DESPERTAR AL AMOR

martes, 29 de agosto de 2017

29 AGOSTO: En este instante santo llega la salvación.

AUDIOLIBRO




EJERCICIOS

3. ¿Qué es el mundo?

1. El mundo es una percepción falsa. 2Nació de un error, y no ha abandonado su fuente. 3Persistirá mientras se siga abrigando el pensamiento que le dio vida. 4Cuando el pensamiento de separa­ción haya sido sustituido por uno de verdadero perdón, el mundo se verá de una manera completamente distinta; de una manera. que conduce a la verdad en la que el mundo no puede sino desaparecer junto con todos sus errores. 5Ahora su fuente ha desaparecido, al igual que sus efectos.

2. El mundo se fabricó como un acto de agresión contra Dios. 2Es el símbolo del miedo. 3Mas ¿qué es el miedo sino la ausencia de amor? 4El mundo, por lo tanto, se fabricó con la intención de que fuese un lugar en el que Dios no pudiese entrar y en el que Su Hijo pudiese estar separado de Él. 5Esa fue la cuna de la percep­ción, pues el conocimiento no podría haber sido la causa de pen­samientos tan descabellados. 6Mas los ojos engañan, y los oídos oyen falsedades. 7Ahora es muy posible cometer errores porque se ha perdido la certeza.

3. Y para sustituirla nacieron los mecanismos de la ilusión, 2que ahora van en pos de lo que se les ha encomendado buscar. 3Su finalidad es servir el propósito para el que se fabricó el mundo, de modo que diese testimonio de él y lo hiciera real. 4Dichos meca­nismos ven en sus ilusiones una sólida base donde existe la ver­dad y donde se mantiene aparte de las mentiras. 5No obstante, no informan más que de ilusiones, las cuales se mantienen separadas de la verdad.

4. Del mismo modo en que el propósito de la vista fue alejarte de la verdad, puede asimismo tener otro propósito. 2Todo sonido se convierte en la llamada de Dios, y Aquel a quien Dios designó como el Salvador del mundo puede conferirle a toda percepción un nuevo propósito. 3Sigue Su Luz, y verás el mundo tal como Él lo ve. 4Oye sólo Su Voz en todo lo que te habla. 5Y deja que Él te conceda la paz y la certeza que tú desechaste, pero que el Cielo salvaguardó para ti en Él.

5. No nos quedemos tranquilos hasta que el mundo se haya unido a nuestra nueva percepción. 2No nos demos por satisfechos hasta que el perdón sea total. 3Y no intentemos cambiar nuestra función. 4Tenemos que salvar al mundo. 5Pues nosotros que lo fabricamos tenemos que contemplarlo a través de los ojos de Cristo, de modo que aquello que se concibió para que muriese pueda ser restituido a la vida eterna.


AUDIOLIBRO





EJERCICIOS

LECCIÓN 241

En este instante santo llega la salvación.

1. ¡Qué alegría tan grande la de hoy! 2Éste es un día de una cele­bración especial. 3Pues este día le ofrece al mundo de tinieblas el instante que se fijó para su liberación. 4Ha llegado el día en que todos los pesares se dejan atrás y el dolor desaparece. 5La gloria de la salvación alborea hoy sobre un mundo que ha sido libe­rado. 6Éste es un tiempo de esperanza para millones de seres. 7Ahora ellos se unirán conforme tú los perdones a todos. 8Pues hoy tú me perdonarás a mí.       

2. Ahora nos hemos perdonado los unos a los otros, y así podemos por fin regresar a Ti. 2Padre, Tu Hijo, que en realidad jamás se ausentó, retorna al Cielo y a su hogar. 3iQué contentos estamos de que se nos haya restituido la cordura y de poder recordar que todos somos uno!



Instrucciones para la práctica

Propósito: Dar los últimos pasos a Dios. Esperar a que Él dé el último paso.

Tiempo de quietud por la mañana/ noche: Tanto tiempo como sea necesario.
Lee la lección.
Utiliza la idea y la oración para dar comienzo al tiempo de quietud. No dependas de las palabras. Utilízalas como una sencilla invitación a Dios para que venga a ti.

