DESPERTAR AL AMOR

viernes, 13 de marzo de 2020

13 MARZO: Abrigar resentimientos es un ataque contra el plan de Dios para la salvación.

AUDIOLIBRO



EJERCICIOS


LECCION 72


Abrigar resentimientos es un ataque contra el plan de Dios para la salvación.



1. Aunque hemos reconocido que el plan del ego para la salva­ción es el opuesto al de Dios, aún no hemos puesto de relieve que es también un ataque directo contra Su plan y un intento deliberado de destruirlo. 2En dicho ataque se le adjudican a Dios aque­llos atributos que de hecho le corresponden al ego, mientras que el ego parece asumir los de Dios.

2. El deseo fundamental del ego es suplantar a Dios. 2De hecho, el ego es la encarnación física de ese deseo. 3Pues es este deseo lo que parece encerrar a la mente en un cuerpo, manteniéndola sola y separada e incapaz de llegar a otras mentes, excepto a través del mismo cuerpo que fue hecho con el propósito de aprisionarla. 4Poner límites en la comunicación no es la mejor manera de expandirla. 5No obstante, el ego quiere hacerte creer que lo es. 

3. Aunque el intento de mantener las limitaciones que un cuerpo impone es obvio aquí, tal vez no sea tan evidente por qué razón abrigar resentimientos constituye un ataque contra el plan de Dios para la salvación. 2Examinemos, pues, cuáles son las cosas contra las que tienes la tendencia a abrigar resentimientos. 3¿Acaso no están siempre asociadas con algo que un cuerpo hace? 4Una persona dice algo que no te gusta. 5O bien hace algo que te desagrada. 6Dicha persona "delata" sus pensamientos hostiles con su comportamiento.

4. En este caso no estás tratando con lo que la persona es. 2Por el contrario, en lo único que te fijas es en lo que esa persona hace en el cuerpo. 3Y no sólo no la estás ayudando a librarse de las limita­ciones de su cuerpo, sino que estás tratando activamente de atarla al cuerpo, al confundirla con éste y juzgar que ella y su cuerpo son una misma cosa. 4De este modo se ataca a Dios; pues si Su Hijo no es más que un cuerpo, eso es lo que Él debe ser también. 5Es inconcebible que un creador pueda ser radicalmente distinto de su creación.

5. Si Dios fuese un cuerpo, ¿cuál sería Su plan para la salvación? 2¿Qué otra cosa podría ser sino la muerte? 3Y al tratar de presen­tarse a Sí Mismo como el Autor de la vida y no de la muerte, resultaría ser un mentiroso y un impostor, lleno de falsas promesas, que ofrece ilusiones en vez de la verdad. 4La aparente reali­dad del cuerpo hace que esta perspectiva de Dios parezca con­vincente. 5De hecho, si el cuerpo fuese real, sería imposible no llegar a esta conclusión. 6Cada resentimiento que abrigas reitera que el cuerpo es real. 7Cada resentimiento que abrigas pasa por alto completamente lo que tu hermano es. 8Refuerza tu creencia de que él es un cuerpo y lo condena por ello. 9Y afirma que su salvación tiene que ser la muerte, al proyectar este ataque sobre Dios y hacerlo responsable de ello.

6. A esta arena cuidadosamente preparada, donde animales fero­ces acechan a sus presas y la clemencia no puede hacer acto de presencia, el ego viene a salvarte. 2Dios te hizo un cuerpo. 3Muy bien. 4Aceptemos esto y alegrémonos. 5En cuanto que cuerpo, no te prives de nada de lo que el cuerpo te ofrece. 6Apodérate de lo poco que puedas. 7Dios no te dio nada. 8El cuerpo es tu único salvador. 9Representa la muerte de Dios y tu salvación.

7. Ésta es la creencia universal del mundo que ves. 2Hay quienes odian al cuerpo y tratan de lastimarlo y humillarlo. 3Otros lo veneran y tratan de glorificarlo y exaltarlo. 4Pero mientras tu cuerpo siga siendo el centro del concepto que tienes de ti mismo, estarás atacando el plan de Dios para la salvación y abrigando resentimientos contra Él y contra Su creación, a fin de no oír la Voz de la verdad y acogerla como Amiga. 5El que has elegido como tu salvador ocupa Su lugar. 6Él es tu amigo; Dios, tu ene­migo.

