DESPERTAR AL AMOR

lunes, 14 de agosto de 2017

14 AGOSTO: Mi hogar me aguarda. Me apresuraré a llegar a él.

AUDIOLIBRO

EJERCICIOS


LECCIÓN 226


Mi hogar me aguarda. Me apresuraré a llegar a él.


1. Puedo abandonar este mundo completamente, si así lo decido. 2No mediante la muerte, sino mediante un cambio de parecer con respecto al propósito del mundo. 3Si creo que tal como lo veo ahora tiene valor, así seguirá siendo para mí. 4Mas si tal como lo contemplo no veo nada de valor en él, ni nada que desee poseer, ni ninguna meta que anhele alcanzar, entonces ese mundo se ale­jará de mí. 5Pues no habré intentado reemplazar la verdad con ilusiones.

2. Padre, mi hogar aguarda mi feliz retorno. 2Tus Brazos están abiertos y oigo Tu Voz. 3¿Qué necesidad tengo de prolongar mi estadía en un lugar de vanos deseos y de sueños frustrados cuando con tanta facilidad puedo alcanzar el Cielo?




Instrucciones para la práctica

Propósito: Dar los últimos pasos a Dios. Esperar a que Él dé el último paso.

Tiempo de quietud por la mañana/ noche: Tanto tiempo como sea necesario.
Lee la lección.
Utiliza la idea y la oración para dar comienzo al tiempo de quietud. No dependas de las palabras. Utilízalas como una sencilla invitación a Dios para que venga a ti.

·   Siéntate en silencio y espera a Dios. Espera en quieta expectación a que Él se revele a Sí Mismo a ti. Busca únicamente la experiencia de Dios directa, profunda y sin palabras. Estate seguro de Su llegada, y no tengas miedo. Pues Él ha prometido que cuando Le invites, vendrá. Únicamente pides que cumpla Su antigua promesa, que Él quiere cumplir. Estos momentos de quietud son tu regalo a Él.

Recordatorios cada hora: No te olvides.
Da gracias a Dios por haber permanecido contigo y porque siempre estará ahí para contestar tu llamada a Él.

Recordatorios frecuentes: Tan a menudo como sea posible, incluso cada minuto.
Recuerda la idea. Permanece con Dios, deja que Él te ilumine.

Respuesta a la tentación: Cuando te sientas tentado a olvidarte de tu objetivo.
Utiliza la idea del día como una llamada a Dios y desaparecerán todas las tentaciones.

Lectura: Antes de uno de los momentos de práctica del día.

·         Lee lentamente la sección “¿Qué es?”.
·         Piensa en ella durante un rato.


Observaciones generales: Ahora, en esta parte final del año que tú y Jesús habéis pasado juntos, empiezas a alcanzar el objetivo de las prácticas, que es el objetivo del Curso. Jesús está tan cerca que no puedes fracasar. Has recorrido una gran parte del camino. No mires hacia atrás. Fija la mirada en el final del camino. No habrías podido llegar tan lejos si no te hubieses dado cuenta de que quieres conocer a Dios. Y eso es todo lo que se necesita para que Él venga a ti.

Comentario

Hogar. ¡Qué palabra más sugerente! “Voy a mi hogar”. A veces sólo con pensar en ir al hogar, incluso en sentido abstracto, puede hacer que surjan en nosotros profundas emociones, felices, aunque para algunos una vida desgraciada en el hogar ha ensombrecido esta palabra. Incluso entonces, aunque nuestro hogar “real” haya sido desgraciado, seguimos llenos de un profundo deseo del hogar como debería ser. Nuestro verdadero hogar está en Dios. Nuestros deseos del hogar están basados en nuestro deseo de este hogar espiritual en Dios.

¿Cómo puedo “ir al hogar”? Hay canciones que expresan la idea de que vamos al hogar, al Cielo, cuando morimos: canciones espirituales como “Ir al Hogar”. Pero el Curso aquí es muy, muy claro. Habla de abandonar este mundo y dice: “No mediante la muerte, sino mediante un cambio de parecer con respecto al propósito del mundo” (1:2).

