DESPERTAR AL AMOR

viernes, 20 de marzo de 2020

20 MARZO: Permítaseme reconocer el problema para que pueda ser resuelto.

AUDIOLIBRO



EJERCICIOS

LECCIÓN 79

 
Permítaseme reconocer el problema para que pueda ser resuelto.


1. No puedes resolver un problema a menos que sepas de qué se trata. 2Incluso si ya está resuelto, lo seguirás teniendo porque no reconocerás que ya se ha resuelto. 3Ésta es la situación del mundo. 4El problema de la separación, que es en realidad el único pro­blema que hay, ya se ha resuelto. 5No obstante, la solución no se ha reconocido porque no se ha reconocido el problema.

2. En este mundo cada cual parece tener sus propios problemas. 2Mas todos ellos son el mismo problema, y se tiene que reconocer que son el mismo si es que se ha de aceptar la única solución que los resuelve a todos. 3Ahora bien, ¿quién puede darse cuenta de que un problema se ha resuelto si piensa que el problema es otra cosa? 4Aun si se le proporcionara la respuesta, no podría ver su relevancia.

3. Ésta es la situación en la que te encuentras ahora. 2Dispones de la respuesta, pero todavía no estás seguro de cuál es el problema. 3Pareces enfrentarte a una larga serie de problemas, los cuales son todos diferentes entre sí, y cuando uno se resuelve, surge otro y luego otro. 4No parecen tener fin. 5En ningún momento te sientes completamente libre de problemas y en paz.

4. La tentación de considerar que los problemas son múltiples es la tentación de dejar el problema de la separación sin resolver. 2El mundo parece presentarte una multitud de problemas, y cada uno parece requerir una solución distinta. 3Esta percepción te coloca en una posición en la que tu manera de resolver problemas no puede sino ser inadecuada, haciendo así que el fracaso sea inevitable.

5. Nadie podría resolver todos los problemas que el mundo parece tener. 2Éstos parecen manifestarse en tantos niveles, en for­mas tan variadas y con contenidos tan diversos, que crees enfren­tarte a una situación imposible. 3Tal como los percibes, el desaliento y la depresión son inevitables. 4Algunos surgen inesperadamente, justo cuando creías haber resuelto los anteriores. 5Otros permanecen sin resolver bajo una nube de negación, y emergen de vez en cuando para atormentarte, mas sólo para vol­ver a quedar ocultos pero aún sin resolver.

6. Toda esta complejidad no es más que un intento desesperado de no reconocer el problema y, por lo tanto, de no permitir que se resuelva. 2Si pudieses reconocer que, sea cual fuere la forma en que se manifieste, el único problema que tienes es el de la separa­ción, aceptarías la respuesta, puesto que verías su relevancia. 3Si advirtieras el común denominador que subyace a todos los pro­blemas a los que pareces enfrentarte, comprenderías que dispones de los medios para resolverlos todos. 4Y emplearías los medios porque habrías reconocido el problema.

7. En nuestras sesiones de práctica más largas de hoy pregunta­remos cuál es el problema y cuál es su solución. 2No asumiremos que ya lo sabernos., 3Trataremos de liberar a nuestras mentes de las innumerables clases de problemas que creemos tener. 4Trata­remos de darnos cuenta de que sólo tenemos un problema, el cual no hemos reconocido. 5Preguntaremos cuál es ese problema y esperaremos la respuesta. 6Ésta se nos dará. 7Luego pregunta­remos cuál es su solución. 8Y ésta se nos dará también.

8. Los ejercicios de hoy serán fructíferos en la medida en que no insistas en querer definir el problema. 2Quizá no logres abando­nar todas tus ideas preconcebidas, pero eso no es necesario. 3Lo único que es necesario es poner mínimamente en duda la realidad de tu versión de lo que son tus problemas. 4Estás tratando de darte cuenta de que al reconocer el problema se te da la respuesta, de manera que problema y respuesta puedan reconciliarse y tú puedas quedar en paz.

9. Las sesiones de práctica cortas de hoy no estarán regidas por el reloj, sino por la necesidad. 2Hoy verás muchos problemas, y cada uno de ellos parecerá requerir una solución distinta. 3Nues­tros esfuerzos estarán encaminados al reconocimiento de que no hay más que un solo problema y una sola solución. 4Con este reconocimiento se resuelven todos los problemas. 5Con este reco­nocimiento arriba la paz.

10. No te dejes engañar hoy por la forma en que se manifiestan los problemas. 2Cada vez que parezca surgir alguna dificultad, di de inmediato:

3Permítaseme reconocer este problema para que pueda ser resuelto.

4Trata entonces de suspender todo juicio con respecto a lo que el problema es. 5A ser posible, cierra los ojos por un momento y pregunta cuál es el problema. 6Serás escuchado y se te responderá.