8. Hoy trataremos de poner fin a estos ataques absurdos contra la salvación, 2y en lugar de ello, trataremos de darle la bienvenida. 3Tu percepción invertida ha sido la ruina de tu paz. 4Te has visto a ti mismo como que estás dentro de un cuerpo y a la verdad como algo que se encuentra fuera de ti, vedada de tu conciencia debido a las limitaciones del cuerpo. 5Ahora vamos a tratar de ver esto de otra manera.

9. La luz de la verdad está en nosotros, allí donde Dios la puso. 2El cuerpo es lo que está fuera de nosotros, y no es lo que nos concierne. 3Estar sin un cuerpo es estar en nuestro estado natural. 4Reconocer la luz de la verdad en nosotros es reconocernos a nosotros mismos tal como somos. 5Ver que nuestro Ser es algo separado del cuerpo es poner fin al ataque contra el plan de Dios para la salvación y, en lugar de ello, aceptarlo. 6Y dondequiera que Su plan se acepta, ya se ha consumado.

10. Nuestro objetivo para las sesiones de práctica más largas de hoy, es hacernos más conscientes de que el plan de Dios para la salvación ya se ha consumado en nosotros. 2Para lograr este obje­tivo tenemos que reemplazar el ataque por la aceptación. 3Mien­tras sigamos atacando, no podremos entender cuál es el plan de Dios para nosotros. 4Estaremos, por lo tanto, atacando lo que no reconocemos. 5Vamos a tratar ahora de suspender todo juicio y de preguntarle a Dios cuál es Su plan para nosotros:

6¿Qué es la salvación, Padre? 7No lo sé. 8Dímelo, para que lo pueda entender.

9Luego aguardaremos quedamente Su respuesta. 10Hemos ata­cado el plan de Dios para la salvación sin habernos detenido a escuchar en qué consistía. 11Hemos expresado nuestros resenti­mientos con gritos tan ensordecedores, que no hemos escuchado Su VOZ. 12Hemos utilizado nuestros resentimientos para cubrirnos los ojos y para taparnos los oídos.

11. Ahora queremos ver, oír y aprender. 2"¿Qué es la salvación, Padre?" 3Pregunta y se te contestará. 4Busca y hallarás. 5Ya no le estamos preguntando al ego qué es la salvación ni dónde encon­trarla. 6Se lo estamos preguntando a la verdad. 7Ten por seguro, entonces, que la respuesta será verdad, en virtud de Aquél a Quien se lo estás preguntando.
12. Cada vez que sientas que tu confianza flaquea y que tu espe­ranza de triunfo titubea y se extingue, repite tu pregunta y tu petición, recordando que le estás preguntando al infinito Crea­dor de lo infinito, Quien te creó a semejanza de Sí Mismo:

2¿Qué es la salvación, Padre? 3No lo sé. 4Dímelo, para qué lo pueda entender.

5Él te contestará. 6Resuélvete a escuchar.

13. Hoy sólo será necesario una o quizás dos sesiones de práctica cortas por hora, ya que serán un poco más largas que de costum­bre. 2Los ejercicios deben comenzar con lo siguiente:

3Abrigar resentimientos es un ataque contra el plan de Dios para la salvación. 4Permíteme aceptarlo en lugar de ata­carlo. 5¿Qué es la salvación, Padre?

6Luego espera en silencio un minuto más o menos, preferible­mente con los ojos cerrados, y aguarda Su respuesta.






Instrucciones para la práctica

Propósito: Dejar de atacar el plan de Dios como si fuera algo que no es. Y en su lugar, darle la bienvenida tal como es, y darte cuenta de que ya se ha llevado a cabo en ti.

Ejercicios más largos: 2 veces, durante diez a quince minutos.

Éste es otro ejercicio de tratar de oír la Voz de Dios. Esta vez Le estás preguntando a Dios cuál es Su plan para la salvación, para cambiar tus suposiciones acerca de lo que es. Tus resentimientos te han representado a Dios a tu semejanza, como un cuerpo que se siente injustamente tratado por el mal comportamiento de otros (lo que incluye tu mal comportamiento). Desde este punto de vista, tu reconciliación con Él, Él exige (como cualquier ego) que sacrifiques tus placeres por él y pagues el precio por tus delitos. ¿No ves que este punto de vista acerca de Su plan es la razón por la que lo has rechazado?

