferente de como fueron crea­dos. 9Su creación no fue un punto de vista, sino una certeza. 10Cuando la incertidumbre se lleva ante la certeza, se abandona toda convicción de que sea real.

4. Hemos estado haciendo hincapié en el hecho de que lo indesea­ble debe llevarse ante lo deseable, y lo que no se desea ante lo que se desea. 2Te darás cuenta de que ésta es la manera de alcanzar la salvación si te detienes a considerar lo que es la disociación. 3La disociación es un proceso de pensamiento distorsionado, en el que se abrigan dos sistemas de creencias que no pueden coexistir. 4Si se pone uno al lado del otro, resulta imposible aceptarlos a los dos. 5Pero si uno de ellos se mantiene oculto del otro, su separa­ción parece mantenerlos vigentes a los dos y hace que parezcan ser igualmente reales. 6Poner uno al lado del otro, por lo tanto, se convierte en motivo de miedo, pues si haces eso, no podrás por menos que dejar de aceptar uno de ellos. 7No puedes quedarte con los dos, pues cada uno supone la negación del otro. 8Si se mantienen separados, este hecho se pierde de vista, pues al estar entonces en lugares diferentes es posible creer firmemente en los dos. 9Ponlos uno al lado del otro, y su absoluta incompatibilidad resultará evidente de inmediato. 10Uno de ellos tiene que desapa­recer porque el otro se ve en el mismo lugar.

5. Cuando una mente cree en la oscuridad y se niega a abando­narla, la luz no puede entrar. 2La verdad no lucha contra la igno­rancia, ni el amor ataca al miedo. 3Lo que no necesita protección no tiene necesidad de defenderse a sí mismo. 4Las defensas son invenciones tuyas. 5Dios las desconoce. 6El Espíritu Santo las usa en favor de la verdad sólo porque tú las inventaste contra ella. 7La percepción que de acuerdo con Sus propósitos Él tiene de ellas, simplemente las transforma en una llamada a lo que has atacado con ellas. 8Las defensas, al igual que todo lo demás que has inventado, tienen que ser transformadas dulcemente en algo beneficioso para ti y ser reinterpretadas por el Espíritu Santo de medios de auto-destrucción a medios de conservación y libera­ción. 9La tarea del Espíritu Santo es imponente, pero el poder de Dios está con Él. 10Llevar a cabo esa tarea, por lo tanto, es algo tan fácil para Él, que se logró en el mismo instante en que se le dio para ti. 11No demores tu retorno la paz preguntándote cómo va a poder Él llevar a cabo lo que Dios le encomendó. 12Deja eso en manos de Uno que sabe. 13No se te pide que lleves a cabo tareas de tal magnitud. 14Se te pide únicamente que hagas lo poco que Él sugiere, confiando tan sólo en que, si Él te lo pide, tú lo puedes hacer. 15Verás cuán fácilmente puedes llevar a cabo todo lo que Él te pida.

6. El Espíritu Santo sólo te pide esto: que lleves ante Él todos los secretos que le hayas ocultado. 2Ábrele todas las puertas y pídele que entre en la oscuridad y la desvanezca con Su luz. 3Si lo invitas, Él entrará gustosamente. 4Y llevará la luz a la oscuridad si le franqueas la entrada a ella. 5Pero Él no puede ver lo que mantienes oculto. 6Él ve por ti, pero a menos que tú mires con Él, Él no puede ver. 7La visión de Cristo no es sólo para Él, sino para ti y para Él. 8Llévale, por lo tanto, todos tus pensamientos tene­brosos y secretos, y contémplalos con Él. 9Él abriga la luz y tú la oscuridad. 10Ambas cosas no pueden coexistir cuando las contempláis juntos. 11Su juicio prevalecerá, y Él te lo ofrecerá cuando unas tu percepción a la Suya.

7. Uniéndote a Su manera de ver es como aprendes a compartir con Él la interpretación de la percepción que conduce al conoci­miento. 2Por tu cuenta no puedes ver. 3Compartir la percepción con Aquel que Dios te ha dado te enseña a reconocer lo que ves. 4Es el reconocimiento de que ninguna cosa que ves significa nada por sí sola. 5Ver con Él te mostrará que todo significado, inclu­yendo el tuyo, no procede de una visión doble, sino de la dulce fusión de todas las cosas en un solo significado, una sola emoción y un solo propósito 6Dios tiene un solo Propósito, y lo comparte contigo. 7La única visión que el Espíritu Santo te ofrece brindará esta unicidad a tu mente con una claridad y una luminosidad tan intensas que por nada del mundo dejarías de aceptar lo que Dios quiere que tengas. 8Contempla tu voluntad, y acepta que es la Suya, y que todo Su Amor es tuyo. 9¡Que todo honor se te rinda ti a través del Espíritu Santo, y, a través de Él, a Dios!



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