DESPERTAR AL AMOR

lunes, 15 de abril de 2019

15 ABRIL: Mías son la paz y la dicha de Dios.


AUDIOLIBRO



EJERCICIOS


LECCION 105

Mías son la paz y la dicha de Dios.


1. La paz y la dicha de Dios te pertenecen. 2Hoy las aceptaremos, sabiendo que son nuestras. 3Y trataremos de entender que estos regalos se multiplican a medida que los recibimos. 4No son como los regalos que el mundo da, en los que el que hace el regalo pierde al darlo, y el que lo recibe se enriquece a costa de la pér­dida del que se lo dio. 5Eso no son regalos, sino regateos que se hacen con la culpabilidad. 6Los regalos que verdaderamente se dan no entrañan pérdida alguna. 7Es imposible que alguien pueda ganar a costa de la pérdida de otro. 8Ello implicaría un límite y una condición de insuficiencia.

2. Ésa no es la manera de hacer regalos. 2Tales "regalos" no son sino tratos que se hacen con vistas a obtener algo más valioso; préstamos con intereses que se tienen que pagar en su totalidad; créditos a corto plazo, en los que el que recibió el regalo se com­promete a pagar con creces lo recibido. 3Esta extraña distorsión de lo que significa dar impera en todos los niveles del mundo que ves. 4Priva de todo sentido a cualquier regalo que das, y hace que los que aceptas no te aporten nada.

3. Uno de los principales objetivos de aprendizaje de este curso es invertir tu concepto de lo que es dar, de modo que puedas recibir. 2Pues dar se ha convertido en una fuente de temor, y, así, evitas emplear el único medio a través del cual puedes recibir. 3Acepta la paz y la dicha de Dios, y aprenderás a ver lo que es un regalo de otra manera. 4Los regalos de Dios no disminuyen cuando se dan. 5Por el contrario, se multiplican.

4. De la misma manera en que la paz y la dicha del Cielo se inten­sifican cuando las aceptas como los regalos que Dios te da, así también la dicha de tu Creador aumenta cuando aceptas como tuyas Su dicha y Su paz. 2Dar verdaderamente equivale a crear. 3Extiende lo que no tiene límites a lo ilimitado, la eternidad hasta la intemporalidad y el amor hasta sí mismo. 4Añade a todo lo que ya está completo, mas no en el sentido de añadir más, pues eso implicaría que antes era menos. 5Añade en el sentido de que per­mite que lo que no puede contenerse a sí mismo cumpla su come­tido de dar todo lo que tiene, asegurándose así de que lo poseerá para siempre.

5. Acepta hoy la paz y la dicha de Dios como tuyas. 2Permite que Él se complete a Sí Mismo, tal como Él define lo que es estar com­pleto. 3Comprenderás que lo que le brinda compleción a Él se la brinda también a Su Hijo. 4Él no puede dar a través de pérdidas. 5Ni tú tampoco. 6Acepta hoy Su regalo de dicha y de paz, y Él te dará las gracias por el regalo que le haces.

6. Nuestras sesiones de práctica de hoy comenzarán de manera ligeramente distinta. 2Da comienzo al día pensando en aquellos hermanos a quienes les has negado la paz y la dicha a las que tienen derecho de acuerdo con las equitativas leyes de Dios. 3Al negárselas a ellos fue cuando te las negaste a ti mismo. 4Y a ese punto es adonde tienes que volver para reivindicarlas como pro­pias.

7. Piensa en tus 'enemigos' por un rato y dile a cada uno de ellos según cruce tu mente:

2Hermano, te ofrezco paz y dicha para que la paz y la dicha de Dios sean mías.

3De esta manera te preparas para reconocer los regalos que Dios te ha dado, y permites que tu mente se libre de todo lo que te podría impedir triunfar hoy. 4Ahora estás listo para aceptar el regalo de paz y de dicha que Dios te ha dado. 5Ahora estás listo para experimentar la dicha y la paz que te has negado a ti mismo. 6Ahora puedes decir: "Mías son la paz y la dicha de Dios", pues has dado lo que quieres recibir.

