DESPERTAR AL AMOR

lunes, 18 de noviembre de 2019

18 NOVIEMBRE: Tan sólo puedo renunciar a lo que nunca fue real.

AUDIOLIBRO



EJERCICIOS


LECCIÓN 322


Tan sólo puedo renunciar a lo que nunca fue real.


1. Lo único que sacrifico son las ilusiones, nada más. 2Y a medida que éstas desaparecen, descubro los regalos que trataban de ocul­tar, los cuales me aguardan en jubilosa espera, listos para entre­garme los ancestrales mensajes que me traen de Dios. 3En cada regalo Suyo que acepto yace Su recuerdo. 4Y cada sueño sirve únicamente para ocultar el Ser que es el único Hijo de Dios, el Ser que fue creado a Su Semejanza, el Santo Ser que aún mora en Él para siempre, tal como Él aún mora en mí.

2. Padre, para Ti cualquier sacrificio sigue siendo algo por siempre inconcebible. 2Por lo tanto, sólo en sueños puedo hacer sacrificios. 3Tal como Tú me creaste, no puedo renunciar a nada que Tú me hayas dado. 4Lo que Tú no has dado es irreal. 5¿Qué pérdida podría esperar sino la pérdida del miedo y el regreso del amor a mi mente?






Instrucciones para la práctica

Ver las instrucciones para la práctica en las instrucciones de la Segunda Parte del Libro de Ejercicios, o en la Tarjeta de Práctica de este libro.

Comentario

No puedo renunciar a nada real: “Tal como Tú me creaste, no puedo renunciar a nada que Tú me hayas dado” (2:3). La idea de sacrificio no está en la Mente de Dios ni en el sistema de pensamiento del Curso. ¡Oh, se nos pide que renunciemos a cosas! El Curso incluso nos pide que renunciemos al mundo entero, pero “no con una actitud de sacrificio” (T.30.V.9:4-5). La cuestión de esta lección es muy simple. Es que nada a lo que yo puedo renunciar es real. “Lo único que sacrifico son las ilusiones, nada más” (1:1).

Recuerdo una ocasión en una relación en que yo quería casarme, y la señora en cuestión no quería, me sentí como si estuviese perdiendo y sacrificando algo al renunciar a mi sueño. Luego me di cuenta de que estaba renunciando a algo que nunca había tenido. Me trajo a la mente la conocida frase que dice: “Si amas algo, déjalo ir. Si te vuelve es que era tuyo. Si no te vuelve, es que nunca lo fue”. En aquella ocasión, pude renunciar a la ilusión, y al hacerlo, quedarme con la realidad de una relación profundamente amorosa que no estaba destinada a acabar en matrimonio, una relación que duró durante años y que me trajo más satisfacción que cualquier relación matrimonial que yo haya visto entre mis amigos.

Las ilusiones que tratamos de conservar nos están ocultando los verdaderos regalos de Dios. Por ejemplo, la idea de que podemos encontrar nuestra felicidad en una relación romántica es uno de los sustitutos del ego de la realidad de nuestra relación con Dios y con todos los seres vivos. Una relación íntima, amorosa, es algo maravilloso, pero puede ser un obstáculo para nuestra paz si hacemos de ella un ídolo, esperando que nos dé todo, o empeñándonos en que sabemos cómo tiene que ser para que nos agrade.

“Y a medida que éstas desaparecen, descubro los regalos que trataban de ocultar, los cuales me aguardan en jubilosa espera, listos para entregarme los ancestrales mensajes que me traen de Dios” (1:2). No sólo no perdemos nada al renunciar a las ilusiones, realmente ganamos la realidad de lo que las ilusiones estaban sustituyendo. ¡Ésta es una situación en la que sólo puedes ganar!

El miedo al sacrificio y a la pérdida es uno de los mayores obstáculos para nuestro progreso espiritual. Y mientras pensemos que podemos perder algo real, no podemos avanzar.

Si se interpreta esto como una renuncia a lo que es deseable, se generará un enorme conflicto. Son pocos los maestros de Dios que se escapan comple-tamente de esta zozobra. (M.4.I(A).5:2-3)

La idea de sacrificio nos hace imposible juzgar lo que hacemos o lo que no queremos. Por eso es tan importante que consultemos todas nuestras decisiones al Espíritu Santo. Y cuando lo hacemos, a veces nos parecerá que nos está pidiendo que sacrifiquemos algo que valoramos. De lo que no nos damos cuenta es de que el Espíritu Santo sólo nos está enseñando que realmente no queremos lo que pensamos que queremos, Él sólo está aclarando las intenciones de nuestra mente recta, que ya sabe que no tiene valor eso que intentamos conservar.