·   Siéntate en silencio y espera a Dios. Espera en quieta expectación a que Él se revele a Sí Mismo a ti. Busca únicamente la experiencia de Dios directa, profunda y sin palabras. Estate seguro de Su llegada, y no tengas miedo. Pues Él ha prometido que cuando Le invites, vendrá. Únicamente pides que cumpla Su antigua promesa, que Él quiere cumplir. Estos momentos de quietud son tu regalo a Él.

Recordatorios cada hora: No te olvides.
Da gracias a Dios por haber permanecido contigo y porque siempre estará ahí para contestar tu llamada a Él.

Recordatorios frecuentes: Tan a menudo como sea posible, incluso cada minuto.
Recuerda la idea. Permanece con Dios, deja que Él te ilumine.

Respuesta a la tentación: Cuando te sientas tentado a olvidarte de tu objetivo.
Utiliza la idea del día como una llamada a Dios y desaparecerán todas las tentaciones.

Lectura: Antes de uno de los momentos de práctica del día.

·         Lee lentamente la sección “¿Qué es?”.
·         Piensa en ella durante un rato.

Observaciones generales: Ahora, en esta parte final del año que tú y Jesús habéis pasado juntos, empiezas a alcanzar el objetivo de las prácticas, que es el objetivo del Curso. Jesús está tan cerca que no puedes fracasar. Has recorrido una gran parte del camino. No mires hacia atrás. Fija la mirada en el final del camino. No habrías podido llegar tan lejos si no te hubieses dado cuenta de que quieres conocer a Dios. Y eso es todo lo que se necesita para que Él venga a ti.





Comentario

Cuando la lección dice que hoy “es un día de una celebración especial” (1:2), sospecho que usa la palabra “especial” del mismo modo en que la usa en otro lugar del Texto, en el que Jesús dice: “Todos mis hermanos son especiales” (T.1.V.3:6). Hoy es un día especial porque, en el instante santo, la salvación ya ha llegado. Y sin embargo, “Puedes reclamar el instante santo en cualquier momento y lugar en que lo desees” (T.15.IV.4:4). ¡Siempre que pidas el instante santo, es una celebración especial! ¡Un día de gozo!

Esto es como decirle a un niño que puede celebrar la Navidad el día que quiera. Y ciertamente el Curso nos dice exactamente eso, en la sección titulada “La Hora de Renacer”, escrito en Navidad. Nos dice que esta Navidad es la hora de Cristo, y que la hora de Cristo es el instante santo (T.15.X.2:1), y luego nos dice: “en tus manos está hacer que la hora de Cristo tenga lugar ahora” (T.15.X.4:1).

Y entonces, ¿por qué no hoy? ¿Por qué no todos los días? ¿Por qué no ahora? Cualquier instante que yo quiera puedo convertirlo en un instante en el que “todos los pesares se dejan atrás y el dolor desaparece” (1:4). La práctica del instante santo me ofrece esto. En cualquier instante, dentro de mi mente puedo abrir una ventana al mundo real, y respirar su agradable aire. Puedo sentir un mundo unido, unido por medio de mi perdón.

Todavía no siento la felicidad absoluta en el momento en que cierro los ojos y digo: “En este instante santo llega la salvación”. Siempre está aquí la realidad que he experimentado de vez en cuando, de eso estoy seguro. Sin embargo, es muy desigual mi experiencia de ello (¡muy irregular!). Pero una vez que la has sentido, y en ese instante has sabido que lo que estás sintiendo es eterno, ya nunca podrás dudar de su eterna presencia. Todavía hay muchos obstáculos que impiden que yo sea consciente de ello. Todavía me estoy aferrando a algunos de esos obstáculos. La mayor parte del tiempo, mis resentimientos me ocultan la Luz del mundo. Pero está ahí. Mi perdón me la puede mostrar (1:7, 2:1).

Cada vez que me detengo para recordar, cada vez que intento pedir un instante santo, cae un obstáculo, se añade a mi depósito otra gota de mi buena disposición. ¿De qué mejor manera puedo emplear mi tiempo? Como dijo la Lección 127: “No hay mejor manera de emplear el tiempo que ésa” (ver párrafos 7 y 8).
Una nota más: date cuenta de que en 1:8, Jesús nos dice que le perdonemos a él. Hoy voy a examinarme para ver si todavía guardo algo en su contra, algún tipo de desconfianza hacia él, algún temor a él, algo por lo que le culpo o por lo que estoy resentido contra él. Aunque le respete como mi maestro, es muy fácil tener resentimientos contra tus maestros.