En la sesión de práctica, deja de lado tus suposiciones sobre lo que es el plan de Dios y pregúntale a Él lo que es. Pregunta de todo corazón: “¿Qué es la salvación, Padre? No lo sé. Dímelo, para que lo pueda entender”. Mientras escuchas, la actitud que tienes es importantísima. Ten confianza de que Él te contestará. “Resuélvete a escuchar” (12:6).

Cuando sientas que tu confianza disminuye, repite la pregunta de nuevo, conscientemente, “recordando que le estás preguntando al infinito Creador de lo infinito, Quien te creó a semejanza de Sí Mismo” (12:1). Puede ayudarte cambiar las palabras de las frases. Por ejemplo: “¿Cuál es Tu plan para la salvación? Renuncio a mis suposiciones. Quiero entenderlo de verdad”. Escucha la más ligera indicación. Confía en lo que escuchas. Puedes escribirlo después si quieres.

Recordatorios frecuentes: 1 o quizá 2 por hora, durante un minuto o así.
Di: “Abrigar resentimientos es un ataque contra el plan de Dios para la salvación. Permíteme aceptarlo en lugar de atacarlo. ¿Qué es la salvación, Padre?” Luego espera en silencio y escucha Su respuesta, mejor con los ojos cerrados.

Comentario

Ésta es una lección larga y nada fácil. El alcance de las ideas presentadas aquí es de enormes proporciones, incluso para el alumno avanzado del Curso (incluido yo). No hay modo de que yo dé una explicación detallada de todas las ideas en este breve comentario, así que principalmente voy a centrarme en unas pocas ideas interesantes.
La fuerza del argumento aquí es que albergar resentimientos siempre está relacionado con el comportamiento de un cuerpo. De este modo, los resentimientos confunden a la persona con su cuerpo; se basan en la suposición de que lo que somos es un cuerpo, y que lo que Dios creó son cuerpos. Puesto que los cuerpos mueren, Dios es un mentiroso cuando promete vida. La muerte es el último castigo por nuestros pecados, y eso es lo que Dios nos da.

Entonces el ego entra en escena en el papel de “salvador” diciéndonos: “Muy bien, eres un cuerpo. Así que apodérate de lo que puedas” (6:6). Vemos la salvación como algo relacionado con el cuerpo. O bien odiamos nuestro cuerpo y lo humillamos o lo amamos y tratamos de exaltarlo (7:2-3).

“Mientras tu cuerpo siga siendo el centro del concepto que tienes de ti mismo, estarás atacando el plan de Dios para la salvación” (7:4). ¿Por qué? Porque el plan de Dios no tiene nada que ver con el cuerpo, tiene que ver con la mente, el ser que tú eres.

Una cosa muy importante que el Curso está intentando hacernos entender es que no somos cuerpos: “El cuerpo es lo que está fuera de nosotros, y no es lo que nos concierne. Estar sin un cuerpo es estar en nuestro estado natural” (9:2-3). Esto va en contra de nuestra percepción habitual. La suposición universal acerca del hombre es que estamos dentro de nuestros cuerpos. Decir que el cuerpo está fuera de nosotros parece no tener sentido en absoluto. Pero en realidad, no es una idea tan inconcebible. Hay un modo de entender cómo nuestra consciencia puede parecer que está en el cuerpo cuando en realidad está en otro sitio.

Muchos de vosotros habréis oído hablar de la realidad Virtual (RV), es decir, un mundo artificial que puedes experimentar a través de un ordenador. Mi hijo, Ben, está haciendo el doctorado en Informática en la facultad de Georgia, centrándose en RV. No hace mucho visitó unos laboratorios de RV en Japón donde estaban experimentando con RV en relación con robots. Se puso un casco de RV (de modo que sus ojos y oídos entonces contemplaban y oían lo que se proyectaba en la pantalla de su casco o sonaba a través de los altavoces); llevaba un brazalete de RV en el brazo y en la mano. Éstos estaban conectados a un robot, que tenía una cámara y un micrófono sobe su “cabeza”, su brazo y mano mecánicos respondían a los movimientos del brazo y de la mano de Ben. Ben estaba viendo lo que el robot “veía”, oyendo lo que “oía”, y cogiendo objetos con la mano del robot.

