DESPERTAR AL AMOR

jueves, 21 de noviembre de 2019

21 NOVIEMBRE: Todas las cosas que creo ver son reflejos de ideas.

AUDIOLIBRO



EJERCICIOS


LECCIÓN 325


Todas las cosas que creo ver son reflejos de ideas.


1. Ésta es la clave de la salvación: lo que veo es el reflejo de un proceso mental que comienza con una idea de lo que quiero. 2A partir de ahí, la mente forja una imagen de eso que desea, lo juzga valioso y, por lo tanto, procura encontrarlo. 3Estas imáge­nes se proyectan luego al exterior, donde se contemplan, se consi­deran reales y se defienden como algo propio de uno. 4De deseos dementes nace un mundo demente, 5y de juicios, un mundo condenado. 6De pensamientos de perdón, en cambio, surge un mundo apacible y misericordioso para con el santo Hijo de Dios, cuyo propósito es ofrecerle un dulce hogar en el que descansar por un tiempo antes de proseguir su jornada, y donde él puede ayudar a sus hermanos a seguir adelante con él y a encontrar el camino que conduce al Cielo y a Dios.

2. Padre nuestro, Tus ideas reflejan la verdad, mientras que las mías separadas de las Tuyas, tan sólo dan lugar a sueños. 2Déjame contem­plar lo que sólo las Tuyas reflejan, pues son ellas las únicas que estable­cen la verdad.




Instrucciones para la práctica

Ver las instrucciones para la práctica en las instrucciones de la Segunda Parte del Libro de Ejercicios, o en la Tarjeta de Práctica de este libro.

Comentario

Esta lección es probablemente el mejor resumen de la teoría de la percepción del Curso:

Ésta es la clave de la salvación: lo que veo es el reflejo de un proceso mental que comienza con una idea de lo que quiero. A partir de ahí, la mente forja una imagen de eso que desea, lo juzga valioso y, por lo tanto, procura encontrarlo. Estas imágenes se proyectan luego al exterior, donde se contemplan, se consideran reales y se defienden como algo propio de uno. (1:1-3)

Todo lo que veo es una proyección. Según este análisis de la percepción, con nuestros ojos físicos no vemos absolutamente nada que sea real. Todo ello “es el reflejo de un proceso mental” y nada más que eso. Todo lo que vemos son imágenes proyectadas. Como dice una lección al comienzo del Libro de Ejercicios: “Le he dado a todo lo que veo todo el significado que tiene para mí” (L.2).

Al elegir lo que queremos ver, el mundo se presenta ante nuestra vista. Si elegimos el juicio, vemos un mundo condenado; si elegimos el perdón, vemos “un mundo apacible y misericordioso” (1:5-6). Por eso el Curso pone toda su atención en sanar la mente, y no en cambiar el mundo. Cambiar el mundo no es necesario, cambiará con nuestros pensamientos. Como señala Ken Wapnick, intentar arreglar el mundo es como intentar arreglar las cosas de una película haciendo cosas a la pantalla. El único modo en que puedes cambiar la película es cambiar lo que está en el proyector (o arreglar el proyector). La mente es el proyector del mundo.

Cuando aceptamos pensamientos de perdón en nuestra mente, el mundo se convierte en “un dulce hogar en el que descansar por un tiempo antes de proseguir su jornada” (1:6). Se convierte en un lugar en el que podemos “ayudar a nuestros hermanos a seguir adelante con nosotros y a encontrar el camino que conduce al Cielo y a Dios” (1:6). Esto es lo que hacemos en este mundo cuando nuestras mentes han sanado: ayudar a otros a hacer lo mismo.

Lo que queremos son las ideas de Dios reflejadas en el mundo, en lugar de nuestras propias ideas. Nuestras ideas separadas de las de Dios “tan sólo dan lugar a sueños” (2:1).
Hoy no quiero sueños, quiero la realidad reflejada en mi mundo. Todo empieza con mi idea de lo que quiero. Por lo tanto, Padre, pido ayuda para querer sólo la verdad, sólo paz, y sólo lo que es amoroso. Quiero la unión, no la separación. Quiero la sanación, no el conflicto. Quiero paz, no guerra. Ayúdame a reconocerlo cuando piense que quiero algo distinto, o algo además de la verdad; ayúdame a reconocerlo y llevarlo ante Tu luz para que sane y desaparezca.


