DESPERTAR AL AMOR

lunes, 18 de septiembre de 2017

18 SEPTIEMBRE: Dios es mi refugio y seguridad.

AUDIOLIBRO



EJERCICIOS



5. ¿Qué es el cuerpo?


1. El cuerpo es una cerca que el Hijo de Dios se imagina haber erigido para separar partes de su Ser de otras partes. 2Cree vivir dentro de esa cerca, para morir a medida que ésta se deteriora y se desmorona. 3Pues cree estar a salvo del amor dentro de ella. 4Al identificarse con lo que considera es su seguridad, cree ser lo que ésta es. 5¿De qué otro modo, si no, podría estar seguro de que permanece dentro del cuerpo, y de que mantiene al amor afuera? 

2. El cuerpo no perdurará. 2Sin embargo, para él eso supone una doble seguridad. 3Pues la temporalidad del Hijo de Dios es la "prueba” de que sus cercas funcionan y de que están llevando a cabo la tarea que su mente les asignó. 4Pues si su unidad aún permaneciese intacta, ¿quién podría atacar y quién podría ser ata­cado? 5¿Quién podría ser el vencedor? 6¿Quién la presa? 7¿Quién podría ser la víctima? 8¿Quién el asesino? 9Y si él no muriese, ¿qué "prueba" habría de que el eterno Hijo de Dios puede ser des­truido?

3. El cuerpo es un sueño. 2Al igual que otros sueños, a veces pa­rece reflejar felicidad, pero puede súbitamente revertir al miedo, la cuna de todos los sueños. 3Pues sólo el amor puede crear de verdad, y la verdad jamás puede temer. 4Hecho para ser temeroso, el cuerpo no puede sino cumplir el propósito que le fue asignado. 5Mas podemos cambiar el propósito que el cuerpo obedece si cambiamos de parecer con respecto a su finalidad.

4. El cuerpo es el medio a través del cual el Hijo de Dios recobra la cordura. 2Aunque el cuerpo fue concebido para condenarlo al infierno para siempre, el objetivo del Cielo ha substituido a la búsqueda del infierno. 3El Hijo de Dios busca la mano de su her­mano para ayudarlo a marchar por la misma senda que él. 4Ahora el cuerpo es santo. 5Ahora su propósito es sanar la misma mente para dar muerte a la cual fue concebido.

5. Te identificarás con lo que pienses que te ha de dar seguridad. 2Sea lo que sea, creerás que ello es lo que tú eres. 3Tu seguridad reside en la verdad, no en las mentiras. 4El amor es tu seguridad. 5El miedo no existe. 6Identifícate con el amor, y estarás a salvo. 7Identifícate con el amor, y estarás en tu morada. 8Identifícate con el amor, y hallarás tu Ser.

AUDIOLIBRO



EJERCICIOS


LECCIÓN 261


Dios es mi refugio y seguridad.


1. Me identificaré con lo que creo es mi refugio y mi seguridad. 2Me veré a mí mismo allí donde percibo mi fuerza y pensaré que vivo dentro de la ciudadela en la que estoy a salvo y en la que no puedo ser atacado. 3No dejes que hoy busque seguridad en el peligro ni que trate de hallar mi paz en ataques asesinos. 4Vivo en Dios. 5En Él encuentro mi refugio y mi fortaleza. 6En Él radica mi Identidad. 7En Él reside la paz eterna. 8Y sólo allí recordaré Quién soy realmente.

2. No dejes que vaya en pos de ídolos, 2Padre mío, pues lo que deseo es estar Contigo en casa. 3Elijo ser tal como Tú me creaste y encontrar al Hijo que Tú creaste como mi. Ser.




Instrucciones para la práctica

Ver las instrucciones para la práctica en las instrucciones de la Segunda Parte del Libro de Ejercicios, o en la Tarjeta de Práctica de este libro.