Instrucciones para la práctica

Ejercicios más largos: 2 veces, duración de diez a quince minutos. 

  • Intenta liberar a tu mente de la opinión que tiene de tus problemas. Esfuérzate en “poner mínimamente en duda la realidad de tu versión de lo que son tus problemas” (8:3). Intenta darte cuenta de que los muchos problemas que tienes no son sino una pantalla de humo, que esconde el hecho de que sólo tienes un problema. Sin embargo, no definas cuál es este problema. 
  • Luego pregunta cuál es tu único problema y espera la respuesta. Aunque la lección ha dicho que tu único problema es la separación, deja eso de lado y escucha la respuesta que viene de tu interior. 
  • Luego pregunta cuál es la respuesta al único problema. Al preguntar acerca del problema y la respuesta, utiliza tu entrenamiento sobre cómo escuchar al Espíritu Santo: espera con la mente en silencio, espera con confianza (la respuesta “se nos dará” 7:6), y de vez en cuando repite tu petición mientras esperas.


Respuesta a la tentación: Cada vez que veas un problema. 

  • Reconoce que éste es el único problema mostrándose bajo un disfraz. Di de inmediato: “Permítaseme reconocer el problema para que pueda ser resuelto”. 
  • Luego intenta dejar de lado lo que piensas que es el problema. Si puedes, cierra los ojos y pregunta cuál es. La respuesta se te dará.


Comentario

Esta lección, junto con la anterior, presenta una de las afirmaciones más claras de un principio muy importante del Curso: “Un solo problema, una sola solución”, como se afirma en la Lección 80 (1:5). Estas lecciones merecen ser leídas repetidas veces hasta que las ideas que enseñan se arraiguen en nuestros procesos de pensamiento.

Parece que me enfrento a una multitud de problemas, aplastantes en número y dificultad, desde pequeños a enormes, cambiando constantemente, alternando, apareciendo y desapareciendo en todos los momentos de la vida. Desde este punto de vista, si me paro a considerar las cosas objetivamente, la única respuesta posible es el pánico ciego. Desde un punto de vista consciente, la atención prestada a un problema borra docenas de ellos, igualmente merecedores de mi atención. Como Lucy y Ethel en la cinta trasportadora de pasteles, cuando las cosas empiezan a apurar, sólo puedo empezar a meter algunos de los pastelillos debajo de la camisa, intentando esconderlos antes de que mi fracaso para manejarlos se haga evidente.

Visto desde la perspectiva del espacialismo, mis problemas me condenan a un fracaso tras otro, aumentando en cada momento mi aplastante sensación de incapacidad.

¿Qué pasaría si todos mis problemas fueran verdaderamente uno solo? ¿Qué pasaría si yo ya tuviera la solución a ese único problema? Apenas puedo imaginarme la enorme sensación de alivio que recorrería todo mi ser si pudiera captar que esto es verdad: todos mis problemas son uno, y ese problema ya se ha resuelto. ¿Podría ser así? Sí. Si pienso que mis problemas son muchos y separados, si no he reconocido el único problema en todos ellos, podría tener ya la respuesta y no saberlo. Incluso podría tener la respuesta sin darme cuenta de que se aplica a todo lo que a mí me parecen problemas diferentes. “Ésta es la situación del mundo. El problema de la separación, que es en realidad el único problema que hay, ya se ha resuelto. No obstante, la solución no se ha reconocido porque no se ha reconocido el problema” (1:3-5).

Entonces, para liberarme de este aprisionamiento ilusorio, mi primer paso debe ser reconocer el problema en cada problema. Tengo que hacerme consciente de cuál es el problema antes de darme cuenta de que ya tengo la solución. Mientras crea que el problema es algo distinto a mi separación de Dios (que ya ha sido completamente resuelto, por lo que es algo sin ninguna importancia), continuaré pensando que tengo problemas y que me falta la solución. Buscaré la “salvación” de mis problemas en cualquier sitio excepto donde está la respuesta, porque ya he dejado de lado la solución por considerarla no importante para el problema que me ocupa. “¿Quién puede darse cuenta de que un problema se ha resuelto si piensa que el problema es otra cosa? “ (2:3).

La aparente complejidad del mundo no es sino el intento de mi mente de no reconocer el único problema, impidiendo así su solución (6:1). Por lo tanto, mi mayor necesidad es percibir “el común denominador que subyace a todos los problemas” (6:3). Si puedo ver la separación en la raíz de cada problema, me daría cuenta de que ya tengo la respuesta, y usaría la respuesta. Sería libre.

