DESPERTAR AL AMOR

jueves, 7 de septiembre de 2017

7 SEPTIEMBRE: Que no vea ninguna limitación en mí.

AUDIOLIBRO



EJERCICIOS

                                 
LECCIÓN 250


Que no vea ninguna limitación en mí.

1. Permítaseme contemplar al Hijo de Dios hoy y ser un testigo de su gloria. 2Y que no trate de empañar la santa luz que mora en él y ver su fuerza menoscabada y reducida a la fragilidad; que no perciba en él las deficiencias con las que atacaría su soberanía.

2. Él es Tu Hijo, Padre mío. 2Y hoy quiero contemplar su ternura en lugar de mis ilusiones. 3Él es lo que yo soy, y tal como lo vea a él, me veré a mí mismo. 4Hoy quiero ver verdaderamente, para que en este mismo día pueda por fin identificarme con él.



Instrucciones para la práctica

Ver las instrucciones para la práctica en las instrucciones de la Segunda Parte del Libro de Ejercicios, o en la Tarjeta de Práctica de este libro.

Comentario

No hay nada que ver excepto a mí mismo. Si veo a aquellos a mi alrededor como limitados, me estoy viendo a mí mismo de esa manera, pues “tal como lo vea a él, me veré a mí mismo” (2:3). La lección no habla del tipo de no tener límites que se ofrece en los cursillos de autoayuda (“Puedo hacer cualquier cosa que mi mente se proponga hacer. Puedo lograr todos mis objetivos”), sino de las limitaciones que le ponemos a la santidad, a la bondad y al amor cuando contemplamos a otros o a nosotros mismos. ¿Veo hoy a mis hermanos como al glorioso Hijo de Dios? ¿O les veo con “su fuerza menoscabada y reducida a la fragilidad”? (1:2). ¿Veo “la santa luz” (1:2) brillando en todos a mi alrededor, o está oscurecida por la oscuridad que he proyectado sobre ellos? ¿Veo la soberanía del Hijo de Dios, o continúo atacando esa majestad al ver faltas donde no las hay?

Si soy honesto conmigo mismo, reconoceré que continuamente veo fallos en todos o casi todos con los que me encuentro. Nadie está a la altura del alto nivel que les pongo. Mi mente está continuamente comparándome a mí mismo con los demás y viendo fallos en mí mismo. La percepción de fallos es una: tal como me veo a mí mismo, veo a los demás; tal como veo a los demás, me veo a mí mismo. ¿Quizá el problema está en el que ve y no en lo que se ve?

Sin embargo, puedo elegir ver de otra manera: puedo elegir ver con la visión de Cristo. Puedo elegir ver luz, ver amor, ver dulzura. Que ésta sea mi elección hoy, Padre. Cuando me dé cuenta de que estoy percibiendo a Tu Hijo diferente a como Tú le creaste (a otros o a mí mismo), que reconozca estos pensamientos como ilusiones nacidas del miedo, y los lleve a Tu Amor. Hoy elijo vigilar mi mente en busca de estos restos de miedo y pedirle a Tu Espíritu que los aparte para mostrarme lo que han estado ocultando de mi vista (T.4.III.7:5).

Hoy quiero ver verdaderamente, para que en este mismo día pueda por fin identificarme con él. (2:4)

¿Qué es el mundo? (Parte 10)

L.pII.3.5:3-5

No vamos a descansar o a darnos por satisfechos hasta que el perdón sea total y todo el mundo se haya unido a nuestra nueva percepción. Y además:

Y no intentemos cambiar nuestra función. Tenemos que salvar al mundo. (5:3-4)

¿Te has dado cuenta de lo a menudo que el Curso habla de nuestra función o nuestro propósito? La palabra “propósito” aparece 666 veces en el Curso, la palabra “función” aparece 460 veces. Por supuesto algunas de ellas se refieren a otras cosas, como la función del Espíritu Santo, pero la mayoría de ellas se refieren a nuestra función.

Yo soy la luz del mundo. Ésa es mi única función. Por eso es por lo que esto y aquí. (L.61.5:3-5)

No hay otro motivo para estar en este mundo, excepto ser su luz. No hay otro motivo para vivir sobre la tierra, excepto salvar al mundo y llevarle el perdón a todas las mentes. Al cumplir mi función, encuentro mi felicidad: “Mi función y mi felicidad son una” (L.66). Al cumplir mi función, descubro la luz dentro de mí mismo: “Sólo aceptando mi función podré ver la luz en mí” (L.81.3:2). Cumplir nuestra función es una parte esencial y la clave del programa del Curso para nuestra iluminación.