¿Qué es el mundo? (Parte 1)

L.pII.3.1:1-4

La primera frase contesta la pregunta ¿qué es el mundo?: “El mundo es una percepción falsa” (1:1). El resto de la página es la explicación de esta corta frase. Algunos de nosotros, al leer por primera vez el Curso, pensamos que quizá el Curso no quería decir que el mundo no es real, sino que la manera en que lo vemos es falsa. Sin embargo, aquí, Jesús nos está diciendo con toda claridad que el mundo y la percepción falsa son lo mismo. El mundo es una alucinación, estamos viendo algo que no está ahí.

Tal como yo lo veo, “yo” estoy dentro de mi cabeza atento a un mundo que no es parte de mí. Separado. Y eso no es la verdad. No existe un mundo externo a mí (T.18.VI.1:1; T.12.III.6:7). “Lo que se proyecta y parece ser externo a la mente, no se encuentra afuera en absoluto” (T.26.VII.4:9).

El mundo “nació de un error” y no ha abandonado nuestra mente que lo produjo (1:2). Como dice el Curso frecuentemente: “Las ideas no abandonan su fuente”. El mundo está en nuestra idea equivocada de la separación, en nuestra mente. Cuando nuestra mente (la mente única que todos compartimos) ya no desee más la idea de la separación, el mundo que representa a esa idea desaparecerá.

Muchos que han sido educados en una tradición religiosa que enseñaba que Dios creó el mundo, han pasado por un montón de angustia y confusión, preguntándose ¡cómo pudo crear Dios semejante lío! Si Él era responsable de todo esto, no estábamos seguros de querer conocerle. ¡Qué alivio es darse cuenta de que Él no lo creó!, nació del error de nuestra mente, de albergar por error en nuestra mente la idea de la separación. Las desgracias de este mundo sólo reflejan la desgracia que trajo a nuestra mente el pensamiento de la separación. Es como si nos preguntásemos: ¿Y si estamos separados?, y se nos diera al instante un viaje a una realidad falsa de lo que eso sería.


Una lección del comienzo dijo: “Puedo escaparme de este mundo renunciando a los pensamientos de ataque” (Lección 55, repaso de la 23). El pensamiento es el mismo. Sana los pensamientos de ataque, los pensamientos de separación que todavía albergo, y puedo dejar atrás el mundo. El Curso nos está ayudando a hacer justamente eso: abandonar nuestros pensamientos de ataque, y solucionar los problemas del mundo en donde se producen.





TEXTO

VI. El templo del Espíritu Santo


1. El significado del Hijo de Dios reside exclusivamente en la rela­ción que tiene con su Creador. 2Si residiese en cualquier otra cosa estaría basado en lo contingente, pero no hay nada más. 3Y este hecho es totalmente amoroso y eterno. 4El Hijo de Dios, no obs­tante, ha inventado una relación no santa entre él y su Padre. 5Su verdadera relación es una de perfecta unión e ininterrumpida continuidad. 6La relación que él inventó es parcial, egoísta, fragmentada y llena de temor. 7La que su Padre creó se abarca y se extiende totalmente a sí misma. 8La que él inventó es totalmente auto-destructiva y se limita a sí misma.

2. Nada puede mostrar mejor este contraste que la experiencia de ambas clases de relación, la santa y la no santa. 2La primera se basa en el amor, y descansa sobre él serena e imperturbada. 3El cuerpo no se inmiscuye en ella en absoluto. 4Ninguna relación de la que el cuerpo forma parte está basada en el amor, sino en la idolatría. 5El amor desea ser conocido, y completamente compren­dido y compartido. 6No guarda secretos ni hay nada que desee mantener aparte y oculto. 7Camina en la luz, sereno y con los ojos abiertos, y acoge todo con una sonrisa en sus labios y con una sinceridad tan pura y tan obvia que no podría interpretarse erró­neamente.

