AUDIOLIBRO
EJERCICIOS
LECCION 59
PRIMER REPASO Repaso de lecciones 41 a 45
Éstas son las ideas a repasar hoy:
1. (41) Dios va conmigo dondequiera que yo voy.
2¿Cómo puedo estar solo cuando Dios está siempre conmigo? 3¿Cómo puedo dudar o sentirme inseguro cuando en Él mora la perfecta certeza? 4¿Cómo puede haber algo que me pueda perturbar cuando Él mora en mí en paz absoluta? 5¿Cómo puedo sufrir cuando el amor y la dicha me rodean por mediación Suya? 6No he de abrigar ninguna ilusión con respecto a mí mismo. 7Soy perfecto porque Dios va conmigo dondequiera que yo voy.
2. (42) Dios es mi fortaleza. 2La visión es Su regalo.
3Hoy no recurriré a mis propios ojos para ver. 4Quiero estar dispuesto a dejar de lado la lamentable ilusión de que puedo ver, e intercambiarla por la visión que Dios me da. 5La visión de Cristo es Su regalo y Él me lo ha dado. 6Hoy me valdré de este regalo de tal forma que este día me ayude a comprender la eternidad.
3. (43) Dios es mi Fuente. 2No puedo ver separado de Él.
3Puedo ver lo que Dios quiere que vea. 4No puedo ver nada más. 5Más allá de Su Voluntad sólo hay ilusiones. 6Son éstas las que elijo cuando pienso que puedo ver separado de Él. 7Son éstas las que elijo cuando trato de ver con los ojos del cuerpo. 8No obstante, se me ha dado la visión de Cristo para reemplazarlos. 9A través de esta visión es como elijo ver.
4. (44) Dios es la luz en la que veo.
2No puedo ver en la oscuridad. 3Dios es la única luz. 4Por lo tanto, si he de ver, tiene que ser por medio de Él. 5He tratado de definir lo que es ver y me he equivocado. 6Ahora se me concede poder entender que Dios es la luz en la que veo. 7Le daré la bienvenida a la visión y al mundo feliz que me mostrará.
5. (45) Dios es la Mente con la que pienso.
2No tengo pensamientos que no comparta con Dios. 3No tengo pensamientos aparte de los Suyos porque no tengo otra mente que la Suya. 4Puesto que soy parte de Su Mente mis pensamientos son Suyos, y Sus Pensamientos son míos.
Instrucciones para la práctica
Propósito: Repasar las lecciones y así dejar que se adentren en un nivel más profundo.
También, ver la relación entre ellas y lo entrelazado que está el sistema de pensamiento al que
se te está llevando.
Ejercicios: Tan a menudo como puedas (sugerencia: cada hora, a la hora en punto), durante al
menos dos minutos.
- Solo y en un lugar tranquilo, lee una de las cinco lecciones y los comentarios
relacionados. Fíjate en que los comentarios como si fueran tus propios pensamientos
sobre la idea. Intenta imaginarte que son tus propias palabras. Te ayudará introducir tu nombre a menudo. Esto te preparará para la fase siguiente, en la que tú mismo produces
pensamientos semejantes.
- Cierra los ojos y piensa en la idea y en los comentarios. Concretamente piensa en la
idea central del párrafo del comentario. Reflexiona sobre ella. Deja que surjan
pensamientos relacionados (utilizando el entrenamiento que has recibido en esa
práctica). Si tu mente se distrae, repite la idea y luego vuelve a reflexionar sobre ella.
Éste es el mismo ejercicio básico de la Lección 50, en el que activamente piensas sobre
las ideas para dejar que se adentren más profundamente en tu mente.
Observaciones:
- Al comienzo y al final del día lee las cinco lecciones.
- A partir de entonces, haz una lección por sesión de práctica, el orden no importa.
- Haz cada lección por lo menos una vez.
- Cumplido eso, concéntrate en una lección determinada si es la que más te atrae.
Comentario
Está claro que la mayor intensidad de estas cinco ideas está en Dios, cada pensamiento empieza
con esta palabra. Dios está siempre conmigo. Él es mi fortaleza, mi Fuente, mi Luz, y la Mente
con la que pienso. Como dice la Biblia: “Él no está lejos de cada uno de nosotros, pues en Él
vivimos, y nos movemos y existimos (Hechos de los A.17:27-28). Cuando reconozco que el
ambiente en el que existo, la energía misma que forma mi vida, es Dios, la paz viene a mi
mente. ¿Cómo podría estar separado del Infinito? El Hijo de Dios “no se puede separar de lo
que está en él” (T.13.XI.10:2), ni de Aquello en Lo que él está.
La siguiente cosa que me doy cuenta que se le da importancia es a mi manera de ver. “La visión
de Cristo es Su regalo… Hoy me valdré de este regalo” (2:5-6). “Puedo ver lo que Dios quiere
que vea. No puedo ver nada más” (3:3-4). “No puedo ver en la obscuridad. Dios es la única luz”
(4:2-3). Cualquier aparente forma de ver separada de Dios no puede ser real. La Voluntad de
Dios determina lo que puede verse, y Dios es la luz con la que veo. ¡Que me alegre de ver lo
que Él me muestra, que yo vea tal como Él quiere que vea!