“Y cada sueño sirve únicamente para ocultar el Ser que es el único Hijo de Dios…” (1:4). El regalo detrás de cada sueño es el recuerdo de Quién realmente soy. El apego a los “regalos” del ego sólo sirve para disminuir mi consciencia de ese Ser. No estoy pidiendo demasiado, al contrario, estoy pidiendo demasiado poco. Estos regalos no son dignos de mi Ser. Lo que Dios no da, no es real (2:4). Así pues, abandonemos hoy todo pensamiento que espera alguna clase de pérdida y reconozcamos que, como Hijos de Dios, no podemos perder.

¿Qué pérdida podría esperar sino la pérdida del miedo y el regreso del amor a mi mente? (2:5)


¿Qué es la creación? (Parte 2)

L.pII.11.1:3-5

Jamás hubo tiempo alguno en el que todo lo que creó no existiese. Ni jamás habrá tiempo alguno en que nada que haya creado sufra merma alguna. (1:3-4)

Es muy difícil, si no imposible, que nuestra mente entienda algo que está fuera del tiempo. Podemos imaginarnos la idea, pero sentirla está más allá de nuestra mente que piensa únicamente en cosas relacionadas con el tiempo. Las creaciones del Amor están más allá del tiempo, siempre lo han estado, y siempre lo estarán. No hay un antes y un después del Amor y de Sus creaciones, es un eterno ahora.

Pensamos en la creación como traer a la existencia algo que antes no existía. Pero la idea del Curso acerca de la creación es algo que siempre está completo y que siempre existe ahora. Toda la creación siempre ha estado ahí, y siempre lo estará, y sin embargo la creación es continua. La creación es un aumento constante de Ser, nunca menos, nunca más, nunca viejo y siempre renovado. “Los Pensamientos de Dios han de ser por siempre y para siempre exactamente como siempre han sido y como son: inalterables con el paso del tiempo, así como después de que éste haya cesado” (1:5). Está diciendo, en otras palabras: “Soy tal como Dios me creó” (L.94, L.110, L.162). Tú y yo somos esas creaciones “inalterables con el paso del tiempo, así como después de que éste haya cesado”. No somos seres en construcción, con nuestra realidad en el futuro todavía; tampoco somos seres de corrupción con nuestra pureza desaparecida. Lo que somos ya es ahora, lo era antes del tiempo, y lo será cuando se acabe el tiempo. Lo que cambia no forma parte de mí. Vernos a nosotros mismos como creaciones de Dios es liberarnos a nosotros mismos de la tiranía del tiempo.

Tú y yo somos esas creaciones de Dios “inalterables con el paso del tiempo, así como después de que éste haya cesado”


Padre, busco la paz que Tú me diste al crearme. Lo que se me dio entonces tiene que encontrarse aquí ahora, pues mi creación fue algo aparte del tiempo y aún sigue siendo inmune a todo cambio. La paz en la que Tu Hijo nació en Tu Mente aún resplandece allí sin haber cambiado. Soy tal como Tú me creaste. (L.230.2:1-4)






TEXTO


III. El acuerdo a unirse


1. Lo que espera en perfecta certeza más allá de la salvación no nos concierne ahora, pues apenas has empezado a dejar que se te guíe en tus primeros e inciertos pasos de ascenso por la escalera que la separación te hizo descender. 2El milagro es lo único que debe concernirte ahora. 3Éste es nuestro punto de partida. 4habiendo comenzado, el camino de ascenso hacia el despertar y el final del sueño quedará libre y despejado. 5Cuando aceptas un milagro, no añades tu sueño de miedo a uno que ya está siendo soñado. 6Sin apoyo, el sueño se desvanecerá junto con todos sus aparentes efectos, pues es tu apoyo lo que lo refuerza.

2Ninguna mente puede estar enferma a menos que otra mente esté de acuerdo en que están separadas. 2Por lo tanto, su decisión conjunta es estar enfermas. 3Si te niegas a dar tu conformidad y aceptas el papel que juegas en hacer que la enfermedad sea real, la otra mente no podrá proyectar su culpabilidad, ya que no has colaborado en dejar que se perciba a sí misma como separada y aparte de ti. 4De este modo, ninguna de las dos percibe el cuerpo como enfermo desde diferentes puntos de vista. 5Unirte a la mente de un hermano bloquea la causa de la enfermedad y sus percibidos efectos. 6La curación es el efecto de mentes que se unen, tal como la enfermedad es la consecuencia de mentes que se separan.