3. Mas los ídolos no comparten. 2Aceptan, pero lo que aceptan no es correspondido. 3Se les puede amar, pero ellos no pueden amar. 4No entienden lo que se les ofrece, y cualquier relación en la que entran a formar deja de tener significado. 5El amor que se les tiene ha hecho que el amor no tenga significado. 6Viven en secreto, detestando la luz del sol, felices, no obstante, en la penumbra del cuerpo, donde pueden ocultarse y mantener sus secretos ocultos junto con ellos mismos. 7Y no tienen relaciones, pues allí no se le da la bienvenida a nadie. 8No le sonríen nadie, ni ven a los que les sonríen a ellos.

4. la oscuridad, ocultos de la luz del sol. 2No va en busca de poder, sino de relaciones. 3Elcuerpo es el arma predilecta del ego para obtener poder mediante las relaciones que entabla. 4sus relaciones sólo pueden ser profanas, pues lo que verdaderamente son, él ni siquiera lo ve. 5Las desea exclusivamente como ofren­das con las que sus ídolos medran. 6Todo lo demás simplemente lo desecha, pues lo que ello podría ofrecerle él no le otorga ningún valor. 7Al estar desamparado, el ego trata de acumular tantos cuerpos como pueda para que sirvan de altares para sus ídolos y así convertirlos en templos consagrados a sí mismo.

5. El templo del Espíritu Santo no es un cuerpo, sino una relación. 2El cuerpo es una aislada mota de oscuridad; una alcoba secreta y oculta; una diminuta mancha de misterio que no tiene sentido, un recinto celosamente protegido, pero que aun así no oculta nada. 3Aquí es donde la relación no santa se escapa de la realidad, y donde va en busca de migajas para sobrevivir. 4Ahí quiere arrastrar a sus hermanos, a fin de mantenerlos atrapados en la idolatría. 5Ahí  se siente a salvo, pues el amor no puede entrar. 6El Espíritu Santo no edifica Sus templos allí donde el amor jamás podría estar. 7¿Escogería Aquel que ve la faz de­ Cristo como Su hogar el único lugar en el universo donde ésta no se puede ver?

6. Tú no puedes hacer del cuerpo el templo del Espíritu Santo, y el cuerpo nunca podrá ser la sede del amor. 2Es la morada del idólatra, y de lo que condena al amor. 3Pues ahí el amor se vuelve algo, temible y se pierde toda esperanza. 4Aun los ídolos que ahí son adorados están revestidos de misterio y se les mantiene aparte de aquellos que les rinden culto. 5Éste es el templo consa­grado a la negación de las relaciones y de la reciprocidad. 6Ahí se percibe con asombro el "misterio" de la separación y se le con­templa con reverencia. 7Lo que Dios no dispuso que fuese se mantiene ahí "a salvo" ;de Él. 8Pero de lo que no te das cuenta es de que aquello que temes en tu hermano y te niegas a ver en él, es lo que hace que Dios te parezca temible y que no lo conozcas.

7. Los idólatras siempre tendrán miedo del amor, pues nada los amenaza tanto como su proximidad. 2Deja que el amor se les acer­que y pase por alto el cuerpo, como sin duda hará, y corren despa­voridos, sintiendo cómo empiezan a estremecerse y a tambalearse los cimientos aparentemente sólidos de su templo. 3Hermano, tú tiemblas con ellos. 4Sin embargo, de lo que tienes miedo es del heraldo de la libertad. 5Ese lugar de sombras no es tu hogar. 6Tu templo no está en peligro. 7Ya no eres un idólatra. 8El propósito del Espíritu Santo está a salvo en tu relación y no en tu cuerpo. 9Te has escapado del cuerpo. 10EI cuerpo no puede entrar allí donde tú estás, pues ahí es donde el Espíritu Santo ha establecido Su templo.

8Las relaciones no admiten grados. 2O son o no son. 3Una rela­ción no santa no es una relación. 4Es un estado de aislamiento que aparenta ser lo que no es. 5Eso es todo. 6En el instante en que la idea descabellada de hacer que tu relación con Dios fuese pro­fana pareció posible, todas tus relaciones dejaron de tener signifi­cado. 7En ese instante profano nació el tiempo, y se concibieron los cuerpos para albergar esa idea descabellada y conferirle la ilusión de realidad. 8así, pareció tener un hogar que duraba por un cierto período de tiempo, para luego desaparecer del todo. 9Pues ¿qué otra cosa sino un fugaz instante podría dar albergue a esa loca idea que se opone a la realidad?

