DESPERTAR AL AMOR

jueves, 7 de noviembre de 2019

7 NOVIEMBRE: Juzgo todas las cosas como quiero que sean.

AUDIOLIBRO



EJERCICIOS


10. ¿Qué es el juicio Final?


1. El Segundo Advenimiento de Cristo le confiere al Hijo de Dios este regalo: poder oír a la Voz que habla por Dios proclamar que lo falso es falso y que lo que es verdad jamás ha cambiado. 2Y éste es el juicio con el que a la percepción le llega su fin. 3Lo primero que verás será un mundo que ha aceptado que esto es verdad, al haber sido proyectado desde una mente que ya ha sido corregida. 4Y con este panorama santo, la percepción imparte una silenciosa bendición y luego desaparece, al haber alcanzado su objetivo y cumplido su misión.

2. El juicio Final sobre el mundo no encierra condena alguna. 2Pues ve a éste completamente perdonado, libre de pecado y sin propósito alguno. 3Y al no tener causa ni función ante los ojos de Cristo, simplemente se disuelve en la nada. 4Ahí nació y ahí ha de terminar. 5Y todas las figuras del sueño con el que el mundo comenzó desaparecen con él. 6Los cuerpos no tienen ahora nin­guna utilidad, por lo tanto, desaparecen también, pues el Hijo de Dios es ilimitado.

3. Tú que creías que el juicio Final de Dios condenaría al mundo al infierno junto contigo, acepta esta santa verdad: el juicio de Dios es el regalo de la Corrección que le concedió a todos tus errores. aDicha Corrección te libera de ellos y de todos los efectos que parecían tener. 2Tener miedo de la gracia redentora de Dios es tener miedo de liberarte totalmente del sufrimiento, del retorno a la paz, de la seguridad y la felicidad, así como de tu unión con tu propia Identidad.

4. El Juicio Final de Dios es tan misericordioso como cada uno de los pasos de Su plan para bendecir a Su Hijo y exhortarlo a regre­sar a la paz eterna que comparte con él. 2No tengas miedo del amor, 3pues sólo él puede sanar todo pesar, enjugar todas las lágri­mas, y despertar tiernamente de su sueño de dolor al Hijo que Dios reconoce como Suyo. 4No tengas miedo de eso. 5La salvación te pide que le des la bienvenida. 6Y el mundo espera tu grata aceptación de ella, gracias a lo cual él se liberará.

5. Este es el juicio Final de Dios: "Tú sigues siendo Mi santo Hijo, por siempre inocente, por siempre amoroso y por siempre amado, tan ilimitado como tu Creador, absolutamente inmutable y por siempre inmaculado. 2Despierta, pues, y regresa a Mí. 3Yo soy tu Padre y tú eres Mi Hijo"

 

AUDIOLIBRO



EJERCICIOS


LECCIÓN 311


Juzgo todas las cosas como quiero que sean.


1. Los juicios se inventaron para usarse como un arma contra la verdad. 2Separan aquello contra lo que se utilizan, y hacen que se vea como si fuese algo aparte y separado. 3Luego hacen de ello lo que tú quieres que sea. 4Juzgan lo que no pueden comprender, ya que no pueden ver la totalidad, y, por lo tanto, juzgan falsamente. 5No nos valgamos de ellos hoy, antes bien, ofrezcámoselos de regalo a Aquel que puede utilizarlos de manera diferente. 6Él nos salvará de la agonía de todos los juicios que hemos emitido con­tra nosotros mismos y re-establecerá nuestra paz mental al ofre­cernos el juicio de Dios con respecto a Su Hijo.

2. Padre, estamos esperando hoy con mentes receptivas a oír Tu juicio con respecto al Hijo que Tú amas. 2No lo conocemos, y así, no lo pode­mos juzgar. 3Por lo tanto, dejamos que Tu Amor decida qué es lo que no puede sino ser aquel a quien Tú creaste como Tu Hijo.





Instrucciones para la práctica

Ver las instrucciones para la práctica en las instrucciones de la Segunda Parte del Libro de Ejercicios, o en la Tarjeta de Práctica de este libro.

Comentario

La enseñanza básica del Curso acerca del juicio es que realmente no podemos juzgar. No tenemos el equipamiento. No sabemos lo suficiente, como dice esta lección: nuestros juicios “no pueden ver la totalidad, y, por lo tanto, juzgan falsamente” (1:4). Entonces lo que nuestros juicios hacen es inventar las cosas tal como queremos que sean, en lugar de lo que realmente son. Desgraciadamente, lo hacen basados en “la agonía de todos los juicios que hemos emitido contra nosotros mismos” (1:6). Proyectamos nuestra condena a nosotros mismos sobre el mundo y sobre lo que vemos, como ya dijo la Lección 304: es “mi propio estado de ánimo reflejado afuera”.

