DESPERTAR AL AMOR

viernes, 8 de febrero de 2019

8 FEBRERO: Mi santidad es mi salvación.

AUDIOLIBRO



EJERCICIOS


LECCION 39


Mi santidad es mi salvación.


1. Si la culpabilidad es el infierno, ¿cuál es su opuesto? 2Al igual que el texto para el que este libro de ejercicios fue escrito, las ideas que se usan en los ejercicios son muy simples, muy claras y están totalmente exentas de ambigüedad. 3No estamos interesa­dos en proezas intelectuales ni en juegos de lógica. 4Estamos inte­resados únicamente en lo que es muy obvio, lo cual has pasado por alto en las nubes de complejidad en las que piensas que pien­sas.

2. Si la culpabilidad es el infierno, ¿cuál es su opuesto? 2Ésta, sin duda, no es una pregunta difícil. 3La vacilación que tal vez sientas al contestarla no se debe a la ambigüedad de la pregunta. 4Pero ¿crees acaso que la culpabilidad es el infierno? 5Si lo creyeses, verías de inmediato cuán directo y simple es el texto, y no necesi­tarías un libro de ejercicios en absoluto. 6Nadie necesita practicar para obtener lo que ya es suyo.

3. Hemos dicho ya que tu santidad es la salvación del mundo. 2¿Y qué hay de tu propia salvación? 3No puedes dar lo que no tienes. 4Un salvador tiene que haberse salvado. 5¿De qué otro modo, si no, podría enseñar lo que es la salvación? 6Los ejercicios de hoy van dirigidos a ti, en reconocimiento de que tu salvación es crucial para la salvación del mundo. 7A medida que apliques los ejerci­cios a tu mundo, el mundo entero se beneficiará.

4. Tu santidad es la respuesta a toda pregunta que jamás se haya hecho, se esté haciendo ahora o se haga en el futuro. 2Tu santidad significa el fin de la culpabilidad y, por ende, el fin del infierno. 3Tu santidad es la salvación del mundo, así como la tuya. 4¿Cómo podrías tú -a quien le pertenece tu santidad- ser excluido de ella? 5Dios no conoce lo profano. 6¿Sería posible que Él no cono­ciese a Su Hijo?

5. Se te exhorta a que dediques cinco minutos completos a cada una de las cuatro sesiones de práctica más largas de hoy, y a que esas sesiones sean más frecuentes y de mayor duración. 2Si quie­res exceder los requisitos mínimos, se recomienda que lleves a cabo más sesiones en vez de sesiones más largas, aunque sugeri­mos ambas cosas.

6. Empieza las sesiones de práctica como de costumbre, repitiendo la idea de hoy para tus adentros. 2Luego, con los ojos cerra­dos, explora tu mente en busca de pensamientos que no sean amorosos en cualquiera de las formas en que puedan presentarse: desasosiego, depresión, ira, miedo, preocupación, ataque, insegu­ridad, etc. 3No importa en qué forma se presenten, no son amoro­sos, y, por lo tanto, son temibles. 4De ellos, pues, es de los que necesitas salvarte.

7. Todas las situaciones, personalidades o acontecimientos espe­cíficos que asocies con pensamientos no amorosos de cualquier clase constituyen sujetos apropiados para los ejercicios de hoy. 2Es imperativo para tu salvación que los veas de otra manera. 3Impartirles tu bendición es lo que te salvará y lo que te dará la visión.

8. Lentamente, sin hacer una selección consciente y sin poner un énfasis indebido en ninguno en particular, escudriña tu mente en busca de todos aquellos pensamientos que se interponen entre tu salvación y tú. 2Aplica la idea de hoy a cada uno de ellos de esta manera:

3Mis pensamientos no amorosos acerca de _____ me mantienen en el infierno.
4Mi santidad es mi salvación.

9. Quizá estas sesiones de práctica te resulten más fáciles si las intercalas con varias sesiones cortas en las que simplemente repi­tes muy despacio la idea de hoy varias veces en silencio. 2Te puede resultar útil asimismo incluir unos cuantos intervalos cor­tos en los que sencillamente te relajas y no pareces estar pensando en nada. 3Mantener la concentración es muy difícil al principio. 4Sin embargo, se irá haciendo cada vez más fácil a medida que tu mente se vuelva más disciplinada y menos propensa a distraerse. 

10. Entretanto, debes sentirte en libertad de introducir variedad en las sesiones de práctica en cualquier forma que te atraiga hacerlo. 2Mas no debes cambiar la idea en sí al variar el método de aplica­ción. 3Sea cual sea la forma en que elijas usarla, la idea debe expre­sarse de tal manera que su significado sea el hecho de que tu santidad es tu salvación. 4Finaliza cada sesión de práctica repi­tiendo una vez más la idea en su forma original y añadiendo:

5Si la culpabilidad es el infierno, ¿cuál es su opuesto?