Mientras pensemos que el propósito del mundo está en el mundo mismo, que la felicidad y la libertad y la satisfacción se encuentran aquí en el mundo, nunca lo abandonaremos. Ni siquiera al “morir”. Las cadenas que nos atan al mundo son mentales, no físicas. Lo que nos aprisiona al mundo es el valor que le damos. Si le doy valor al mundo “tal como lo veo ahora” (1:3, también 1:4), me tendrá apresado aunque mi cuerpo se desmorone. Pero si ya no veo en este mundo “tal como lo contemplo” nada que quiera conservar o conseguir, entonces estoy libre.

Literalmente hablando, ¡hay todo un mundo de significado en esas palabras “tal como lo veo ahora” y “tal como lo contemplo”! Tal como el ego lo ve, este mundo es un lugar de castigo y de aprisionamiento, y al mismo tiempo un lugar donde vengo a buscar lo que parece “faltarme” a mí. Mientras le dé valor a ese castigo y aprisionamiento, quizá no para mí sino para otros sobre los que he proyectado mi culpa, estaré encadenado al mundo, y no iré al hogar. Mientras piense que me falta algo y continúe buscándolo fuera de mí, dándole valor al mundo por lo que creo que puede ofrecerme, estaré encadenado al mundo, y no iré al hogar.

“Mi hogar me aguarda”. Nuestro hogar no se está construyendo. Está preparado y esperando, la alfombra roja extendida, todo está listo, los Brazos de Dios están abiertos y oigo Su Voz (2:2). El hogar está a mi alcance ahora mismo, sólo con elegirlo. Que esté dispuesto a mirar a lo que me impide elegirlo, porque ésos son los obstáculos que me impiden encontrarlo. ¿Todavía deseo con nostalgia que venga mi príncipe (o princesa) azul? ¿Todavía tengo cosas que quiero hacer antes de estar listo para ir? ¿Todavía encuentro placer cuando los malvados (en mi opinión) sufren? Si este mundo pudiera desaparecer dentro de una hora, ¿qué lamentaría? ¿Estaría dispuesto a irme? Si una brillante cortina apareciese en la entrada y una Voz dijera: “Cruza este portal y estarás en el Cielo”, ¿lo cruzaría? ¿Por qué no?

Esto no es una fantasía. La Voz nos está llamando, y el Cielo está aquí ahora. Podemos cruzar el portal en cualquier momento que lo elijamos. Si no estamos sintiendo el Cielo, estamos eligiendo no hacerlo, y se nos ha encomendado el trabajo de descubrir lo que nos retiene en esta aula de aprendizaje. Para eso es el mundo: para enseñarnos a abandonarlo.

¿Qué necesidad tengo de prolongar mi estadía en un lugar de vanos deseos y de sueños frustrados cuando con tanta facilidad puedo alcanzar el Cielo? (2:3)



¿Qué es el perdón? (Parte 6)

L.pII.1.3:3-4

No nos damos cuenta de cuánto deforman la verdad nuestros pensamientos que no perdonan (3:3). Los pensamientos que no perdonan deforman la manera en que vemos las cosas que nos están de acuerdo con cómo quiere verlas la falta de perdón. Los pensamientos que no perdonan pasan por alto cualquier muestra de amor, y encuentran pruebas de culpa. En “Los Obstáculos a la Paz” y el apartado sobre “La Atracción de la Culpabilidad”, nuestros pensamientos que no perdonan se comparan con mensajeros hambrientos a los que “se les ordena con aspereza que vayan en busca de culpabilidad, que hagan acopio de cualquier retazo de maldad y de pecado que puedan encontrar sin que se les escape ninguno so pena de muerte, y que los depositen ante su señor y amo respetuosa-mente” (T.19.IV (A).i.11:2). Es decir, encontramos lo que estamos buscando, y el ego está buscando culpa.

Pero la distorsión (deformación) no es sólo el método que usa el ego, la distorsión (deformación) es también el propósito del ego. Así, el propósito de la falta de perdón es deformar la realidad. La falta de perdón se propone con furia “arrasar la realidad, sin ningún miramiento por nada que parezca contradecir su punto de vista” (3:4). La realidad es el enemigo odiado, la presencia intolerable, porque nuestra realidad es todavía el Hijo de Dios que jamás se ha separado de Él en lo más mínimo.