Comentario

Si has leído la página anterior del Libro de Ejercicios acerca de ¿Qué es el Cuerpo?, te habrás dado cuenta de que el último párrafo de la sección dice: “Te identificarás con lo que pienses que te ha de dar seguridad” (L.pII.5.5:1). Este pensamiento vuelve a aparecer al comienzo de esta lección: “Me identificaré con lo que creo es mi refugio y mi seguridad” (1:1). Por ejemplo, si tenemos un hogar en el que nos sentimos a salvo y seguros, nos identificaremos con ese hogar. Lo que nos hace sentirnos a salvo se convierte en parte de nuestra identidad. Si la relación es lo bastante fuerte, se volverá realmente nuestra identidad en nuestra mente. Empezamos a ver nuestra “ciudadela” (1:2) de seguridad como una parte fundamental de nosotros mismos. “Me veré a mí mismo allí donde percibo mi fuerza” (1:2).

Esto es lo que hemos hecho con nuestro cuerpo. Equivocadamente vemos nuestro cuerpo como lo que nos mantiene a salvo (“a salvo del amor”, realmente, ver L.pII.5.1:1-3). El cuerpo se convierte en lo que protegemos de Dios, o del conflicto dentro de nuestra mente entre el amor y el miedo: tú “…llegas a la conclusión de que tú eres tu cuerpo, en un intento de escapar del conflicto que tú mismo habías provocado” (T.3.IV.6:3). Al ver el cuerpo como lo que me mantiene a salvo, me identifico con él y percibo a mi “ser” como existiendo dentro de él. También percibo a mi identidad como ego individual de la misma manera. Me protege de “perderme a mi mismo” en la unidad que alienta el amor. Por ello, apoyo mi sensación de “peligro” e incluso me meto en “ataques asesinos” (1:3) porque estas cosas parecen proteger mi individualidad de los avances de otros “seres”. La misma dinámica se refleja en el mundo, en personas e incluso naciones que atacan a otros violentamente, justificando que sólo están buscando proteger su propia paz. Está a la vista que esta postura se contradice a sí misma. ¿Cómo puedo “buscar seguridad en el peligro” o “tratar de hallar mi paz en ataques asesinos”? (1:3)

Nuestra verdadera seguridad está en Dios. “Vivo en Dios” y no en mi cuerpo ni en mi ego (1:4).

En Él encuentro mi refugio y mi fortaleza. En Él radica mi Identidad. (1:5-6)

Para saber que esto es verdad, tenemos que abandonar los pensamientos que nos identifican con nuestro cuerpo y con nuestro ego, y tenemos que empezar a renunciar al ataque como un modo de vida y de protección. El ataque no protege al Ser, protege al ego: el falso ser. El ataque protege al miedo, al caos y al conflicto. Por lo tanto, el único modo de encontrar de verdad la paz y de encontrar “Quien soy realmente” es poner fin a nuestra protección del falso ser, y recordar que nuestra verdadera paz eterna se encuentra únicamente en Dios (1:7-8).


¿Qué es el cuerpo? (Parte 1)

L.pII.5.1:1-3

¿Qué es el cuerpo? ¿Quién, fuera del Curso, habría contestado como lo hace este párrafo? “El cuerpo es una cerca que el Hijo de Dios se imagina haber erigido para separar partes de su Ser de otras partes” (1:1). El cuerpo es una cerca. ¡Qué idea más extraña es ésta! (Es una idea que se amplia en “El Pequeño Jardín” (T.18.VIII)). Su propósito (la razón por la que el ego lo hizo) es mantener algo afuera, separar partes de mi Ser de otras partes. El cuerpo es un instrumento de división y separación, por eso lo hicimos. Es un instrumento diseñado para protegernos de la totalidad. Mi cuerpo me separa y me diferencia de los otros “seres” que caminan sobre este mundo dentro de otros cuerpos.