11. En las aplicaciones más cortas, que deben llevarse a cabo unas tres o cuatro veces por hora o incluso más si es posible, puedes hacerte a ti mismo esa pregunta o repetir la idea de hoy, pero preferiblemente ambas cosas. 2Si te asaltan tentaciones, una varia­ción especialmente útil de la idea es:

3Mi santidad es mi salvación de esto.





Instrucciones para la práctica

Propósito: Mantenerte en contacto con tu santidad, que es tu salvación del infierno de la culpa.

Ejercicios más largos: 4 veces (se recomiendan más), de cinco minutos (se recomienda una mayor duración). 
  • Repite la idea. 
  • Cierra los ojos y lentamente busca en tu mente pensamientos no amorosos, pensamientos de cualquier clase que vayan acompañados de sentimientos negativos. Esto incluye situaciones, acontecimientos o personalidades concretas asociados a pensamientos de ira, preocupación o depresión. No hagas excepciones y trata a todos ellos por igual. Con cada uno, di: “Mis pensamientos no amorosos acerca de ____ me mantienen en el infierno. Mi santidad es mi salvación”. Tus pensamientos no amorosos te mantienen en el infierno porque producen culpa. Tu santidad te salva al mostrarte que tu verdadera naturaleza no ha sido afectada por el pecado ni por la culpa, y lo demuestra al bendecir todo lo que ve. 
  • Puesto que mantener la concentración te resulta difícil en esta etapa, puedes intercalar esta práctica con varios periodos en los que sólo repites la idea lentamente, o te relajas y no piensas en nada. Incluso puedes introducir alguna variación, como decir la misma idea con distintas palabras. Sin embargo, asegúrate de que mantienes su significado central: que tu santidad es tu salvación. 
  • Termina repitiendo la idea y preguntándote a ti mismo: “Si la culpabilidad es el infierno, ¿cuál es su opuesto?” (Para la respuesta, ver 4:2)


Recordatorios frecuentes: Por lo menos 3 o 4 por hora.
Pregúntate a ti mismo: “Si la culpabilidad es el infierno, ¿cuál es su opuesto?”. O repite la idea. Preferiblemente las dos.

Respuesta a la tentación: Siempre que te sientas tentado a dar entrada a pensamientos no amorosos.
Aplica la idea concretamente: “Mi santidad es mi salvación de esto”.

Comentario

Lo opuesto al infierno es la salvación, lo contrario de la culpa es la santidad. Si la culpa es el infierno, entonces la santidad debe ser la salvación. La pregunta es: ¿Creo realmente que la culpa lo único que trae es dolor y sufrimiento? ¿O quizá creo que la culpa es útil en mi vida?

El Curso nos enseña que la culpa es la raíz de todos nuestros problemas, y sin embargo, al principio ni siquiera sospechamos que la culpa sea la causa. Achacamos los problemas a cosas muy distintas, pero raramente a la culpa. “De lo único que estabas seguro era de que entre las numerosas causas que percibías como responsables de tu dolor y sufrimiento, tu culpabilidad no era una de ellas” (T.27.VII.7:4). La culpa es el infierno. Esto es una parte importante de lo que el Curso está intentando enseñarnos, una parte muy importante.

“Mientras de algún modo creas que está justificado considerar a otro culpable, independientemente de lo que haya hecho, no buscarás dentro de ti, donde siempre encontrarías la Expiación. A la culpabilidad no le llegará su fin mientras creas que está justificada. Tienes que aprender, por lo tanto, que la culpabilidad es siempre demente y que no tiene razón de ser”. (T.13.X.6:1-3)

“La salvación es escapar de la culpabilidad” (T.14.III.13:4).

“La culpabilidad no es salvación, sino una interferencia que no tiene ningún propósito”. (T.14.III.1:4).

Quizás nos opongamos a ello. Algunos creen que la culpa es necesaria para evitar que obremos mal, pero eso supone la existencia dentro de nosotros de algo inherentemente malvado y perverso, algo que siempre hará cosas malas a menos que se mantenga enjaulado, o que sea castigado cuando se porta mal. La culpa no tiene ninguna utilidad, la culpa es el infierno. Es de la culpa que nos tenemos que escapar. La culpa no evita que nos portemos mal sino que nos mantiene encerrados en ello. Es la culpa lo que nos ha llevado a la locura.

Como dice esta lección, si creyésemos totalmente esto de la culpa, entenderíamos de inmediato el Texto y no necesitaríamos un Libro de Ejercicios. Tendríamos la salvación, completa, pues la salvación es escapar de la culpa. Esto no es una parte del mensaje del Curso, es el mensaje en su totalidad. Por eso es que mi santidad es mi salvación, la santidad es la liberación de la culpa.