De principio a fin, la lección pone de relieve mi unidad con Dios. Si soy uno con Dios y con
toda la creación, ¿cómo puedo ver diferente de Él? Por lo tanto, creer que puedo, es negar lo que
soy y desear estar separado de Dios, capaz de ver lo que Él no ve. Compartir Su visión y Sus
pensamientos es afirmar mi verdadero Ser, tal como Él me creó.
C. Mantente alerta sólo en favor de Dios y de Su Reino
1. Hemos dicho anteriormente que el Espíritu Santo evalúa, y tiene que hacerlo. 2El Espíritu Santo separa lo verdadero de lo falso en tu mente, y te enseña a juzgar cada pensamiento que dejas que se adentre en ella a la luz de lo que Dios puso allí. 3El Espíritu Santo, con vistas a reforzar el Reino en ti, 4conserva lo que está de acuerdo con esa luz, y acepta y purifica lo que está parcialmente de acuerdo con el Reino. 5Mas lo que está en completo desacuerdo lo rechaza juzgando contra ello. 6Así es como Él mantiene la perfecta consistencia del Reino y su perfecta unificación. 7Recuerda, no obstante, que lo que el Espíritu Santo rechaza el ego lo acepta. 8Ello se debe a que ambos están en completo desacuerdo en relación con todo, dado que están en completo desacuerdo con respecto a lo que tú eres. 9Las creencias del ego en torno a esta cuestión tan fundamental varían considerablemente, y ésta es la razón de que él suscite diferentes estados de ánimo. 10El Espíritu Santo nunca varía en este punto, y, por lo tanto, el único estado de ánimo que genera es uno de dicha. 11Él protege dicho estado rechazando todo lo que no lo fomenta, y así, sólo Él puede mantenerte en un estado, de perfecta dicha.
2. El Espíritu Santo no te enseña a juzgar a otros porque no quiere que enseñes nada que sea erróneo, y que, de este modo, tú mismo lo aprendas. 2No sería consistente si te permitiera reforzar lo que debes aprender a evitar. 3En la mente del pensador, por lo tanto, el Espíritu Santo es enjuiciador, pero sólo a fin de unificar la mente de modo que pueda percibir sin emitir juicios. 4Esto le permite a la mente enseñar sin emitir juicios y, por consiguiente, aprender a estar libre de ellos. 5Esta rectificación es necesaria sólo en tu mente, a fin de que dejes de proyectar en lugar de extender. 6Dios Mismo ha establecido lo que puedes extender con perfecta seguridad. 7Por lo tanto, la tercera lección del Espíritu Santo reza así:
8Mantente alerta sólo en favor de Dios y de Su Reino.
3. Éste es uno de los pasos más importantes para que se produzca un cambio fundamental. 2No obstante, todavía contiene un aspecto del proceso de inversión del pensamiento, ya que implica que hay algo contra lo que debes mantenerte alerta. 3Este paso representa un gran avance con respecto a la primera lección, que es meramente el principio del proceso de inversión del pensamiento, y también con respecto a la segunda, que es esencialmente la identificación de lo que es más deseable: 4Este paso, que es la conclusión lógica del segundo tal como el segundo lo es del primero, subraya la dicotomía que existe entre lo deseable y lo indeseable. 5Por lo tanto, hace que la elección final sea inevitable.
4. Mientras que el primer paso parece agudizar el conflicto y el segundo puede, hasta cierto punto, aún entrañar conflicto, el tercer paso requiere un constante estado de alerta contra el conflicto. 2Ya he dicho que puedes estar tan alerta contra el ego como a su favor. 3La última lección enseña no sólo que puedes sino que tienes que estar alerta. 4No se ocupa de la cuestión de los grados de dificultad, sino del hecho de que tu primera prioridad debe ser mantenerte alerta. 5Esta lección es inequívoca, pues enseña que nunca se deben hacer excepciones, aunque no niega que la tentación de hacerlas se presentará. 6Aquí pues, es donde se te pide que, a pesar del caos, seas consistente. 7Mas la consistencia y el caos no pueden coexistir por mucho tiempo, puesto que se excluyen mutuamente. 8No obstante, mientras tengas que estar alerta contra algo, no estarás reconociendo esta mutua exclusión, y seguirás creyendo que puedes elegir la consistencia o el caos. 9Al enseñarte cuál debes elegir, el Espíritu Santo acabará por enseñarte que no tienes que elegir en absoluto. 10Esto finalmente liberará a tu mente de tener que elegir, y la encaminará hacia la creación dentro del Reino.