8. Si preparas tu mente tal como te hemos indicado, no podrás sino tener éxito hoy. 2Pues habrás permitido que se levanten todas las barreras que te separan de la paz y de la dicha, y que por fin te llegue lo que es tuyo. 3Di, pues, para tus adentros: "Mías son la paz y la dicha de Dios" ; cierra los ojos por un rato y deja que Su Voz te asegure que las palabras que pronuncias son verdad.

9. Pasa hoy cinco minutos con Él de esta manera cada vez que puedas, pero no creas que menos tiempo de eso no tiene valor cuando no le puedas dedicar más. 2Cuando menos, acuérdate de repetir cada hora las palabras que lo exhortan a que te dé lo que es Su Voluntad dar y lo que es Su Voluntad que tú recibas. 3Pro­ponte hoy no interferir en Sus designios. 4Y si algún hermano pareciese tentarte a que le niegues el regalo que Dios le ha hecho, considera eso como una oportunidad más para permitirte a ti mismo aceptar los regalos de Dios como tuyos. 5Bendice entonces a tu hermano lleno de agradecimiento y di:

6Hermano, te ofrezco paz y dicha para que la paz y la dicha de Dios sean mías.

  


Instrucciones para la práctica

Propósito: Aceptar los regalos de Dios de paz y dicha, y comprender que al hacerlo estás en verdad aumentando Su paz y dicha, en lugar de quitárselas. De este modo, “aprenderás a ver lo que es un regalo de otra manera” (3:3).

Ejercicios más largos: Cada hora, a la hora en punto, durante cinco minutos (si no puedes hacer esto, al menos haz el alternativo). 
  • Piensa en aquellos a los que les has negado la paz y la dicha, pues así te las negaste a ti mismo. Dile a cada uno: “Hermano, te ofrezco paz y dicha para que la paz y la dicha de Dios sean mías”. Al dar los regalos de Dios allí donde te negaste a darlos, ahora te sentirás con derecho a reclamarlos como tuyos. Hacer bien este paso preparatorio te garantizará el éxito en el siguiente paso. 
  • Luego cierra los ojos y di: “Mías son la paz y la dicha de Dios”, e intenta encontrar estos regalos en lo más profundo de tu mente. Permítete sentir la dicha y la paz que te pertenecen. Deja que la Voz de Dios te asegure que la paz y la dicha de Dios son realmente tuyas. Esto parece ser otra meditación dirigida a entrar en contacto con la felicidad que Dios puso en ti.

Alternativo: A la hora en punto.
Si no puedes hacer los cinco minutos, no pienses que hacer la versión corta no tiene ningún valor. Al menos repite: “Mías son la paz y la dicha de Dios”, dándote cuenta de que al hacerlo Le invitas a que te dé la felicidad que Él quiere para ti.

Respuesta a la tentación: Cada vez que te sientas tentado a negarle a alguien el regalo de Dios.
Agradécele a esa persona que te proporcione otra oportunidad de recibir la paz y la dicha de Dios al darlas tú. Envíale tu gratitud con esta bendición: “Hermano, te ofrezco paz y dicha para que la paz y la dicha de Dios sean mías”.

Comentario

La lección de hoy añade importancia a la paz y la dicha de la lección de ayer. Repite mucho de lo que había en la lección de ayer, pero añade el pensamiento de que recibimos estos regalos al darlos.

“Uno de los principales objetivos de aprendizaje de este curso es invertir tu idea de lo que es dar, de modo que puedas recibir” (3:1). Esta idea, de que recibimos al dar, aparece a lo largo del Curso, y se le da muchísima importancia, pero éste es el único lugar que conozco en el que aprender esta lección se identifica concretamente como “una meta de aprendizaje muy importante” del Curso.

Ayer señalamos que la paz y la dicha son regalos que aumentan al ser compartidos. Compartir mi paz contigo la aumenta en lugar de disminuirla. Esta lección hace la sorprendente afirmación de que cuando recibo la paz y la dicha de Dios, la dicha de Dios aumenta (4:1). Al aceptar la paz y la dicha como mías, estoy permitiendo que Dios “se complete a Sí Mismo, tal como Él define lo que es estar completo” (5:2). Por medio de mi experiencia de esto, aprendo lo que es mi propia sensación de estar completo (5:3). Incluso el salmista del Antiguo Testamento sabía algo de esto cuando escribió:

¿Cómo podré pagar al SEÑOR todo el bien que me ha hecho? Aceptaré la copa de salvación e invocaré el Nombre del Señor” (S.116:12-13).