La realidad pone al descubierto al ego como una mentira, y esto no puede tolerarse. Cuando nuestra mente está dominada por pensamientos que no perdonan, el modo en que funciona se propone desde el comienzo deformar la realidad para que no se reconozca.


En contraste con esto, el Curso nos pide: “Sueña con la bondad de tu hermano en vez de concentrarte en sus errores… Y no desprecies los muchos regalos que te ha hecho sólo porque en tus sueños él no sea perfecto” (T.27.VII.15). Nos pide que busquemos amor en lugar de buscar culpa. Para empezar, podemos poner en duda el modo en que vemos las cosas, dándonos cuenta de que nuestros procesos de pensamiento y nuestros métodos de juzgar están seriamente dañados y no son de fiar. No es que no deberíamos juzgar, sino que no podemos juzgar (M.10.2:1). Nuestra mente está enferma, necesitamos una mente sana para que juzgue por nosotros. Y esa mente es el Espíritu Santo.





TEXTO


i. La atracción de la culpabilidad


10. La atracción de la culpabilidad hace que se le tenga miedo al amor, pues el amor nunca se fijaría en la culpabilidad en absoluto. 2La naturaleza del amor es contemplar solamente la verdad ­-donde se ve a sí mismo- y fundirse con ella en santa unión y en compleción. 3De la misma forma en que el amor no puede sino mirar más allá del miedo, así el miedo no puede ver el amor. 4Pues en el amor reside el fin de la culpabilidad tan inequívocamente como que el miedo depende de ella. 5El amor sólo se siente atraí­do por el amor. 6Al pasar por alto completamente a la culpabili­dad, el amor no ve el miedo. 7Al estar totalmente desprovisto de ataque es imposible que pueda temer. 8El miedo se siente atraído por lo que el amor no ve, y ambos creen que lo que el otro ve, no existe. 9El miedo contempla la culpabilidad con la misma devo­ción con la que el amor se contempla a sí mismo. 10Y cada uno de ellos envía sus mensajeros, que retornan con mensajes escritos en el mismo lenguaje que se utilizó al enviarlos.

11. El amor envía a sus mensajeros tiernamente, y éstos retornan con mensajes de amor y de ternura. 2los mensajeros del miedo se les ordena con aspereza que vayan en busca de culpabilidad, que hagan acopio de cualquier retazo de maldad y de pecado que puedan encontrar sin que se les escape ninguno so pena de muerte, y que los depositen ante su señor y amo respetuosa­mente. 3La percepción no puede obedecer a dos amos que piden distintos mensajes en lenguajes diferentes. 4El amor pasa por alto aquello en lo que el miedo se cebaría. 5Lo que el miedo exige, el amor ni siquiera lo puede ver. 6La intensa atracción que la culpa­bilidad siente por el miedo está completamente ausente de la tierna percepción del amor. 7Lo que el amor contempla no signi­fica nada para el miedo y es completamente invisible.

12. Las relaciones que se entablan en este mundo son el resultado de cómo se ve el mundo. 2Y esto depende de la emoción a la que se pidió que enviara sus mensajeros para que lo contemplasen y regresasen trayendo noticias de lo que vieron. 3A los mensajeros del miedo se les adiestra mediante el terror, y tiemblan cuando su amo los llama para que le sirvan. 4Pues el miedo no tiene compa­sión ni siquiera con sus amigos. 5Sus mensajeros saquean culpa­blemente todo cuanto pueden en su desesperada búsqueda de culpabilidad, pues su amo los deja hambrientos y a la intemperie, instigando en ellos la crueldad y permitiéndoles que se sacien únicamente de lo que le llevan. 6Ni el más leve atisbo de culpabi­lidad se escapa de sus ojos hambrientos. 7Y en su despiadada búsqueda de pecados se abalanzan sobre cualquier cosa viviente que vean, y dando chillidos se la llevan a su amo para que él la devore.

