DESPERTAR AL AMOR

miércoles, 24 de abril de 2019

24 ABRIL: TERCER REPASO. Repaso de las lecciones 97 y 98



AUDIOLIBRO




EJERCICIOS


LECCION 114

Para los repasos de mañana y noche:

1. (97) Soy espíritu.

2Soy el Hijo de Dios. 3No hay cuerpo que pueda conte­ner mi espíritu o imponerme una limitación que Dios no haya creado.

2. (98) Aceptaré el papel que me corresponde en el plan de Dios para la salvación.

2¿Cuál podría ser mi función sino aceptar la Palabra de Dios, Quien me creó para ser lo que soy y lo que por siempre he de ser?

3. A la hora en punto:
2Soy espíritu.

3Media hora más tarde:
4Aceptaré el papel que me corresponde en el plan de Dios para la salvación.

 


Instrucciones para la práctica

Ver las instrucciones del Tercer Repaso

Comentario

“No hay cuerpo que pueda contener mi espíritu” (1:3) o limitarlo. Muy a menudo, incluso cuando conectamos de algún modo con nuestra realidad espiritual, pensamos que somos seres humanos teniendo una experiencia espiritual (como alguien dijo), sería más exacto pensar que somos seres espirituales teniendo una experiencia humana. La primera manera considera nuestra humanidad la única realidad, y lo espiritual algo que va y viene dentro de esa realidad. La segunda manera se da cuenta de que lo espiritual es nuestra realidad básica, y que la “experiencia” humana es algo que viene y va dentro de esa realidad. “Soy espíritu” (1:1). Eso es lo que soy. La experiencia de que soy un ser humano en un cuerpo es una cosa temporal y pasajera. No cambia lo que soy, y no puede limitar lo que verdaderamente soy, aunque parece que me limita debido a que creo en la limitación.

El valor de cosas tales como las experiencias psíquicas o paranormales está en el grado en que nos ayudan a darnos cuenta de que los límites bajo los cuales nos movemos habitualmente no son firmes ni rígidos. Las mentes están verdaderamente unidas, el tiempo y el espacio no son límites absolutos, y así sucesivamente. Todos tenemos muchas habilidades de las que no somos conscientes (ver M.25.21:3), porque no somos cuerpo sino espíritu. Ir más allá de estos límites, mientras parece “supernatural desde la perspectiva del cuerpo, es verdaderamente natural; los límites son lo que no es natural” (ver M.25.2:7-8). Cualquier cosa que rompa nuestra ilusión de estar limitados al cuerpo, y que haga esa ilusión menos sólida, es útil, siempre que usemos esas experiencias o poderes bajo la dirección del Espíritu Santo. Las experiencias y los poderes no son objetivos en sí mismos.

Nuestro propósito principal no es desarrollar habilidades paranormales, sino llevar a cabo nuestro papel en el plan de Dios para la salvación, que es sencillamente aceptar Su Palabra acerca de “lo que soy y lo que por siempre he de ser” (2:2). En otras palabras, espíritu completo, santo y eterno. Date cuenta de que: mi función, mi parte en el plan, es aceptar la verdad acerca de lo que soy. Puede parecer que eso no tiene nada que ver con nadie más, pero tiene todo que ver con todos los demás, porque lo que soy es parte todos y todos son parte de mí. Mi ilusión es la de que estoy separado, la verdad es que todos somos uno. Aceptar la verdad acerca de mí es aceptar que tú eres parte de mí, y nosotros juntos parte de Dios. Eso conlleva perdonarte, perdonar al mundo y perdonar a Dios. Aceptar la Expiación para mí mismo significa extender la Expiación a todos a mi alrededor, no puedo encontrar mi Ser si te excluyo a ti. Para aceptar la plenitud de mi Ser y mi propio poder creativo, debo dejar de verme a mí mismo como víctima de algo o de alguien, porque ésa no es la verdad de lo que yo soy. Para aceptar mi integridad sin mancha de ser, debo dejar de culparte de cualquier cosa y darme cuenta de que únicamente mis propios pensamientos pueden afectarme.