¿Qué regalo puedo darle a Dios para darle gracias por Su bendición? Puedo darle el regalo de recibir Su salvación y de invocar Su Amor. Acepto los regalos de dicha y paz, y Él me dará las gracias por el regalo que Le hago (5:6).
Todos hemos tenido una pequeña muestra de esto, por lo menos. Conocemos la dicha de dar. Sabemos que cuando damos amor y, nuestro amor es recibido, se fortalece nuestro amor, no se debilita. El amor compartido es una gran dicha. El amor recibido es mucho más rico que el amor reconocido. Incluso recibir la alegría de un niño con su juguete nuevo o su nueva mascota, se añade a la dicha del niño. Éstos son pequeños reflejos de cómo funciona el dar de Dios, y nosotros estamos destinados a ser parte del dar. Esta clase de dar, el dar cosas que aumentan cuando se dan, es la forma en que creamos (“Dar verdaderamente equivale a crear”) y la forma en que nos completamos a nosotros mismos.
Hoy los ejercicios nos preparan para recibir paz y dicha. La preparación consiste en dar paz y dicha de manera consciente a aquellos a los que se las hemos negado en el pasado: nuestros “enemigos”. Las personas que, a nuestros ojos, no se habían merecido tener paz y dicha. No nos dábamos cuenta de que al negarles el regalo, en la misma medida nos lo estábamos negando a nosotros mismos. Si lo que damos aumenta en nosotros; si se lo negamos a alguien, también nos lo negamos a nosotros mismos.

Para decir de corazón, y experimentar: “Mías son la paz y la dicha de Dios”, tenemos que abrir nuestro corazón para compartir la paz y la dicha con el mundo. Empiezo con esa persona a la que le he cerrado mi corazón. “Hermano, te ofrezco paz y dicha” (7.2; 9:6). Si abro mi corazón, que la paz, la dicha y el amor se extienden a aquellos que me rodean, lo que estoy haciendo es permitir que “lo que no puede contenerse a sí mismo cumpla su cometido de dar lo que tiene, asegurándose así de que lo poseerá para siempre” (4:5). ¿Qué es lo que no puede contenerse a sí mismo? Mi Ser, mi propio Ser.

Este Dador sin límite soy yo.





TEXTO

V. La negación de Dios

1. Los ritos del dios de la enfermedad son extraños y muy estric­tos. 2En ellos la alegría está prohibida, pues la depresión es la señal de tu lealtad a él. 3La depresión significa que has abjurado de Dios. 4Son muchos los que tienen miedo de la blasfemia, mas no entienden lo que ésta es. 5No se dan cuenta de que negar a Dios es negar su propia Identidad, y en este sentido el costo del pecado es la muerte. 6Esto es así en un sentido muy literal: negar la vida hace que se perciba su opuesto, de la misma manera en que toda forma de negación reemplaza lo que existe con lo que no existe. 7Nadie puede realmente hacer esto, aunque es indudable que tú puedes pensar que puedes y creer que lo has hecho.

2. Mas no te olvides que negar a Dios dará lugar inevitablemente a la proyección, y creerás que son otros y no tú, los que te han hecho esto a ti. 2Es imposible que no recibas el mensaje que envías, pues ése es el mensaje que quieres. 3Tal vez creas que juzgas a tus hermanos por los mensajes que ellos te envían a ti, pero por lo que los juzgas es por los mensajes que tú les envías a ellos. 4No les atribuyas a ellos tu propia negación de tu alegría, o no podrás ver en ellos la chispa que te haría dichoso. 5Negar la chispa conduce a la depresión, pues siempre que ves a tus her­manos desprovistos de ella, estás negando a Dios.

3. Mantenerse fiel a la negación de Dios es la doctrina del ego. 2El dios de la enfermedad obviamente exige la negación de la salud, ya que la salud está en clara oposición a su propia supervivencia. 3Mas considera lo que esto significa para ti. 4A menos que estés enfermo no puedes conservar los dioses que inventaste, pues sólo estando enfermo podrías desearlos. 5La blasfemia, por lo tanto, es destructiva para el yo, pero no puede destruir a Dios. 6Blasfemar significa que estás dispuesto a no conocerte a ti mismo a fin de estar enfermo. 7Ésta es la ofrenda que tu dios exige, pues, al ser éste producto de tu demencia, no es más que una idea demente. 8Ésta se manifiesta de muchas maneras, pero si bien puede pare­cer ser muchas cosas diferentes no es sino una misma idea: la negación de Dios.