En lugar de intentar juzgar algo, lo que se nos pide que tomemos todos los juicios y “ofrezcámoselos de regalo a Aquel que puede utilizarlos de manera diferente” (1:5). Dicho de otra manera, dejamos que el Espíritu Santo juzgue por nosotros. Él siempre juzga de acuerdo a la verdad, a la creación de Dios. “Dejamos que Tu Amor decida qué es lo que no puede sino ser aquel a quien Tú creaste como Tu Hijo” (2:3). Él nos da “el juicio de Dios con respecto a Su Hijo” (1:6).

Otro modo de verlo es que permitimos que el Espíritu Santo nos diga lo que verdaderamente queremos: ver la perfección de la creación de Dios en todos y en todas partes. Y luego, puesto que eso es lo que queremos ver, “juzgamos todas las cosas como queremos que sean”, pero ahora las juzgamos de manera diferente porque queremos algo diferente. En manos del ego, nuestra mente siempre quiere ver defectos porque estamos intentando negar y proyectar lo que pensamos de nuestros propios defectos. En manos del Espíritu Santo, nuestra mente siempre encuentra amor o peticiones de amor.
Padre, hoy quiero ver a Tu Hijo tal como tú lo creaste. Quiero juzgarlo en la verdad. Quiero abandonar mis retorcidos juicios y aceptar tu juicio eterno: “Tú sigues siendo Mi santo Hijo, por siempre inocente, por siempre amoroso y por siempre amado, tan ilimitado como tu Creador, absolutamente inmutable y por siempre inmaculado” (L.pII.10.5:1).


¿Qué es el Juicio Final? (Parte 1)
L.pII.10.1:1-2

El Segundo Advenimiento de Cristo le confiere al Hijo de Dios este regalo: poder oír a la Voz que habla por Dios proclamar que lo falso es falso y que lo que es verdad jamás ha cambiado. (1:1)

Ésta es una de las magníficas afirmaciones del mensaje final de Un Curso de Milagros: “lo falso es falso y que lo que es verdad jamás ha cambiado”. Puesto en estas palabras engañosamente simples, el mensaje casi parece de Perogrullo o repetitivo, como “lo rojo es rojo”. Por supuesto que “lo falso es falso y que lo que es verdad es verdad”. Eso a la vista está.

Lo que da a la afirmación su profundidad es el hecho de que no lo creemos. Como se nos dice en el Texto:

Este curso es muy simple. Quizá pienses que no necesitas un curso que, en última instancia, enseña que sólo la realidad es verdad. Pero ¿crees realmente esto? Cuando percibas el mundo real, reconocerás que no lo creías. (T.11.VIII.1:1-4)

Todos nuestros problemas pueden resumirse a esto: Nos hemos enseñado a nosotros mismos que lo falso es verdadero, y que lo verdadero es falso. Creemos que el cuerpo, el pecado, la culpa, el miedo, el sufrimiento y la muerte son reales. Y no creemos (o al menos lo dudamos vivamente) que el espíritu, la santidad, la inocencia, el amor y la vida eterna son reales. La percepción del mundo real nos muestra que esta última lista (lo real) es verdaderamente real, y la primera lista (lo falso) es verdaderamente falsa. Y eso es el Juicio Final.

Todo el proceso de aprendizaje por el que aparentemente estamos pasando nos está enseñando esta única lección, una y otra vez, en un ejemplo tras otro. Algo que pensábamos que era real (nuestros propios pecados, o los de nuestros hermanos, o la muerte, o el ataque, o la separación) se nos muestra que es falso, y que el amor que pensábamos que estaba ausente se ve que es lo que está siempre presente. Donde pensábamos ver pecado, ahora vemos inocencia. Donde pensábamos ver a alguien atacándonos, ahora vemos a nuestro salvador (T.22.VI.8:1).

Y cuando decida hacer uso de lo que se le dio, verá entonces que todas las situaciones que antes consideraba como medios para justificar su ira se han convertido en eventos que justifican su amor. Oirá claramente que las llamadas a la guerra que antes oía son realmente llamamientos a la paz. (T.25.III.6:5-6)

Intenta imaginarte cómo sería una situación que justo ahora ves como una justificación para tu ira, verla transformarse en algo que justifica tu amor. Eso es lo que hace el milagro. Eso es lo que realmente significa “lo falso es falso y que lo que es verdad jamás ha cambiado”. El mundo real es una clase de percepción en la que todo lo que ves justifica tu amor, porque no hay nada que no justifique tu amor. Eso es lo que es “real” en el mundo real. Lo que es falso es que la ira esté justificada: “La ira nunca está justificada” (T.30.VI.1:1). Lo que es verdad es que el amor siempre está justificado. Por ejemplo, el Amor de Dios por ti siempre está justificado. El Amor de Dios a tus hermanos siempre está justificado. Y por lo tanto, tu amor a tus hermanos siempre está justificado.

