DESPERTAR AL AMOR

miércoles, 6 de noviembre de 2019

6 NOVIEMBRE: Paso este día sin miedo y lleno de amor.

AUDIOLIBRO




EJERCICIOS


LECCIÓN 310


Paso este día sin miedo y lleno de amor.


1. Quiero pasar este día Contigo, Padre mío, tal como Tú has dispuesto que deben ser todos mis días. 2Y lo que he de experimentar no tiene nada que ver con el tiempo. 3El júbilo que me invade no se puede medir en días u horas, pues le llega a Tu Hijo desde el Cielo. 4Este día será Tu dulce recordatorio de que Te recuerde, la afable llamada que le haces a Tu santo Hijo, la señal de que se me ha concedido Tu gracia y de que es Tu Voluntad que yo me libere hoy.

2. Este día lo pasaremos juntos, tú y yo. 2Y todo el mundo unirá sus voces a nuestro himno de alegría y gratitud hacia Aquel que nos brindó la salvación y nos liberó. 3Nuestra paz y nuestra santi­dad nos son restituidas. 4Hoy el miedo no tiene cabida en noso­tros, pues le hemos dado la bienvenida al amor en nuestros corazones.





Instrucciones para la práctica

Ver las instrucciones para la práctica en las instrucciones de la Segunda Parte del Libro de Ejercicios, o en la Tarjeta de Práctica de este libro.

Comentario

Todos mis días están destinados a pasarlos Contigo, Padre, sin miedo y con amor (1:1). Todos. Pocas veces paso el día así, pero hoy, Padre, quiero pasarlo Contigo. Abro mi corazón para entregarte este día a Ti. Que así sea, tal como Tú dispones. Que conozca la dicha que procede del Cielo, no del tiempo (1:2-3). Que se acalle en mi mente la voz que interfiere, y que oiga la música del Cielo (2:2). No pido visiones de éxtasis que me saquen de este mundo para siempre, pero sí pido que hoy sea algo nuevo y más elevado, un anticipo de lo que me aguarda al final del tiempo.

Que este día sea “Tu dulce recordatorio de que Te recuerde” (1:4). Hazme el regalo de Tu gracia, Padre. Que sienta algo que me sirva para continuar recordando volver mi mente a Ti una y otra vez.

Que este día sea “la afable llamada que le haces a Tu santo Hijo” (1:4). Abre mis oídos y enséñame a escuchar. Que oiga Tu llamada hoy. Que sienta la atracción de Tu Amor eterno.

Que este día sea “la señal de que se me ha concedido Tu gracia y de que es Tu Voluntad que yo me libere hoy” (1:4). Que haya una fresca y conmovedora consciencia de Tu trabajo en mi vida, de Tu toque en mí. Que vea las señales de que mi libertad es Tu Voluntad. Que encuentre una confianza renovada en la seguridad del resultado que me espera en Tu plan.
Que hoy surja de mí una canción de gratitud. Que aumente mi consciencia de que me estoy uniendo a la eterna canción, cantada por cada parte de Tu creación. Como dijo el salmista, “Voy a cantar una nueva canción al Señor”. Que reconozca la alegría que es la vida misma, dada por Dios, al tiempo que todo el mundo se une a nosotros en la canción.

Hoy el miedo no tiene cabida en nosotros, pues le hemos dado la bienvenida al amor en nuestros corazones. (2:4)


¿Qué es el Segundo Advenimiento? (Parte 10)

L.pII.9.5:5-6

La tercera cosa que podemos hacer teniendo en cuenta lo que es el Segundo Advenimiento, es convertirnos nosotros mismos en parte de la Expiación, ya que la hemos recibido.

Regocijémonos de que podamos hacer la Voluntad de Dios y unirnos en Su santa luz. ¡Pues mirad!, el Hijo de Dios es uno solo en nosotros, y podemos alcanzar el Amor de nuestro Padre a través de él. (5:5-6)

La Voluntad de Dios es Amor. La Voluntad de Dios para nosotros es perfecta felicidad. La Voluntad de Dios es la extensión sin fin del resplandor de Su Ser. Podemos hacer eso porque nos creó para ser eso. Podemos llegar al Amor de nuestro Padre a través de Su Hijo. Es elección nuestra unirnos a esa unidad del Hijo que es el cumplimiento de la Voluntad de Dios. Aquí, en nuestras relaciones dentro del tiempo, estamos empezando el proceso que culmina en el Segundo Advenimiento, la restauración de la única Identidad de Cristo. Cuando nos unimos en un propósito común, el de perdonar y ser perdonados, el de amar y ser amados, acortamos el tiempo para que la Filiación sea completamente una en manifestación. Cuando entregamos nuestras relaciones al Espíritu Santo para que Él las use para Su único propósito de convertirlas en relaciones santas por medio del perdón, nos estamos uniendo en el cumplimiento de la Voluntad de Dios.

Es a través de nuestra unión que llegamos al Amor de Dios. Es a través de nuestra unión que encontramos a Dios. “La realidad de tu relación con Él radica en la relación que tenemos unos con otros” (T.17.IV.16:7).





TEXTO

 

IV. La callada respuesta


1. En la quietud todas las cosas reciben respuesta y todo pro­blema queda resuelto serenamente. 2Pero en medio del conflicto no puede haber respuesta ni se puede resolver nada, pues su propósito es asegurarse de que no haya solución y de que nin­guna respuesta sea simple. 3Ningún problema puede resolverse dentro del conflicto, pues se le ve de diferentes maneras. 4Y lo que sería una solución desde un punto de vista, no lo es desde otro. 5Tú estás en conflicto. 6Por lo tanto, es evidente que no pue­des resolver nada en absoluto, pues los efectos del conflicto no son parciales. 7No obstante, si Dios dio una solución, de alguna manera tus problemas tienen que haberse resuelto, pues lo que Su Voluntad dispone ya se ha realizado.