4. Parece como si la enfermedad y la muerte hubiesen entrado en la mente del Hijo en contra de la Voluntad del Padre. 2El "ataque a Dios" le hizo pensar a Su Hijo que era huérfano, y como resul­tado de su depresión inventó al dios de la depresión. 3Ésa fue su alternativa a la dicha porque no estaba dispuesto a aceptar que, si bien era un creador, él mismo había sido creado. 4El Hijo, sin embargo, se encuentra desamparado sin el Padre, Quien consti­tuye su única Ayuda.

5. Dije anteriormente que por tu cuenta no puedes hacer nada, pero tú no existes por tu cuenta. 2Pues si existieses por tu cuenta, lo que has hecho sería verdad y nunca te podrías escapar. 3Preci­samente porque no te creaste a ti mismo es por lo que no tienes que preocuparte por nada. 4Tus dioses no son nada porque tu Padre no los creó. 5No puedes crear creadores que no sean como tu Creador, de la misma forma en que Él no habría podido crear un Hijo que no fuese como Él. 6Si la creación es compartir, no puede crear lo que no es igual a ella misma. 7Sólo puede compar­tir lo que ella es. 8La depresión es aislamiento, y, por lo tanto, no pudo haber sido creada.

6. Hijo de Dios, no has pecado, pero sí has estado muy equivo­cado. 2No obstante, eso puede corregirse y Dios te ayudará, pues sabe que tú no puedes pecar contra Él. 3Lo negaste porque lo amabas, pues sabías que de reconocer tu amor por Él, no habrías podido negarle. 4Negarle significa, por lo tanto, que lo amas y que sabes que Él te ama a ti. 5Recuerda que tienes que haber conocido previamente lo que niegas. 6si aceptas la negación también puedes aceptar su des-hacimiento.

7. Tu Padre no te ha negado. 2Él no toma represalias, pero sí te pide que retornes. 3Cuando piensas que Él no ha respondido a tu llamada es porque tú no has respondido a la Suya. 4Te llama desde cada parte de la Filiación, debido al Amor que le profesa a Su Hijo. 5Si oyes Su mensaje Él te habrá respondido, y te harás consciente de Él si escuchas debidamente. 6El Amor de Dios está en todo lo que Él creó, pues Su Hijo está en todas partes. 7Con­templa a tus hermanos en paz, y Dios no se demorará ni un ins­tante en llegar a tu corazón como muestra de agradecimiento por la ofrenda que le haces.

8. No recurras al dios de la enfermedad para curar, sino sólo al Dios del amor, pues curar significa que Lo has reconocido. 2Cuando lo reconozcas sabrás que Él nunca ha dejado de recono­certe y que en Su reconocimiento de ti radica tu ser. 3No estás enfermo ni tampoco puedes morir. 4Pero te puedes confundir a ti mismo con cosas que mueren. 5Recuerda, no obstante, que hacer eso es una blasfemia, pues significa que estás contemplando sin amor a Dios y a Su creación, de la cual Él no puede estar separado.

9. Sólo lo eterno puede ser amado, pues el amor no muere. 2Lo que es de Dios es Suyo para siempre, y tú eres de Dios. 3¿Cómo iba Él a permitirse a Sí Mismo sufrir? ¿Y cómo iba a ofrecerle a Su Hijo algo que no fuese aceptable para El? 5Si te aceptases tal como Dios te creó, sería imposible que pudieses sufrir. 6Sin embargo, para aceptarte tal como Dios te creó tienes que reconocerlo a Él como tu Creador. 7Esto no se debe a que de negarte a ello se te fuese a castigar. 8Se debe simplemente a que reconocer a tu Padre es reconocerte a ti mismo tal como eres. 9Tu Padre te creó comple­tamente libre de pecado, completamente libre de dolor y comple­tamente salvo de todo sufrimiento. 10Si niegas a tu Padre estarás invitando al pecado, al dolor y al sufrimiento a tu mente debido al poder que Él le dio. 11Tu mente es capaz de crear mundos, pero puede también negar lo que crea porque es libre.