¿Qué es la creación? (Parte 5)

L.pII.11.3:1-2

La creación es lo opuesto a todas las ilusiones porque es la verdad. (3:1)

La teoría general del Curso acerca de la creación mantiene como fundamentales ciertos hechos: sólo lo creado por Dios es real, verdadero y eterno. Por lo tanto, cualquier cosa que no es eterna y que cambia no es real ni verdadera. Basándose en esto, el Curso concluye que todas las cosas de este mundo (la Tierra misma, todo el universo físico, nuestros cuerpos y nuestra aparente “vida” aquí en la Tierra) no pueden ser creaciones de Dios porque no son eternas y porque cambian. Todo lo que podemos ver con nuestros ojos, incluso las estrellas eternamente jóvenes, tiene un fin. Lo que tiene fin no es real, en el sentido que el Curso le da a esta palabra. Todo ello, cada parte de ello, entra en la categoría de “ilusiones”.

Además, la creación de Dios es holográfica: “cada parte contiene la Totalidad” (3:2). Ésta es una lógica que no obedece a la lógica basada en la materia. La semejanza más cercana que conozco es el holograma. Cuando se ha atrapado una imagen holográfica en una placa fotográfica, la luz que se proyecte sobre la placa producirá una imagen en tres dimensiones del holograma. Si es la foto de una manzana, será una manzana en tres dimensiones y puedes ver distintos ángulos de la manzana moviendo el ángulo de luz que brilla sobre la foto. Si esa placa holográfica se rompe en cuatro trozos, no te quedas con cuatro imágenes de partes de una manzana, en lugar de eso, tienes cuatro imágenes más pequeñas de la manzana entera. La totalidad está en cada parte.

Algo así es la creación de Dios. Divídela como quieras, y la Totalidad de la creación sigue reflejándose en cada parte. Toda la creación está en ti, y en mí. La “totalidad completa” de la creación es a lo que el Curso llama “el santo Hijo de Dios” (3:2). La Voluntad de Dios está completa en cada aspecto (otra palabra que se refiere a “parte”, el Curso a menudo utiliza palabras diferentes para “parte” como “aspecto” o “fragmento”, pero lo que da por sentado siempre es que cada aspecto contiene todo. La palabra se refiere a lo que llamamos “individuos” o “personas”). Tú eres un aspecto o parte del Hijo de Dios, pero al mismo tiempo eres Todo.

Un síntoma de nuestra creencia equivocada en la separación es que nos hemos identificado tanto con nuestra “parte” que hemos perdido el contacto con el Todo. Por ejemplo, yo suelo pensar en mí como Allen Watson. Tú sueles pensar en ti como tu individualidad. De hecho, nuestra realidad original es un Ser compartido, una Totalidad. Gran parte del proceso de aprendizaje a lo largo del Curso nos lleva a cambiar esa identificación de “parte” a Totalidad. El entorno de aprendizaje de la relación santa está planeado para romper nuestra sensación de aislamiento, o “parte”, y para fortalecer nuestra identificación con el Todo, al demostrarnos que lo que pensamos como “la otra persona” en la relación es, de hecho, una parte de nuestro Ser compartido. Tenemos los mismos pensamientos. Lo que afecta a uno le afecta al otro. Lo que yo pienso te afecta, y a la inversa. Lo que te doy, me lo doy a mí mismo. Cuando te perdono, yo me libero. Cuando se rompe esta idea de “parte” y se da uno cuenta de la Totalidad en la relación santa, empieza a generalizarse y extenderse a todos los otros “aspectos”de la creación, todo lo que antes creía que “no era yo”.







TEXTO

VI. Los votos secretos



1. El que castiga el cuerpo está loco, 2pues ahí es donde ve la diminuta brecha, que, sin embargo, no está ahí. 3El cuerpo no se ha juzgado a sí mismo, ni se ha convertido en lo que no es. 4No procura hacer del dolor un gozo, ni espera encontrar placer dura­dero en lo que no es más que polvo. 5No te dice cuál es su propó­sito, ni tampoco puede él mismo entender para qué es. 6No hace de nadie una víctima porque no tiene una voluntad propia, ni tampoco preferencias o dudas. 7No se pregunta lo que es. 8Por lo tanto, no tiene necesidad de competir. 9Se puede hacer de él una víctima, pero no puede considerarse a sí mismo como tal. 10No acepta ningún papel, sino que hace lo que se le dice sin atacar.