5. Elegir a través del Espíritu Santo te conducirá al Reino. 2Creas mediante tu verdadero ser, pero tienes que aprender a recordar lo que eres 3La forma de recordarlo es inherente al tercer paso, que conecta las lecciones implícitas en los otros dos, y va más allá de ellos hacia una verdadera integración. 4Si permites que en tu mente haya tan sólo lo que Dios puso en ella, la estarás reconociendo tal como Dios la creó. 5Por lo tanto, la estarás aceptando tal como es. 6Puesto que tu mente es íntegra, estarás enseñando paz porque creerás en ella. 7Dios será de todos modos el que dará el paso final por ti, pero cuando llegues al tercer paso, el Espíritu Santo ya te habrá preparado para Dios. 8Te está preparando para la conversión de tener a ser en virtud de la naturaleza misma de los pasos que tienes que dar con Él.
6. Aprendes primero que tener se basa en dar, y no en obtener. 2Luego aprendes que aprendes lo que enseñas, y que quieres aprender a estar en paz. 3Ésta es la condición necesaria para poder identificarte con el Reino, puesto que es la condición del Reino. 4Has creído estar fuera del Reino, y, como consecuencia de ello, te has excluido a ti mismo de él en tu pensamiento. 5Es esencial, por lo tanto, enseñarte que no puedes sino estar incluido en el Reino, y que lo único que debes excluir es la creencia de que no estás incluido en él.
7. El tercer paso, por consiguiente, es un paso de protección para tu mente, pues te permite identificarte sólo con el centro, donde Dios erigió el altar a Sí Mismo. 2Los altares son creencias, pero Dios y Sus creaciones están más allá de toda creencia, ya que están más allá de cualquier duda. 3La Voz que habla en favor de Dios lo hace únicamente en nombre de las creencias que están más allá de toda duda, lo cual te prepara para llegar a estar libre de dudas, mientras tu creencia en Dios y Su Reino se vea asaltada por cualquier duda, lo que Él ha logrado perfectamente no será evidente para ti. 5Por eso es por lo que debes mantenerte alerta en favor de Dios. 6El ego habla contra Su creación, y, por lo tanto, engendra dudas. 7No podrás ir más allá de las creencias hasta que no creas plenamente.
8. Enseñar a toda la Filiación sin hacer excepciones demuestra que percibes su plenitud y que has aprendido que es una. 2Ahora tienes que estar alerta para mantener su unicidad en tu mente porque si dejas que te asalte la duda, perderás la conciencia de su plenitud y serás incapaz de enseñarla. 3La plenitud del Reino no depende de tu percepción, pero tu conciencia de su plenitud sí. 4Sólo tu conciencia necesita protección, puesto que el estado de ser no puede ser atacado. 5No obstante, no podrás experimentar una auténtica sensación de que existes mientras sigas teniendo dudas con respecto a lo que eres. 6Por eso es por lo que es esencial que te mantengas alerta. 7No permitas que entre en tu mente ninguna duda acerca de tu existencia o, de lo contrario, no podrás saber con certeza lo que eres. 8La certeza es el regalo que Dios te hace. 9La verdad no requiere vigilancia, pero las ilusiones sí.
9. La verdad está exenta de ilusiones y, por lo tanto, mora dentro del Reino. 2Todo lo que está fuera del Reino es ilusorio. 3Cuando desechaste la verdad te percibiste a ti mismo como desprovisto de ella. 4Al concebir otro reino al que atribuiste valor, no mantuviste en tu mente sólo el Reino de Dios, y, de esta manera, excluiste parte de tu mente de él. 5Lo que inventaste ha aprisionado tu voluntad, y ha hecho enfermar a tu mente, que ahora tiene que ser sanada. 6Mantenerse alerta contra esta enfermedad es la manera de sanarla. 7Una vez que tu mente haya sanado, irradiar salud, y, de este modo, enseñará lo que es la curación. 8Esto te consagrará como un maestro que enseña lo mismo que yo. 9Yo tuve que mantenerme tan alerta como tú tienes que hacerlo ahora, y aquellos que eligen enseñar lo mismo tienen que estar de acuerdo con respecto a lo que creen.
10. El tercer paso, por lo tanto, es una afirmación de lo que quieres creer, y requiere que estés dispuesto a abandonar todo lo demás. 2Si sigues al Espíritu Santo, Él te capacitará para que des este paso. 3Tu vigilancia es señal de que quieres que Él te guíe. 4La vigilancia requiere esfuerzo, pero sólo hasta que aprendas que el esfuerzo en sí es innecesario. 5Has realizado enormes esfuerzos por conservar lo que inventaste porque no es verdad. 6Por lo tanto, ahora tienes que canalizar todos tus esfuerzos contra ello 7Sólo esto puede eliminar la necesidad de tener que esforzarte, e invocar al Ser que tienes y que eres. 8Este reconocimiento no requiere ningún esfuerzo por tu parte, puesto que ya es verdad, ni tampoco necesita protección. 9Descansa en la perfecta seguridad de Dios. 10Por lo tanto, la inclusión es total y la creación no tiene límites.
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