Instrucciones para la práctica
Propósito: Cambiar totalmente cómo ves causa y efecto en tu percepción. Piensas que el mundo externo se graba a sí mismo en tu mente, causando lo que ves; sin embargo, la causa funciona justo al revés: de dentro hacia fuera. Lo que ves fuera de ti es la proyección de tus pensamientos. Ésta es la primera lección que trata de este tema muy importante.
Ejercicio: Tres veces (cuatro o cinco si lo encuentras cómodo y deseable), de 1 minuto aproximadamente.
- Con los ojos cerrados repite la idea lentamente y con toda tranquilidad, para reflejar la paz y relajación contenida en la idea.
- Luego abre los ojos y mira a tu alrededor, arriba y abajo, cerca y lejos, dejando que tus ojos se muevan rápidamente de una cosa a otra. Durante este tiempo repite la idea sin prisa y sin esfuerzo.
- Para terminar, cierra los ojos y repite la idea lentamente.
Observaciones: A diferencia de los ejercicios anteriores, en éste tú no aplicas la idea concretamente a los objetos a tu alrededor nombrándolos mientras lo haces. De hecho, la repetición de la idea no se produce al mismo tiempo que el cambio de tu mirada. Las dos tienen lugar a ritmos diferentes. La relativa rapidez con la que miras a tu alrededor contrasta con la lentitud con la que repites la idea.
Comentario
La lección introduce “el concepto de que son tus pensamientos los que determinan el mundo que ves” (1:3), un tema importantísimo en el Curso. Es la razón de la famosa frase: “No trates de cambiar el mundo, sino elige cambiar de mentalidad acerca de él” (T.21.In.1:7). La mente es principal y el mundo es secundario. Creemos que el mundo causa (o al menos afecta) lo que pensamos; el Curso enseña que la mente es la causa, y que el mundo es el efecto.
Se nos dice que la idea “contiene los cimientos de la paz, de la relajación y de la ausencia de preocupación que estamos tratando de lograr” (3:4).
En esta idea reside la certeza de tu liberación. La llave del perdón reside en ella. (1:4-5)
¿Por qué es así? Si lo que yo veo fuera está siendo causado por mis propios pensamientos sin significado, entonces no hay nada a lo que “culpar” en el mundo externo; todo lo que se necesita es corregir mis pensamientos. Puedo perdonar lo que veo porque no tiene significado. Sólo condeno y juzgo cuando pienso que veo algo con significado: algo malo o perverso o terrible. Pero si no tiene significado, no hay razón para condenarlo. Y si mi mente es la causa de lo que veo, entonces ¿cómo puedo juzgarlo? Todo lo que puedo hacer es reconocer, como dice el Texto, “Soy responsable de lo que veo” (T.21.II.2:3), y elegir cambiar mi propia mente
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