Una vez más, esta lección es maravillosamente perdonadora. Incluso la idea de ver todos mis problemas como variaciones del tema de la separación puede parecer una tarea de enormes proporciones. Por eso la lección me dice:

“Eso no es necesario. Lo único que es necesario es poner mínimamente en duda la realidad de tu versión de lo que son tus problemas” (8:2-3)

¿Lo único que tengo que hacer es dudar? ¡Eh, yo puedo encargarme de eso, yo soy muy bueno en dudar!

Todo lo que se me pide que haga es “suspender todo juicio con respecto a lo que el problema es” (10:4). “Suspender” quiere decir calmar temporalmente; la lección ni siquiera me pide que abandone mis juicios para siempre. Sólo durante un instante. Sólo permitirme a mí mismo dudar de mi versión de las cosas y considerar que podría haber otro modo de mirarlas.

Así que hoy se me pide que dude. Dudar de mi versión de lo que son mis problemas. Pensar para mí mismo: “Probablemente no estoy viendo esto con claridad. Probablemente aquí me estoy haciendo un lío en algún punto”. Y luego preguntar: “¿Cuál es el verdadero problema aquí?” ¡Ese tipo de práctica incluso yo puedo manejarla! ¡Gracias, Padre, por un Curso tan sencillo!









TEXTO

IV. El regalo de la libertad
 
1. Si lo que la Voluntad de Dios dispone para ti es paz y dicha absolutas, y eso no es lo único que experimentas, es que te estás negando a reconocer Su Voluntad. 2Su Voluntad no fluctúa, pues es eternamente inmutable. 3Cuando no estás en paz ello se debe únicamente a que no crees que estás en Él. 4Mas Él es el Todo de todo. 5Su paz es absoluta y tú no puedes sino estar incluido en ella. 6Sus leyes te gobiernan porque lo gobiernan todo. 7No pue­des excluirte a ti mismo de Sus leyes, si bien puedes desobedecer­las. 8Si lo haces, no obstante, y sólo en ese caso, te sentirás solo desamparado porque te estarás negando todo.

2. He venido como una luz a un mundo que en verdad se ruega todo a sí mismo. 2Hace eso simplemente al disociarse de todo. 3Dicho mundo es, por lo tanto, una ilusión de aislamiento que se mantiene vigente por miedo a la misma soledad que es su ilusión: 4Os dije que estaría con vosotros siempre, incluso hasta el fin del mundo. 5Por eso es por lo que soy la luz del mundo: 6Si estoy contigo en la soledad del mundo, la soledad desaparece. 7No pue­des mantener la ilusión de soledad si no estás solo. 8Mi propósito, pues, sigue siendo vencer el mundo. 9Yo no lo ataco, pero mi luz no puede sino desvanecerlo por razón de lo que es. 10La luz no ataca a la oscuridad, pero la desvanece con su fulgor. 11Si mi luz va contigo a todas partes, tú desvaneces la oscuridad conmigo. 12La luz se vuelve nuestra, y ya no puedes morar en la oscuridad tal como la oscuridad no puede morar allí donde tú vas. 13Acor­darte de mí es acordarte de ti mismo, así como de Aquel que me envió a, ti.

3. Estabas en las tinieblas hasta que una parte de la Filiación deci­dió acatar completamente la Voluntad de Dios. 2Una vez que esto se logró, todos lo lograron perfectamente. 3¿De qué otra manera sino habría podido lograrse perfectamente? 4Mi misión consistió simplemente en unir la voluntad de la Filiación con la Voluntad del Padre al ser yo mismo consciente de la Voluntad del Padre. 5Ésta es la conciencia que vine a impartirte, y el problema que tienes en aceptarla es el problema de este mundo. 6Eliminarlo es la salvación, y en ese sentido yo soy la salvación del mundo. 7El mundo, por lo tanto, no puede sino aborrecerme y rechazarme, ya que el mundo es la creencia de que el amor es imposible. 8Si aceptases el hecho de que yo estoy contigo estarías negando al mundo y aceptando a Dios. 9Mi voluntad es la Suya, y tu decisión de escucharme es la decisión de escuchar Su Voz y de hacer Su Voluntad. 10De la misma manera en que Dios me envió a ti, yo te enviaré otros. 11E iré a ellos contigo, para que podamos enseñar­les paz y unión.

4. ¿No crees que el mundo tiene tanta necesidad de paz como tú? 2¿No te gustaría dársela en la misma medida en que tú deseas recibirla? 3Pues a menos que se la des, no la recibirás. 4Si quieres recibirla de mí, tienes que darla. 5La curación no procede de nadie más. 6Tienes que aceptar dirección interna. 7La dirección que recibas no puede sino ser lo que quieres, pues, de lo contra­rio, no tendría sentido para ti. 8Por eso es por lo que la curación es una empresa de colaboración. 9Yo puedo decirte lo que tienes que hacer, pero tú tienes que colaborar teniendo fe en que yo sé lo que debes hacer. 10Sólo entonces decidirá tu mente seguirme. 11Sin esta decisión no podrías curar porque ello supondría que habrías decidido en contra de la curación, y este rechazo de lo que yo he decidido para ti impediría la curación.