“Y éste es el juicio con el que a la percepción le llega su fin” (1:2). Cuando hayamos alcanzado este juicio final acerca de todo, el propósito de la percepción desaparece. No hay nada más que percibir, porque todo motivo de separación ha desaparecido, y la unidad se puede conocer una vez más y se conoce. Ya no nos percibimos unos a otros (lo que supone separación, sujeto y objeto), en su lugar nos conocemos unos a otros como parte de nosotros mismos, “totalmente dignos de amor y totalmente amorosos” (T.1.III.2:3).






TEXTO

 

V. El ejemplo de la curación


1. La única manera de curarse es curando. 2El milagro se extiende sin tu ayuda, pero tú eres esencial para que pueda dar comienzo. 3Acepta el milagro de curación y se extenderá por razón de lo que es. 4Su naturaleza es extenderse desde el instante en que nace. 5Y nace en el instante en que se ofrece y se recibe. 6Nadie puede pedirle a otro que sane. 7Pero puede permitirse a sí mismo ser sanado, y así ofrecerle al otro lo que él ha recibido. 8¿Quién podría ofrecer a otro lo que él mismo no tiene? 9¿Y quién podría compartir lo que se niega a sí mismo? 10El Espíritu Santo te habla a ti, 11no a otra persona. 12al tú escucharle, Su Voz se extiende porque has aceptado lo que Él dice.

2. La salud es el testigo de la salud. 2Mientras no se dé testimonio de ella, no será convincente. 3Sirve de prueba sólo cuando ha sido demostrada, y para ello tiene que proveer un testigo que nos induzca a creer. 4Nadie se cura con mensajes contradictorios. 5Te curas cuando lo único que deseas es curar. 6Tu propósito indiviso hace que esto sea posible. 7Pero si tienes miedo de la curación, entonces no puede efectuarse a través de ti. 8Lo único que se requiere para que se efectúe una curación es que no haya miedo. 9Los temerosos no se han curado, por lo tanto, no pueden curar. 10Esto no quiere decir que para que puedas curar tenga que haber desaparecido el conflicto de tu mente para siempre. 11Pues si así fuese, no habría entonces necesidad de curación. 12Mas sí quiere decir que, aunque sólo sea por un instante, tienes que amar sin atacar. 13Un instante es suficiente. 14Los milagros no están circuns­critos al tiempo.

3. El instante santo es la morada de los milagros. 2Desde allí, cada uno de ellos viene a este mundo como testigo de un estado men­tal que ha transcendido el conflicto y ha alcanzado la paz. 3El instante santo lleva el consuelo de la paz al campo de batalla, demostrando así que la guerra no tiene efectos. 4Pues todo el dolor que la guerra ha tratado de ocasionar, los cuerpos despeda­zados y los miembros mutilados, los moribundos gimientes y los muertos silenciosos, son dulcemente elevados y consolados.

4. Allí donde un milagro ha venido a sanar no hay tristeza. 2lo único que se requiere para que todo esto ocurra es un instante de tu amor sin traza alguna de ataque. 3En ese instante sanas, y en ese mismo instante se consuma toda curación. 4¿Qué podría estar separado de ti, una vez que has aceptado la bendición que el instante santo brinda? 5No tengas miedo de bendecir, pues Aquel que te bendice ama al mundo y no deja nada en él que pueda ser motivo de miedo. 6Pero si te niegas a dar tu bendición, el mundo te parecerá ciertamente temible, pues le habrás negado su paz y su consuelo, y lo habrás condenado a la muerte.

5. Aquel que pudo haber salvado a un mundo tan penosamente despojado de todo, pero que se volvió atrás por temor a ser curado, ¿no vería acaso a ese mundo como una condenación? 2Los ojos de los moribundos reflejan reproche, y el sufrimiento susurra: "¿De qué tienes miedo?" 3Examina detenidamente su pregunta. 4Te la hace en tu nombre. 5El mundo agonizante tan sólo te pide que dejes de atacarte por un instante, para que él pueda sanar.