¿Por qué “intentar cambiar” nuestra función? ¿Cuáles son las maneras en que intento hacerlo? Intentamos cambiar nuestra función cuando intentamos encontrar otro propósito para vivir en este mundo, ya sea una profesión, familia, placer, poder, o cualquier cosa que sea “de” este mundo. Y lo hacemos en un intento demente de hacer de este mundo un sustituto de Dios, de hacer que la ilusión sea real y así confirmar nuestra identidad como un ego. “Tenemos que salvar al mundo” (5:4). Ésta es nuestra única función, éste es el único propósito del mundo y el mío. “El único propósito de este mundo es sanar al Hijo de Dios” (T.24.VI.4:1).

Esto no significa que todo el mundo deba entrar en una “profesión de sanar” reconocida, aunque algunos de nosotros podemos hacerlo sin duda. (El Manual dice que sólo unos pocos son llamados a cambiar las circunstancias de su vida de inmediato, ver el Capítulo 9 del Manual). Lo que significa es que debemos aprender a convertir cada profesión en una profesión sanadora (“La Expiación… es la profesión natural de los Hijos de Dios”, T.1.III.1:10). Como dice Marianne Williamson cada profesión puede ser un frente para una iglesia. Nuestra tarea más importante es la sanación de nuestra mente y de nuestra actitud, especialmente en nuestras relaciones, justo donde estamos.

Nuestra función es contemplar el mundo a través de los ojos de Cristo (5:5). Nosotros hicimos el mundo. Lo hicimos para morir. Es nuestra responsabilidad devolverlo a la vida eterna (5:5).





TEXTO

V. La función de la razón

 

1. La percepción selecciona y configura el mundo que ves. 2Lite­ralmente lo selecciona siguiendo las directrices de la mente. 3Las leyes del tamaño, de la forma y de la luminosidad tendrían vali­dez, quizá, si otras cosas fuesen iguales. 4Pero no lo son. 5Pues es mucho más probable que halles lo que buscas que lo que prefie­res pasar por alto. 6La apacible y queda Voz que habla en favor de Dios no se ve ahogada por los estridentes gritos e insensatos arranques de furia con los que el ego acosa a aquellos que desean escucharla. 7La percepción es una elección, no un hecho 8Pero de esta elección depende mucho más de lo que te has dado cuenta hasta ahora. 9Pues tu creencia acerca de quien eres depende ente­ramente de la voz que elijas escuchar y de los panoramas que elijas ver. 10La percepción da testimonio únicamente de esto, nunca de la realidad. 11Puede mostrarte, no obstante, bajo qué condiciones es posible tener conciencia de la realidad, o aquellas en las que nunca sería posible.

2. La realidad no necesita tu cooperación para ser lo que es. 2Pero tu conciencia de ella necesita tu ayuda, ya que tener esa concien­cia es algo que tú eliges. 3Si le prestas oídos a los dictados del ego y ves lo que él te indica ver, no podrás sino considerarte a ti mismo insignificante, vulnerable y  temeroso. 4Experimentarás depresión, una sensación de no valer nada, así como sentimien­tos de inestabilidad e irrealidad. 5Creerás que eres la desvalida víctima de fuerzas que están más allá de tu control y que son mucho más poderosas que tú. 6creerás que el mundo que fabri­caste rige tu destino. 7Pues tendrás fe en eso. 8Pero no creas que porque tengas fe en eso, ello pueda hacer que sea real. 

3. Hay otra visión y otra Voz en las que reside tu libertad que tan sólo están aguardando tu decisión. 2si depositas tu fe en Ellas, percibirás otro ser en ti. 3Este otro ser considera que los milagros son algo natural. 4Pues son tan simples y naturales para él como respirar lo es para el cuerpo. 5Constituyen la respuesta obvia a las peticiones de ayuda, que es la única que él ofrece. 6Los mila­gros le parecen antinaturales al ego porque no entiende cómo es posible que mentes separadas puedan influenciarse unas a otras. 7Y si estuviesen separadas ciertamente no podrían hacerlo. 8Pero las mentes no pueden estar separadas. 9Este otro ser es perfecta­mente consciente de esto. 10Y así, reconoce que los milagros no afectan la mente de otro, sino la suya propia. 11Los milagros siem­pre cambian tu mente, 12pues no hay ninguna otra.

4. No te das cuenta de hasta qué punto la idea de la separación ha interferido en el ejercicio de la razón. 2La razón mora en el otro ser que has excluido de tu conciencia. 3Y nada de lo que has permitido que permanezca en ella es capaz de razonar. 4¿Cómo va a ser posible que aquel segmento de la mente que está despro­visto de razón pueda entender lo que es la razón, o comprender la información que ésta le podría suministrar? 5De ese segmento pueden surgir todo tipo de preguntas, pero dado que la pregunta básica sólo puede proceder de la razón, él jamás la podrá plan­tear. 6Al igual que todo lo que procede de la razón, la pregunta básica es simple y obvia, si bien, aún no se ha planteado. 7Mas no creas que la razón no la podría contestar.

