EJERCICIOS
2Mi percepción de esto me muestra que creo en leyes que no existen.
Instrucciones para la práctica
Ejercicios más largos: 2 veces (una para cada idea), durante quince minutos.
- Durante tres o cuatro minutos, lee lentamente la idea y los comentarios (si quieres varias veces) y piensa en ellas.
- Cierra los ojos y pasa el resto del periodo de práctica escuchando el mensaje que el Espíritu Santo tiene para ti. Podemos considerar a este tiempo de escuchar como que tiene los siguientes componentes:
- Escucha “sosegadamente aunque con mucha atención” (3:1), escucha en quietud y con toda tu atención.
- Mantén una actitud de confianza (“este mensaje me pertenece”), deseo (“yo quiero este mensaje”), y determinación (“estoy decidido a tener éxito”).
- Escuchar durante diez minutos puede ser una gran invitación a que la mente se distraiga, por eso la mayor parte de las instrucciones para este ejercicio tratan de este asunto. Si la mente se distrae sin control, regresa a la primera fase y repítela. Para las distracciones menores de la mente, date cuenta de que los pensamientos que te distraen no tienen poder, y que tu voluntad tiene todo el poder, y luego reemplaza los pensamientos con tu voluntad de tener éxito. Haz esto con firmeza. “No permitas que tu intención vacile” (4:1). “No dejes que… te desvíe de tu propósito” (5:2).
Esto no se menciona en las instrucciones pero te puede ser útil para preguntar el mensaje de verdad, al comienzo y luego de vez en cuando a lo largo de la práctica. Puedes decir, por ejemplo: “¿Cuál es Tu mensaje para mí hoy?” Incluso puedes usar esta petición como el medio para despejar los pensamientos que te distraen.
Recordatorios frecuentes: Muy a menudo.
Repite la idea como un medio de reafirmar tu determinación a triunfar. Primera mitad del día: la primera lección. Segunda mitad del día: la segunda lección.
Respuesta a la tentación: Cada vez que te sientas tentado a disgustarte.
Repite alguna variación de la idea, modificada para aplicarla a ese disgusto concreto. Puedes usar una de las tres “aplicaciones concretas” (L.rII.In.6:1) que se sugieren después de cada lección. Date cuenta que se refieren a un disgusto concreto. Cada una está dirigida a “esto” que te molesta o a un “nombre” que te molesta. O puedes utilizar tus propias palabras usando una variación de la práctica de dejar que surjan pensamientos relacionados. Simplemente relájate y deja que tu mente te traiga una frase que aplique la esencia de la idea a tu disgusto actual.
Comentario
Las ideas que hoy se repasan parecen ocuparse de ideas muy diferentes, sin embargo tienen algo en común que sale en este repaso. Eso que tienen en común puede expresarse en este pensamiento: Sólo lo que es de Dios es real, lo que parece estar en oposición es sólo una ilusión sin poder alguno excepto el que le da mi creencia en ello.
La luz de la salvación ya ha venido. “Siempre elijo entre la verdad y la ilusión” (1:5), y “el ataque y los resentimientos no existen como opciones” (1:4). Verdaderamente no tengo alternativa a la luz porque no hay alternativa. Toda mi experiencia de obscuridad es una aventura en el error y nada más, no existe la obscuridad. “Solamente puedo elegir la luz porque no hay otra alternativa” (1:7). Por esta razón el Texto me dice que es inevitable el resultado de mi drama aquí en la tierra. “Alcanzar a Dios es inevitable, y tú no puedes eludirlo, de la misma manera en que Él no te puede eludir a ti” (T.4.I.9:11). Al buscar que mi percepción cambie, únicamente estoy buscando lo que ya está ahí, y lo único que existe.
Únicamente me gobiernan las leyes de Dios. Las otras leyes que creo que tienen poder sobre mí son las leyes que yo he inventado. “Sufro únicamente porque creo en ellas. Pero en realidad no me afectan en absoluto” (3:5-6). Las leyes del ego no me pueden obligar, puede liberarme de ellas ahora porque en realidad estoy libre de ellas siempre, no tienen ningún poder. Mi ego a veces parece enormemente poderoso, la reacción instintiva de dolor e ira parece fuera de mi control, pero no es así. Estoy libre de estas “leyes” del caos, del pecado, de la culpa, del castigo y de la separación. La sanación de todas las relaciones es inevitable porque las leyes de Dios nos unen, nunca separan. “Todo tendrá un desenlace feliz” (L.292, encabezamiento), porque no hay otras leyes que las de Dios, y no hay más voluntad que la de Dios. Únicamente mi creencia le da poder a la apariencia de que hay una voluntad opuesta, con leyes opuestas.
Que hoy contemple todo con esta comprensión. Donde parece haber obscuridad, que yo proclame la realidad de la luz. Donde veo leyes que funcionan en oposición a Dios, que yo las declare impotentes. Gracias, Padre, por la seguridad de Tu plan, la realidad de Tu luz en este momento.
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