Luego tuvo una experiencia muy extraña. Giró su cabeza (la del robot), miró al otro extremo de la habitación, y vio su cuerpo de carne sentado en el otro extremo, llevando puesto aquel raro artilugio. La consciencia de Ben estaba dentro del robot, aunque su cuerpo estaba al otro lado de la habitación. Él parecía estar separado de su cuerpo.

Creo que nuestros cuerpos se parecen mucho a ese robot de RV. Nuestra mente recibe sólo la información de los ojos y los oídos del cuerpo, así nos engañan haciéndonos pensar que estamos dentro de él. En realidad estamos “en otro lugar”, no dentro del cuerpo. Verdaderamente, lo que vemos en nuestro cuerpo es sólo realidad virtual. De hecho, el cuerpo está “fuera” de nosotros, y estar sin un cuerpo es nuestro estado natural.

Uno de los objetivos del Curso es ayudarnos a “ver que nuestro Ser es algo separado del cuerpo” (9:5). Espero que estos pensamientos te ayuden a tener en cuenta esa posibilidad.

Las sesiones de práctica pretenden que nos concentremos en preguntar: “¿Qué es la salvación, Padre? No lo sé” (10:6-7).La intención es que abandonemos las ideas que tenemos acerca de la “salvación”, que giran todas alrededor del cuerpo, ya sea glorificándolo o humillándolo, para que otra cosa ocupe el lugar de esas ideas. La salvación está en la aceptación de lo que somos, y lo que somos no es un cuerpo. La lección deja la respuesta acerca de la salvación a nuestra escucha interior. Dice que si escuchamos, se nos contestará (11:3; 12:5).









TEXTO


X. La confusión entre dicha y dolor



1. El Reino, al igual que este mundo, es el resultado de ciertas premisas. 2Puede que hayas llevado el razonamiento del ego a su conclusión lógica, que es una confusión total con respecto a todo. 3Si realmente vieses lo que resulta de ese razonamiento, lo repu­diarías. 4La única razón por la que pudieras desear algún aspecto de lo que resulta de ese razonamiento es que no alcanzas a ver su totalidad. 5Estás dispuesto examinar las premisas del ego, pero no su conclusión lógica. 6¿No sería posible que hubieses hecho lo mismo con las premisas de Dios? 7Tus creaciones son la conclu­sión lógica de Sus premisas 8EI Pensamiento de Dios las ha esta­blecido para ti. 9Se encuentran exactamente donde les corresponde estar. 10Y donde les corresponde estar es en tu mente, como parte de tu identificación con la Suya. aSin embargo, tu estado mental, así como el reconocimiento por tu parte de lo que se encuentra en tu mente, dependen de lo que crees acerca de ella. 11Sean cuales sean estas creencias, constituyen las premisas que habrán de determinar lo que aceptes en tu mente.

2. No cabe duda de que puedes aceptar en tu mente lo que no se encuentra en ella, así como también negar lo que sí se encuentra en ella. 2Sin embargo, aunque puedes negar la función que Dios Mismo le encomendó a tu mente a través de la Suya, no puedes evitar su expresión. 3Esa función es la conclusión lógica de lo que eres. 4La capacidad para ver la conclusión lógica de algo depende de que estés dispuesto a verla, pero la verdad de esa conclusión no tiene nada que ver con que estés dispuesto. 5La verdad es la Voluntad de Dios. 6Comparte Su Voluntad y estarás compar­tiendo Su conocimiento. 7Niega que Su Voluntad sea la tuya, y estarás negando Su Reino y el tuyo.

3. El Espíritu Santo te dirigirá sólo a fin de evitarte dolor. 2Obviamente nadie se opondría a este objetivo si lo reconociese. 3Mas el problema no estriba en si lo que el Espíritu Santo dice es verdad o no, sino en si quieres escucharle o no. 4No puedes reconocer lo que es doloroso, de la misma manera en que tampoco sabes lo que es dichoso, y, de hecho, eres muy propenso a confundir ambas cosas. 5La función primordial del Espíritu Santo es enseñarte a distinguir entre una y otra. 6Lo que a ti te hace dichoso le causa dolor al ego, y mientras tengas dudas con respecto a lo que eres, seguirás confundiendo la dicha con el dolor. 7Esta confusión es la causa del concepto de sacrificio. 8Obedece al Espíritu Santo, y estarás renunciando al ego. 9Pero no estarás sacrificando nada. 10Al contrario, estarás ganándolo todo. 11Si creyeses esto, no ten­drías conflictos.