2. Por eso es por lo que el tiempo no tiene nada que ver con la solución de ningún problema, ya que cualquiera de ellos puede ser resuelto ahora mismo. 2Y por eso es también por lo que, en tu estado mental, ninguna solución es posible. 3Dios tiene que haberte dado, por lo tanto, una manera de alcanzar otro estado mental en el que se encuentra la solución. 4Tal es el instante santo. 5Ahí es donde debes llevar y dejar todos tus problemas. 6Ahí es donde les corresponde estar, pues ahí se encuentra su solución. 7Y si su solución se encuentra ahí, el problema tiene que ser sim­ple y fácil de resolver. 8No tiene objeto tratar de resolver un problema donde es imposible que se encuentre su solución. 9Mas es igualmente seguro que se resolverá si se lleva donde se encuentra la solución.

3. No intentes resolver ningún problema excepto desde de la seguridad del instante santo. 2Pues ahí el problema sí tiene solu­ción y queda resuelto. 3Fuera de él no habrá solución, pues fuera de él no puede hallarse respuesta alguna. 4No hay lugar fuera de él donde jamás se pueda plantear una sola pregunta sencilla. 5El mundo sólo puede hacer preguntas que se componen de dos par­tes. 6Una pregunta con muchas respuestas no tiene respuesta. 7Ninguna de ellas sería válida. 8El mundo no hace preguntas con la intención de que sean contestadas, sino sólo para reiterar su propio punto de vista.

4. Todas las preguntas que se hacen en este mundo no son real­mente preguntas, sino tan sólo una manera de ver las cosas. 2Nin­guna pregunta que se haga con odio puede ser contestada porque de por sí ya es una respuesta. 3Una pregunta que se com­pone de dos partes, pregunta y responde simultáneamente, y ambas cosas dan testimonio de lo mismo aunque en forma dife­rente. 4El mundo tan sólo hace una pregunta 5y es ésta: "De todas estas ilusiones, ¿cuál es verdad? 6¿Cuáles inspiran paz y ofrecen dicha? 7¿Y cuáles pueden ayudarte a escapar de todo el dolor del que este mundo se compone?" 8Independientemente de la forma que adopte la pregunta, su propósito es siempre el mismo: 9pre­gunta para establecer que el pecado es real, y las contestaciones que te ofrece requieren que expreses tus preferencias. 10"¿Qué pecado prefieres? 11Éste es el que debes elegir. 12Los otros no son verdad. 13¿Qué quieres que te consiga el cuerpo que tú desees por encima de todas las cosas? 14Él es tu siervo y también tu amigo 15Dile simplemente lo que quieres y te servirá amorosa y diligen­temente." 16Esto no es una pregunta; pues te dice lo que quieres y adónde debes ir para encontrarlo. 17No da lugar a que sus creen­cias se puedan poner en tela de juicio. aLo único que hace es exponer lo que afirma en forma de pregunta.

5. Una pseudo-pregunta carece de respuesta, 2pues dicta la res­puesta al mismo tiempo que hace la pregunta. 3Toda pregunta que se hace en el mundo es, por lo tanto, una forma de propa­ganda a favor de éste. 4De la misma manera en que los testigos del cuerpo son sus propios sentidos, así también las respuestas a las preguntas que el mundo hace están implícitas en las pregun­tas. 5Cuando la respuesta es lo mismo que la pregunta, no aporta nada nuevo ni se aprende nada de ella. 6Una pregunta honesta es un medio de aprendizaje que pregunta algo que tú no sabes. 7No establece los parámetros a los que se debe ajustar la respuesta, sino que simplemente pregunta cuál es la respuesta. 8Mas nadie que se encuentre en un estado conflictivo es libre para hacer esta clase de pregunta, pues no desea una respuesta honesta que ponga fin a su conflicto.

6. Sólo dentro del instante santo se puede plantear honestamente una pregunta honesta. 2del significado de la pregunta se deri­vará todo el significado que pueda tener la respuesta. 3Es posible entonces separar tus deseos de la respuesta, para que ésta se te pueda dar y también para que la puedas aceptar. 4La respuesta se ofrece en todas partes. 5Mas sólo se puede oír en el instante santo. 6Una respuesta honesta no exige sacrificios porque sólo contesta preguntas verdaderas. 7Las preguntas que hace el mundo tan sólo quieren saber a quién se le debe exigir sacrificio y no si el sacrificio tiene sentido o no. 8Y así, a menos que la respuesta indique "a quién", no se reconocerá ni será escuchada, y de este modo la pregunta seguirá en pie, ya que se contestó a sí misma. 9El ins­tante santo es aquel en el que la mente está lo suficientemente serena como para poder escuchar una respuesta que no está implícita en la pregunta, 10que ofrece algo nuevo y distinto. 11¿Cómo iba a poderse contestar una pregunta que no hace sino repetirse a sí misma?

7. No trates, por lo tanto, de solventar problemas en un mundo del que se ha excluido la solución. 2Lleva más bien el problema al único lugar en el que se halla la respuesta y en el que se te ofrece amorosamente. 3En él se encuentran las respuestas que solventa­rán tus problemas, pues no forman parte de ellos y toman en cuenta lo que puede ser contestado: lo que la pregunta realmente es. 4Las respuestas que el mundo ofrece no hacen sino suscitar otra pregunta, si bien dejan la primera sin contestar. 5En el ins­tante santo puedes llevar la pregunta a la respuesta y recibir la respuesta que fue formulada expresamente para ti.


  












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