Date cuenta de la importancia que le da la práctica a los “pensamientos no amorosos” (6:2; 7:1; 8:3). Los pensamientos no amorosos son pensamientos de culpa, ambos son producto de la culpa y producen más culpa. La santidad es amorosa. Si mis pensamientos son no amorosos, me sentiré temeroso y culpable; sustituirlos con pensamientos amorosos es mi salvación de la culpa. Cuando nos demos cuenta del sufrimiento que nos están causando nuestros pensamientos no amorosos, los abandonaremos.

Las instrucciones de la práctica de hoy son muy exigentes: un mínimo de 4 sesiones de cinco minutos cada una, “Se te exhorta…a que esas sesiones sean más frecuentes y de mayor duración” (5:1). Luego están las aplicaciones más cortas, “que deben llevarse a cabo unas 3 o 4 veces por hora o incluso más si es posible” (11:1). Además de usar la idea para responder a la tentación de cada pensamiento no amoroso que cruce por nuestra mente. ¡La idea de hoy debe ser muy importante! Debe ser muy difícil para nuestra mente asimilarla, por eso necesitamos sumergir frecuentemente nuestra mente en este pensamiento.






TEXTO

Capítulo 5 

 


CURACIÓN Y PLENITUD


Introducción


1. Curar es hacer feliz. 2Te he dicho que pensases en las muchas oportunidades que has tenido de regocijarte y en las muchas que has dejado pasar. 3Esto es lo mismo que decirte que has rehusado sanar. 4Tu luz es la luz de la dicha. 5El resplandor no está asociado con la aflicción. 6La dicha suscita que uno esté completamente dispuesto a compartirla, y fomenta el impulso natural de la mente de responder cual una sola. 7Quienes intentan curar sin ser ellos mismos completamente dichosos, suscitan diferentes respuestas a la vez y, por consiguiente, privan a otros de la dicha de responder de todo corazón.

2. Para poder actuar de todo corazón tienes que ser feliz. 2Si el miedo y el amor no pueden coexistir, y si es imposible estar com­pletamente atemorizado y seguir viviendo, el único estado de plenitud posible es el del amor. No existe diferencia alguna entre el amor y la dicha. 4Por lo tanto, el único estado de plenitud posi­ble es el de absoluta dicha. 5Curar o hacer feliz es, por lo tanto, lo mismo que integrar y unificar. 6Por eso es por lo que no importa a qué parte de la Filiación se le ofrece la curación o qué parte la lleva a cabo. Todas las partes se benefician, y se benefician por igual.

3. Todo pensamiento benévolo que cualquiera de tus hermanos abrigue en cualquier parte del mundo te bendice. 2Deberías que­rer bendecirles a tu vez, como muestra de agradecimiento. 3No tienes que conocerlos personalmente ni ellos a ti. La luz es tan potente que irradia a través de toda la Filiación, la cual da gracias al Padre por irradiar Su dicha sobre ella. 5Únicamente los santos Hijos de Dios son canales dignos de Su hermosa dicha porque sólo ellos son lo suficientemente hermosos como para conservarla compartiéndola. 6Es imposible que un Hijo de Dios pueda amar a su prójimo de manera diferente de como se ama sí mismo. 7De ahí que la plegaria del sanador sea:

8Permíteme conocer a este hermano como me conozco a mí mismo.


I. La invitación al Espíritu Santo



1.  La curación es un pensamiento por medio del cual dos mentes perciben su unidad y se regocijan. 2Su gozo exhorta a todos los miembros de la Filiación a que se regocijen junto con ellas, y per­mite que Dios acuda a ellas y se manifieste a través de ellas. 3Sólo la mente sana puede experimentar una revelación de efectos duraderos porque la revelación es una experiencia de pura dicha. 4Si no eliges ser completamente dichoso, tu mente no puede tener lo que no elige ser. 5Recuerda que para el espíritu no hay diferencia alguna entre tener y ser. 6La mente superior piensa de acuerdo con las leyes que el espíritu obedece, y, por lo tanto, honra únicamente las leyes de Dios. 7Para el espíritu, obtener no significa nada y dar loes todo. 8Al tenerlo todo, el espíritu lo conserva dándolo, y, de este modo, crea de la misma manera en que el Padre creó. 9Aunque esta manera de pensar no tiene nada que ver con la posesión de bienes materiales, aun a la mente inferior le resulta comprensi­ble en conexión con ideas. 10Si compartes una posesión física, cier­tamente divides su propiedad. 11Mas si compartes una idea, no la debilitas. 12Toda ella te sigue perteneciendo aunque la hayas dado completamente. 13Lo que es más, si aquel a quien se la has dado la acepta como suya, eso la refuerza en tu mente, y, por lo tanto, la expande. 14Si puedes aceptar el concepto de que este mundo es un mundo de ideas, la creencia en la falsa conexión que el ego hace entre dar y perder desaparece.