4. Por eso es por lo que tienes que demostrarte a ti mismo lo obvio. 2Para ti no es obvio. 3Crees que hacer lo opuesto a la Volun­tad de Dios va ser más beneficioso para ti. 4Crees también que es posible hacer lo opuesto a la Voluntad de Dios. 5Por lo tanto, crees que tienes ante ti una elección imposible, la cual es a la vez temi­ble y deseable. 6Sin embargo, Dios dispone, 7no desea. 8Tu volun­tad es tan poderosa como la Suya porque es la Suya. 9Los deseos del ego no significan nada porque el ego desea lo imposible. 10Puedes desear lo imposible, pero sólo puedes ejercer tu voluntad en armonía con la de Dios. 11En eso estriba la debilidad del ego, así como tu fortaleza.

5. El Espíritu Santo siempre se pone de tu parte y de parte de tu fortaleza. 2Mientras en una u otra forma rehúses seguir las direc­trices que te da, es que quieres ser débil. 3Mas la debilidad es atemorizante: 4¿Qué otra cosa, entonces, podría significar esta decisión, excepto que quieres estar atemorizado? 5El Espíritu Santo nunca exige sacrificios, el ego, en cambio, siempre los exige: 6Cuando estás confundido con respecto a la diferencia entre ésas dos motivaciones, ello sólo puede deberse a la proyección. 7La proyección es una confusión de motivaciones, y, dada esta confu­sión, tener confianza se vuelve imposible. 8Nadie obedece de buen grado a un guía en el que no confía, pero eso no quiere decir que el guía no sea digno de confianza. 9En este caso, siempre significa que el seguidor es el que no lo es. 10Sin embargo, esto también depende de sus propias creencias. 11Al creer que puede traicionar, cree que todo lo puede traicionar a él. 12Mas esto sólo se debe a que eligió un falso consejo. 13Incapaz de seguir ese consejo sin miedo, asocia el miedo con el consejo y se niega a seguir cualquier tipo de consejo. 14No es sorprendente que lo que resulta de esta decisión sea confusión.

6. El Espíritu Santo, al igual que tú, es digno de toda confianza. 2Dios Mismo confía en ti, por lo tanto, el hecho de que eres digno de toda confianza es incuestionable. 3Será siempre incuestionable, no importa cuánto dudes de ello. 4Dije antes que tú eres la Voluntad de Dios. 5Su Voluntad no es un deseo trivial, y tu iden­tificación con Su Voluntad no es algo optativo, puesto que es lo que tú eres. 6Compartir Su Voluntad conmigo no es optativo tam­poco, aunque parezca serlo. 7La separación radica precisamente en este error. 8La única manera de escaparse del error es deci­diendo que no tienes nada que decidir. 9Se te dio todo porque así lo dispuso Dios. 10Ésa es Su Voluntad, y tú no puedes revocar lo que Él dispone. 

7. Ni siquiera el abandono de la falsa prerrogativa de tomar deci­siones -que con tanto celo guarda el ego- se puede lograr de­seándolo. 2La Voluntad de Dios, Quien nunca te dejó desampa­rado, lo logró por ti. 3Su Voz te enseñará a distinguir entre el dolor y la dicha, y te librará de la confusión a la que has dado lugar. 4No hay, confusión alguna en la mente de un Hijo de Dios cuya volun­tad no puede sino ser la Voluntad del Padre, toda vez que la Voluntad del Padre es Su Hijo.

8. Los milagros están en armonía con la Voluntad de Dios, la cual tú no conoces porque estás confundido con respecto a lo que tú dispones. 2Esto significa que estás confundido con respecto a lo que eres. 3Si eres la Voluntad de Dios, y no aceptas Su Voluntad, estás negando la dicha. 4El milagro es, por lo tanto, una lección acerca de lo que es la dicha. 5Por tratarse de una lección acerca de cómo compartir es una lección de amor, que es a su vez dicha. 6Todo milagro es, pues, una lección acerca de lo que es la verdad, y al ofrecer lo que es verdad estás aprendiendo a distinguir entre la dicha y el dolor.
















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