DESPERTAR AL AMOR

lunes, 2 de marzo de 2020

2 MARZO: Yo soy la luz del mundo.

AUDIOLIBRO



EJERCICIOS

LECCION 61


Yo soy la luz del mundo.


1. ¿Quién es la luz del mundo sino el Hijo de Dios? 2Por lo tanto, esto no es más que una afirmación de la verdad acerca de ti. 3Es lo opuesto a una afirmación de orgullo, de arrogancia o de auto­engaño. 4 No describe el concepto de ti mismo que tú has forjado. 5No se refiere a ninguna de las características con las que has dotado a tus ídolos. 6Se refiere a ti tal como fuiste creado, por Dios. 7Expresa simplemente la verdad.

2. Para el ego la idea de hoy es el epítome de la auto-glorifica­ción. 2Pero el ego no sabe lo que es la humildad y la confunde con la auto-degradación. 3La humildad consiste en aceptar el papel que te corresponde en la salvación y en no aceptar ningún otro. 4 No es humildad insistir que no puedes ser la luz del mundo si ésa es la función que Dios Mismo te asignó. 5Es sólo la arrogancia la que afirmaría que ésa no puede ser tu función, y la arrogancia es siempre cosa del ego.

3. La verdadera humildad requiere que aceptes la idea de hoy porque es la Voz de Dios la que te dice que es verdad. 2Éste es uno de los primeros pasos en el proceso de aceptar tu verdadera función en la tierra. 3Es un paso gigantesco que te conducirá al lugar que te corresponde ocupar en la salvación. 4Es una asevera­ción categórica de tu derecho a la salvación y un reconocimiento del poder que se te ha otorgado para salvar a otros.

4. Debes reflexionar hoy acerca de esta idea tan a menudo como puedas. 2Es la respuesta perfecta a todas las ilusiones y, por ende, a toda tentación. 3La idea de hoy lleva todas las imágenes que tú has forjado de ti mismo ante la verdad y te ayuda a seguir ade­lante en paz, sin agobios y seguro de tu propósito.

5. Hoy se deben llevar a cabo tantas sesiones de práctica como sea posible, aunque no es necesario que ninguna exceda uno o dos minutos de duración. 2 Debes empezar cada sesión de prác­tica diciéndote a ti mismo:


Yo soy la luz del mundo.
4Ésa es mi única función.

5Por eso es por lo que estoy aquí.

6Piensa entonces en estas afirmaciones por unos breves momentos, preferiblemente con los ojos cerrados si las circunstancias lo permiten. 7Deja que te vengan a la mente unas cuantos pensamientos afines y, si observas que tu mente se aparta del tema central, repite la idea de hoy para tus adentros.

6. Asegúrate de comenzar y finalizar el día con una sesión de práctica. 2De este modo, te despertarás reconociendo la verdad acerca de ti mismo, la reforzarás a lo largo del día y te irás a dormir re-afirmando tu función y el único propósito que tienes aquí. 3Estas dos sesiones de práctica pueden ser más largas que las demás si te resultan útiles y deseas extenderlas.

7. La idea de hoy va mucho más allá de la mezquina opinión que el ego tiene de ti y de tu propósito. 2Como portador de la salva­ción que eres, esto es obviamente necesario. 3Éste es el primero de una serie de pasos gigantescos que vamos a dar durante las próximas semanas. 4Trata de empezar hoy a sentar las bases para estos avances. 5eres la luz del mundo. 6Dios ha edificado Su plan para la salvación de Su Hijo sobre ti.





Instrucciones para la práctica

Propósito: “Éste es uno de los primeros pasos en el proceso de aceptar tu verdadera función en la tierra” (3:2). Esta lección es una continuación de lo que comenzó en la Lección 37 (“Mi santidad bendice al mundo”), que contenía “los primeros destellos de tu verdadera función en el mundo, o, la razón por la que estás aquí” (L.37.1:1)

Ejercicio: Tantos como puedas, (sugerencia: cada hora, a la hora en punto), durante uno o dos minutos. 

  • Dite a ti mismo: “Yo soy la luz del mundo. Ésa es mi única función. Por eso es por lo que estoy aquí”. 
  • Luego piensa en estas frases. Deja que te vengan pensamientos relacionados. Si puedes, cierra los ojos para hacer esto. Si tu mente se distrae (mejor dicho, cuando se distrae), repite la idea. Éste es el mismo tipo de práctica que hiciste en la Lección 50 y durante el Primer Repaso. Al pensar activamente en la idea, la haces tuya propia.