Pensamos que vivimos “dentro de esta cerca”, es decir, en el cuerpo. ¿Hay alguien que pueda negar que es así como se plantea la vida, la suposición fundamental detrás de cada una de sus acciones? Pensamos que vivimos en el cuerpo, y pensamos que cuando el cuerpo se deteriora y se desmorona, morimos (1:2). La muerte del cuerpo produce mucho miedo. Cuando nuestro amigo cuadraplégico, Allan Greene, todavía era nuestro vecino, con sólo una pierna y brazos atrofiados, con los dedos de la mano negros, consumidos y sin vida, a la mayoría de las personas les resultaba profundamente inquietante encontrarse con él (aunque de algún modo, en su presencia, muchos de nosotros superamos ese malestar debido a su consciencia de no ser aquel cuerpo). ¿Por qué generalmente sentimos ese malestar ante personas desfiguradas, mutiladas, o moribundas? Una razón es que saca nuestros propios y enterrados miedos al deterioro de nuestro propio cuerpo, y detrás de todo eso, el miedo a la muerte misma.

El Curso nos lleva a una nueva consciencia de un Ser que no vive en un cuerpo, un Ser que no muere cuando el cuerpo se deteriora y desmorona. Nos lleva a separarnos de nuestra identificación con este ser limitado y corporal, y a reforzar nuestra sensación de identidad con el Ser que no tiene cuerpo.

¿Por qué nuestro ego ha hecho el cuerpo como una cerca? ¿Qué mantiene la cerca fuera? Sorprendentemente, lo que mantiene afuera es al amor. “Pues cree estar a salvo del amor dentro de ella” (1:3). ¿Por qué queremos mantener al amor fuera? ¿Por qué creímos necesitar algo para mantenernos “a salvo” del amor? El Amor deja entrar a todas las partes de nuestro Ser que estamos intentando mantener fuera. El Amor destruye nuestra ilusión de separación. El Amor entiende que no somos esta cosa limitada que creemos ser, y que nuestros hermanos son parte de nosotros, se extiende continuamente, dando y recibiendo, como una fuerza magnética que atrae y junta de nuevo todas las partes separadas del Ser.

¿Has sentido alguna vez, en un momento de intenso amor por otra persona, una oleada de miedo? ¿Has sentido alguna vez como si estuvieses a punto de perderte a ti mismo si te entregabas a este amor? Ese sentimiento te da una pista del lamentable miedo que el ego le tiene al amor. El ego quiere que busques el amor (porque sabes que lo necesitas y lo quieres) para tenerte contento (y atrapado), pero quiere que no lo encuentres nunca. El Amor representa la pérdida de la identidad del ego. Para el ego, eso es la muerte. Y por eso se inventa el cuerpo para mantener al amor fuera, como un medio de conservar nuestra sensación de separación.





TEXTO


IV. La bifurcación del camino



1. Cuando llegas al lugar en que la bifurcación del camino resulta evidente, no puedes seguir adelante. 2Tienes que decidirte por uno de los dos caminos, 3pues si sigues adelante de la manera en que ibas antes de llegar a este punto, no llegarás a ninguna parte. 4El único propósito de llegar hasta aquí fue decidir cuál de los dos caminos vas a tomar ahora. 5El trayecto que te condujo hasta aquí ya no importa. 6Ya no tiene ninguna utilidad. 7Nadie que haya llegado hasta aquí puede decidir equivocadamente, pero sí puede demorarse. 8Y no hay momento de la jornada más frus­trante y desalentador, que aquel en el que te detienes ahí donde el camino se bifurca, indeciso con respecto a qué rumbo seguir.

2. Son sólo los primeros pasos por el camino recto los que pare­cen difíciles, pues ya te has decidido, si bien puede que aún creas que puedes volverte atrás y elegir la otra alternativa. 2Pero no es así. 3Ninguna decisión que se haya tomado y que cuente con el respaldo del poder del Cielo puede ser revocada. 4Tu camino ya se decidió. 5Si reconoces esto no habrá nada que no se te diga.