Hoy, quiero relajarme y abandonar los límites del cuerpo. Miraré a los límites en los que creo y me recordaré a mí mismo que no son reales. Dejaré de darle “valor a lo que no lo tiene” (L.133, encabezamiento) y abandonaré mi inversión en mi cuerpo. Lo cuidaré como a cualquier posesión que me sea útil, pero intentaré, al menos un poco, deshacer mi apego a él y mi sensación de identidad con él. El cuerpo morirá, dejará de existir; pero yo no, pues yo soy espíritu. Quiero aceptar esta realidad acerca de mí porque éste es mi papel en el plan de Dios para la salvación.






TEXTO

VI. El despertar a la redención


1. Es imposible no creer en lo que ves, pero es igualmente imposi­ble ver lo que no crees. 2La percepción se construye sobre la base de la experiencia, y la experiencia conduce a las creencias. 3La percepción no se estabiliza hasta que las creencias se cimientan. 4De hecho, pues, lo que ves es lo que crees. 5Eso es lo que quise decir con: "Dichosos los que sin ver creyeron", pues aquellos que creen en la resurrección la verán. 6La resurrección es el triunfo definitivo de Cristo sobre el ego, no atacándolo sino transcendién­dolo. 7Pues Cristo ciertamente se eleva por encima del ego y de todas sus "obras"; y asciende hasta el Padre y Su Reino.

2. ¿Qué prefieres, unirte a la resurrección o a la crucifixión? 2¿Condenar a tus hermanos o liberarlos? 3¿Te gustaría trascen­der tu prisión y ascender hasta el Padre? 4Estas preguntas son todas la misma y se contestan al unísono. 5Ha habido mucha con­fusión con respecto a lo que significa la percepción, debido a que la palabra se usa con el significado de "conciencia" y también con el de "interpretación de la conciencia". 6No obstante, no puedes ser consciente sin interpretar, pues lo que percibes es tu propia interpretación.

3. Este curso es muy claro. 2Si no lo ves así, es porque estás haciendo interpretaciones contra él, y, por lo tanto, no crees lo que dice. 3puesto que lo que crees determina tu percepción, no per­cibes el significado del curso y, consecuentemente, no lo aceptas. 4Con todo, diferentes experiencias conducen a diferentes creen­cias, y a través de éstas, a diferentes percepciones. 5Pues las per­cepciones se aprenden mediante creencias, y la experiencia ciertamente enseña. 6Te estoy conduciendo a una nueva clase de experiencia que cada vez estarás menos dispuesto a negar: 7Aprender de Cristo es fácil, pues percibir con Él no entraña nin­gún esfuerzo. 8Sus percepciones son tu conciencia natural, y lo único que te fatiga son las distorsiones que introduces en ésta. 9Deja que sea el Cristo en ti Quien interprete por ti, y no trates de limitar lo que ves con creencias pueriles indignas del Hijo de Dios. 10Pues hasta que Cristo no sea aceptado completamente, el Hijo de Dios se considerará a sí mismo huérfano.

4. Yo soy tu resurrección y tu vida. 2Vives en mí porque vives en Dios. 3todos tus hermanos viven en ti, tal como tú vives en cada uno de ellos. 4¿Cómo ibas a poder, entonces, percibir indignidad en un hermano sin percibirla en ti mismo? 5¿Y cómo ibas a poder percibirla en ti mismo sin percibirla en Dios? 6Cree en la resurrec­ción porque ésta ya se ha consumado, y se ha consumado en ti. 7Esto es tan cierto ahora como lo será siempre, pues la resurrec­ción es la Voluntad de Dios, Quien no sabe de tiempo ni de excepciones. 8Pero no hagas excepciones o, de lo contrario, no percibirás lo que se ha consumado para ti. 9Pues ascendemos hasta el Padre juntos, como fue en un principio, como es ahora y como será siempre, pues ésa es la naturaleza del Hijo de Dios tal como su Padre lo creó.