2. Atribuir la responsabilidad de lo que ves a aquello que no puede ver, y culparlo por los sonidos que te disgustan cuando no puede oír, es ciertamente una perspectiva absurda. 2El cuerpo no sufre el castigo que le impones porque no tiene sensaciones. 3Se comporta tal como tú deseas que lo haga, pero nunca toma deci­siones. 4No nace ni muere. 5Lo único que puede hacer es vagar sin rumbo por el camino que se le haya indicado. 6si cambias de rumbo, camina con igual facilidad por esa otra dirección. 7No se pone de parte de nada, ni juzga el camino que recorre. 8No per­cibe brecha alguna porque no odia. 9Puede ponerse al servicio del odio, pero no puede por ello convertirse en algo odioso.

3. Lo que odias y temes, deseas y detestas, el cuerpo no lo conoce. 2Lo envías a buscar separación y a que sea algo separado. 3Luego lo odias, no por lo que es, sino por el uso que has hecho de él. 4Te desvinculas de lo que ve y oye, y odias su debilidad y pequeñez. 5Detestas sus actos, pero no los tuyos. 6Mas el cuerpo ve y actúa por ti. 7Él oye tu voz. 8Y es frágil e insignificante porque así lo deseas. 9Parece castigarte, y así, merece que le odies por las limi­taciones que te impone. 10No obstante, eres tú quien lo ha con­vertido en el símbolo de las limitaciones que quieres que tu mente tenga, vea y conserve.

4. El cuerpo representa la brecha que se percibe entre la pequeña porción de mente que consideras tu mente, y el resto de lo que realmente es tuyo. 2Lo odias, sin embargo, crees que es tu ser, el cual perderías sin él. 3Éste es el voto secreto que has hecho con cada hermano que prefiere caminar solo y separado. 4Éste es el juramento secreto que renuevas cada vez que percibes que has sido atacado. 5Nadie puede sufrir a menos que considere que ha sido atacado y que ha perdido como resultado de ello. 6El com­promiso a estar enfermo se encuentra en tu conciencia, aunque sin expresarse ni oírse. 7Sin embargo, es una promesa que le haces a otro de que él te herirá y de que a cambio tú lo atacarás.

5. La enfermedad no es sino la ira que se ha descargado contra el cuerpo para que sufra. 2Es la consecuencia natural de lo que se hizo en secreto, en conformidad con el deseo secreto de otro de estar separado de ti, tal como el tuyo es estar separado de él. 3A menos que ambos estéis de acuerdo en que ése es vuestro deseo, éste no podría tener efectos. 4Todo aquel que dice: "Entre tu mente y la mía no hay separación" es fiel a la promesa que le hizo a Dios y no al miserable voto de serle eternamente fiel a la muerte. 5al él sanar, su hermano sana también.

6. Que éste sea el acuerdo que tengas con cada uno de tus herma­nos: que estarás unido a él y no separado. 2Y él será fiel a la promesa que le hagas porque es la misma que él le hizo a Dios y que Dios le hizo a él. 3Dios cumple Sus promesas; Su Hijo cumple las suyas. 4Esto fue lo que Su Padre le dijo al crearlo: "Te amaré eternamente, como tú a Mí. 5Sé tan perfecto como Yo, pues nunca podrás estar separado de Mí". 6Su Hijo no recuerda que le con­testó: "Sí, Padre", si bien nació como resultado de esa promesa. 7Con todo, Dios se la recuerda cada vez que él se niega a mante­ner la promesa de estar enfermo, y permite, en cambio, que su mente sea sanada y unificada. 8Sus votos secretos son impotentes ante la Voluntad de Dios, Cuyas promesas él comparte. 9Y lo que ha usado como sustituto de éstas no es su voluntad, pues él se comprometió a sí mismo a Dios.

 











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