6. Ven al instante santo y sé curado, pues nada de lo que recibes en él se olvida cuando regresas al mundo. 2al haber sido bende­cido, traerás bendiciones contigo. 3Se te da vida para que se la impartas al mundo moribundo. 4los ojos dolientes ya no acusa­rán, sino que brillarán con agradecimiento hacia ti que los bendi­jiste. 5El fulgor del instante santo iluminará tus ojos y les dará visión para que puedan ver la faz de Cristo más allá del sufri­miento. 6La curación reemplaza al sufrimiento. 7El que ve uno de ellos no puede percibir el otro, pues ambos no pueden estar pre­sentes a la vez. 8el mundo será el testigo de lo que veas, y dará testimonio de ello.

7. Así pues, lo único que el mundo requiere para poder sanar es tu curación. 2Sólo necesita una lección que se haya aprendido perfectamente. 3Y de esta manera, cuando tú la olvides, el mundo te recordará dulcemente lo que le enseñaste. 4Debido a su agrade­cimiento, no dejará de prestarte apoyo a ti que te dejaste curar para que él pudiese vivir. 5lnvocará a sus testigos para mostrarte la faz de Cristo a ti que les trajiste la visión, gracias a la cual la presenciaron. 6El mundo de acusación es reemplazado por otro en el que todos los ojos se vuelven amorosamente hacia el Amigo que les trajo su liberación. 7Y tu hermano percibirá felizmente los muchos amigos que antes consideraba enemigos.

8. Aunque los problemas no son concretos, se manifiestan en for­mas concretas, y son estas formas concretas las que configuran el mundo. 2Nadie entiende la naturaleza de su problema, 3pues, de lo contrario, ya no estaría ahí para que él lo pudiese ver. 4La naturaleza misma del problema es que no es un problema. 5Por lo tanto, mientras él lo perciba, no lo podrá percibir tal como es. 6La curación, en cambio, es evidente en situaciones concretas y se generaliza para incluirlas a todas. 7Esto se debe a que todas ellas son realmente la misma situación, a pesar de sus diferentes for­mas. 8La finalidad de todo aprendizaje es la transferencia, la cual se consuma cuando dos situaciones distintas se ven como lo mismo, ya que lo único que se puede encontrar en ellas son ele­mentos comunes. 9Esto, no obstante, sólo lo puede lograr Uno que no ve las diferencias que tú ves. 10No eres tú quien lleva a cabo la transferencia de lo que has aprendido. 11Pero el hecho de que dicha transferencia ya se haya llevado a cabo, a pesar de todas las diferencias que ves, te convence de que esas diferencias no podían ser reales.

9. Tu curación se extenderá y se aplicará a problemas que no creías eran tus problemas. 2Y resultará evidente también que todos tus diferentes problemas se resolverán tan pronto como te hayas librado de uno solo de ellos. 3No puede ser que sus diferen­cias sean las que hayan hecho que esto sea posible, pues el apren­dizaje no puede saltar de una situación a su opuesto y obtener los mismos resultados. 4Toda curación debe proceder de manera ordenada, de acuerdo con leyes que han sido percibidas correcta­mente y que no se han violado. 5No dejes que la manera en que las percibes te haga sentir miedo. 6Estás equivocado, pero hay Alguien dentro de ti que está en lo cierto.

10. Deja, pues, la transferencia de tu aprendizaje en manos de Aquel que realmente entiende sus leyes y que se asegurará de que permanezcan invioladas e ilimitadas. 2Tu papel consiste sim­plemente en aplicarte a ti mismo lo que Él te ha enseñado, el resto corre de Su cuenta. 3Así es como los innumerables testigos de tu aprendizaje te probarán el poder de éste. 4El primer testigo que verás será a tu hermano, pero tras él habrá miles, y tras cada uno de éstos mil más. 5Puede que cada uno de ellos parezca tener un problema distinto del de los demás. 6Mas todos se resolverán al unísono. 7Y su común resolución demostrará que las preguntas no podían haber sido distintas.


11. ¡Que la paz sea contigo a quien se ofrece curación! 2Compren­derás que se te da paz cuando aceptas la curación. 3No necesitas ser consciente de toda su valía para entender que te has benefi­ciado de ella. 4Lo que ocurrió en aquel instante en que el amor entró sin ninguna traza de ataque, permanecerá contigo para siempre. 5Tu curación, así como la de tu hermano, será uno de sus efectos. 6Dondequiera que vayas contemplarás sus múltiples efectos. 7Todos los testigos que contemples, no obstante, serán sólo una fracción de los que realmente existen. 8La infinitud no se puede entender contando todas sus partes separadas. 9Dios te da las gracias por tu curación, pues Él sabe que es un regalo de amor para Su Hijo, y, por lo tanto, un regalo que se le hace a Él.













No hay comentarios:

Publicar un comentario