Observaciones: Empieza y termina el día con una sesión de práctica. Éstas pueden ser más largas si quieres. Estas prácticas harán que tu día empiece, termine, y se llene con la afirmación de la verdad sobre ti. Ésta es la clase de día al que el Libro de Ejercicios nos lleva, en el que practicamos por la mañana, por la noche, y durante todo el día.
Éste es el primero de los siete “pasos gigantescos” en tu viaje de regreso al hogar. Intenta hacer hoy exactamente eso. Utilízalo para “empezar a sentar las bases” (7:4) de los pasos gigantescos que quedan por llegar.

Comentario

Probablemente, si te pareces a mí, la mayoría de los días no te sientes la luz del mundo. Algunos días me siento como el último rescoldo de la chimenea. Pero esta lección no habla acerca de cómo me siento, habla de lo que soy en verdad. “No se refiere a ninguna de las características con las que has dotado a tus ídolos. Se refiere a ti tal como fuiste creado por Dios” (1:5-6). No se refiere a quien yo pienso que soy, se refiere a mis características del diseño original, directamente de la mano del Creador. Según la enseñanza tradicional cristiana, Jesús es la luz del mundo y el resto de nosotros somos los ciegos que necesitan su luz. Decir “Yo soy la luz del mundo” puede parecer demasiado. Puede parecer arrogante, lleno de orgullo, incluso lleno de ego. Cuando Dios te ha hecho la luz del mundo, ¿qué hay más arrogante que decir: “Lo siento, Jefe, te equivocas. Soy un pobre pecador”?

Tú y yo estamos aquí para ser conductores de la luz de Dios. Ser la luz del mundo es nuestra única función, y la única razón por la que estamos aquí (5:3-5). Somos portadores de la salvación, no hay otro modo de que la salvación venga al mundo excepto a través de nosotros, ¡a través de todos nosotros!

La lección pide nuestra aceptación y práctica de esta idea “uno de los primeros pasos en el proceso de aceptar tu verdadera función en la tierra” (3:2), “un paso gigantesco” (3:3), “una aseveración categórica de tu derecho a la salvación” (3:4). No es únicamente una lección más, ¡es cosa seria! Bajarte del tren del “pobre de mí, necesito que me salven” y subirte al tren de “portador de la salvación” puede ser un punto decisivo importante. La clave general de la idea se refleja en el viejo dicho de los años sesenta: ¿Eres parte del problema o de la solución?

Al principio puede parecer que esta idea pide demasiado de nosotros. “¿Quién, yo salvar al mundo? ¿Estás de broma? ¡Ni siquiera puedo salvarme a mí mismo!” Pero esa creencia sobre nosotros mismos es exactamente donde está nuestro problema. Intenta darle amor a alguien hoy y descubrirás que puedes llevar luz a su vida. Haz esto unas cuantas veces y tu opinión acerca de ti mismo empezará a cambiar. Tu verdadera sensación de valía propia empezará a florecer. Al dar ayuda, te estarás ayudando a ti mismo. Afirmas la divinidad de tu Fuente y te reconoces a ti mismo como un Hijo de Dios al reconocer que ser útil, dar amor, extender amabilidad, y mostrar compasión es la verdadera razón por la que estás aquí.




TEXTO


Capítulo 7


LOS REGALOS DEL REINO


I. El último paso


1. El poder creativo de Dios y el de Sus creaciones es ilimitado, pero no existe entre ellos, una relación recíproca. 2Te comunicas plenamente con Dios, tal como Él se comunica contigo. 3Es éste un proceso continuo que compartes con Él, y por el hecho de que lo compartes, te sientes inspirado a crear como Él crea. 4En la crea­ción, no obstante, no existe una relación recíproca entre tú y Dios, ya que Él te creó a ti, pero tú no lo creaste a El. 5Ya te dije que tu poder creativo difiere del Suyo solamente en ese punto. 6Incluso en este mundo existe un paralelo. 7Los padres traen al mundo a sus hijos, pero los hijos no traen al mundo a sus padres. 8Traen al mundo no obstante, a sus propios hijos, y, de este modo, procrean tal como sus padres lo hicieran.