9. Los ídolos desaparecerán y no dejarán rastro alguno con su partida. 2El instante profano de su aparente poder es tan frágil como un copo de nieve, pero sin su belleza. 3¿Es éste el sustituto que deseas en lugar de la eterna bendición del instante santo y su ilimitada beneficencia? 4¿Es la malevolencia de la relación no santa, tan aparentemente poderosa, tan mal comprendida y tan revestida de una falsa atracción lo que prefieres en lugar del ins­tante santo, que te ofrece entendimiento y paz? 5Deja a un lado el cuerpo entonces, y elevándote al encuentro de lo que realmente deseas, transciéndelo serenamente. 6Y desde Su templo santo, no mires atrás a aquello de lo que has despertado. 7Pues no hay ilusiones que puedan resultarle atractivas a la mente que las ha transcendido y dejado atrás.

10La relación santa refleja la verdadera relación que el Hijo de Dios tiene con su Padre en la realidad. 2El Espíritu Santo mora dentro de ella con la certeza de que es eterna. 3Sus firmes cimien­tos están eternamente sostenidos por la verdad, y el amor brilla sobre ella con la dulce sonrisa y tierna bendición que le ofrece a lo que es suyo. 4Aquí el instante no santo se intercambia gustosa­mente por uno santo y de absoluta reciprocidad. 5He aquí tierna­mente despejado el camino que conduce a las verdaderas relaciones, por el que tú y tu hermano camináis juntos dejando atrás el cuerpo felizmente para descansar en los Eternos Brazos de Dios. 6Los Brazos del Amor están abiertos para recibirte y brin­darte paz eterna.

11. El cuerpo es el ídolo del ego, la creencia en el pecado hecha carne y luego proyectada afuera. 2Esto produce lo que parece ser una muralla de carne alrededor de la mente, que la mantiene prisionera en un diminuto confín de espacio y tiempo hasta que llegue la muerte, y disponiendo de un solo instante en el que suspirar, sufrir y morir en honor de su amo. 3Y este instante no santo es lo que parece ser la vida: un instante de desesperación, un pequeño islote de arena seca, desprovisto de agua y sepultado en el olvido. 4Aquí se detiene brevemente el Hijo de Dios para hacer su ofrenda a los ídolos de la muerte y luego fallecer. 5Sin embargo, aquí está más muerto que vivo. 6No obstante, es aquí también donde vuelve a elegir entre la idolatría y el amor. 7Aquí se le da a escoger entre pasar dicho instante rindiéndole culto al cuerpo, o permitir que se le libere de él. 8Aquí puede aceptar el instante santo que se le ofrece como sustituto del instante no santo que antes había elegido. 9aquí puede finalmente darse cuenta de que las relaciones son su salvación y no su ruina.


12. Tú que estás aprendiendo esto puede que aún tengas miedo, pero no estás inmovilizado. 2El instante santo tiene ahora para ti mucho más valor que su aparente contrapartida, y te has dado cuenta de que realmente sólo deseas uno de ellos. 3Este no es un período de tristeza. 4Tal vez de confusión, pero no de desaliento. 5Tienes una verdadera relación, la cual tiene significado. 6Es tan similar a tu verdadera relación con Dios, como lo son entre sí todas las cosas que gozan de igualdad. 7La idolatría pertenece al pasado y no tiene significado. 8Quizá aún le tienes un poco de miedo a tu hermano; quizá te acompaña todavía una sombra del temor a Dios. 9Mas ¿qué importancia tiene eso para aquellos a quienes se les ha concedido tener una verdadera relación que transciende el cuerpo? 10¿Y se les podría privar por mucho más tiempo de contemplar la faz de Cristo? 11¿Y podrían ellos seguir privándose a sí mismos por mucho más tiempo del recuerdo de la relación que tienen con su Padre y mantener la memoria de Su Amor fuera de su conciencia?



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