5. El plan de Dios para tu salvación no se habría podido estable­cer sin tu voluntad y consentimiento. 2Tuvo que haber sido acep­tado por el Hijo de Dios, pues lo que Dios dispone para él, él no puede sino aceptarlo. 3Y Dios no dispone nada sin Su Hijo, ni Su Voluntad depende del tiempo para consumarse. 4Por lo tanto, lo que se unió a la Voluntad de Dios tiene que encontrarse en ti ahora, puesto que es eterno. 5Tienes que haber reservado un lugar en el que el Espíritu Santo puede morar, y donde ya se encuentra. 6Él tiene que haber estado ahí desde que surgió la necesidad de Él, la cual quedó satisfecha en ese mismo instante: 7Eso es lo que tu razón te diría, si escuchases. 8Mas es claro que ése no es el razonamiento del ego. 9El hecho de que la naturaleza de tu razón le sea ajena al ego, es prueba de que no hallarás la respuesta en él. 10No obstante, si esto es así, dicha respuesta tiene que existir. 11Y si existe para ti, y su propósito es tu libertad, debes ser libre de encontrarla.

6. El plan de Dios es muy simple, nunca es indirecto ni se derrota a sí mismo. 2Dios no tiene otros Pensamientos excepto los que extienden Su Ser, y en esto tu voluntad tiene que estar incluida. 3Así pues, debe haber una parte en ti que conoce Su Voluntad y la comparte. 4No tiene sentido preguntar si lo que tiene que ser como es, lo es. 5Pero sí tiene sentido preguntar por qué no eres consciente de lo que no puede sino ser como es, pues debe haber una respuesta para ello si al plan de Dios para tu salvación no le falta nada. 6Y no puede faltarle nada porque su Fuente no conoce la incompleción

7. ¿Y dónde podría encontrarse la respuesta sino en la Fuente? 2¿Y dónde estás tú sino allí donde se encuentra esa misma respuesta? 3Tu Identidad, que es un efecto tan verdadero de esa Fuente como lo es la respuesta, tiene, por lo tanto, que estar unida a ella y ser lo mismo que ella. 4Por supuesto que sabes esto, y mucho más que esto. 5Pero cualquier parte del conocimiento supone una amenaza tan seria para la disociación como todo el conocimiento en sí. 6dispondrás de todo el conocimiento con cualquier parte de él. 7He aquí la parte que tú puedes aceptar. 8Puedes ver lo que la razón te señala porque los testigos a su favor son inequívocos. 9Sólo aquellos que son completamente dementes podrían hacer caso omiso de ellos, y tú ya has dejado atrás esa etapa. 10La razón es un medio que sirve para los fines del Espíritu Santo por derecho propio. 11No se puede re-interpretar ni re-canalizar para que se ajuste a la meta del pecado, tal como se hace con otros medios. 12Pues la razón está más allá del alcance de los medios del ego.

8. La fe, la percepción y la creencia pueden estar mal ubicadas y servir de apoyo tanto para las necesidades del gran embaucador como para las de la verdad. 2Pero la razón no tiene cabida en la locura, ni se puede adaptar a sus fines en modo alguno. 3La fe y la creencia están firmemente arraigadas en la locura, y conducen la percepción hacia aquello que la mente ha considerado valioso. 4Pero la razón no participa en esto en absoluto. 5Pues si se aplicase la razón, la percepción cesaría instantáneamente. 6La razón no forma parte de la demencia, pues ésta depende enteramente de la ausencia de aquella. 7El ego nunca hace uso de la razón porque no es consciente de su existencia. 8Los que son parcial­mente locos tienen acceso a ella, y sólo ellos la necesitan. 9El conocimiento no depende de la razón, y la locura la mantiene afuera.

9. La parte de la mente donde reside la razón se consagró, de acuerdo con tu voluntad en unión con la de tu Padre, al des-hacimiento de la demencia. 2Ahí el propósito del Espíritu Santo se aceptó y consumó simultáneamente. 3La razón le es ajena a la demencia, y aquellos que hacen uso de ella han adquirido un medio que no puede dedicarse al pecado. 4El conocimiento está mucho más allá de lo que se puede lograr. 5Pero la razón puede servir para abrir las puertas que tú le cerraste.


10Ya estás muy cerca de esto. 2Tu fe y tus creencias han cambiado y has hecho la pregunta que el ego nunca haría. 3¿No te dice tu razón ahora que la pregunta debe haber emanado de algo que tú no conoces, pero que aún así debe ser parte de ti? 4La fe y la creencia, apoyadas por la razón, producen forzosamente un cambio en tu percepción. 5Y con este cambio se le hace sitio a la visión. 6La visión se extiende más allá de sí misma, tal como lo hacen el propósito al que sirve, así como todos los medios para su consecución.









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