2. Si tú hubieses creado a Dios y Él te hubiese creado a ti, el Reino no podría expandirse mediante su propio pensamiento creativo. 2La creación estaría, por lo tanto, limitada, y no podrías ser co­creador con Dios. 3De la misma manera en que el Pensamiento creador de Dios procede de Él hacia ti, así tu pensamiento crea­dor no puede sino proceder de ti hacia tus creaciones. 4Sólo de esta manera puede extenderse todo poder creativo. 5Las obras de Dios no son tus obras, pero tus obras son como las Suyas. 6Él creó a la Filiación y tú la expandes. 7Tienes el poder de acrecentar el Reino, aunque no de acrecentar a su Creador. 8Reivindicas ese poder cuando te mantienes alerta sólo en favor de Dios y de Su Reino. 9Al aceptar que tienes ese poder, aprendes a recordar lo que eres.

3. A tus creaciones les corresponde estar en ti del mismo modo en que a ti te corresponde estar en Dios. 2Tú eres parte de Dios, tal como tus hijos son parte de Sus Hijos. 3Crear es amar. 4El amor se extiende hacia afuera simplemente porque no puede ser conte­nido. 5Nunca deja de fluir porque es ilimitado. 6El amor crea para siempre, aunque no en el tiempo. 7Las creaciones de Dios han existido siempre porque Él ha existido siempre. 8Tus creaciones han existido siempre, porque tú sólo puedes crear como Dios crea. 9La eternidad es tuya porque Él te creó eterno.

4. El ego, por otra parte, siempre exige derechos recíprocos, ya que es competitivo en vez de amoroso. 2Está siempre dispuesto a hacer tratos, pero no puede comprender que ser igual a otro signi­fica que no es posible hacer ningún trato al respecto. 3Para ganar tienes que dar, no regatear. 4Regatear es imponer límites en lo que se da, y eso no es la Voluntad de Dios. 5Disponer lo mismo que Dios es crear como Él. 6Dios no limita en modo alguno Sus rega­los. 7Tú constituyes Sus regalos, por consiguiente, tus regalos son necesariamente como los Suyos. 8Los regalos que le haces al Reino no pueden sino ser como los regalos que El te hace a ti.

5. Yo le di al Reino únicamente amor porque creí que eso era lo que yo era. 2Lo que tú crees ser determina los regalos que haces, y si Dios te creó extendiéndose a Sí Mismo hasta dar lugar a lo que eres, sólo puedes extenderte a ti mismo tal como Él lo hizo. 3Sólo la dicha aumenta eternamente, pues la dicha y la eternidad son inseparables. 4Dios se extiende hacia afuera, más allá de todo límite y más allá del tiempo, y tú que eres co-creador con Él, extiendes Su Reino eternamente y más allá de todo límite. 5La eternidad es el sello indeleble de la creación. 6Los eternos son felices y viven en paz eternamente.

6. Pensar como Dios es compartir Su certeza acerca de lo que eres, y crear como Él es compartir el Amor perfecto que Él com­parte contigo. 2Hacia esto te conduce el Espíritu Santo, para que tu dicha sea total porque el Reino de Dios es íntegro. 3He dicho que el último paso en el redespertar al conocimiento lo da Dios. 4Esto es verdad, pero es difícil de explicar con palabras porque las palabras son símbolos, y lo que es verdad no necesita explica­ción. 5El Espíritu Santo, no obstante, tiene la tarea de traducir lo inútil a lo   útil, lo que no tiene significado a lo significativo y lo temporal a lo eterno. 6El Espíritu Santo puede, por consiguiente, decirte algo acerca de este último paso.

7. Dios no da pasos porque Sus obras no se realizan de forma gradual. 2No enseña, porque Sus creaciones son inalterables. 3No hace nada al final, porque El creó primero y para siempre. 4Debe entenderse que la palabra "primero", cuando se aplica a Dios, no es un concepto temporal. 5Él es el primero en el sentido de que es el Primero en la Santísima Trinidad. 6Es el Creador Principal por­que creó a Sus co-creadores. 7De ahí que el tiempo no le ataña a Él ni a lo que Él creó. 8Por lo tanto, el "último paso" que Dios dará fue cierto al principio, es cierto ahora y será cierto eterna­mente. 9Lo que es eterno está siempre presente porque su ser es eternamente inmutable. 10No cambia al aumentar porque fue creado para expandirse eternamente. 11Si no percibes su expan­sión significa que no sabes lo que es, 12ni tampoco Quién lo creó. 13Dios no te revela esto porque nunca estuvo oculto. 14Su luz jamás estuvo velada porque Su Voluntad es compartirla. 15¿Y cómo iba a ser posible que lo que se comparte plenamente se hubiese ocultado primero para luego ser revelado?










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