10. No te das cuenta de cuánto te has negado a ti mismo, ni de cuánto Dios, en Su Amor, desea que no sea así. 2No obstante, Dios no interferiría en tus decisiones porque no podría conocer a Su Hijo si éste no fuese libre. 3Interferir en tus decisiones sería ata­carse a Sí Mismo, y Dios no está loco. 4Cuando tú lo niegas a Él eres tú el que está loco. 5¿Desearías que Él compartiese tu demen­cia? 6Dios nunca dejará de amar a Su Hijo y Su Hijo nunca dejará de amar a su Padre. 7Ésa fue la condición bajo la que la creación de Su Hijo tuvo lugar, la cual quedó establecida para siempre en Su Mente. 8Reconocer esto es cordura. 9Negarlo, demencia. 10Dios se dio a Sí Mismo a ti en tu creación, y Sus dones son eternos. 11¿Te negarías acaso a entregarte a Él?

11. Como resultado de las ofrendas que Le haces, se le restituirá el Reino a Su Hijo. 2Su Hijo se excluyó a sí mismo de Su don al negarse a aceptar lo que había sido creado para él y lo que él había creado en el Nombre de su Padre. 3El Cielo espera su retorno, pues fue creado para ser la morada del Hijo de Dios. 4Tú no te sientes a gusto en ninguna otra parte ni en ningún otro estado. 5No te niegues la dicha que fue creada para ti a cambio de la infelicidad que tú mismo te has labrado. 6Dios te ha proporcio­nado los medios para deshacer lo que tú has hecho. 7Escucha y aprenderás a recordar lo que eres.

12. Si Dios sabe que Sus Hijos son completamente impecables*, es una blasfemia percibirlos como culpables. 2Si Dios sabe que Sus Hijos no pueden sufrir dolor alguno, es una blasfemia percibir sufrimiento en cualquier parte. Si Dios sabe que Sus Hijos son completamente dichosos, es una blasfemia sentirse deprimido. 4Todas estas ilusiones y las múltiples formas que la blasfemia puede adoptar, son negativas a aceptar la creación tal como es. 5Si Dios creó a Su Hijo perfecto, así es como debes aprender a consi­derarlo para que puedas conocer su realidad. 6Y como parte de la Filiación, así es como tienes que considerarte a ti mismo para que puedas conocer la tuya.

13. No percibas nada que Dios no haya creado o lo estarás negando a Él. 2Suya es la única Paternidad que existe, y es tuya solamente porque Él te la dio. 3Las ofrendas que te haces a ti mismo no tie­nen sentido, pero las ofrendas que les haces a tus creaciones son como las Suyas porque las haces en Su Nombre. 4Por eso tus crea­ciones son tan reales como las Suyas. 5Con todo, la verdadera Paternidad tiene que ser reconocida si es que se ha de conocer al verdadero Hijo. 6Crees que las cosas enfermizas que has fabricado son tus verdaderas creaciones porque crees que las imágenes enfermizas que percibes son los Hijos de Dios. 7Sólo aceptando la Paternidad de Dios tendrás algo, porque Su Paternidad te lo dio todo. 8Por eso es por lo que negarlo a Él es negarte a ti mismo.



14. La arrogancia es la negación del amor porque el amor com­parte y la arrogancia no. 2Mientras ambas cosas te parezcan de­seables, el concepto de elección, que no procede de Dios, seguirá contigo. 3Si bien esto no es verdad en la eternidad, en el tiempo lo es, de modo que mientras el tiempo perdure en tu mente te verás obligado a elegir. 4El tiempo en sí es algo que tú elegiste. 5Si quie­res recordar la eternidad, debes contemplar sólo lo eterno. 6Si permites que lo temporal te preocupe, estarás viviendo en el tiempo. 7Como siempre, tu elección estará determinada por lo que valores. 8El tiempo y la eternidad no pueden ser ambos rea­les porque se contradicen entre sí. 9Sólo con que aceptes lo intem­poral como lo único que es real, empezarás a entender lo que es la eternidad y a hacerla tuya.





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