5. No subestimes el poder de la devoción del Hijo de Dios, ni el poder que el dios al que venera ejerce sobre él, 2pues el Hijo de Dios se postra ante el altar de su dios, tanto si es el dios que él inventó como si es el Dios qué lo creó a él. 3Por eso es por lo que su esclavitud es tan total como su libertad, pues obedecerá única­mente al dios que acepte. 4El dios de la crucifixión exige que él crucifique, y sus devotos le obedecen. 5Se crucifican a sí mismos en su nombre, creyendo que el poder del Hijo de Dios emana del sacrificio y del dolor. 6El Dios de la resurrección no exige nada, pues no es Su Voluntad quitarte nada: 7No exige obediencia, pues la obediencia implica sumisión. 8Lo único que quiere es que te des cuenta de cuál es tu voluntad y que la hagas, no con un espíritu de sacrificio y sumisión, sino con la alegría de la libertad.

6. La resurrección no puede sino atraerte irresistiblemente a que le ofrezcas tu lealtad con agrado porque es el símbolo de la dicha. 2Su irresistible poder reside en el hecho de que representa lo que tú quieres ser. 3La libertad de abandonar todo aquello que te hiere, te humilla y te atemoriza no se te puede imponer, pero se te puede ofrecer a través de la gracia de Dios. 4Y tú puedes aceptarla mediante Su gracia, pues Dios es misericordioso con Su Hijo y lo acepta sin reservas como Suyo: 5¿Quién es, entonces, tuyo?. 6El Padre te ha dado todo lo que es Suyo, y Él Mismo es tuyo junto con todos tus hermanos. 7Protégelos en su resurrección, pues, de lo contrario, no despertarás en Dios, rodeado de la seguridad de lo que es tuyo para siempre.

7. No hallarás paz hasta que hayas extraído los clavos de las manos del Hijo de Dios y hayas sacado la última espina de su frente. 2El Amor de Dios rodea a Su Hijo, a quien el dios de la crucifixión condena. 3No enseñes que mi muerte fue en vano. 4Enseña, más bien, que no morí, demostrando que vivo en ti. 5Pues poner fin a la crucifixión del Hijo de Dios es la tarea de la redención, en la cual todo el mundo juega un papel igualmente importante. 6Dios no juzga a Su inocente Hijo. 7Habiéndose dado a Sí Mismo a él, ¿cómo iba a poder juzgarlo?

8. Te has crucificado a ti mismo y te has puesto una corona de espinas sobre la cabeza. 2Aun así, no puedes crucificar al Hijo de Dios, pues la Voluntad de Dios no puede morir. 3Su Hijo ha sido redimido de su propia crucifixión, y tú no puedes condenar a muerte a quien Dios ha dado vida eterna. 4El sueño de la crucifi­xión aún descansa pesadamente sobre tus ojos, pero lo que ves en sueños no es la realidad, mientras sigas percibiendo al Hijo de Dios como crucificado, es que estás dormido. 6Y mientras creas que puedes crucificarle estarás simplemente teniendo pesadillas. 7Tú que estás comenzando a despertar, todavía eres consciente de tus sueños y aún no los has olvidado. 8Te olvidarás de ellos y cobrarás conciencia de Cristo cuando otros despierten para com­partir contigo tu redención.  

9. Despertarás a tu propia llamada, pues la Llamada a despertar se encuentra dentro de ti. 2Si vivo en ti, tú estás despierto. 3No obstante, tienes que ver las obras que llevo a cabo a través de ti, o, de lo contrario, no percibirás que las he llevado a cabo en ti. 4No pongas límites a lo que crees que puedo hacer a través de ti, o no aceptarás lo que puedo hacer por ti. 5Esto, no obstante, ya ha tenido lugar, y a menos que des todo lo que has recibido, no sabrás que tu redentor vive y que has despertado con él. 6La redención se reconoce únicamente compartiéndola.


10. El Hijo de Dios está a salvo. 2Lleva únicamente esta conciencia a la Filiación, y tu papel en la redención será tan importante como el mío. 3Pues tu papel tiene que ser como el mío si lo aprendes de mí. 4Si crees que el tuyo está limitado, no haces sino limitar el mío. 5No hay grados de dificultad, en los milagros porque todos los Hijos de Dios tienen el mismo valor, y su igualdad es su unicidad. 6Todo el poder de Dios reside en cada una de sus partes por igual, y nada que contradiga Su Voluntad es grande o pequeño. 7Lo que no existe no tiene tamaño ni medida. 8Para Dios todo es posible. 9Y a Cristo le es dado ser como el Padre.




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