2. Demos comienzo a nuestro proceso de re-despertar con unos cuantos conceptos simples:

2Los pensamientos se expanden cuando se comparten.
3Cuantos más creen en ellos, más poderosos se tornan.
4Todo es una idea.
5¿Cómo, entonces, puede asociarse dar con perder?


3. Ésta es la invitación al Espíritu Santo. 2He dicho ya que puedo ascender hasta lo alto y hacer que el Espíritu Santo descienda hasta ti, mas sólo puedo hacer eso a instancia tuya. 3El Espíritu Santo se encuentra en tu mente recta, tal como se encontraba en la mía. 4La Biblia dice: "Que more en ti la mente que estaba en Cristo Jesús", y lo utiliza como una bendición. 5Se trata de la bendición de la mentalidad milagrosa. 6Te pide que pienses tal como yo pensé, uniéndote de este manera a mí en el modo de pensar de Cristo.

4. El Espíritu Santo es la única parte de la Santísima Trinidad que tiene una función simbólica. 2Se le ha llamado el Sanador, el Con­solador y el Guía. 3Se le ha descrito también como algo "sepa­rado", aparte del Padre y del Hijo. 4Yo mismo dije: "Si me voy os enviaré otro Consolador que morará con vosotros para siempre". 5Su función simbólica hace que Él sea difícil de entender, ya que todo simbolismo se presta a diferentes interpretaciones. 6Como hombre, y también como una de las creaciones de Dios, mi recto pensar, que procedió del Espíritu Santo o Inspiración Universal, me enseñó en primer lugar y ante todo, que esta Inspiración es para todos. 7Yo mismo no hubiese podido gozar de ella de no haber sabido esto. 8La palabra "sabido" es apropiada en este con­texto porque el Espíritu Santo está tan próximo al conocimiento que lo evoca, o mejor dicho, facilita su llegada. 9He hablado ante­riormente de la percepción elevada o "verdadera", que está tan próxima a la verdad que Dios Mismo puede salvar la diminuta brecha que hay entre ellas. 10El conocimiento está siempre listo para fluir a cualquier parte, pero no puede oponerse a nada. 11Puedes, por consiguiente, obstruirlo, pero jamás perderlo.

5. El Espíritu Santo es la Mente de Cristo, la cual es consciente del conocimiento que yace más allá de la percepción. 2El Espíritu Santo comenzó existir como medió de protección al producirse la separación, lo cual inspiró simultáneamente el principio de la Expiación. 3Antes de eso no había necesidad de curación, pues nadie estaba desconsolado. 4La Voz del Espíritu Santo es la Lla­mada a la Expiación, es decir, a la restitución de la integridad de la mente. 5Cuando la Expiación se complete y toda la Filiación sane, dejará de haber una llamada a retornar. 6Pero lo que Dios crea es eterno. 7El Espíritu Santo permanecerá con los Hijos de Dios para bendecir las creaciones de éstos y mantenerlas en la luz de la dicha.

6. Dios honró incluso las creaciones falsas de sus Hijos porque ellos las habían hecho. 2Pero también bendijo a Sus Hijos con una manera de pensar que fuese capaz de elevar sus percepciones a tal altura, que casi pudieran llegar hasta Él. 3El Espíritu Santo es la Mente de la Expiación. 4Representa un estado mental lo suficien­temente próximo a la Mentalidad-Uno como para que la transfe­rencia a ella sea finalmente posible. 5La percepción no es conocimiento, pero puede ser transferida al conocimiento, o cru­zar hasta él. 6Tal vez sea más útil en este caso utilizar el significado literal de la palabra "transferida", o sea "transportada", puesto que el último paso es Dios Quien lo da.


7. El Espíritu Santo -la Inspiración que toda la Filiación com­parte- induce a una clase de percepción en la que muchos ele­mentos son como los del Reino de los Cielos: 2En primer lugar, su universalidad es perfectamente inequí­voca, y nadie que la alcance podría pensar ni por un momento que compartirla signifique cualquier otra cosa que no sea ganar. 3En segundo lugar, es una percepción que es incapaz de atacar, y, por lo tanto, es verdaderamente receptiva. 4Esto quiere decir que si bien no engendra conocimiento, tampoco lo obstruye en modo alguno. 5Finalmente, señala al camino que lleva lo que está más allá de la curación qué trae consigo, y conduce a la mente más allá de su propia integración, hacia los senderos de la creación. 6En este punto es donde se producen suficientes cambios cuantitativos para producir un verdadero salto cualitativo.







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