13. No envíes al mundo a esos crueles mensajeros para que lo devoren y se ceben en la realidad. 2Pues te traerán noticia de carne, pellejo y huesos. 3Se les ha enseñado a buscar lo corrupti­ble, y a retornar con los buches repletos de cosas podridas y des­compuestas. 4Para ellos tales cosas son bellas, ya que parecen mitigar las crueles punzadas del hambre. 5Pues el dolor del miedo los pone frenéticos, y para evitar el castigo de aquel que los envía, le ofrecen lo que tienen en gran estima.

14. El Espíritu Santo te ha dado los mensajeros del amor para que los envíes en lugar de aquellos que adiestraste mediante el terror. 2Están tan ansiosos de devolverte lo que tienen en gran estima como los otros. 3Si los envías, sólo verán lo bello y lo puro, lo tierno y lo bondadoso. 4Tendrán el mismo cuidado de que no se les escape ningún acto de caridad, ninguna ínfima expresión de perdón ni ningún hálito de amor. 5retornarán con todas las cosas bellas que encuentren para compartirlas amorosamente contigo. 6No tengas miedo de ellos. 7Te ofrecen la salvación. 8Sus mensajes son mensajes de seguridad, pues ven el mundo como un lugar bondadoso.

15. Si envías únicamente los mensajeros que el Espíritu Santo te da, sin desear otros mensajes que los suyos, nunca más verás el miedo. 2El mundo quedará transformado ante tu vista, limpio de toda culpabilidad y teñido de una suave pincelada de belleza. 3No hay miedo en el mundo que tú mismo no hayas sembrado en él. 4Ni ninguno que puedas seguir viendo después de pedirles a los mensajeros del amor que lo desvanezcan. 5El Espíritu Santo te ha dado Sus mensajeros para que se los envíes a tu hermano y para que retornen a ti con lo que el amor ve. 6Se te han dado para reemplazar a los hambrientos perros del miedo que enviabas en su lugar. 7Y marchan adelante para dar a conocer que el fin del miedo ha llegado.

16. El amor también quiere desplegar ante ti un festín sobre una mesa cubierta con un mantel inmaculado, en un plácido jardín donde sólo se oye un cántico angelical y un suave y feliz murmu­llo. 2Es éste un banquete en honor de tu relación santa, en el que todo el mundo es un invitado de honor. 3Y en un instante santo todos bendecís la mesa de comunión juntos, al uniros fraternal­mente ante ésta. 4Yo me uniré a vosotros ahí, tal como lo prometí hace mucho tiempo y como todavía lo sigo prometiendo. 5Pues en vuestra nueva relación se me da la bienvenida. 6Y donde se me da la bienvenida allí estoy.




17. Se me da la bienvenida en un estado de gracia, lo cual quiere decir que finalmente me has perdonado. 2Pues me convertí en el símbolo de tu pecado, y por esa razón tuve que morir en tu lugar. 3Para el ego el pecado significa muerte, y así la expiación se alcanza mediante el asesinato. 4Se considera que la salvación es un medio a través del cual el Hijo de Dios fue asesinado en tu lugar. 5Mas ¿iba acaso ofrecerte a ti, a quien quiero, mi cuerpo, sabiendo lo insignificante que es? 6¿O, por el contrario, te enseña­ría que los cuerpos no nos pueden separar? 7Mi cuerpo no fue más valioso que el tuyo; ni fue tampoco un mejor instrumento para comunicar lo que es la salvación, si bien no Su fuente.8Nadie puede morir por otro, y la muerte no expía los pecados. 9Pero puedes vivir para mostrar que la muerte no es real. 10El cuerpo ciertamente parecerá ser el símbolo del pecado mientras creas que puede proporcionarte lo que deseas. 11Y mientras creas que puede darte placer, creerás también que puede causarte dolor. 12Pensar que podrías estar contento y satisfecho con tan poco es herirte a ti mismo; y limitar la felicidad de la que podrías gozar es recurrir al dolor para que llene tus escasas reservas y haga tu vida más plena. 13Esto es compleción tal como el ego lo entiende. 14Pues la culpabilidad se infiltra subrepticiamente allí donde se ha desplazado a la felicidad, y la substituye. 15La comu­nión es otra forma de compleción, que se extiende más allá de la culpabilidad porque se extiende más allá del cuerpo.



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