3. El milagro no hace nada precisamente porque las mentes están unidas y no se pueden separar. 2En el sueño, no obstante, esto se ha invertido, y las mentes separadas se ven como cuerpos, los cuales están separados y no pueden unirse. 3No permitas que tu hermano esté enfermo, pues si lo está, ello quiere decir que lo dejaste a merced de su propio sueño al compartirlo con él. 4Él no ha visto dónde reside la causa de su enfermedad, y tú has ignorado la brecha que os separa, que es donde la enfermedad se ha incubado. 5De esta forma, os unís en la enfermedad para dejar sin sanar la diminuta brecha donde se protege celosamente a la enfermedad, donde se estima y donde se sustenta por una firme creencia, no sea que Dios venga y la salve con un puente que conduzca hasta Él. 6No te opongas a Su llegada combatiéndolo con ilusiones, pues Su llegada es lo que deseas por encima de todas las cosas que parecen titilar en el sueño.

4. El final del sueño es el fin del miedo, pues el amor nunca formó parte del mundo de los sueños. 2La brecha es pequeña. 3Sin embargo, contiene las semillas de la pestilencia y toda suerte de males, puesto que es el deseo de perpetuar la separación y de impedir la unión. 4Y así, parece conferirle a la enfermedad una causa que no es su causa. 5El propósito de la brecha es la única causa de la enfermedad. 6Pues se concibió a fin de mantenerte separado y dentro de un cuerpo que tú ves como si fuese la causa del dolor.

5. La causa del dolor es la separación, no el cuerpo, el cual es sólo su efecto. 2Sin embargo, la separación no es más que un espacio vacío, que no contiene nada ni hace nada, y que es tan insustan­cial como la estela que los barcos dejan entre las olas al pasar. 3Dicho espacio vacío se llena con la misma rapidez con la que el agua se abalanza a cerrar la estela según las olas se unen. 4¿Dónde está la estela que había entre las olas una vez que éstas se han unido y han llenado el espacio que por un momento pare­cía separarlas? 5¿Dónde está la base de la enfermedad una vez que las mentes se han unido para cerrar la diminuta brecha que había entre ellas y en la que las semillas de la enfermedad pare­cían germinar?

6. Dios tiende el puente, pero sólo en el espacio que el milagro ha dejado libre y despejado. 2Mas Él no puede tender un puente sobre las semillas de la enfermedad y la vergüenza de la culpabi­lidad, pues no puede destruir una voluntad ajena que Él no creó. Deja que los efectos de ésta desaparezcan y no te aferres a ellos desesperadamente, tratando de conservarlos. 4El milagro los hará a un lado, haciendo así sitio para Aquel Cuya Voluntad es venir y tender un puente para que Su Hijo regrese a Él.

7. Considera, entonces, los plateados milagros y los dorados sue­ños de felicidad como los únicos tesoros que quieres conservar dentro del almacén del mundo. 2La puerta está abierta, no para que entren ladrones, sino tus hermanos hambrientos, quienes confundieron el brillo de una piedrecilla con oro y almacenaron un puñado de nieve reluciente creyendo que era plata. 3Sin embargo, a este lado de la puerta abierta no tienen nada. 4¿Qué es el mundo, sino una diminuta brecha que parece desgarrar la eter­nidad y fragmentarla en días, meses y años? 5¿Y qué sois vosotros que vivís en el mundo, sino una imagen fragmentada del Hijo de Dios, donde cada uno de los fragmentos está oculto dentro de un trocito de barro separado e inseguro?

8No tengas miedo, hijo mío, sino deja más bien que los milagros iluminen dulcemente tu mundo. 2Y allí donde la diminuta brecha parecía interponerse entre tú y tu hermano, únete a él. 3Y de este modo, será evidente que la enfermedad no tiene causa. 4El sueño de curación reside en el perdón, que dulcemente te muestra que nunca pecaste. 5El milagro no dejará ningún vestigio de culpabili­dad que pueda traerte testigos de lo que nunca fue. 6preparará en tu almacén un lugar de bienvenida para tu Padre y tu Ser. 7La puerta está abierta para que todos aquellos que no quieran seguir hambrientos y deseen gozar del festín de abundancia que allí se les ha preparado puedan entrar. 8Y éstos se reunirán con tus Invi­tados, a quienes el milagro invitó a venir a ti.


9. Este festín es muy distinto de los que se acostumbran a dar en el sueño del mundo. 2Pues aquí, cuanto más reciba cada uno, más habrá para ser compartido por todos los demás. 3Los Invitados han traído Consigo provisiones ilimitadas. 4Y a nadie se le priva de nada, ni nadie puede privar a otro de nada. 5He aquí el festín que el Padre tiende ante Su Hijo y que comparte con él equitati­vamente. 6Y en ese compartir no puede haber una brecha en la que la abundancia merme y disminuya. 7Aquí los años de escasez no se presentarán, ya que el tiempo no forma parte de este festín, pues es eterno. 8El Amor ha desplegado su mesa en el espacio que parecía mantener a tus Invitados alejados de ti.


















No hay comentarios:

Publicar un comentario