3. Y así, tú y tu hermano os encontráis ahí en ese santo lugar, ante el velo de pecado que pende entre vosotros y la faz de Cristo. 2¡Dejad que sea descorrido! 3¡Descorredlo juntos! 4Pues es sólo un velo lo que se interpone entre vosotros. 5Por separado, cada uno de vosotros lo veréis como un sólido muro y no os daréis cuenta de lo delgado que es el cortinaje que ahora os separa. 6Aun así, éste ya casi ha sido eliminado de vuestra conciencia, e incluso aquí, ante el velo, la paz ha venido a vosotros. 7Piensa en lo que os espera después: el amor de Cristo iluminará vuestros rostros e irradiará desde ellos a un mundo en penumbra y con necesidad de luz. 8Y desde este santo lugar Él regresará con vosotros, sin irse de él y sin abandonaros. 9Os convertiréis en Sus mensajeros, al restituirlo a Él a Sí Mismo.

4. ¡Pensad en la hermosura que veréis, vosotros que camináis a Su lado! 2¡Y pensad cuán bello os parecerá el otro! 3¡Cuán felices os sentiréis de estar juntos después de una jornada tan larga y solita­ria en la que caminabais por separado! 4Las puertas del Cielo, francas ya para vosotros, las abriréis ahora para los que aún sufren. 5Y nadie que mire al Cristo en vosotros dejará de regoci­jarse. 6¡Qué bello es el panorama que visteis más allá del velo y que ahora llevaréis para iluminar los cansados ojos de aquellos que todavía están tan extenuados como una vez lo estuvisteis vo­sotros! 7¡Cuán agradecidos estarán de veros llegar y ofrecer el per­dón de Cristo para desvanecer así la fe que ellos aún tienen en el pecado!

5. Cualquier error que cometas, el otro ya lo habrá corregido tier­namente por ti. 2Pues para él tu hermosura es su salvación, y la quiere proteger de cualquier daño. 3cada uno será para el otro su firme defensor contra todo lo que parezca surgir para separa­ros. 4Y así caminaréis por el mundo conmigo, pues tengo un mensaje que aún no se ha llevado a todos. 5Y vosotros estáis aquí para permitir que se reciba. 6La oferta de Dios todavía sigue en pie, pero aguarda aceptación. 7Se recibe de vosotros que la habéis aceptado. 8En vuestras manos unidas se deposita confiadamente, pues vosotros que la compartís os habéis convertido en sus devo­tos guardianes y protectores.

6. A todos aquellos que comparten el Amor de Dios se les con­cede la gracia de ser los dadores de lo que han recibido. 2así aprenden que es suyo para siempre. 3Todas las barreras desapa­recen ante su llegada, de la misma manera en que cada obstáculo que antes parecía bloquear su camino quedó finalmente supe­rado. 4Ese velo que tú y tu hermano descorréis juntos os abre el camino a la verdad y se lo abre también a otros. 5Los que permi­ten que se les libere de las ilusiones de sus mentes son los salva­dores de este mundo, y caminan por él con su Redentor, llevando Su mensaje de esperanza, libertad y emancipación del sufri­miento a todo aquel que necesite un milagro para salvarse.

7. ¡Qué fácil es ofrecer este milagro a todos! 2Nadie que lo haya recibido tendría dificultad alguna en darlo. 3Pues al recibirlo aprendió que no se le daba solamente a él. 4Tal es la función de una relación santa: que recibáis juntos y que deis tal como reci­báis. 5Cuando se está ante el velo, esto todavía parece difícil. 6Pero si extendéis vuestras manos unidas y tocáis eso que parece un denso muro, notaréis con cuánta facilidad se deslizan vuestros dedos a través de su insubstancialidad. 7Ese muro no es sólido en absoluto. 8Y es sólo una ilusión lo que se interpone entre tú y tu hermano y el santo Ser que compartís.



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