La salvación procede de mi único Ser.
Instrucciones para la práctica
Propósito: Encontrar el pensamiento de la salvación en lo más profundo de nuestra mente, y permitirle devolverle a tu mente su verdadera función de bendecir todas las mentes.
Ejercicios más largos: Cada hora, a la hora en punto, durante cinco minutos (si no puedes hacerlo, al menos haz el alternativo).
- Di: “La salvación procede de mi único Ser. Sus pensamientos están a mi disposición”.
- El resto parece ser una mezcla de meditación (en la que intentas llegar a tus pensamientos reales, como en la Lección 45) y escuchar al Espíritu Santo (estando atento a Su enseñanza espiritual, como en la Lección 76). Busca muy dentro de tu mente la Presencia del Espíritu Santo. Él está ahí para decirte tus propios pensamientos, los pensamientos de tu verdadero Ser, en especial el pensamiento de la salvación. Si tienes éxito, te vendrán pensamientos que te dirán que te has salvado y que puedes salvar. Estos pensamientos son más que pura información, llenarán tu mente de fortaleza, permitiéndote bendecir a todas las mentes. Recuerda el entrenamiento que has recibido tanto en meditación como en escuchar al Espíritu Santo: Mantén tu mente en un estado de atención silenciosa, escucha con confianza, y retira a tu mente de toda distracción cuando sea necesario.
Recordatorios frecuentes: Tan a menudo como puedas.
Repite la idea. Mientras lo haces, imagina que estás depositando otro tesoro en tu almacén de tesoros, un tesoro que puedes reclamar en cualquier momento que quieras. Si lo deseas, repite la idea de este modo ahora.
Apoyo a la práctica: Puede que hoy no te sientas seguro de haber tenido éxito, pero tu Ser sabe que no puedes fracasar. Tu práctica Le llena de gozo a Él, y guardará este gozo para ti, guardándolo en tu almacén de tesoros hasta que estés listo para recibirlo y experimentarlo.
Comentario
“Aunque eres un solo Ser, te percibes a ti mismo como si fueses dos” (1:1). Sentirnos divididos es una experiencia universal. Incluso la misma práctica de estas lecciones nos lo hace ver claro: por una parte, queremos hacer la práctica porque queremos ir a Dios, queremos la iluminación; por otra parte, cuando llega la hora y es el momento de tomar cinco minutos, algo dentro de nosotros se resiste a hacerlo. Parece como si hubiera dos seres dentro de nosotros: uno “bueno” y el otro “malo”, uno que quiere la luz y el otro que se agarra a la obscuridad.
La mayor parte de mi vida he vivido con esto, creyendo que mi experiencia era verdad. Sin embargo, algo dentro de mí me decía que no es así. ¿Cómo podría ser dos seres diferentes? ¿Cómo podría tener dos naturalezas, como me enseñó mi formación cristiana (carne y espíritu)? No tenía sentido. La naturaleza de algo, de cualquier cosa, es siempre una. El Curso explica que una, el espíritu, es real; la otra, el ser separado que se experimenta a sí mismo como un cuerpo, es irreal, nada más que un producto de mi imaginación. Yo no estoy dividido, y todo lo que parezca que lo estoy es un truco de mi mente, un engaño a mí mismo.
Basada en la ilusión de estar dividida en opuestos, la mente “ha buscado muchas… soluciones” (1:3). Se ha engañado creyendo en la realidad de esta división y en la realidad del ser físico. Por lo tanto, intenta continuamente hacer que las cosas funcionen, y nunca lo hacen. La mente se pone al servicio del cuerpo, planea maneras de que se sienta cómodo, de que esté a gusto, de que dure para siempre, de mantenerlo a salvo de daños. Al hacer esto, la mente pierde su verdadera función.
Nuestro único Ser es espíritu. En su preocupación por el cuerpo, la mente ha perdido de vista al espíritu casi por completo. Necesita recuperar su verdadera función de servir al espíritu: “La mente es el medio del que el espíritu se vale para expresarse a Sí Mismo” (4:1). Esto es lo que nos trae paz y llena de alegría nuestra mente; mientras que servir al cuerpo no trae más que conflicto y dolor. Los pensamientos del espíritu buscan expresarse a través de nuestra mente, para eso es la mente.
El Espíritu Santo es un agente de Ayuda divina, que lleva a la mente de nuevo a su verdadera función de servir al espíritu. Para nuestra mente, Él es el representante del espíritu, de nuestro verdadero Ser, recordándonos constantemente que dejemos a un lado esta inútil búsqueda de la salvación en el reino de lo físico, y que abramos nuestra mente al espíritu. “Si eres espíritu, el cuerpo es entonces el que no tiene ningún sentido en tu realidad” (3:7). Debido a que hemos separado a nuestra mente de su verdadera función, pensamos que estamos solos y separados. Necesitamos un Ayudante Que nos recuerde nuestra verdadera relación con el espíritu.
Nuestro espíritu, nuestro Ser, “aún conserva Sus pensamientos, los cuales permanecen dentro de tu mente y en la Mente de Dios (7:1). Seguimos siendo, en espíritu, tal como Dios nos creó. Así que no estamos intentando cambiar lo que es nuestra mente, sino cambiar el propósito al que sirve. En estos ejercicios, estamos buscando volvernos a conectar con el espíritu, dejar a un lado durante cinco minutos los problemas del ser físico que pensamos que somos y que nos distraen por completo, estamos buscando abrirnos a estos pensamientos del espíritu para permitir que nuestra mente encuentre su función como canal del espíritu. “Una vez que su fortaleza haya sido restaurada, tu mente podrá fluir de nuevo desde su espíritu al espíritu de todas las cosas creadas por el Espíritu a semejanza de Sí Mismo. Tu mente bendecirá todas las cosas” (10:3-4). Ésa es nuestra función, para eso es para lo que fuimos creados. “Extender el Ser de Dios es la única función del espíritu” (T.7.IX.3:1).
De este modo me descubro a mí mismo como prolongador del Ser de Dios. Dios es Amor, y por eso yo amo. Dios crea, y por eso yo creo, que aquí en la tierra se expresa como sanación, como restaurar la creación a su estado natural.
Este “Ser” del que el Curso habla no es algo separado de mí, soy yo. Hablar de buscar los pensamientos de mi único Ser, casi parece como si el Ser estuviera separado de mí y yo estuviera buscando comunicarme con Él. Pero el Ser soy yo. “Ahí estás tú, Eso es lo que eres” (L.93.9:7). Estamos poniendo en contacto la mente con nuestro espíritu, pero soy yo, la luz ya está en mí, los pensamientos que estoy “buscando” son mis propios pensamientos que yo he apartado de la consciencia de mi mente.
Aquí no se describe con gran detalle lo que se nos pide que practiquemos. Puedes estarte preguntando: “¿Qué es lo que estoy esperando mientras me siento durante cinco minutos?” Y yo no puedo decírtelo, nadie puede. Lo sabrás cuando lo encuentres. La lección reconoce que puede que no “conectes” hoy; utiliza frases como “si tienes éxito” (10:1) y “tal vez tu mente siga dudándolo por un rato” (11:2). Nos dice: “pero no te dejes desanimar por ello” (11:3). Relájate, ten paciencia. Haz los ejercicios de todos modos. Cada vez que los haces tu Ser se llena de gozo, aunque ese gozo no llegue a tu mente consciente, y guarda ese gozo, listo para llevarlo a tu consciencia cuando “tengas éxito” y sientas a tu único Ser.
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