5. La curación es un reflejo de nuestra voluntad conjunta. 2Esto resulta obvio cuando se examina el propósito de la curación. 3La curación es la manera de superar la separación. 4La separación se supera mediante la unión. 5No se puede superar separando. 6La decisión de unirse tiene que ser inequívoca, o, de lo contrario, la mente misma estaría dividida e incompleta. 7Tu mente es el medio por el cual determinas tu propia condición, ya que la mente es el mecanismo de decisión. 8Es el poder mediante el que te separas o te unes, y, consecuentemente, experimentas dolor o alegría. 9Mi decisión no puede imperar sobre la tuya porque la tuya es tan poderosa como la mía. 10De no ser así, los Hijos de Dios no goza­rían de perfecta igualdad. 11No hay nada que nuestra voluntad conjunta no pueda lograr, pero la mía sola no puede ayudarte. 12Tu voluntad, es tan libre como la mía, y ni siquiera Dios Mismo se opondría a ella. 13Yo no puedo disponer lo que Dios no dis­pone. 14Puedo ofrecerte mi fuerza para hacer que la tuya sea invencible, pero no puedo oponerme a tu decisión sin rivalizar con ella y, consecuentemente, sin violar lo que la Voluntad de Dios ha dispuesto para ti.

6. Nada que Dios creó puede oponerse a tu decisión, de la misma manera en que nada que Dios creó puede oponerse a Su Volun­tad. 2Dios le dio a tu voluntad el poder que ella posee, y yo no puedo sino respetarlo en honor de Su poder. 3Si quieres ser como yo, te ayudaré, pues sé que somos iguales. 4Si quieres ser dife­rente, aguardaré hasta que cambies de parecer. 5Yo puedo ense­ñarte, pero tú tienes que elegir seguir mis enseñanzas. 6¿Cómo podría ser de otra manera, si el Reino de Dios es libertad? 7Nadie puede aprender lo que es la libertad si está sometido a cualquier clase de tiranía, y la perfecta igualdad de todos los Hijos de Dios no se podría reconocer si una mente ejerciese dominio sobre otra. 8Los Hijos de Dios gozan de perfecta igualdad en lo que respecta a su voluntad, por ser todos ellos la Voluntad del Padre. 9Ésta es la única lección que vine a enseñar.

7. Si tu voluntad no fuese la mía tampoco podría ser la de nuestro Padre. 2Esto significaría que habrías aprisionado la tuya, y que no le has permitido ser libre. 3Solo no puedes hacer nada porque solo no eres nada. 4Yo no soy nada sin el Padre y tú no eres nada sin mí porque al negar al Padre te niegas a ti mismo. 5Siempre me acor­daré de ti, y en el hecho de que me acuerde de ti radica el que tú te acuerdes de ti mismo. 6En nuestro mutuo recuerdo radica nuestro recuerdo de Dios. 7Y en ese recuerdo radica tu libertad porque tu libertad está en Él. 8Únete, pues, a mí en alabanza de Él y de ti que fuiste creado por Él. 9Éste es nuestro regalo de gratitud hacia Él, que Él a Su vez compartirá con todas Sus creaciones, a las que da por igual todo lo que es aceptable para Él. 10Por ser aceptable para Él, es el regalo de la libertad, que es lo que Su Voluntad dispone para todos Sus Hijos. 11Al ofrecer libertad te liberarás.

8. La libertad es el único regalo que les puedes ofrecer los Hijos de Dios, ya que es el reconocimiento de lo que ellos son y de lo que Él es. 2La libertad es creación porque es amor. 3No amas a quien tratas de aprisionar. 4Por lo tanto, cuando tratas de aprisio­nar a alguien, incluyéndote a ti mismo, no le amas y no te puedes identificar con él. 5Cuando te aprisionas a ti mismo pierdes de vista tu verdadera identificación conmigo y con el Padre. 6Tu identificación es con el Padre y con el Hijo. 7Es imposible que te identifiques con uno y no con el otro. 8Si eres parte de uno, eres parte del otro, ya que ambos son uno. 9La Santísima Trinidad es santa porque es Una. 10Si te excluyes a ti mismo de esta unión, estás percibiendo a la Santísima Trinidad como desunida. 11Tú no puedes sino estar incluido en ella porque la Santísima Trinidad lo es todo. 12menos que ocupes el lugar que te corresponde en Ella y cumplas la función que por ser parte de Ella te corresponde llevar a cabo, la Santísima Trinidad estará tan desposeída como tú. 13Ninguna de Sus partes puede estar aprisionada si es que su verdad ha de conocerse.












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